La Reconstrucción a través de lo Público: de parecernos lo natural a hacerlo posible

Lluís Camprubí

Dentro de la desolación por las crisis sanitaria, humana, económica, ambiental y social, parecería que un ligero optimismo estratégico nos recorre. Hay una intuición extendida que esta vez las cosas pueden ser diferentes y que, lo que a muchos nos parece natural y lógico -que la salida a las crisis sanitaria y económica sea con mayor rol de lo público- podría ser posible. Pero vayamos por partes.

Esta vez podría ser diferente

Por primera vez desde muchos ámbitos –con un consenso creciente entre economistas de distintas tradiciones- se plantea una salida a la crisis económica diferente al esquema habitual seguido desde las crisis de los 70s y se apuesta por políticas contracíclicas, de inversión vía la movilización de recursos públicos.

En primer lugar por la magnitud de las caídas de PIB, su afectación y extensión a todos los sectores y territorios, y la intuición que su alargamiento en el tiempo puede no tener precedentes. En segundo lugar, el hecho que el causante sea una pandemia evita relatos moralizantes y culpabilizaciones basadas en supuestos excesos fiscales y de ambición del sector público, y por lo tanto hace decaer el marco de evitar el “riesgo moral” en las políticas económicas a seguir.

Además, el paradigma de la “austeridad” está seriamente debilitado intelectualmente, especialmente en Europa después del exceso de daño económico y social que la austeridad ha generado desde 2008. Sin embargo, en este sentido es importante señalar que la batalla contra el “austeritarismo” no ha acabado y que, con el tiempo reaparecerá (seguramente cuando se vayan concretando los fondos europeos y/o el sentimiento de emergencia se atenúe). Aunque ahora sus abanderados estén en retirada por la conjunción de la evidencia viva y reciente del desastre causado y por la efectividad de la complementariedad de la confrontación política y social con la laminación gradual desde posiciones de concertación (no es menor el rol que posiciones progresistas han tenido en su desmontaje desde puestos de mando en grandes coaliciones tanto en Alemania como en la institucionalidad europea).

Y finalmente, en cuarto lugar, en el espacio UE se ha visto como fundamental y única solución posible adoptar soluciones de mancomunación del gasto/deuda público y proponer un ambicioso Plan/Fondo de Recuperación si se quería preservar la propia UE (tanto en lógica continental como en el orden multilateral global), ante el riesgo cierto de colapso que algunos países podían haber experimentado si se les dejaba a su suerte.

Pero sigue habiendo retos complicadísimos por el camino y además el partido sigue en disputa

Es cierto que aparecen fisuras y fallas en la hegemonía ideológica del neoliberalismo. Y más, en una crisis múltiple como la que nos afecta, dónde son evidentes los fallos de mercado, especialmente en la crisis sanitaria y económica. Pero eso no implica ninguna tendencia secular hacia más rol del sector público y con mayor peso de la democracia económica. Sigue siendo bien factible la tendencia contraria, una degradación sin alternativa de la actual fase del capitalismo. Y aunque en esta primera fase de la pandemia domine un sentimiento de solidaridad, de aproximaciones comunitarias y de “estamos junto en esto”, no es descartable que si la situación socioeconómica y/o sanitaria se endurece, vayan apareciendo respuestas basadas en salidas en lógica individual o de “nosotros versus ellos”. Ya en la vertiente sanitaria empezamos a ver repliegues, con un nacionalismo de las vacunas emergente en distintos países, que anula la lógica de la cooperación optando por la mala solución en lo que podría ser un ejemplo de manual del dilema del prisionero.

Además, estructuralmente hay relevantes barreras y obstáculos que entorpecen el reforzamiento de lo público. El más evidente es la fiscalidad, insuficiente y menos progresiva de lo necesario para la ambición exigida al poder democrático, al sector público y a la administración. Superar esa insuficiencia requiere voluntad política doméstica (y acompañamiento de actores sociales relevantes como los sindicatos) pero también arreglar el desajuste entre una fiscalidad que es estatal y un mercado interior y un área monetaria que son europeas (evidentemente por elevación hacia una mayor fiscalidad europea). En clave doméstica española también es una barrera la actual dinámica política de bloqueo, crispación y polarización, que no permite impulsar reformas consensuales y de calado necesarias, y donde la inercia y el seguir como siempre (por ejemplo con las prórrogas de presupuestos) no juegan a favor de lo público.

