La alternativa a la familia es el centro de acogida

Aída Dos Santos

A propósito de qué significa la familia, la RAE nos dice que es aquel conjunto de personas emparentadas que viven juntas, los afines a un linaje y la prole. También nos dice que es el conjunto de personas que comparten alguna condición, opinión o tendencia; de ahí, que, coloquialmente, digamos que hay amigos que son familia. Y que estar en familia signifique estar sin gente extraña, en la intimidad.

Familias hay muchas: funcionales -unas pocas-, disfuncionales -las que más-, estructuradas, desestructuradas, reagrupadas, monoparentales, monomarentales, numerosas o sin hijos, tíos que te dejarán en herencia empresas que cotizan en el IBEX 35, o señores que aparecen en tu casa porque tu madre rehace su vida, con maletas constantes porque tus padres se han separado, con mudanzas inesperadas porque a tu padre le ponen más pelas a 500 kilómetros del colegio al que vas desde infantil, o porque acabáis siendo víctimas de un desahucio a pesar de los esfuerzos de tus padres por ponerte un plato en la mesa mientras ellos cenan latas de atún. Pero son familias.

Hace una semanas fui a ver la ópera prima de Secun de la Rosa y esta última semana volví a verla, y por enésima vez, ya sabiendo lo que llegaba en esa escena, rompí a llorar en el cine. El protagonista, en el último tercio del filme, grita: “¿Sabes lo que me gustaría? Llegar a casa y que estuviera mi madre. Bueno y mi padre. Y así también lo conocería un poco. Y poder salir con mis colegas de fiesta, y que me echaran la bronca por llegar de madrugada y por no recoger la puta habitación y por no sacar al perro, y poderte pedir días libres y llegar de resaca y ser un irresponsable, joder.” A lo que su jefa responde, “Cariño, todo eso es lo que hay que vivir cuando se tienen veinte años”.

Lo que ocurre es que la mayoría de chavales de 20 no valoran lo importante que es tener a un padre que te eche la chapa por llegar tarde, creen que la alternativa es tener un padre enrollado, cuando la realidad es que la alternativa al padre chapas es el padre ausente.

Sobre los amigos con los que comparto la horrible experiencia de saber que la alternativa a la familia es el centro de acogida, quedé con una de esas personas maravillosas que aparecen a través de mi TL. Con él estuve hablando que entendíamos perfectamente a quién está harto de su familia. Que la familia es esa que te da techo y un plato de comida, te compra ropa y te recarga saldo en el móvil, hoy, quién te mantiene la tarifa de datos para que te quejes de ella en tus grupos de WhatsApp con chavales tan preocupados de lo material como tú.

Pero que incluso entendemos que haya graves deficiencias en la familia, que es una putada tremenda que los padres de Aarón Lee, a pesar de cubrir todas las necesidades materiales básicas de su hijo, se lo llevarán a Corea del Sur, le encerraran en un zulo situado en una isla remota y le dieran palizas al borde de la muerte porque eran incapaces de aceptar su homosexualidad.

Que padre también era el que se lanzó al mar con sus dos hijas por destrozarle la vida a su exmujer.

Una de las cosas que me gustó muchísimo de la conversación fue el reconocernos vulnerables, el ver lo que el abandono de tus padres mella en ti. El entendernos. El ver que tenemos casi 30 años pero que nos seguimos sintiendo igual, que sabemos que las relaciones personales son una opción. Que nadie está obligado a querernos y que nadie estará ahí para nosotros, que no hay un teléfono al que llamar a las cuatro de la mañana. Que no hay un hogar, que no hay un espacio al que acudir al grito de «sagrado» donde dejarnos cuidar. Que se cansan de nosotros, que somos intensos, y no sabemos querer poco ni a ratos, que queremos cuidando, que maternamos. Que todo el rato echamos de menos, que todo el rato nos falta algo.

También hablamos de salud mental y de cómo hemos ido a consulta para que nos evalúen y juzguen, para que emitan informes… que no consejos. De eso puede que vaya mi próximo Debate Callejero.

No tener familia es saberte solo, por eso, quienes hemos estado cerca del centro de acogida, asistimos incrédulos ante la crítica a la familia cuando se la identifica como una estructura de poder, burguesa y violenta. Porque claro que puede ser eso, pero también es una institución de cuidados, de confianza y de compromiso. Es lo que les ha permitido a los ricos seguir siendo ricos, lo que les permite quebrar media docena de startups antes de los 25.

