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La decisión de acoger a los inmigrantes del Aquarius es solo un gesto, pero muy importante en el contexto europeo actual. Es solo un gesto porque solamente durante este fin de semana España ha rescatado en el Estrecho a varios cientos más de inmigrantesde que los que fueron rescatados por el Aquarius. Pero es políticamente trascendental ante la presión creciente que está generando la inmigración irregular en Europa, señaladamente en Italia, dirigida desde hace un par de semanas por la alianza entre la xenófoba Lega Norte y los populistas de las Cinco estrellas; en Austria, que el primero de julio asumirá la Presidencia rotatoria de la UE gobernada desde hace pocos meses por una alianza entre los cristiano demócratas y los xenófobos de ultra derecha del FPO, fundado por el otrora denostado Haider; y en Alemania, donde la Canciller Merkel trata de contener la demagogia de su Ministro del Interior, que la desafía negociando por su cuenta con los anteriores con vistas a las elecciones de Baviera en octubre. Por no hablar de Hungría, que se niega a aceptar las cuotas de acogida de refugiados acordadas en Bruselas; o de Malta, que a la chita callando arguye su diminuta demografía para no aceptar el desembarco de ningún refugiado o inmigrante rescatado en sus inmediaciones. Europa ha hecho mucho en los últimos dos años para mejorar la gestión de la inmigración irregular y ha conseguido controlar el fenómeno, pero es evidente que es indispensable recomponer los consensos en el Consejo Europeo de finales de junio. Hay mucho en juego: de una parte Schengen, de otra, valores esenciales de la construcción europea como la solidaridad entre los Estados Miembros y el respeto a la legalidad, europea e internacional. En este contexto tan poco alagüeño, España destaca tanto por su eficacia en la gestión de los flujos migratorios como por su fidelidad a la esencia de la Unión Europea.
Merkel seguramente pecó de irresponsabilidad cuando anunció hace un par de años que Alemania no devolvería a su país a los refugiados que huían de la guerra siria. Era lo correcto en términos humanitarios y también según el derecho internacional, pero el anuncio provocó un movimiento migratorio de muchos cientos de miles de personas que afectó gravemente a todos los vecinos europeos situados en el camino desde Turquía. En España sabemos de la tragedia de los subsaharianos que aguardan para jugarse la vida tratando de superar las concertinas de Ceuta y Melilla y de los que llegan a nuestras costas en pateras, o son rescatados, o mueren ahogados por decenas. Pero es un goteo, constante pero goteo. En Macedonia, Hungría, Austria, etc, fue necesario gestionar campamentos de urgencia en polideportivos municipales y demás para alojar a decenas de miles de personas que pugnaban por llegar hasta Alemania. Por no hablar de las aglomeraciones registradas primero en Grecia y luego también en Italia.
La Comisión Europea movilizó rápidamente cientos de millones de euros para sufragar los costes de la gestión de esta explosión demográfica, pero no ha sido nada fácil gastarlos por la falta de medios personales y de infrastructuras. Se puso fin al flujo de miles de personas desde Turquía asumiendo el pago de tres mil millones de euros para su educación y salud y se ha creado la Agencia de fronteras y guarda costas que va a contar con varios miles de efectivos y un presupuesto de varios miles de millones en los próximos años. Y se han destinado más de dos mil millones a mejorar la cooperación con los países subsaharianos, que han conseguido reducir sensiblemente el flujo de los que llegan a Libia para tratar de cruzar el Mediterráneo. Y los resultados están a la vista: ahora son centenares los que cruzan en vez de decenas de miles. Pero también son un millón y medio los refugiados acogidos en Alemania y muchas decenas de miles los acogidos en Austria aparte de los que todavía se agolpan en Grecia e Italia. Y una realidad la subida de las opciones políticas más xenófobas – AfD en Alemania, FPO en Austria, la Lega en Italia – y la utilización de la “invasión migratoria”, en gran medida musulmana, como una amenaza al presente y futuro de Europa.
Urge subrayar la realidad: un par de millones de inmigrantes y/o refugiados no son en forma alguna una amenaza para una Unión Europea de 500 millones de habitantes. Al contrario, aparte de que el derecho internacional nos obliga a darles acogida en tanto no sea aceptable repatriarles a sus países de origen en guerra, la llegada de un par de millones largos de en su mayoría jóvenes es una elemento económico más que saludable, especialmente teniendo en cuenta el envejecimiento generalizado de las sociedades europeas y la crisis que aqueja a nuestros sistemas de pensiones.
