Arthur Mulligan
II. El cerco del populismo institucional
Radicalidad institucional
que fue ayer cuando la clase media veía con simpatía a sus hijos sentados en las plazas y frustrados principalmente porque en el ascensor social colgaba un letrero de avería. Acampaban con sus ordenadores portátiles mostrando un nuevo espíritu de autonomía y aversión a los partidos tradicionales, vigilando la pureza del movimiento respecto a todo intento de manipulación y, en resonancia, con cuanto ocurría en otras ciudades, principalmente de occidente.
Se denunciaba el espíritu de casta y su exclusión de facto de un mundo laboral en plena reconfiguración mundial en el que ocupaban el papel de nuevos parias.
En España la expresión política de ese movimiento la recogió Podemos con la desagradable sorpresa para muchos, como el que esto escribe, de recibir una montaña creciente de votos en clara competencia con el PSOE, al que soñó con rebasar pero que el centenario partido, tras una serie de cambios traumáticos, logró evitar.
Hoy gobierna con malos modos, sin base territorial, sin democracia interna (es un partido caudillista, reflejo de la deriva socialista) merced a una serie de alianzas contra natura que muestra una resistencia aparente, pero en caída libre.
A falta de un programa creíble y seguros de su necesario acoplamiento a un líder ambicioso y sin escrúpulos, activan el pasado de la guerra civil para atacar no tanto al franquismo cuanto a la transición y sus compromisos, forzando a un PSOE un tanto incómodo con los ritmos pero que termina aceptando el juego.
Como en todo trasfondo pirotécnico los efectos duran poco y cansa abastecerse siempre de segundas lecturas de la guerra civil, bien asentadas en sus términos por familias de historiadores y las historias de las familias españolas.
En este empeño reciben la importante ayuda de la derecha que monta caballos sicilianos, abanderada de exaltados movimientos en trincheras definitivamente silenciadas, no tanto por el peso del olvido sino por el de la modernidad. Sus gesticulaciones sirven a la causa de la parálisis general por la amplificación de señal en sus enemigos declarados y necesitan de estudio en un capítulo aparte, porque sorprende su voluntaria y discreta opacidad.
No obstante, ese depósito de rencor que creímos superado en el 78 y que malamente forja la cara de cemento en un Sánchez fabulador, muestra síntomas de agotamiento y toma aires de renovación en las tropas de asalto de un Podemos en horas bajas y en sus intelectuales orgánicos, encargados en última instancia de evaluar con precisión el carácter democrático de las acciones de gobierno «más avanzado y democrático cuanto más propicie la vulneración de las reglas que le sostiene», según el historiador Manuel Montero; la voluntad popular por encima de las leyes, una suerte de cesión argumental de los demócratas ante el aparente éxito de los populismos pre-democráticos.
Bajo la cobertura de la extensa polisemia del progresismo (a veces parece un término acuñado por Adriana Lastra) vuelve una suerte de oscurantismo paradójico que pone en cuestión a Occidente y sus luchas a favor de nobles causas que desfiguran histéricamente para volcar un engendro en él ágora; frente al feminismo tradicional universalista que persigue instaurar una igualdad económica y simbólica entre hombres y mujeres, ofrecen un separatismo cuando no un supremacismo que enfrenta a los sexos, hasta el punto que la militante feminista Coffin escribía en su libro “El Genio del lesbianismo”: «es necesario eliminar a los hombres de nuestros espíritus: no leer nunca más sus libros, no ver sus películas, nunca más escuchar sus músicas».
Presentar a los hombres como depredadores, alienados por la cultura de la violación, como diciendo, si tienen el arma del delito, tienen el móvil y son culpables.
Como el maniqueísmo está inscrito en el ADN del populismo y la cultura dominante es blanca y sus gestores son predominantemente blancos, se explica el silencio después de las violaciones de Colonia por los migrantes en la noche del Año Nuevo de 2016.
La histeria llega al punto de tener que expurgar el título de la famosa obra de Agatha Christie «Diez negritos” por una suerte de “Eran diez”, y así, para no herir la sensibilidad de otras culturas deberemos cambiar el nombre de nuestras calles, derrumbar estatuas y reescribir los clásicos de la literatura.
Una gran cultura como la europea, una de las más grandes civilizaciones de la Historia, se ve forzada a la expiación, a reconocerse culpable ante la mirada de algunas minorías activas.
