Las placas y las flechas

Julio Embid

El pasado mes de agosto leía en la edición en catalán de El País que la alcaldesa de Barcelona Ada Colau había decidido retirar 323 placas “franquistas” de viviendas sindicales del distrito de Nou Barris. Como demócrata y propietario (hipoteca mediante) de una vivienda “sindical” con una placa del Instituto Nacional de la Vivienda en el distrito de Carabanchel manifesté en twitter mi indignación acerca de esta decisión.

Primero, parece la típica ocurrencia veraniega, a coste cero, que denota una cantidad indecente de postureo que en modo alguno facilita la vida de los que sí residimos allí. Una de las principales características de los ayuntamientos de “Podemos&Cia.” es el postureo sin límites. Así, un día convocan una rueda de prensa para anunciar que los concejales del Ayuntamiento de Madrid, no irán más al palco municipal de la plaza de toros de Las Ventas, lo cual es muy respetable, y al día siguiente anuncian que tampoco irán al palco del Bernabeu, en otra rueda de prensa. Y al siguiente, tercera rueda de prensa para anunciar que tampoco van a ir al palco que tienen en el Teatro Real y así, de nuevo, demostrando que los grandes cambios de la nueva política cuestan cero. A fin de cuentas, como cuento en mi libro Hijos del Hormigón ¿Cómo vivimos en la periferia sur de Madrid?, eso de que el dinero no da la felicidad es un cuento que nos inventamos los ricos, para que los pobres no nos envidien demasiado. Mientras tanto, en la periferia de Madrid hay verdaderos problemas de desigualdad, pobreza, paro, falta de servicios, transporte público deficiente, montañas de basura, mala cobertura sanitaria y eso no se corrige con pancartas y ruedas de prensa, sino con decretos y ordenanzas, con dinero, negro sobre blanco.

Por eso mi principal queja es esa, que en nada mejora las condiciones de vida de los residentes, de clase trabajadora en su mayoría, intentar ocultar que son unas viviendas de mierda de 50-60 m2, sin ascensor, sin garaje, sin trasteros, donde te pasmas en invierno y te mueres de calor en verano, que fueron construidas en los años 50 y 60 por la obra social de una dictadura nacional-católica. Al contrario, si quisieran facilitar la vida cotidiana de los que vivimos allí, bastaría con iniciar un plan para instalar ascensores, que en mi calle apenas hay alguno, o cambiar las ventanas por otras nuevas que resulten más aislantes con las condiciones externas. Pero eso, por supuesto, requiere un presupuesto y un desembolso económico.

Además, que la placa del portal lleve el yugo y las flechas no quiere decir tampoco que sea un  “homenaje” al régimen franquista, la represión y la dictadura. Desde mi punto de vista, esa placa simplemente quiere decir que esa vivienda fue construida en las décadas de los 1950 y 1960 por el Instituto Nacional de la Vivienda. Y tiene delito que quienes tomen esa decisión de retirarla, sean personas que no residen en esas viviendas “sindicales”. No me parecería mal, si esa decisión fuera tomada por los vecinos de esa comunidad. En mi caso no me importaría que se votase entre las doce familias que vivimos en mi portal, pero no creo que tenga que ser la alcaldesa Carmena o el Ayuntamiento de Madrid quien me diga de qué color debe ser mi encimera, si tengo que tener una tele de 20 o de 40 pulgadas o si la placa de mi portal está acorde a la ideología oficial.

Eso no quiere que decir que defienda al Franquismo o que esté en contra de la recuperación de la Memoria Histórica. Más bien al contrario, esos cuarenta años perdidos sin democracia nos han hecho llegar a comienzos del XXI con una sociedad más desigual y machista que la de nuestros vecinos del Norte de Europa. Sin embargo y volviendo a Colau y los suyos, creo que detrás de esta decisión existe otra perversa circunstancia. Además del postureo, en la verdadera izquierda, a la izquierda del centro-izquierda, siempre hay un afan hiper-regulatorio que pretende, para que los ciudadanos no nos equivoquemos, decirnos qué libros tenemos que leer, qué debemos consumir, qué programas de televisión ver, dónde tenemos que viajar, a qué videojuegos podemos jugar y qué marca de refresco comprar. Por nuestro bien, para que no revisemos la verdad oficial. Ya se sabe que bajo el capitalismo, el hombre explota al hombre. Bajo el comunismo, es justo al contrario.