Ni siquiera vale lo de la supuesta amenaza que supone la llegada de tantos musulmanes porque la inmensa mayoría de los subsaharianos no lo son. Aparte de que, por supuesto, los musulmanes son, en su inmensa mayoría, personas absolutamente normales, primordialmente interesadas en poder adaptarse rápido a las sociedades que les acojen y poder ganarse la vida con normalidad.
Cuando la crisis de los cayucos, allá por 2006, el Gobierno Zapatero gestionó la situación de forma muy efectiva, aumentando la presencia diplomática en los países de origen, aumentando sensiblemente los fondos de cooperación al desarrollo destinados a esos países para contribuir a que pudieran concebir un futuro aceptable sin emigrar, ayudando materialmente a sus fuerzas de seguridad para que pudieran controlar sus fronteras y aceptando a Marruecos como un socio esencial para la gestión conjunta de un fenómeno que afecta a nuestros vecinos del sur tanto o más que a nosotros. Los flujos desmedidos cesaron y nuestros esfuerzos para salvar las vidas de los que, pese a todo, consiguen lanzarse al mar, se han mantenido inalterados.
Lo de Italia y Grecia es más complicado porque los flujos han sido mucho más intensos y más concentrados, por lo que es lógico que Italia se niegue a aceptar ser el único receptor de todos los rescatados en el Mediterráneo central. La entrada en escena de España no es por tanto heróica: todos los Estados Miembros de la Unión Europea deben arrimar el hombro. Y de hecho lo hacen, aceptando a los inmigrantes que Bruselas les asigna en función de las cuotas acordadas por mayoría cualificada, con la oposición de Hungría y otros reticentes, principalmente de Europa central, a los que ahora viene a sumarse Austria.
Pero España no tenía ninguna obligación legal de aceptar a los rescatados por el Aquarius. Haberlo hecho escenifica claramente que nuestro país se sitúa en el lado correcto respecto a esta espinosa cuestión. Mucho me temo que el anterior Gobierno, que cumplió mal y tarde con la acogida de las cuotas asignadas a España, no lo habría hecho. Otra razón para alegrarse del cambio de gobierno, y ya van siendo unas cuantas.
Buenos dias y gracias por el post.
Creo que la única salida para los problemas que puede acarrear la inmigración es la asistencial: estados tampón -solución bastante hipócrita, pero venga – o políticas municipales para integrar a las comunidades de extranjeros.
Aunque en España la inmigración apenas ha creado problemas sociales como en otros países europeos, no está de más tratar de anticiparse y escuchar a las comunidades y grupos sociales que manifiesten «el rozamiento». Tener contacto es más positivo que ocultar la posibilidad de que haya problemas, por muy bien que nos pinten hoy en dia los graficos de aceptación del fenómeno.
Soy un poco esceptico ante la idea de que los programas de desarrollo en los países de origen tengan efecto a medio plazo y mas con los recursos que se les dedican, pero dudo de que se vaya a mejorar por no hacerlo.
A Europa se le ha quedado una cara más fea después de esta crisis, uno de sus aspectos mas extremos es este. El otro es que hay europeos de primera, de segunda y de tercera. Los de primera ya saben ustedes quienes son, los de segunda estamos para abusar de los primeros, somos incapaces y necesitamos ser disciplinados por los sabios, y los de tercera están, basicamente para explotarlos laboralmente.
Un artículo contradictorio en donde vale tanto decir que los musulmanes son , en su inmensa mayoría, personas absolutamente normales , como que quieren ganarse la vida con normalidad para lo cual , lo primero que hacen es algo anormal en esos países : financiar mafias y entrar sin permiso. Todo muy normal.
Además , es hasta deseable-por saludable económicamente – que vengan por el problema del envejecimiento y crisis generalizada de nuestro sistema de pensiones.
Estas visiones desde la cumbre del Sinaí no están al alcance de los demás , tal vez sólo de Merkel y de sus Think Tanks.
