¿Israel Estado apartheid?

LBNL

Este miércoles, 1 de julio, será el día en el que el Primer Ministro israelí Benyamin Netanyahu, por todos conocido como “Bibi”, se comprometió a presentar un plan para la anexión de parte de la Cisjordania palestina en línea con lo preconizado por el Plan de Trump hecho público a finales de enero. En Israel no se habla de otra cosa y en Washington y el mundo árabe, casi tampoco. Trump tiene previsto hacer una declaración al respecto, en función de la cual Bibi modulará su decisión final. Sin duda algo hará pero probablemente amagará antes que dar, lo que satisfaría los intereses de Trump de darle gusto a sus votantes evangélicos y mitigaría la reacción de Jordania y Egipto, los dos países árabes con los que Israel tiene acuerdo de paz. Rusia se opondrá, pero Putin seguirá manteniendo su privilegiada relación con Bibi, aunque solo sea por la necesidad de evitar un enfrentamiento armado directo en Siria. China criticará la violación del derecho internacional pero nunca ha sido un actor principal en Oriente Medio. Así las cosas ¿qué hará la Unión Europea? No está del todo claro, en parte porque dependerá de la magnitud de la decisión de Bibi pero no podrá, en todo caso, dejar de reaccionar ante el fin del paradigma de la solución de los dos Estados acordada en Oslo. Veremos pero las aguas vienen turbulentas.

Bibi tiene básicamente tres opciones. La primera, anexionarse todos los asentamientos israelíes en Cisjordania y el Valle del Jordán, territorio fértil directamente colindante con Jordania. Ello certificaría el aborto del Estado palestino y grandes dificultades para Israel con sus vecinos árabes. La segunda, anexionarse todos los asentamientos, lo cual no supondría un gran cambio en la práctica dado que todos los colonos son ciudadanos israelíes y ya están bajo su soberanía. Esta opción dejaría fuera a los residentes palestinos de las zonas anexionadas en la opción anterior, evitando por tanto someterles a la soberanía israelí. La tercera sería anexionarse solo los grandes bloques de asentamientos, que son básicamente tres: Maale Adumin cerca de Jerusalén, Ariel, prácticamente colindante con Israel y el bloque alrededor de Hebrón. Es la opción más sencilla dado que nadie, ni siquiera los palestinos, considera viable recuperarlos. De hecho, los llamados “Parámetros de Clinton”, unánimemente apoyados por la comunidad internacional, ya preveían que pasaran a formar parte de Israel en el marco de la paz entre los dos Estados. Eso si, a cambio de que Israel cediera una porción de territorio similar colindante con Gaza y Cisjordania.

No tengo ni idea de lo que hará Bibi el miércoles – no creo que él mismo lo sepa todavía – pero, conociéndole, me atrevo a especular que optará por la tercera opción como paso inicial complementado con el anuncio de anexión de todos los asentamientos a medio plazo, sin renunciar tampoco al Valle del Jordán.

Netanyahu es muchas cosas y casi todas malas pero, desde luego, el más longevo Primer Ministro de Israel tonto no es. Al lector quizás le sorprenda pero los colonos – son un par largo de centenares de miles – llevan semanas en pie de guerra oponiéndose a una anexión parcial. Para ellos Cisjordania es territorio bíblico y por tanto el pueblo elegido por Jehová es el único que debe controlarlo. La cuestión no es baladí porque el Mesías solo volverá cuando el pueblo elegido controle Erez Israel. En esto coinciden plenamente los evangélicos americanos. De ahí su apoyo, incluído el del Secretario de Estado Mike Pompeo, muy evangélico él, que últimamente viene subrayando que la decisión sobre qué hacer le corresponde solo al gobierno de Israel y que si bien la anexión plantea riesgos, no acometerla también los plantea dado que los palestinos rechazan la paz y el statu quo no garantiza la seguridad de Israel.

La premisa es falsa. Los dirigente palestinos no rechazan la paz, al contrario, la ansían siempre y cuando sea sobre la base del Acuerdo de Oslo y los Parámetros de Clinton. Lo que rechazan es aceptar seguir siendo timados con un continuo desplazamiento de los principios a favor de la derecha radical israelí. No hay que ser antisemita para coincidir, como no lo son los muchos israelíes que también habrían preferido alcanzar la paz sobre bases más justas y sostenibles.

