Invitación a Hopper

Barañain

 Se hace raro seguir la actualidad -y más aún, comentarla con alguna propiedad-, cuando uno está ya inmerso en la pereza y ociosidad estivales, adormecido en la paz de la piscina o a la orilla del mar, bajo un sol achicharrante, molestado sólo por el zumbido de alguna mosca ocasional y el rumor de los bañistas cuyo chapoteo es – para alguien como yo, duro de oído para idiomas ajenos -, casi lo único inteligible de estos compañeros de vacaciones tempranas. Entenderán que es difícil prestar la debida atención a las noticias que llegan desde la Moncloa -sólo por poner un ejemplo-,  cuando uno está dominado por esa sensación tan estival de casi-estar-muerto  que describía el periodista Joseph Roth, cuyas “crónicas berlinesas” han compartido mi peregrinar centroeuropeo antes de venir a parar al atlántico canario, desde donde escribo esto.

 Quizá por este estado mental, distinto del habitual, me he fijado estos días en otras noticias, bien distintas de las del rescate financiero de marras, que ha ofrecido la prensa, a la que esporádicamente -en alguna etapa del viaje-, he acudido. De todas ellas, ha sido la divulgación de la gran exposición que el museo Thyssen de Madrid dedica al pintor Edward Hopper lo que ha conseguido retener mi interés y quiero compartir con ustedes.

 “Yo dibujo el rostro del tiempo”, decía Joseph  Roth, definiendo así la tarea del cronista  como algo que  debía ir más allá de contar la sucesión de acontecimientos. Los reportajes que se limitaban  a relatar los hechos  sólo conseguían, en su opinión, dejar escapar la realidad que pretendían capturar. “Lo único que puede `reproducir´ el acontecimiento es una expresión moldeada, artística, que contenga la materia prima, como el mineral contiene hierro y mercurio el espejo”. Pues bien, pocos como Hopper han conseguido plasmar en pinturas y dibujos con tanto acierto el rostro -o al menos uno de los posibles rostros-, de su tiempo, de nuestro tiempo. Y eso incluso si su intención no era esa pues, en realidad, su pretensión no fue otra que «retratar de la mejor manera posible el efecto del sol sobre el costado de una casa», según resumió con modestia el pintor.

 A propósito de esta exposición el crítico de cine Carlos Boyero evocaba apasionadamente (“Edward Hopper: el cine también es usted. Y la soledad”, El País 8/6/12) como cuando vio por primera vez  en un catálogo, en una reproducción o en un libro, las pinturas de Edward Hopper tuvo la impresión de que ya conocía ese universo, esa atmósfera,  ese estado de ánimo que es el protagonista de la pintura de Hooper. Lo conocía, claro está, por el cine: “Me lo había mostrado el cine en muchas ocasiones. Pretenciosa o suavemente, de forma ostentosa o sutil, contándome historias tristes y desasosegantes, de imposible final feliz, hablándome de soledades y del silencio, de ambientes, actitudes y sentimientos familiarizados con la desolación y resignados ante ella… Es un mundo trágico y a la vez hermoso. De almas perdidas”. http://cultura.elpais.com/cultura/2012/06/07/actualidad/1339096996_908292.html

 Paralelamente a la exposición el Thyssen organiza un simposio a partir del próximo día 19 (“Hopper, el cine y la vida moderna”) con conferencias,  mesas redondas y, cómo no, proyecciones. Entre estas, clásicos como “Scarface” de Howard Hawks, “Forajidos” de Robert Siodmak o “El amigo americano” de Wim Wenders y obras recientes como “Mi vida sin mí” de Isabel Coixet (2003) o “Lejos del cielo” film de Todd Haynes (2002) con una espléndida Juliane Moore, del que guardo un gran recuerdo.

