¿Hacia una nueva transición?

Alfonso Salmerón

El pasado lunes, día de la hispanidad, me ocurrió algo que me ha dado pie a una reflexión sobre el momento actual que estamos viviendo. Sucedió en uno de esos grupos de whatsapp que se crean para celebrar algún evento y luego quedan ahí en tu teléfono, más o menos silenciado, sin dejar de vomitar toda suerte de memes y otros tipos de spam. Uno de los miembros del grupo, excompañero de la EGB, había enviado una foto en absoluto malintencionada, invitando a celebrar el día de la Hispanidad, a lo que yo respondí sin mayor acritud, que le agradecía la invitación pero que, en mi caso, consideraba que no tenía nada que celebrar, haciendo gala de mi consabida, en el grupo me conocen desde hace varias décadas, desafección con las patrias y banderas.

Hasta ahí, todo más o menos normal. Lo que ocurrió después fue que mi comentario suscitó toda una serie de respuestas más o menos molestas que tenían como denominador común el alegato a la libertad de expresión a la que presuntamente parecía haber yo atentado al expresar mi opinión sobre el día de marras. El debate se zanjó, sin que llegara la sangre al río, con la intervención de una compañera, que con actitud conciliadora vino a recordar cuáles eran los objetivos del grupo, a la vez que hacía un llamamiento a que por el bien de la concordia y la convivencia, los miembros del grupo nos abstuviéramos de expresar nuestras convicciones ideológicas. Sobra decir que el comentario de esta compañera fue recibido con un aplauso unánime por los miembros del grupo.

Así nos han enseñado a construir los consensos en este país. Probablemente por esa razón, saltan por los aires a las primeras de cambio. El espíritu de la transición.

El ejemplo me parece ilustrativo del momento actual porque permite observar algunos de los males que nos atraviesan. En primer lugar, porque es el reflejo del ruido mediático de la disputa, auspiciada por la derecha, que tiene enfangada a la clase política del país y se va reproduciendo miméticamente desde la esfera pública a la privada.

En segundo lugar, porque nos permite observar otro fenómeno que arrastramos desde hace mucho tiempo y que no es otro que el de la capacidad de la derecha para generar hegemonía cultural. En ese mismo grupo de whatsapp, como en tantos otros, se han difundido todo tipo memes de evidente contenido machista, homófobo o racista, y se han compartido fake news con terribles acusaciones contra políticos o personajes públicos de izquierda que son recibidos generalmente por sus miembros con dos tipos de respuesta: el aplauso jocoso de unos cuantos y el silencio aquiescente de la mayoría. Cuando alguien en un grupo de este tipo se atreve a manifestar su contrariedad a ese tipo de mensajes suele encontrarse de nuevo con el silencio de la mayoría y la respuesta airada de otros cuantos; ¡en defensa de la libertad de expresión!

Por otra parte, refleja otro aspecto que está ocurriendo en nuestros días de una manera preocupante y que ha tenido su cénit en la confrontación del gobierno de la Comunidad de Madrid con el ejecutivo del Estado. Me refiero a la terrible polarización del debate político. La ausencia del más mínimo de los consensos que permita la salvaguarda de proyectos compartidos que puedan sustentar a las instituciones democráticas.

El debate bronco y excluyente, la mentira y la difamación como arma política. El menosprecio del razonamiento lógico como instrumento del debate público tienen como único objetivo desgastar al adversario, reduciéndolo todo a un supuesto debate ideológico que parece buscar la respuesta, como hizo la compañera de nuestro grupo con la mejor de las intenciones, de silenciar los debates de fondo. Se trata de imponer la hegemonía desde el amedranamiento de la otra parte, igualando, de manera perversa unos postulados con los otros. Se trata de allanar los caminos del silencio sobre el que cabalgan los fascismos.