Porque la anexión de Cisjordania – parcial solo al principio – implica que Israel dejará de ser una democracia plena. Podría seguir siéndolo si estuviera dispuesto a complementar la anexión con la concesión de la nacionalidad/ciudadanía plena a todos los palestinos. Pero no, Israel quiere seguir siendo un Estado de mayoría judía. En esto coinciden prácticamente todos los israelíes y servidora también, dado el precedente del Holocausto y la execrable pervivencia del antisemitismo en todo el mundo “cristiano”.

Inciso: no se si han parado a pensarlo alguna vez pero todos los mitos y bulos sobre los judíos – son más inteligentes, todos son ricos, etc – son solo moneda común en las sociedades “cristianas”. En la India o en Mozambique los judíos no son especiales en modo alguno. Y en los países musulmanes – Nigeria, Indonesia… – la animadversión es hacia Israel por su trato a los palestinos, no hacia los judíos per se.

No hay que ser un israelí de izquierdas para darse cuenta de que si Israel engulle a los alrededor de tres millones de palestinos que pueblan Cisjordania, que se sumarían a los alrededor de dos millones de palestinos que ya son ciudadanos israelíes, la proporción resultante de 6 millones de judíos frente a 5 de palestinos no es un buen augurio para el futuro del “Estado judío”. Pero no, responde la derecha israelí: la inmensa mayoría de la población palestina de Cisjordania seguiría siendo gobernada por la Autoridad Palestina, que controla las principales ciudades. Ciertamente, pero la situación se parecería mucho a la de los bantustanes instaurados por el apartheid sudafricano.

Otro inciso: la comunidad judía de Sudáfrica destacó en general por su lucha contra el apartheid.

Son muchos los que, generalmente desde la izquierda europea y americana, responderían que Israel ya es un Estado apartheid. Pero no es cierto. No lo es precisamente porque, hasta ahora, Israel reconoce que Cisjordania – y Gaza – van a transformarse en un futuro Estado palestino. No reconoce que los palestinos tengan derecho a todo el territorio de Cisjordania – en puridad nunca fue suyo: antes que ocupado militarmente por Israel fue controlado por los británicos, y antes de ellos, por el Imperio Otomano. Pero si ha reconocido siempre – desde mucho antes de los Acuerdos de Oslo – que la soberanía es disputada y debe ser negociada. La anexión de parte del territorio cisjordano será por tanto un cambio de doctrina cualitativamente sustancial incluso si la cantidad de territorio anexionado acaba siendo limitada y de escasos efectos prácticos. Porque no habrá ninguna garantía de que no sea seguida por anexiones adicionales en el futuro, especialmente si Bibi las anuncia para un futuro no lejano.

Desde la guerra del Canal de Suez de 1956, Europa no es la potencia hegemónica en Oriente Medio. Manda Estados Unidos, más todavía desde la desaparición de la Unión Soviética. Así que la Unión Europea no podrá evitar la anexión. Pero tendrá que reaccionar ante ella dado su apego al derecho internacional. Pero habrá que ver cuán decidida será la reacción, especialmente teniendo en cuenta la afinidad que muestran algunos gobiernos europeos con Netanyahu. El más destacado es el húngaro Orban pero hay otros – Rumanía, Austria, Chequia, Eslovaquia – que no pierden ocasión de escenificar su apoyo a Israel, así como algunos otros – señaladamente Grecia y Chipre – que tienen importantes intereses propios en juego – la agresividad turca y los yacimientos de gas marino compartidos con Israel. Estos últimos son generalmente capaces de distinguir entre sus intereses particulares y el mantenimiento de una política exterior coherente. Para los otros, por el contrario, su apoyo a la derecha israelí es más torticero, en parte por alineamiento con los postulados de la derecha sin complejos, a veces quizás para disfrazar su antisemitismo subyacente.

Pero la Unión Europea no deja de ser una organización internacional regida por leyes y reglamentos sometidos a la jurisdicción del Tribunal de Estrasburgo. Y bien pudiera ser que la reacción más poderosa contra la anexión viniera como consecuencia de las dificultades técnico-legales que la anexión provocaría. Ya veremos pero no vienen buenos tiempos para los que nos consideramos amigos de Israel y nos gustaría poder seguir disfrutando de lo mucho bueno que también aporta al mundo. Menos aún para los que también nos consideramos amigos de los palestinos y querríamos que pudieran vivir en plena libertad lo más rápidamente posible.

Un comentario en «¿Israel Estado apartheid?»

  1. Tal y como lo expone , la respuesta es sí, la anexión es un apartheid.

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