 Se mostraba frustrado el crítico de cine por no haber podido contemplar en la exposición madrileña -a la que tuvo acceso vip, guiado por el conservador del museo, comisario de la exposición y gran sabio Tomás Llorens-,  una de las obras más representativas del pintor americano, “Nighthawks” (halcones de la noche),  “ese cuadro que amamos los que hemos vivido apasionada o irremediablemente la noche, los bares, cierta literatura y el gran cine estadounidense”. Pintada en 1942, la visión nocturna, desde la calle, de la barra muy iluminada de un diner (cafetería abierta durante toda la noche) de Nueva York a través del gran ventanal  -en realidad, la fachada acristalada del local-, permite la contemplación de cuatro noctámbulos  ensimismados frente a una  copa o una taza de café, concentrados en sí mismos o en sus recuerdos, en una escena que adivinamos silenciosa. Y que sentimos inquietante, sin que sepamos muy bien por qué.

 No ha sido posible que la obra viajara desde el Instituto de Artes de Chicago en el que está colgada, pues el  museo americano no ha querido desprenderse de ella, pese a la mediación del embajador de Estados Unidos en España. Ignoro el motivo pero no será porque la cesión temporal suponga un vacío insoportable para esa grandísima institución cultural de Chicago. La obra, importante sin duda, es sólo una de las joyas de ese impresionante museo (del que son igual de emblemáticas las vidrieras de Chagall, el conjunto de pinturas representativas del impresionismo americano, las del gran John Singer Sargent o la muy conocida pareja de granjeros, padre e hija,  de Grand, que es el auténtico icono popular del museo).

 Hopper ha sido visto como “el artista que reflejó el lado oscuro del sueño americano”, “el pintor de la condición humana”, “el retratista de la soledad del siglo XX”, etc. Paisajes  urbanos desolados. Casi tanto como las casas victorianas o los apeaderos de tren en medio de la nada. O las salas de cine semivacías. Y, sobre todo, lacónicas escenas de interiores. Personajes solitarios, taciturnos, “seres vivos que parecen muertos”. Tales son los ingredientes más reconocibles en las pinturas de Hopper. “Hay quien dice que son situaciones como las que se sorprenden al abrir por error una puerta equivocada” se señala con acierto en el reportaje dedicado a la exposición de Fietta Jarque (“El hombre que abrió la puerta de una habitación ajena” en El País 09/06/12).

 Boyero, aún contrariado por la ausencia en la exposición de Nighthawks se consuela con razón  porque la muestra exhibe una presencia notable de las  desoladas mujeres que protagonizan muchos cuadros de Hooper,  “acompañadas por hombres (aunque no les sirva de mucho) o solas, mirando nadie sabe qué por la ventana o simplemente el vacío, en sus casas, en el pórtico, en hoteles sombríos, en cafés, en teatros, con alguna maleta cerca. ¿Acaban de llegar o van a irse? ¿De dónde vienen? ¿Qué ha ocurrido en su vida? … ¿Han conocido la pérdida, la traición o el abandono? ¿O solo están abrumadas por el fardo grisáceo que impone la vida? Seguro que tienen pasado, pero ¿existe para ellas el presente, poseen futuro?”.

 Quizá por el hecho de que leía esto en Berlín me vino a la mente este breve poema de Brecht que  -gracias a míster Google, por supuesto, que no a mi memoria- reproduzco aquí: Estoy sentado al borde de la carretera / el conductor cambia la rueda./ No me gusta el lugar de donde vengo./ No me gusta el lugar adonde voy./¿Por qué miro el cambio de rueda con impaciencia?”. Imagen de perplejidad que asocio de inmediato a esas miradas perdidas de los personajes de Hooper.

 Leo que esa inquietud impaciente de quien en realidad no quiere ir ni adelante o atrás sólo se explica por el temor -inconsciente- a la muerte. No importa si damos vueltas sin ton ni son, es el hecho de no moverse  – y más si uno está parado en ninguna parte, al borde de un camino cualquiera-, el gran signo o la gran amenaza de la muerte. Sin duda, Hopper habría hecho un buen lienzo con esa imagen al borde de la carretera. Aunque las mujeres de Hopper parecen más resignadas que impacientes.