Pero es en clave europea y global donde encontramos –junto con la fiscalidad- uno de los retos más importantes a superar si queremos que lo público sea el timón del desarrollo: Cómo regulamos los grandes monopolios y disponemos de unas leyes de la competencia efectivas y que respondan frente a los grandes monopolios y oligopolios; y cómo ordenamos las cadenas de valor transnacionales. Todo ello, con la dificultad añadida de un orden internacional cada vez más transaccional y conflictivo y menos cooperativo y multilateral y con los conocidos ataques furibundos a las actuales instituciones y organismos globales.

Así pues, ¿cómo debería ser una Reconstrucción en qué lo Público sea protagonista?

Si se quiere garantizar una recuperación de la economía y que ésta sea menos vulnerable, el sector público necesariamente tendrá que asumir más riesgos. Como algunas voces apuntan, uno de sus nuevos principales roles será el de mantener y sostener el tejido productivo, siendo también el inversor de último recurso. Unas ayudas que en buena parte podrían acabar siendo incondicionales económicamente y sin retorno, pero que deberían guardar una condicionalidad democrática relacionada con el interés general. En particular pensando en la sostenibilidad ecológica y la emergencia climática. Y es aquí donde está parte del conflicto político que viene.

Las formas de implicación de lo público en los sectores económicos de interés pueden ser múltiples, no es una cuestión únicamente dicotómica de titularidad. Supervisión, regulación, participación, codecisión,… pueden ser mecanismos complementarios dependiendo de lo estratégico y de la criticidad del sector económico productivo. Señala Mariana Mazzucato que en muchos sectores el rol de lo público debería ser emprendedor, pasando del “market fixing” (arreglar las fallas del mercado) al “market shaping” (dar forma al mercado y orientarlo según el interés general).

Parece útil pensarlo diferenciadamente por ámbitos y sectores. En primer lugar, dos sectores “no materiales” merecen especial atención en esta recuperación: el bancario-financiero (por su carácter sistémico/desestabilizador y su fuerza en la orientación de recursos) y el de las tecnológicas de datos (por el ingente poder de los datos que disponen y su afectación a la democracia). En relación a aquellos sectores que conocemos como “servicios públicos” se ha hecho ya muy evidente que el sector salud requiere una mayor coordinación y liderazgo desde lo público. Y, en tercer lugar, en relación al sector industrial, nos encontramos ante la oportunidad histórica de una reindustrialización, que debe ser necesariamente verde y con el vector de la transición ecológica. Lo que puede generar además una oportunidad para tener una nueva estructura empresarial, con empresas de mayor tamaño y menos rentistas. De hecho, en el ámbito europeo ya estamos asistiendo a la discusión sobre relocalizaciones industriales estratégicas y la búsqueda de una cierta soberanía (entendida como capacidad) industrial continental.

Para todo ello deberíamos ser capaces de incorporar dos herramientas adicionales. La primera, una orientación o enfoque de “misión” para los grandes objetivos como sociedad. Es decir que desde el ámbito público se lidere, coordine y hasta alinee e incentive la cooperación de todos los recursos y capacidades (también del sector privado) necesarios para la consecución de ese gran proyecto. Si se hizo para enviar un ser humano a la luna, bien se podría hacer para la obtención y producción de las vacunas o tratamientos de la COVID-19 o para asegurar que el paradigma del “Green Deal” cumple sus objetivos de ambición climática. Y la segunda, el uso de la tecnología y la inteligencia artificial para el análisis de datos masivos (“big data”) con el objetivo que la planificación económica pública y democrática sea eficiente y adaptable a los cambios. Contar con una información de tanta calidad puede permitir al sector público que quiera planificar un ámbito económico-productivo desde la perspectiva del interés general superar la vieja limitación de la planificación (baja eficiencia por falta de los datos “micro” e incapacidad de anticipar cambios).

Si esto último no parece suficientemente interesante, cabe señalar que la alternativa es la privatización de la planificación (lo que sería una regresión democrática sin precedentes). Privatizar la planificación significa que serían las tecnológicas las que usen las herramientas de análisis de datos en exclusiva, con lo que conlleva de privatizar mecanismos democráticos, tener un exorbitante poder de mercado y disponer de una capacidad única para orientar preferencias de la ciudadanía. Y con todo eso, poder planificar su negocio y su posible interés de intervenir en los asuntos colectivos.

