Carlos Hidalgo
Crecen los gestos de desacuerdo en el primer Gobierno de coalición de nuestra historia. Y con ellos, crecen los rumores de que es posible que -de nuevo- se anticipen elecciones. Dicen, quienes apuestan por esa postura que la debilidad de Podemos en las encuestas, combinada con la del PP, ofrecería un resultado favorable para Pedro Sánchez, que podría dejarse querer -dicen- por Podemos y PP, dependiendo de quién le venga mejor. Un rumor que parece salido de las filas de Podemos, que querrían justificar sus escasos éxitos y su poca capacidad de gestión con los malvados planes de Pedro para forzar una gran coalición a la alemana. Un espantajo que se lleva agitando desde 2011 sin que en España lo hayamos visto por ninguna parte.
Y la verdad es que, viendo las encuestas, uno tiende a pensar que la apuesta por anticipar las elecciones es demasiado arriesgada. Para todos. Para el PSOE porque, aún siendo el más votado, puede que no le salgan las cuentas para gobernar. Para el PP, porque corre el riesgo de ser fagocitado por Vox antes de poder fagocitar a Ciudadanos. Y para Podemos, porque terminaría de cumplir las predicciones que le condenan a ser Izquierda Unida II.
El caso es que Podemos tiene un papelón pretendiendo ser a la vez Gobierno y oposición, tratando de sacar pecho por las posturas políticas del líder -que no gestiona, ni se le espera- y, a la vez, tratando de que otros no le hagan sombra. No hablo en este caso del durmiente ministro de Universidades, que trabaja lo que suele trabajar un catedrático, sino de la ministra de Trabajo, Yolanda Díaz, que sí que saca adelante legislación y medidas concretas, mientras que Pablo Iglesias habla de la monarquía e Irene Montero quiere distinguir entre “feministas buenas” y “feministas malas”.
Para terminar de empeorar las cosas con tanto circo en mitad de una pandemia, siempre está Pablo Echenique, que no dudará en decir la teoría más disparatada, la teoría más gorda o la bravuconada más vacua.
Y parece que ellos mismos quieran forzar el adelanto electoral, para forzar una derrota relámpago, antes de que sea evidente que ya se está produciendo inexorablemente, entre abandono de sus bases, pucherazos internos y desaparición progresiva en comunidades autónomas y ayuntamientos.
Para luego echar la culpa a la gran coalición. Al sistema. O al Gobierno. Del que ellos son parte.
Es tan absurdo el panorama de las elecciones anticipadas – con Presupuestos aprobados y el 7º de caballería de los fondos europeos en camino – que no lo contemplo pese a las tendencias suicidas de Podemos. Ojalá no me equivoque.