En el plano propagandístico, mientras la justicia democrática oscila entre dejar un crimen impune o castigar a un inocente, la justicia digital se impone al instante, manu militari, destruyendo vidas y reputaciones.
Un penoso discurso que avanza por la falta de resistencia de quienes disfrutan de las conquistas claras propiciadas en tiempos turbulentos.
De quienes no necesitan reconocerse culpables por ser blancos, heterosexuales en lugar de transgénero o homosexuales, ateos en lugar de musulmanes, judíos o cristianos, occidentales en lugar de africanos, asiáticos o indígenas universales.
En fin, estas masas hostiles a cualquier compromiso no anuncian nada nuevo y son un bluf, mercancía falsa, el adelanto de un descontento múltiple y anárquico, un nihilismo culpable en su insatisfacción.
Por el momento nos amargan la existencia por carecer de un hogar en la historia; soberbios, carecen de la escalera para asaltar los cielos.
El drama es que nuestras fuerzas están dispersas y en estado de shock.
Ha querido el destino que esta «pedrada» se publique el 12 de octubre. Para mí, esta mezcla de argumentos válidos y conclusiones tan tremendistamente populistas, es una buena muestra de lo peorcito de las pulsiones «castizo-españolistas» que supuran en ocasiones señaladas. La derecha es la única defensora del Rey, de la moral, de la cristiandad de Europa y del sentido común de toda la vida. Si se aceptan los postulados del artículo de hoy, lo correcto sería volver al Siglo XIX, donde todo estaba bien y en su sitio.
No creo que sea ese el deseo del articulista pero coincide en sus expresiones y exageraciones con los que si desean que todo vuelva al pasado.
Por supuesto que Podemos es populista, caudillista y lamentable en muchas ocasiones. Y por supuesto también que el feminismo «radical» se pasa por el otro extremo. Pero ni tanto ni tan calvos. Lo uno no excusa lo otro. Europa es, en mi opinión, la más alta expresión de la civilización humana hasta la fecha. Pero precisamente por ello no debería resultarle un problema admitir que, en gran medida, la prosperidad de Europa se ha basado en el expolio de los pueblos colonizados. O de sus poblaciones, si se prefiere. España gaseó marroquíes, o bereberes, y no ha pedido siquiera perdón, menos aún pagado compensaciones económicas de esas que tan naturales nos parece que deberían pagar los japoneses por los desmanes en Manchuria o los alemanes por el holocausto judío. Alemanes que han hecho esos deberes pero no los de sus asesinatos masivos en Namibia, por ejemplo. Por no hablar de ingleses, franceses o belgas, en el Congo estos últimos. No hay ápice de populismo en exigir reparación por estos crímenes de hace menos de un siglo. No hay tampoco ápice de populismo en seguir exigiendo que la igualdad jurídica entre hombres y mujeres se refleje en la paridad real de igual salario por igual trabajo o que los hombres que van metiendo mano a sus subordinadas paguen por ello.
Soy hombre, nunca he metido mano a una subordinada y no me importuna en absoluto que haya un clima de presunción de culpabilidad cuando una subordinada denuncia comportamientos impropios de su jefe masculino. La igualdad es dar lo mismo a quien lo necesita. Pocos hombres hay que necesiten ayuda por abusos femeninos. Fin del problema. Sacar a colación las expresiones aberrantes de una lesbiana torturada no es ni útil ni procedente si se quiere debatir en serio. Es como denunciar los excesos verbales de una violada en medio de un debate sobre cómo impedir que siga habiendo violaciones, que haberlas haylas.
Soy el primero al que le parece ridículo el énfasis en utilizar el vocabulario políticamente correcto para referirse a gitanos (mejor Roma), géneros (ellos y ellas), etc, pero todavía me importuna más, y acarrea consecuencias mucho más graves, que se siga diciendo sin pensar lo de trabajar como un negro, trabajo de chinos, menuda gitanada, etc. Por qué los que denuncian aquéllo nunca denuncian ésto?
Por último, nada de esto tiene que ver con que exista Podemos y esté o no en el Gobierno. Pero en fin…
Escribo esto escuchando la COPE, que dice más o menos lo que el articulista: que pedir perdón por la colonización es absurdo dado que los aztecas también mataban. Pos claro. Pedir perdón por los crímenes propios no implica que los demás no los cometieran. Dilema absurdo.
