Khan al-Ahmar

Lluis Camprubí

Khan al-Ahmar es una muy pequeña localidad beduina, casi podríamos describirlo como un enclave o comunidad, en Cisjordania. Lo primero que sorprende a aquellos que hemos tenido recientemente la oportunidad de visitarla es su fragilidad y precariedad constructiva. Lo que podría llevar a pensar que su destino no tiene mucha relevancia para el mundo, más allá de para sus habitantes

Sin embargo, y aunque quizás no haya llegado al debate cotidiano en nuestro entorno, ha ocupado algunas discusiones diplomáticas del más alto nivel y generado algunos de los posicionamientos más explícitos de organizaciones sociales internacionales vinculadas a los derechos humanos.

Israel pretende desde hace tiempo demoler sus construcciones y transferir forzosamente a su población, a la vez que anexionar el terreno a los asentamientos ilegales colindantes ya bajo su control. Se ubica en una zona conocida como E1, de alta significación estratégica. En el eje oeste-este conecta Jerusalén con el valle del Jordán, y en el norte-sur permite asegurar la continuidad entre las zonas norte y el sur de Cisjordania. De aquí su importancia estratégica, pensando en una solución de dos estados viables, para asegurar la continuidad territorial intra-cisjordana.

Amnistía Internacional considera esta posible demolición como un crimen de guerra, recordando al respecto que “El traslado forzoso de personas bajo ocupación es una violación grave del IV Convenio de Ginebra. La deportación o transferencia de toda o parte de la población del territorio ocupado dentro o fuera de este territorio constituye un crimen de guerra en virtud del Artículo 8 del Estatuto de Roma.”

Así mismo, el Servicio de Acción Exterior de la Unión Europea, a través de su representante Federica Mogherini, expresaba que “La Unión Europea espera que las autoridades israelíes reconsideren su decisión de demoler Khan al-Ahmar y permita el acceso total y sin impedimentos de la asistencia humanitaria a los palestinos necesitados, de conformidad con sus obligaciones como potencia ocupante en virtud del derecho internacional humanitario”.

La situación actual es que desde hace tiempo hay intentos recurrentes de demolerlo – con visitas de bulldozers incluidas- que la resistencia y la denuncia internacional han ido parando. El caso llegó a la Corte Suprema israelí, y hace pocas semanas ésta sentenció que puede procederse a la demolición. Así que ahora mismo se está en un impredecible tiempo de espera, desde que el gobierno de Netanyahu expresó el pasado 21 de octubre que congelaba la decisión ejecutiva por unas semanas.

Parece evidente que únicamente a través de una presión internacional -social e institucional-, fuerte y sostenida, pueden pararse esta demolición, el desplazamiento forzoso de gente y la apropiación de territorio. Aún se está a tiempo. No es la única comunidad en Palestina afectada por amenazas de demolición, pero sí que se ha convertido en un símbolo. Y su permanencia es clave para una posible futura paz justa y una solución basada en acuerdo entre dos estados viables. Invito a los lectores a profundizar en la cuestión y, si así lo consideran, a elevar su voz en sus espacios de relación y sus ámbitos de influencia, física o virtual, en defensa de Khan al-Ahmar.

2 comentarios en “Khan al-Ahmar

  1. La idea de expulsión de una comunidad pacífica en un entorno hostil y además por un estado fuerte y propenso a los desbordamientos como reflejo de la actitud que muestran las presiones de facciones rivales , siempre me ha parecido , en el caso de Israel , desafortunada.
    El más fuerte debe ceder más , porque sus posiciones garantizan su fortaleza.
    Estoy de acuerdo con Campubrí porque me parece justa la defensa de esa comunidad.

  2. Ahora , esto es marginal en la vida cotidiana de los pueblos. Insignificantes en su vida cotidiana y raramente seguido.
    Vale más la actualidad del fútbol, la programación de la TV, diversas articulaciones inconexas sobre esto y aquello y, en estricta verdad , la resituación de todo el sistema.

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