 No parecía resignada ni impaciente la escritora inglesa A. S Byatt -protagonista de una breve entrevista aparecida en el mismo periódico la víspera de la apasionada reseña de Boyero -, cuando hablando de la crisis europea, de otras crisis pasadas y del peligro del resurgir de viejos demonios alertaba de que la vida es demasiado corta: “No vivimos lo suficiente. Cuando apenas empezamos a comprender las cosas nos damos cuenta de que ya hemos envejecido”.

 Así que no pierdan el tiempo. Si están en Madrid, o pueden acercarse a la capital del reino, sería imperdonable que no visitaran a Hopper. Yo lo haré en cuanto llegue de vuelta a casa. 

(Ahora caigo en que este patchworh a base de retales de Hopper, Roth, Byatt, Bretch y Boyero ha quedado poco veraniego, o sea, poco “fresco” o “ligero”. Ustedes perdonen. Será por efecto del calor. Con su permiso, me vuelvo al agua.)

8 comentarios en “Invitación a Hopper

  1. ¡Este pais no es serio!.
    ¡Con la que está cayendo y Barañain de vacaciones veraniegas!.

    Bueno,no se porque me quejo ,si en España el presidente del gobierno es un diplicente fantasma desaparecido.
    Si Hopper,levantara la cabeza….dejaria de pintar durante el resto de su vida ,tener un presidente de gobierno como Rajoyibus Lecter «El Displicente» es desolador.

  2. Nada más saber que iba a abrirse la exposición de Hopper pensé en reservar entradas para visitarla. Pero no lo hice por dejadez. Cuando leí el artículo de Boyero, volví a pensar lo mismo, pero seguí sin hacerlo. Cuando leí el de Fietta Jarque, otra vez igual. Pero ahora, después de leer el precioso artículo de Barañaín, acabo de comprar entradas para visitarla mañana.

  3. Con permiso del articulista, me pregunto si será por efecto del calor o del deterioro presenil de la memoria el que no sea capaz de recordar a Rajoy «el displicente» reclamando hace tres años la petición del rescate europeo a la banca española. Ese rescate -perdón, ese préstamo bancario-, que ahora dicen, él y su guindilla pija, que debió de haberse solicitado hace tres años. Por el énfasis que ponen ahora en esa denuncia retrospectiva cabe imaginar que debió de ser fuerte su insistencia entonces, frente a la numantina resistencia del gobierno de ZP y del PSOE, conocido partido de los banqueros. Y de verdad que no lo recuerdo. ¿Les pasa lo mismo a ustedes o es sólo chochez mía?

  4. Tiene razón Amistad Cívica y debe ser corregido el articulista playero. Con la que está cayendo en el país, ¡a quién se le ocurre estar de vacaciones estivales…en primavera! Cuando haya vuelto al trabajo, aún no habrá empezado el verano.

  5. Existo, porque pienso que es una tonteria de lo mas inmensa pensar ,que debemos estar pletoricos de alegria por saber que nos prestan 100.000 millones de euros para que saneemos nuestra bankiarota,mientras los que han creado un agujero negro ,al que han ido a parar miles de millones por su mala gestion bancaria ,no siente la presion del parlamento y de la justicia en sus cogotes y se vayan de rositas.

    Existo porque pienso,ante mi doy fe….JAJAJA…que nervios.

  6. Amistad Civica, piensas, lugo vales (vales más que tu peso en oro, ¿o no?). Eres rico y no lo sabias.

    Estoy redactando el anteproyecto de concurso de ideas de la UOC&PLUGGED. Pueden ver el texto en este link: http://mentesabiertas.uoc.edu/plug/idea?id=11
    Habiendo como hay tantas eminencias en este blog, me podrían ayudar a redactarlo. Si alguien se anima puede enviarme el texto o las sugerencias a santifort@ono.com antes del 18 de junio, gracias.

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