LBNL
Como cuando la Gran recesión, durante la pandemia nos hemos cansado de leer y fabular sobre cuán diferente sería el mundo después. Y la realidad seguramente será que todo volverá a ser muy parecido, para bien y para mal, a como era antes. Y seguramente mucho más rápidamente de lo que fuimos capaces de anticipar cuando estábamos confinados y moría gente a mansalva sin que asomara siquiera una pequeña lucecilla que animara a la esperanza.
La realidad es ya hoy bastante diferente. Sigo viajando bastante – aunque mucho menos que antes – y el pulso de los aeropuertos es bastante indicativo. Hace algunos meses apenas salían y llegaban vuelos y la práctica totalidad de los comercios de los restaurantes estaban cerrados. Ahora al menos la mitad funcionan con normalidad y vuelve a ser difícil procurarse algo de comer en cualquier terminal, ya sea en Madrid, en Lisboa o en Bogotá. Por supuesto, todo el mundo circula con mascarilla, como también la llevan dentro del avión, también mucho más llenos que hace algunos meses. Y todo funciona bastante bien quitando las complicaciones administrativas que supone hacerse tests y rellenar formularios de entrada a cada país. Lo mismo sucede en las calles de nuestro país y en las de los demás que visito. Afortunadamente.
Todo puede volver a torcerse rápidamente si la variante Delta – o cualquier otra por desarrollarse – llegara a probarse resistente a las vacunas que nos estamos poniendo. Pero de momento no es el caso ni tiene por qué ser así. No sabemos a ciencia cierta cuánto nos durará la protección de las vacunas actuales ni si tendremos que volvérnoslas a poner regularmente y, en tal caso, con qué regularidad. Pero la vacunación ha funcionado mucho mejor de lo que vaticinaban los agoreros y la producción de las vacunas ya aprobadas por la Agencia Europea del Medicamento está a pleno rendimiento, al punto de que el debate ahora es qué porcentaje de las vacunas que hemos pre financiado debemos donar al “tercer mundo”, tanto por equidad como por eficacia: si ellos también están vacunados la posibilidad de variantes que nos afecten indirectamente será mucho menor.
Las vacunas de las que disponemos por el momento no son de las fetén: no evitan el contagio. Pero evitan la hospitalización, que es de lo que se trataba porque conviene recordar que los confinamientos masivos perseguían evitar el colapso de los sistemas sanitarios, que serían causa de mortandad masiva y de colapso económico aún mayor. Como estamos llegando a tasas de vacunación generalizadas, la incidencia de la enfermedad está decayendo como estaba previsto. Y la recuperación económica empieza a tomar vuelo y promete ser espectacular. Todo perfecto mientras las vacunas resistan contras las nuevas variantes, lo que de momento parece ser el caso.
Y por tanto se plantea la cuestión: ¿volveremos al mundo de antes o todo será muy diferente? Y mi respuesta es que será bastante parecido. Por supuesto vamos a tirar de tele conferencias y tele trabajo mucho más que antes, y reducir viajes en avión o por carretera no indispensables. Y vamos a aprovechar los fondos europeos para digitalizar nuestras sociedades y hacerlas mucho menos contaminantes, porque así vienen determinado su uso. Y ya veremos pero seguramente tendremos que seguir usando mascarillas de forma puntual dependiendo de la evolución de esta y otras posibles pandemias futuras. Pero todo eso son apuntes, detalles, novedades no sustanciales. En lo importante, apuesto a que en menos de lo que nos atrevíamos a esperar, 2020 quedará en nuestras memorias como un tiempo tan excepcional como extraño. E igualmente resultarán absurdos los intensísimos debates sobre la gestión de la pandemia, los atentados a las libertades civiles y demás estupideces que hemos tenido que aguantar durante estos larguísimos meses. Por no hablar de los negacionistas, que volverán a su oscuro rincón marginal convencidos siempre de su verdad absoluta, porque lo llevan dentro: la pandemia solo afloró su pulsión patológica.
Así que tenemos motivos para solazarnos. Sin descuidar las defensas: ni ahora ni cuando la incidencia haya bajado todavía más. Pero con las defensas adecuadas a cada situación particular y al desarrollo de los coletazos finales de la pandemia, vamos a recuperar nuestras vidas casi como eran antes. De momento este verano sol y playa o montaña como antes, que no es poco porque ya venía haciendo falta. Mucha falta.
Buenos días LBNL,caballeros callejeros,cabelleras al viento sin coletas y a lo loco,cazadores de bulos varios y pieles rojas playeros:
Y La Nave ,va.
Mi hijo de 35 años y mi nieta de 17 ,se vacuna hoy juntos ,con la primera dosis.
Yo estoy vacunado total (por cierto no tuve ningun sintoma ) y mi mujer el próximo julio recibirá la segunda dosis.
De nuevo se llenan las playas de pechugas y muslos al horno…jeje.
El mar se pelea con La mar haciendo espuma con las olas. y en la orilla se mojan los pies los niños….
Off topic.
La Cruz que llevamos a cuestas.
Lo de ayer fue una muestra más de que el Partido Popular ha perdido completamente los papeles.
Ya no saben que alegar contra El Gobierno de Sánchez.
Su inoperancia legislativa en el Congreso de los Diputados.
Su irrelevancia para llevar adelante un proyecto político de democratización.
Su resquemor por haber perdido el poder,convirtiendo su bilis existencial en tinta de calamar mediática.
Su inquietante argumentación de que los gobiernos socialistas han venido de la mano de atentados terroristas y gracias a los votos de los herederos de ETA y separatistas.
Es lo que les lleva a usar de nuevo a la AVT como ariete en contra del gobierno.
Bajo la mirada de su Santísima Trinidad:
El padre Aznar .
EL hijo Pablito.
Y El Espíritu Santo de Ayuso.
Lo que han hecho hoy ,destila el mismo odio institucional que el de los independentistas cuando no quieren participar en actos presididos por El Rey Felipe VI.
¿Para qué sirve tanto odio?.