En primer lugar una aclaración : de ninguna manera el artículo es una pedrada , un gesto hostil y primitivo , aunque venga entrecomillado, tanto por el fondo como por la forma ; es un intento perverso para desacreditar al articulista y condicionar a los posibles lectores desde un rechazo inicial.
La técnica es la mala fe : afirmar lo que no se dice desde lo que sí se dice para introducir auténticas morcillas inoportunas :
« Soy hombre, nunca he metido mano a una subordinada y no me importuna en absoluto que haya un clima de presunción de culpabilidad cuando una subordinada denuncia comportamientos impropios de su jefe masculino.»
¿ Y quièn coño te ha dicho algo para que reacciones así ? Solo tu imaginación calenturienta.
« No creo que sea ese el deseo del articulista pero coincide en sus expresiones y exageraciones con los que si desean que todo vuelva al pasado.»
¿ Qué expresiones y exageraciones ? Ninguna , de ninguna manera. .
Si , los de Podemos necesitan armar una ofensa perpetua a su causa., una revuelta iconoclasta hacia sus fundamentos del vivir ; « . No hay tampoco ápice de populismo en seguir exigiendo que la igualdad jurídica entre hombres y mujeres se refleje en la paridad real de igual salario por igual trabajo o que los hombres que van metiendo mano a sus subordinadas paguen por ello.. .»
No , nose nos descadk;dae*
Ejem..el artículo de hoy ,no es una pedrada..
Es más bien ,como si te cogieran por los tobillos de una pierna y te pusieran boca abajo desde un balcón ,como en las películas.
Un Lunes de gloria…vaya…jeje.
Después de leer el artículo un par de veces no veo el motivo para que se le des califique al nivel que lo hace LBNL.
Me parece un buen artículo por más que pueda divertir de otras opciones, tan legítimas como la que vierte el articulista
Divertir de otras opiniones.
Por partes. Primero, siento que lo que escribí a noche a vuela pluma haya ofendido o molestado al articulista. En absoluto pretendía descalificarle a él, en todo caso a las opiniones vertidas en el artículo, o más bien discrepar radicalmente de ellas.
Segundo, pedrada en mi mundo es una locurilla que uno tiene. Así lo utiliza mi entorno y así lo utilizo yo. En absoluto me refería a que el artículo fuera agresivo -sealo o no lo sea – sino que a que venía a ser una pequeña obsesión por mezclar churras con merinas en plan Podemos tiene la culpa de todo.
Tercero, tampoco entendí que nadie me hubiera dicho nada. Me limité a decir que dada la situación real, prefiero que las mujeres encuentren un clima de presunción favorable antes que el contrario, que es el que se han encontrado siempre: en casa, en el curro, en la calle… En gran parte porque, en mi experiencia, son muy pocos los inocentes que son acusados y menos aún los que resultan condenados. Por ejemplo Woody Allen. Creo que nunca abusó de su hija pero cuando uno se junta con otra que adopta a mansalva incluído niños muy problemáticos y acabo liándose con una de las adoptadas, aunque ya sea mayor de edad, tiene un perfil que le hace susceptible de que las acusaciones sean creídas, aunque sean falsas.
Pero en fin, sobre todo discrepar sin molestar y lamento haber molestado.
Ustedes , y en especial LBNL , pueden discrepar cuanto quieran de mis opiniones , por supuesto que sí. El problema , como casi siempre , son los juicios de intenciones en los que , hoy en especial , no me reconozco.
Yo defiendo el igualitarismo y sus conquistas , y condeno un victimismo afectado por injusto ; me resulta repugnante el intento de buscar espacios autónomos al imperio de la ley , ya sea por parte del islamismo , el independentismo , los okupas , y sí , también las licencias que se otorga a sí mismo Iglesias y Podemos , para faltar a la verdad , negociar con quien no condena a ETA , o socavar las bases de nuestro estado desde la posición privilegiada que éste le otorga con nuestros impuestos. Creo que atravesamos una etapa política extremadamente difícil y , como anuncio en el título del artículo , hablo de cada grupo político en cada episodio, en esta ocasión tocaba Podemos.
Me parece una evidencia que se recrea en tensionar las libertades públicas mediante la acumulación de causas que necesitan para su perfeccionamiento un consenso lo más amplio posible
En todo caso acepto su comentario y por la parte que me toca espero poder seguir debatiendo con pasión y dentro de la buena fe que debe animarnos , aunque no siempre seamos capaces de lograrlo .