Francia y el populismo que acecha

LBNL

Una vez más – y van unas cuantas – ayer el centro-derecha francés derrotó a la derecha extrema en Francia. Es ya casi un clásico que después de que un Le Pen – padre o hija – quede segundo en primera vuelta, el candidato conservador consiga alzarse con la victoria en la segunda con al menos parte de los votos de la izquierda. Esperemos que el cántaro no siga yendo a la fuente y acabe rompiéndose. Anoche Macron dijo haber entendido el mensaje. Esperemos. Para empezar el partido no ha acabado porque queda la “tercera vuelta” de las elecciones legislativas de junio. Porque si bien es verdad que Francia es un régimen presidencialista, no lo es menos que el Gobierno depende de la Asamblea Nacional y no sería la primera vez – recordemos al derechista Chirac de Primer Ministro del socialista Mitterrand en 1986 y al también socialista Jospin de Primer Ministro del propio Chirac en 1997 – en que no están en sintonía. Con la diferencia de que si ahora volviera a darse una cohabitación sería todavía más complicada dado que la pareja de baile de Macron sería o bien la propia Le Pen o el ex socialista y hoy populista de izquierda radical Melenchon. Ambos se han moderado en los últimos tiempos – por ejemplo ya no piden la salida de Francia de la UE, solo que cambie por completo… – pero conviene reflexionar con urgencia para evitar el suicidio de la democracia, en Francia y allende sus fronteras.

En la segunda vuelta Macron ha conseguido unos 7 millones de votos adicionales, más de dos tercios de los que sacó Melenchon junto a los verdes en primera vuelta. Le Pen consiguió unos 4 millones de votos adicionales que viene a corresponder al total de los conseguidos en primera vuelta por el ultra xenófobo Zemmour y la derechista Pécresse. Es un cálculo simplón e inexacto porque no estoy teniendo en cuenta la participación total en ambas vueltas pero sirve para hacerse una idea de por dónde van los tiros.

Dado el sistema a dos vueltas que también rige para las legislativas – 12 y 19 de junio – es posible que el partido de Macron (LREM) consiga pasar a la segunda vuelta en la mayoría de los 577 distritos y ganar en un número suficiente de ellos. En 2017 ya consiguió la mayoría absoluta (351 en total con sus aliados de MoDem) y en aquellos distritos en los que consiga pasar a segunda vuelta contará a su favor con la división del populismo entre la derecha y la izquierda. Así que no es descartable que Macron consiga también ganar la “tercera vuelta” y asegurarse una mayoría suficiente de gobierno para poner en práctica su programa de gobierno para los próximos cinco años.

Pero no huelga recordar que en la primera vuelta de las presidenciales Macron consiguió un 27,8% de los votos por un 23,1% y un 21,9% de Le Pen y Melenchon respectivamente. Por lo que no es descartable que en algunos distritos sean los candidatos de sus respectivos partidos los que se disputen la elección en segunda vuelta. Todo es posible, también un reparto a tres de los escaños de la Asamblea que no sería fácil de gestionar tampoco. Sin embargo, el fuerte acento mayoritario del sistema hace pensar que Macron conseguirá imponerse y que, de no ser capaz de hacerlo, uno de los otros dos, conseguiría una ventaja suficiente como para obligar a ser designado Primer Ministro. Ya veremos pero las espadas están, cuando menos, todavía en alto.

En todo caso, el problema principal es que en la primera vuelta de las presidenciales la suma de los votos recabados por Le Pen, Melenchon y Zemmour sumó un 52%. Imaginen, por ejemplo, que Pedro Sánchez, o Feijoo que para el ejemplo vale igual, consiguiera ser investido Presidente del Gobierno pero con un 52% de los votos en manos de VOX y Unidas-Podemos. Y eso sin contar con que VOX es bastante menos radical – al menos de momento – que Le Pen y desde luego que Zemmour – y que UP ya lo era en campaña y ha demostrado serlo respecto a Melenchon también con su acción de co-gobierno.

Así que habrá que rezar para que Francia elija también en junio a una Asamblea sensata y lo menos populista posible y poner las barbas a remojar porque el populismo no es exclusivo de nuestro vecino del norte, más bien al contrario, se sigue extendiendo gradualmente por toda Europa al albur del empobrecimiento paulatino y continuado de las clases medias.

Volveremos sobre este tema en cuanto hayamos celebrado convenientemente el triunfo de la sensatez ayer en Francia, no por descontado menos vital.

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