En definitiva, en paralelo a la acción de emergencia del sector público para sacar de la parálisis/congelación a la economía, deberá ir poniéndose los cimientos para un nuevo contrato social. Un nuevo contrato social que incorpore esta nueva dimensión de lo público, asegure la protección democrática de la economía y la oriente hacia los objetivos de transformación ecológica y a la vez amplíe los derechos de ciudadanía.

(Este texto también se publica en “Perspectiva”, espacio de reflexión y análisis de la FSC de CCOO)

6 comentarios en “La Reconstrucción a través de lo Público: de parecernos lo natural a hacerlo posible

  1. Ojalá. Ojalá dure. Recuerdo cuando tras la Gran Recesión Sarkozy dijo que el capitalismo iba a cambiar tras una reunión épica del G20. Sin resultados. Pero la esperanza es lo último que se pierde. Está claro que las cadenas de producción no pueden estar subcontratadas al 100% fuera de Europa, incluso si cuesta más. Hemos tardado meses en producir vulgares mascarillas!!! De acuerdo con que los Soviets no son el modelo, ni económico ni político, pero la desregulación neoliberal es igual o peor. Como dice el articulista.

  2. Si de algo nos ha informado el solapamiento de las distintas crisis en presencia es el rotundo fracaso del sector público cuando se ve sometido a pruebas de esfuerzo que desbordan el ámbito normativo en el que puede transcurrir apaciblemente una vida política deliberativa , amarrados al ideal de una especie de cantones suizos rebosantes de lagos de paz perpetua rodeados de verdes prados.Tan es así que las previsiones constitucionales , sabiamente regulan muy bien que hacer en las distintas fases de una situación de excepción.
    Todo el lenguaje analítico del articulista , impecable como siempre , tiene la transparencia de los bloques de hielo en cuyo interior tratamos de percibir estructuras regulares , significados estables y universales en los que poder confiar, como si la razón acompañase a la caprichosa naturaleza en las bellas formas en que ésta cristaliza.
    Afortunadamente la ciencia avanza y nos da respuestas ciertas , inobjetables , como el lenguaje molecular retenido en el permafrost sobre , por ejemplo , el cambio climático ; pero en ocasiones , entre montañas de hielo aparece el colosal y parduzco Mamut que tanto nos impresiona.
    Cuando Camprubí habla de misión , de planificación , de nuevo contrato social , de protección democrática de la economía, de empresas de mayor tamaño pero menos rentistas , de un sector público que debe asumir más riesgos , a mí , que no soy especialista , me confunde , porque aceptando que las cadenas de valor pueden debilitar los intereses estratégicos de una comunidad política , la solución – caso de que pueda llamarse así – no puede pasar por el retorno de fórmulas ya periclitadas por ineficientes ( como las que propone el anti liberal y encantador estado francés y su exasperante burocracia ).

  3. Sin desmerecer el trabajo que antes y que también constantemente hacen otros colaboradores, -a mi lo de la constancia me aprece que tiene un mérito increible- creo que este post de LLuis Camprubí es de lo más redondo que he visto en mucho tiempo. Es el esquema de un programa político de aliento largo con el q además yo me siento muy identificado -lo cual facilita las cosas-.

    Siempre he considerado llamativo que un mensaje , o mensajes como el que transmite el texto, son difíciles de encontrar cuando uno se traslada al mundo de los programas políticos o del debate sobre programas economicos futuros a medio largo plazo.
    Seguramente por venir del periodo historico del que vivimos (y en el pais en el que lo hacemos también) nos hemos pasado una buena treintena de años pensando que cosas como esta estaban bien para hacer papelitos y tal, pero que luego la política economica «de verdad» la de «hombres-hombres» la «seria» era la de deficit tendente a cero, desregulación, recortes de presencia y gasto y privatización . Me temo que no exagero, y si no, basta como testigo ver cualquier program de partido socialdemócrata en los 90. Mirando hacia atrás sin ira, que conste. Es lo que había.

