La historia olvidada de Afganistán hasta 1996

David Rodríguez

Con el permiso de Mbappé, el tema más candente durante estos días en el debate público es el desastre que está teniendo lugar en Afganistán. La toma del poder por parte de los talibanes supone una amenaza terrible para los derechos de las mujeres y de otros colectivos. Mientras en España seguimos con la triste política de atizar al gobierno desde la oposición, y viceversa, me gustaría plantear una mirada un poco más amplia del conflicto afgano, que se remonta varias décadas atrás en el tiempo.

Este país se independizó de Gran Bretaña en una larga guerra finalizada en 1921. Desde entonces, se instauró un régimen monárquico cuyo máximo exponente fue Mohammed Zahir Shah, que reinó entre 1933 y 1973. Con un talante tímidamente reformador, impulsó por primera vez la escolarización de las mujeres, pero las crecientes divisiones internas y una fuerte crisis económica acabaron con Zahir en el exilio tras un golpe de estado al frente de la cual se situó Sardar Muhammad Daud, que fue a la vez primo y cuñado del rey derrocado. Entonces se proclamó la República de Afganistán, que duró solamente cinco años ante el creciente autoritarismo del nuevo presidente.

Llegamos así al año 1978, una de las fechas claves en la historia reciente del país, cuando se produce la llamada Revolución de Saur, que establece la nueva República Democrática de Afganistán, con un importante apoyo popular y de carácter socialista. El Partido Democrático Popular de Afganistán, de inspiración socialista, impulsa toda una serie de reformas radicales. Es interesante resaltar algunas de las medidas implementadas hasta 1992: eliminación de la usura, campaña de alfabetización, legalización de los sindicatos, establecimiento del salario mínimo, universalización de la sanidad y disminución del precio de los bienes de primera necesidad.

Pero por lo que principalmente es conocido el gobierno socialista de Afganistán es por la notable recuperación de los derechos de la mujer. Se suprime la dote, se otorga permiso para no usar velo y se proclama la igualdad de derechos. Durante este período, las mujeres llegan a representar el 40% de los sanitarios y el 60% del profesorado de la Universidad de Kabul, alcanzando un protagonismo en la vida pública desconocido hasta entonces y, por desgracia, también desde entonces.

Pero no todo son buenas noticias para el gobierno socialista. Primero, las divisiones internas hacen que en poco más de un año haya tres presidentes diferentes. Segundo, las potencias occidentales, bajo la hegemonía de los Estados Unidos, impulsan una fuerte resistencia interna de la que hablaremos más abajo. Tercero, la URSS interviene directamente en el país para defender al gobierno vigente. La suma de todos estos hechos provoca una guerra que de hecho dura durante todo el período comprendido entre 1978 y 1992.

La oposición armada interior está protagonizada por los muyahidines, tiene un marcado carácter islámico y recibe el apoyo de Estados Unidos, Arabia Saudita, Pakistán y otras potencias occidentales y musulmanas. La URSS se retira finalmente en 1989, pero la guerra civil prosigue hasta que en 1992 se declara el Estado Islámico de Afganistán, sustituido en 1996 por el Emirato Islámico de Afganistán, bajo el control de los talibanes, la rama más radical. En menos de dos décadas, el país pasa de República Democrática a estar regulado por la Sharia.

El ejército de los muyahidines es reclutado en toda el área de influencia musulmana, y es entrenado por la CIA y el MI6 en campos de Pakistán. Es dominado por señores de la guerra que controlan el tráfico de drogas y ejercen su represión en las zonas interiores. Uno de sus activistas más célebres es saudita y se llama Osama bin Laden. En agosto de 1979, la embajada estadounidense en Kabul dice textualmente que “los intereses más amplios de los Estados Unidos se verían favorecidos por la desaparición del gobierno del PDPA, pese a los reveses que esto pudiera suponer para las futuras reformas sociales y económicas en Afganistán”[1], y Margaret Thatcher califica a los muyahidines de “luchadores por la libertad”. De hecho, los Estados Unidos financian a grupos radicales islamistas en otros países del norte de África y de Oriente Medio, siempre con el objetivo de evitar políticas de inspiración marxista.

Desde mi punto de vista, es imprescindible tener en cuenta todos estos precedentes históricos, resumidos aquí de manera necesariamente muy breve, para saber de lo que hablamos cuando las mujeres afganas imploran que han perdido unos derechos que antes tenían. Lo que ha ocurrido en Afganistán a partir de 1996 es bastante más conocido, aunque no estaría de más revisarlo de nuevo en un futuro artículo.

[1] https://l-hora.org/ca/el-gran-joc-daixafar-nacions-john-pilger-consortium-news-24-08-2021/

Un comentario en «La historia olvidada de Afganistán hasta 1996»

  1. » Desde mi punto de vista, es imprescindible tener en cuenta todos estos precedentes históricos, resumidos aquí de manera necesariamente muy breve, para saber de lo que hablamos cuando las mujeres afganas imploran que han perdido unos derechos que antes tenían ”

    Ese antes es antes de que vuelvan los talibanes porque después de 20 años había mejorado su situación respecto a cuando gobernaban esa banda de salvajes en celo.
    A pesar de su muy interesante y pedagógico resumen , no encuentro nexo alguno que obligue a modificar mi opinión sobre la indeseable relación entre los talibanes y las mujeres sometidas a la sharia en Afganistán y en el mundo árabe en general.

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