Siempre fue así. El sempiterno debate de las dos Españas. Una vez más. Habría que remontarse de nuevo a la historia para comprender lo que ocurre. Una España que se siente heredera de su victorioso dieciocho de julio y que no entiende de reconciliaciones posibles sino de victoria y aniquilación del adversario político. Asusta el discurso de Vox con claras alusiones al franquismo pero alarma todavía más observar cómo Casado se deja arrastrar por esa pendiente. Las palabras gruesas cargadas de demagogia y la rabia que destila toda su gestualidad en la última sesión de control del gobierno son impropias de sus homólogos conservadores europeos.

Se está instigando de manera irresponsable a la desestabilización del ejecutivo y del gobierno, como institución. El proceso independentista de Catalunya, que sigue ahí, y la presunta corrupción del anterior jefe de Estado conforman, además, un mar de fondo sobre el que la evidencia de la segunda ola de la COVID 19 y la crisis que se prolonga hacen auspiciar un futuro incierto y peligroso.

La democracia española está ante uno de sus momentos más críticos desde 1978. Se necesitan nuevos consensos democráticos que permitan aislar política y socialmente a las derechas de raíz no democrática que pretenden despertar las pulsiones involucionistas y golpistas que existen en algunos sectores de la sociedad española. No es tarea fácil.

La izquierda deberá aparcar su programa de máximo en aras de acuerdos amplios con las fuerzas democráticas y plurales del Estado. La izquierda política de este país plurinacional que llamamos España tendrá que hacer esfuerzos para no caer en la provocación una derecha desatada para tratar de construir un nuevo proyecto de país. Una segunda transición, en realidad en la que se necesitará del concurso de todos los demócratas, en la que junto a PSOE y Unidas Podemos, los partidos nacionalistas e independistas por una parte, y los sectores moderados de los populares y Ciudadanos por la otra, deberían sentirse también interpelados. Nos va el futuro en ello.

3 comentarios en “¿Hacia una nueva transición?

  1. Plas, plas, plas, que, en mi mundo, quiere decir aplausos, no vaya a entenderse como bofetadas, especialmente siendo el articulista (sospecho) un poquito catalanista y yo de Madrid. Porque al artículo le falta, en mi opinión, una referencia a nuestra tendencia a escuchar lo que creemos que el otro dice por lo que le conocemos o creemos conocerle, antes que a lo que dice en realidad. Así que si este es catalán y dice que el proceso independentista sigue ahí, cuando habla de una nueva transición y se atreve a mencionar a los partidos independentistas como socios, es que claramente busca la independencia. Como no puede ser de otra manera. Pero no dice eso en absoluto, más bien lo contrario porque una nueva transición «plurinacional» vendría a anclar, al menos por algunas generaciones, a los independentistas. Pero eso es otro tema.
    El tema central es la incapacidad de debatir sin enemistarse por discrepar. Que se acepta como un mal imposible de evitar. No hablemos de política para que reine la paz. Es decir, la discrepancia es incompatible con la paz social. Porque los españoles (los de Fiji no sé) necesitamos convencer al otro y si no, nos ofendemos porque implícitamente está rechazando nuestros argumentos como no válidos y dado que son los nuestros, son más válidos que ningún otro.
    Esto como punto de partida. Si además le sumamos esa tendencia tan corriente en la derecha – los de izquierdas padecemos el complejo de superioridad moral, nuestras ideas son más puras y desinteresadas, ergo nosotros somos mejores personas – a sentir que ellos no son de derechas sino que su pensamiento es el lógico, el de sentido común, el de toda la vida, y que por tanto, el resto son extremistas ideologizados – ellos son de centro – llegamos a donde estamos.
    Tengo amigos y conocidos de todo pelaje y me pasa siempre como al articulista: la inmensa mayoría calla frente no solo las opiniones sino también las insensateces de los derechistas y cuando respondo soy yo el que pone en peligro la paz social. Lo mismo pasaba en el País Vasco: había que dejar que los batasunos hablaran tranquilos y si les llevabas la contraria, eras tú el provocador a ojos del PNV pero también a los del PSOE y PP que preferían la tranquilidad.
    Me gusta eso de la hegemonía cultural.
    Otro apunte que podría haberse mencionado es la tendencia a bajar enseguida al argumento personal. Se desliza en el lenguaje a la primera de cambio: Pues anda que «vosotros». «Háztelo mirar». «Te ciegan los colores» me ha dicho a mí uno esta misma mañana. Dime que mi argumento no es válido o que no lo compartes pero a mí y mis circunstancias, déjanos en paz. Pero de nuevo la respuesta es «tampoco es para ponerse así», «es una forma de hablar», etc. No, es una muestra de la incapacidad para centrarse en el discurso del otro antes que en lo que creemos que piensa por lo que creemos conocerle. Y así cierro el círculo.