La decisión de acoger a los inmigrantes del Aquarius es antes que nada y por encima de todo una acción política distinta a las actuaciones corrientes de gestión de la inmigración ilegal , alegal, paralegal , por las que un combinado de mafias y barcos humanitarios al rescate , deciden someter a presión a estados soberanos para imponer un modo de gestionar los flujos migratorios ; la decisión en este caso es la pura propaganda , como atestigua el hecho extraordinario de que había más periodistas que rescatados.
El diario El País del que soy suscriptor ( del anterior , no del actual ) contaba con dos periodistas embarcados mientras tenemos pocas noticias de los cerca de 1300 náufragos que aparecían por las costas andaluzas casi simultáneamente y sin tanto fasto porque , entre otras cosas , estos últimos migrantes trataban de entrar de manera fraudulenta, no como los del Aquarius , que lo hacían mediante una solemne invitación gubernamental, lo que en palabras de este periódico renovado situaba a Sánchez ni más ni menos que « en el eje del débate europeo »
A Sánchez , el presidente provisional , el estabilizador que se desgañitaba contra la reforma laboral -algo que no hará- solo le queda la propaganda, para poder mantenerse con sus exiguos ochenta y cuatro diputados y los presupuestos » antisociales » del gobierno anterior.
Hay quien ve en la desmesura de los desembarcos poco glamurosos en las costas andaluzas un aviso de Marruecos para que nadie olvide su llavero.
Como que no quiere la cosa al gobierno le dan pena las concertinas.
Un poquito de Cipolla para Mr Mulligan
Se trata de cinco principios (que vale la pena leerlos con atención para no caer en futuras trampas propias y ajenas):
1. Siempre e inevitablemente cualquiera de nosotros subestima el número de individuos estúpidos en circulación.
2. La probabilidad de que una persona dada sea estúpida es independiente de cualquier otra característica propia de dicha persona.
3. Una persona es estúpida si causa daño a otras personas o grupo de personas sin obtener ella ganancia personal alguna, o, incluso peor, provocándose daño a sí misma en el proceso.
4. Las personas no estúpidas siempre subestiman el potencial dañino de la gente estúpida; constantemente olvidan que en cualquier momento, en cualquier lugar y en cualquier circunstancia, asociarse con individuos estúpidos constituye invariablemente un error costoso.
5. Una persona estúpida es el tipo de persona más peligrosa que puede existir.
……
En fin….ahora dirás que eres un tipo inteligente, nada incnauto y sin ninguna maldad…¿verdad?
AC, si tiene algo que decir sobre la cuestión dígalo con argumentos ; le recuerdo que no es obligatorio participar y mucho menos insultar ocultándose en la ironía de autores relevantes como el profesor Cipolla.
Recordando a Permafrost.
____Una experiencia particularmente penosa para todo aquel que en algún momento se haya considerado imbuido de sentimientos de majestad y excelencia que lo individualizan por encima de la chusma canallesca constituida, básicamente, por “todo el mundo menos yo”, consiste en descubrir súbitamente cuán patético, miserable e insignificante es uno. Recibir un baño de humildad, una lavativa para el ánimo narciso, un correctivo para la pose altanera, cuando es merecido, pertinente y, sobre todo, cuando se asimila, se asume y se interioriza con la resignada aceptación de lo que es justo e instructivo, suele dejar una profunda huella que, aunque dolorosa, ayuda a forjar un carácter ecuánime. Me gustaría decir que hablo con conocimiento de causa, si no fuera porque, con absoluta franqueza, no puedo declararme libre de toda vanidad, sin incurrir precisamente en la misma arrogancia de la que recelo__***
Permafrost.
Pero ¿ ésto que tiene que ver con el asunto que aquí nos traía hoy ?
Habla como Iglesias , quien a su vez habla como un fraile de la humildad en vez de hablar de política que es , entre otras cosas , lo que aquí nos trae.
Para que lo sepa de una vez , la humildad es una pasión triste que surge de la impotencia de obrar , tal y como descubrió un perspicaz Spinoza.
Si le gustan las teologías de sustitución , los diferentes “ismos ”, rece , medite , pero déjese de monsergas. Seguro que es usted una buena persona pero nos quedamos sin conocer lo que piensa sobre el artículo que propone LBNL.
A propósito ¿ qué piensa ?
Yo no pienso,solo existo…jeje.