    La concatenación de las dos crisis (la del 09 y la del Covid) han dado al traste con ese paradigma. Esto lo reconoce explictamente buena parte del pensamiento economico moderno ( A. Rodrick, Mazzucatto, Arundajit Dube, Rommer (Nobel en 2018), Zuckman) son todos autores de papeles de reconocido prestigio fuera que van en esta línea.
    Lo mejor, no obstante ha sido el reconocimiento implicito, mudo y a la vez ensordecedor por parte de la Comisión Europea (tb de la OCDE o del FMI) cuando 1) apela a «no se pueden cometer los errores del pasado» refiriendose a otra vuelta de tuerca a la austeridad..2)Suspende por dos años -de momento-, la aplicación de Maastrich (si, eso del deficit menor que 3%, deuda menor que 60%) porque, de aplicarse se hunden las economías de la unión.
    El mundo ha cambiado. Aqui se va a pelear todo lo posible por no reconocerlo durante mucho tiempo, todo el que se pueda -por interés de agenda, por pereza, por costumbre, tb por convicción, por que no- pero las cosas ya no son como venían siendo y bien convendría sacudir un poco los argumentarios, q hay gente que vive de escribir el mismo articulo en prensa desde hace 3 décadas. La antigua «seriedad» es hoy algo que no defiende ni el FMI, ¿como se les queda el cuerpo?

  4. Siempre es motivo de carcajadas leer a Mulligan tratando de hablar con gravedad de temas que obviamente desconoce. «No soy especialista», no , desde luego, no hace falta que lo jure.

    He aqui un testimonio de una persona obviamente «confundida» tb Ursula von der Leyen, presidenta de la Comisión Europea. Al asumir su presidencia el enero pasado. Está en español y son unas 20 paginas.

    https://ec.europa.eu/info/sites/info/files/political-guidelines-next-commission_es_1.pdf

    Supongo que debe ser dificil para mucha gente que lleva años alimentada de versiones duras del fundamentalismo de mercado darse cuanta de cuan desplazada ha quedado.

  5. Estimado Laertes me alegro de las carcajadas porque veo que me ha entendido y verifica que las ciencias económicas se llaman así dependiendo de la intencionalidad de quién lo habla sobre todo cuando no se acompaña de una gráfica ( a posteriori ) y su aparato matemático : en general acierta cuando predice el pasado, al igual que otras ciencias sociales, y eso es así porque son incapaces de incluir la enorme variabilidad de datos en sus modelos matemáticos . La gravedad no es mía sino de quienes quieren asociar el prestigio de las ciencias duras a sus escuelas de adivinos convertidas de factum en usurpadoras de las de ciencias exactas , del mismo modo que en otro rango , lo hacen las de periodismo respecto a las de Derecho. Al menos las escuelas de negocios unen el derecho y la economía en un marco muy similar a los barcos del Mississipi en donde se formaban los tahúres, expertos en los juegos de azar.
    Los premios Nobel de economía lo son más por la utilidad de sus teorías y modelos matemáticos que por la construcción de proyectos sociales.
    Sí , soy un escéptico radical respecto a la validez científica de las profecías de las ciencias sociales porque existe una nómina de fracasos y horrores similar a la que acompaña a la psiquiatría y no digamos a la psicología en tanto que ciencia . Eso , desde luego , ni invalida ni niega en absoluto la capacidad intelectual ni el talento en sus campos respectivos , pero sí afirma el escaso rendimiento de los frutos obtenidos y su comparación con el tipo de afirmaciones de la Física o la Bioquímica , por ejemplo.
    En mi opinión párrafos como
    «Para todo ello deberíamos ser capaces de incorporar dos herramientas adicionales. La primera, una orientación o enfoque de “misión” para los grandes objetivos como sociedad.…» dichas así , me producen auténtica perplejidad y recuerdan un lenguaje de moda en la universidad de los setenta.

  6. Ejem…
    Como la situación política en Catalunya cada vez es más grave y vienen una larga y cruenta lucha por la hegemonía independentista para ganar las próximas elecciones y como ya no me quedan argumentos para explicar la deriva mental de los indepes,les traigo una noticia que les puede traer luz sobre el estado mental de los que se ocupan de los asuntos electorales ,para que saquen sus propias conclusiones y les pido que no se rían que el asunto es muy serio:

    El exjefe de campaña de Trump es hospitalizado a la fuerza tras sufrir una crisis mental
    Bradley Parscale, que fue despedido del cargo en julio, se atrincheró en su casa muy alterado y la policía entró en el domicilio para evitar un posible suicidio.
    ……
    Les he dicho que no se rían…
    …JAJAJA…que nervios.

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