Es lo que le permite a los hijos de trabajadores manuales acudir a la universidad, es la institución que se priva de vacaciones, de aire acondicionado, de comer carne, o de cambiar de coche para pagarle la matrícula universitaria y el piso en la capital de provincia a su prole. Esperando que, gracias al título universitario, ésta tenga que hacer menos sacrificios.

Familia es quejarte porque no puedes ir a tomar el vermú con tus amigos el domingo porque tu madre prepara arroz pasado y vienen tus cuñados, que son insoportables, sí, pero te ahorras cien euros al año en gasolina porque te recomendaron un coche híbrido. No tener cuñados es googlear qué es eso de «plandemia» porque no tienes ningún grupo de WhatsApp donde se comenten esas conspiraciones. Tú solo tienes chats de trabajo.

La alternativa a esa estructura de poder es trabajar fines de semana y festivos, tener el turno de navidad porque total, tú para qué lo quieres, si no tienes familia. La familia es una estructura de consejo de la que muchos, bastantes, prescindimos, y estamos en esta vida llevando a cabo las relaciones sociales como podemos, aprendiendo a cocinar sin trucos de la abuela y sin saber porqué nos sale moho en el baño.

La alternativa a la familia es que mi amigo Carlos aprendiera a afeitarse por YouTube porque su padre había muerto antes de que a él le saliera barba. Carlos nunca sabrá que afeitarse a contrapelo duele, aunque sea más rápido y quizá su padre se lo hubiese recomendado en algún momento, porque ha ido directamente al tutorial, a los trucos, a lo eficiente, a los productos buenos. No sabrá lo que es una bronca por acabarse el aftershave ni ir a por cuchillas y que su padre haya usado la última.

La familia también son los abuelos, que se ven en sus últimos años viviendo siete en una casa, porque a su hija la han desahuciado, su yerno lleva desde 2008 sin encontrar trabajo de aparejador y sus nietos comparten un portátil con Windows Vista para hacer los trabajos del colegio. Y no tener abuelos es que tus padres no puedan conciliar el trabajo y tus cuidados, que pases horas solo frente al televisor, que tengas llaves de casa antes que nadie en tu clase.

Familia también es poder mantener a tus amigos del colegio cuando estás al borde de los treinta años porque tus padres siguen viviendo en el mismo bloque, aunque sea un piso de 68 metros cuadrados y hayas compartido litera con tu hermano hasta los 26.

Familia es mudarte y haber recibido el suficiente cariño en casa como para haber construido relaciones sanas con tus amigos y mantenerlos.

La alternativa a la familia no es el divorcio, ni el matrimonio homosexual, ni el aborto o que haya más perros que niños en la Comunidad de Madrid. La alternativa a la familia es el centro de acogida. Y si tan mala fuese la familia, podríamos haber abrazado la idea soviética de la crianza en comunidad de la prole para que sirviera a la nación.

Pero por lo que sea, estamos condenados a querer a nuestros padres, aunque ellos, como escribió Manuel Jabois en Malaherba, no sepan muy bien qué querer -ni se lo merezcan-.

7 comentarios en “La alternativa a la familia es el centro de acogida

  1. Estoy convencido de que puede escribir con ese estilo tan personal y seductor historias con gotas o torrentes de alegría .

    Y sí , venga más por aquí , apreciamos sus palabras en cualquier caso.

  2. Mulligan, lo del estilo “personal y seductor” no nos lo dices a los articulistas masculinos.
    Aída, muchísimas gracias por la entrada. Da mucho en lo que pensar.

  3. Tampoco brutal ni poderoso , eximio Hidalgo. En todo caso me refiero al estilo , que en nuestro caso , por compartir recursos “ seductores ” con lo folletinesco se puede deslizar en la elección de los temas desgarradores hacia el folletín y su poética. No lo sabemos y solo el tiempo nos lo dirá.

  4. No he entendido la referencia a la Unión Soviética, no sabía que allí se abolió la familia. Tampoco en general el párrafo.
    Cada uno explica la familia como le va, y ya me parece bien que se pueda redefinir. A mí me gusta la mía, pero ya entiendo que para otros no sea así.

    Ya sé que llego tarde… Pero las responsabilidades familiares es lo que tienen 😉

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