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Todos sabemos que vais a acabar haciéndolo así que ¿para qué acumular más perjuicios para Cataluña y vuestra causa? El Tribunal Constitucional os ha ofrecido una salida: una nueva ronda de consultas y el nombramiento de otro candidato limpio de causas judiciales para la investidura. Si por el contrario seguís siendo rehenes de Puigdemont y su inmediata reacción manifestando que quiere seguir en la pelea, solo consiguereis prolongar la inestabilidad política catalana y las pérdidas económicas. Hasta que finalmente os decidais a liberaros del prófugo que no tuvo el valor ni de evitar el 155 convocando elecciones ni el de afrontar las consecuencias de su irresponsable decisión. ¿Para qué retrasar lo inevitable?
El Tribunal Constitucional dictaminó el sábado por unanimidad la suspensión cautelar y, más importante, la nulidad de pleno derecho, de la posible investidura de Puigdemont propuesta por el President del Parlament para este miércoles, excepto si cuenta con el permiso del Juez Llarena, que le tiene en busca y captura. En otras palabras, no serán legalmente posibles ni la investidura telemática, ni la presencial colándose en el Parlament burlando el cerco policial. Además, en ambos casos los miembros de la Mesa del Parlament incurrirán en responsabilidad penal por desoir el mandato del Auto del TC. La renuncia ayer de los otros tres diputados fugados podría anticipar la vuelta al redil de la legalidad del independentismo porque esos tres votos son indispensables para alcanzar la mayoría absoluta, que solo es útil de poder celebrarse la votación.
Pero Puigdemont ya ha dejado saber que pedirá al Juez Llarena que le permita presentarse “con garantías”. Es decir, que no está dispuesto a pasar por caja y correr el riesgo de ir a chirona. De ahí que, pese a las crecientes divergencias internas entre los independentistas, que hasta ahora han desaprovechado todas las oportunidades de desembarazarse de su infame aprendiz de brujo, lo más probable es que el esperpento continúe al menos unas semanas.
Claro está, el President del Parlament, que ya declaró que esperaría a la decisión del TC antes de tomar una decisión, podría realizar una ronda de consultas urgente y designar a otro candidato independentista para la investidura. Sería lo más racional: investir legalmente a un nuevo President que, a continuación, viaje a Bruselas para rendir pleitesía ante Puigdemont y luego se ponga a trabajar mientras el prófugo sigue dedicado a trabajarse el mundillo nacionalista flamenco.
Pero no parece probable en vista de la reacción de JxCat denunciando la extralimitación del TC y filtrando la voluntad de Puigdemont de acudir a la votación “con garantías”. Primero Mas y ahora Tardá han hablado de la necesidad de anteponer al pueblo frente a los intereses personales, pero hasta ahora ningún líder nacionalista se ha atrevido a pegar un puñetazo sobre la mesa. Es inexplicable – sobre todo en el caso de Esquerra, cuyo seguidismo le hizo la campaña a Puigdemont – pero es así.
Dada la responsabilidad penal en la que se incurriría de seguir adelante con la investidura “in absentia” de Puigdemont, lo más probable es que el President Torrent se limite a suspender el pleno del día 30 y esperar a que el TC resuelva sobre la admisión o no a trámite del recurso del Gobierno, cuestión aparcada el sábado dadas las reservas del Consejo de Estado, los letrados del TC y varios magistrados sobre la imposibilidad de admitir a trámite un recurso sobre un futurible, que podría finalmente no acontecer. Es decir, la convocatoria del Pleno por el President no es ilegal en sí misma dado que Puigdemont no ha sido inhabilitado mediante condena firme y podría acudir sometiéndose a la justicia y solicitando el permiso correspondiente.
Pero es altamente improbable que lo haga y por tanto el TC deberá resolver sobre la (in)admisión del recurso, lo que puede llevar unos días. En todo caso, al haber fijado las condiciones en las que la investidura podría seguir adelante, lo más probable es que lleguemos al final de la semana sin investidura, ni de Puigdemont ni de otro candidato alternativo.
Ello nos dejaría en un limbo jurídico muy complejo puesto que no se cumpliría el plazo máximo, que expira el miércoles 31, para la celebración de la primera sesión de investidura. Ni empezaría a correr tampoco el plazo máximo de dos meses a partir de la segunda votación de investidura, por mayoría simple y dos días después de la primera, que requiere mayoría absoluta, para la celebración de nuevas elecciones si no se ha conseguido elegir a un nuevo President.
Es evidente que Cataluña no merece ni puede permitirse seguir padeciendo este desatino continuado que, además, prorroga sine die la intervención estatal del Govern autonómico. Los nacionlistas catalanes deberían estar tan interesados como el que más en ahorrarle sufrimientos adicionales a Cataluña y estar más interesados que nadie en hacer lo necesario para poner fin inmediatamente a la suspensión del más alto grado de auto gobierno jamás alcanzado por Cataluña. Está en vuestras manos y, concretamente, en las tuyas, President Torrent, resolver el problema. Y todos sabemos que lo vais a acabar resolviendo. ¿Realmente tiene sentido seguir prolongando vuestra agonía?
Me pregunto qué portadas estaríamos leyendo o qué declaraciones de Rajoy o Soraya se estarían escuchando si el despropósito de errores y barbaridades en la gestión de la crisis catalana que vemos estos días se estuviera produciendo con un gobierno socialista en Moncloa. Y aprovecho para resaltar la lealtad de Sánchez y Rivera con el gobierno en este tema. A pesar de todo. Una lealtad que dudo hubiera existido con Rajoy en la oposición viendo los antecedentes. Incluso para quienes no tenemos dudas de estar en el bando constitucionalista resulta complicado admitir sainetes jurídico como el de este fin de semana. Un gobierno que dice el miércoles que no recurrirá preventivamente al constitucional. Que el viernes recuerre en contra de la opinión del Consejo de Estado y que obliga al Constitucional a una resolución que, siendo muy generosos en el término, es pura ingeniería jurídica para salvar la cara del propio gobierno. Puigdemont es un cadaver político a quien solo los despropósitos del gobierno está dando vida. Ocurrió el 1O y ocurre ahora. Me empieza a dar más miedo Rajoy que Puigdemont.