  2. Antes que nada una precisión : en Euskadi los batasunos daban miedo porque servían de control social y colaboraban con ETA , cuando no eran directamente ETA ; de hecho operaban como la mafia , señalando objetivos ; afortunadamente en 2003 el Tribunal Supremo, en aplicación de la Ley de Partidos, resolvió por unanimidad la ilegalización y disolución de HB, de Euskal Herritarrok y de Batasuna, por considerarlas parte de ETA. Los miembros del PSOE y PP , los del PNV , los periodistas , los jueces , las FF.AA y los cuerpos y fuerzas de Seguridad del Estado y yo mismo preferíamos la tranquilidad antes que arriesgarnos , porque mataban, incendiaban sedes de partidos , autobuses y otros estragos .
    Hablábamos bajo pues no sabíamos quién podría escucharnos. Si , hemos vivido con miedo muchos años por esos fascistas a los que ahora se trata de blanquear , de homenajear incluso celebrando sus crímenes so pretexto de que ya se han integrado y era lo que queríamos , que defendieran por medios democráticos …etc etc.
    El señor Salmeron se reclama de izquierdas y carga la responsabilidad sobre la derecha ( heredera del 18 de Julio , ni más ni menos ) ; considera a Bildu de izquierdas , igual que a ERC copartícipe de una agresión gravísima contra una Constitución refrendada por una mayoría de catalanes y cuyas expresiones y modales pueden visitar en las videotecas de las redes. Puede comprobar los usos democráticos y las teorías del vicepresidente de gobierno ( dice que es de izquierdas ) quiènes son sus amigos y financiadores , como las gasta con sus conmilitones y como miente ofendiendo desde su alto cargo a millones ; orgulloso de que su padre participase en una organización terrorista como el FRAP y recibiendo felicitaciones de Bildu por el mismo hecho.
    Ahora preparan una reforma para la elección del CGPJ y usted dice que la rabia y gestualidad son impropias de sus homólogos conservadores europeos.

    https://youtu.be/hRei19Cimz4

    Pues me he tomado la molestia y desde luego me parece un debate normal . Cita frases del presidente que son reales y contrarias a lo que ahora hace y dice ( un clásico en boca de Sánchez que carece de credibilidad )

    Desde luego, este último,párrafo no tiene desperdicio :

    “Una segunda transición, en realidad en la que se necesitará del concurso de todos los demócratas, en la que junto a PSOE y Unidas Podemos, los partidos nacionalistas e independistas por una parte, y los sectores moderados de los populares y Ciudadanos por la otra, deberían sentirse también interpelados. Nos va el futuro en ello.”

    Quiere decir que los independentistas ,nacionalistas y Unidas Podemos son cuando menos , moderados y en los demás , hay sectores , solo sectores moderados ( se supone que mejoran a sus compañeros definitivamente salvajes )

    Además los primeros deben hacer un sacrificio de calidad : aparcar el programa máximo.

    No me ha quedado claro desde dónde arranca y hasta dónde llega la nueva transición. ¿ II República moderada del Estado ?

  3. Por supuesto que ETA mataba y eso era una diferencia importante. Yo me refería a lo de que «pero hombre, mejor calla que así no hay lío», que es la actitud de la mayoría silenciosa ante los que imponen su «hegemonía cultural» y salen a chorro cuando alguien discrepa. En este sentido, es bastante parecido. Menos costoso, eso desde luego.

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