 

 

15 comentarios en “Las placas y las flechas

  1. Hay mucha verdad en lo que denuncia Julio Embid. Una política de izquierda reformista debería atender aquellos asuntos que mejoran la vida cotidiana de todos , y en especial la de los menos favorecidos.
    Sigo sin entender la escasez de guarderías a precios soportables ( o gratuitas a partir de un determinado nivel de ingresos ) o la ausencia de programas que cubran las necesidades que denuncia el articulista.
    En cierta ocasión tuve que detenerme en un pueblo de los alrededores de Madrid por una urgencia médica y tuve la oportunidad de comprobar la enorme distancia en la calidad de los servicios ( no de conocimiento ) entre ambulatorios del sistema.
    Lo mismo puede decirse entre colegios de las redes pública y privada.
    Espero que su libro , de portada tan expresiva , contribuya a sustituir ese postureo estéril por programas bien establecidos y financieramente sostenibles.

  2. Totalmente de acuerdo con Embid en su denuncia del postureo que caracteriza a los ayuntamientos podemitas (aún no me he repuesto de las tonterías que escuché ayer de Carmena sobre los «valientes» saltadores de valla de Melilla).

    Sólo un matiz (sobre algo circunstancial en su relato) y es esa descripción de las » sindicales» como «unas viviendas de mierda de 50-60 m2, sin ascensor, sin garaje, sin trasteros, donde te pasmas en invierno y te mueres de calor en verano, que fueron construidas en los años 50 y 60 por la obra social de una dictadura nacional-católica».
    Algo que si pretende dar una visión generalizada no comparto. Supongo que habrá diferencias entre unas viviendas y otras, pero existen muchas -barriadas enteras- que consiguieron una habitabilidad muy digna y un urbanismo que en no pocos casos (pienso en varias barriadas de Vizcaya). Y sirvieron para resolver una carencia de viviendas que de otra manera (no pensemos en las posibilidades de los años 50 como si fueran las actuales) habría resultado imposible.

  3. ¿Estaremos de acuerdo que Ada Colau no es la responsable de la situación social y urbanística en la periferia sur de Madrid?

    ¿Alguien tiene los números de parque de vivienda pública durante las diferentes épocas del franquismo comparadas con las diferentes épocas de democracia?

    ¿Que dice la ley Zapatero sobre memoria histórica y simbología fascista?

    ¿Que se puede solucionar o no desde el Ayuntamiento?

    ¿Los barceloneses pagaremos la deuda de Madrid capital?¿ Alguien le reconocerá a PSC e ICV su nulo déficit en Barcelona?

  4. La retirada de símbolos franquistas está en la Ley de Memoria Histórica. No me parece buena idea dejar su aplicación a voluntad de los vecinos, ni con esa ley ni con ninguna. Si hay algo que alegar en contra de su aplicación para eso están los tribunales.
    En cuanto a la denuncia de la política espectáculo ( «postureo») y ese afán de cierta izquierda por imponernos su «catecismo», absolutamente de acuerdo con el articulista.
    Yo sigo esperando que Carmena y su gente me expliquen qué quieren hacer con Madrid. Igual un día de estos. No desespero.

  5. No es lo mejor que hay escrito Julio Embid en este blog. Ni de largo. A cuenta de quitar las placas de marras, que causara un impacto similar en la vida de los ciudadanos como dejarlas de lo que se trata, parece es de enmendar a la totalidad a los ayuntamientos de Madrid y Barcelona. Esto se hace una manera prosaica, generalista y falta de argumentos. Ni un minimo repaso a otras medidas que hayan podido tomar absolutamente infrecuente en Julio Embid. Desde luego, si queda claro que lo de las placas no le parece oportuno, no se si lo de los palcos, y desde luego, tampoco el comunismo – en mi vecindario el soviet, como decia la ínclita Aguirre, aun no me lo he encontrado-. No muy bien , la verdad. Si fuera profe, esto de un cinco no pasaría.

  6. Yo también me apunto hoy a la discrepancia.
    Obviamente, los cambios sustantivos tienen que tener un soporte presupuestario, y sería estupendo que los concejales de Madrid, justos y benéficos, dispusieran de recursos para poner ascensores, terrazas y flores a todos los vecinos necesitados.
    Aunque no lo veo como la máxima de las prioridades, a mí, personalmente, sí me parece bien que se retiren algunos símbolos de la dictadura fascista que padecimos y que, al parecer, siguen sirviendo (según descubro, asombrado, en la lectura del blog) como elementos propagandísticos de su «dimensión social». Dejaría algunos con fines didácticos.
    Y también me parece bien un poco de postureo: que se visualice que no hay connivencia con las mafias taurinas y futbolísticas es, creo saludable.
    Otra cosa es quedarse solo en el postureo o abusar de él, claro.

  7. Flipo con que se atrevieran a enchufar a Soria mientras pactaban con C´s para acabar con la corrupción y los chanchullos. No tienen verguenza y esta vez ha sido tan obvio que les han empezado a crecer los enanos internos y al pobre Soria le han vuelto a dar pol saco. Bien. Lo de Rajoy es diferente porque él si que ha ganado el concurso. Sin amaños si dejamos de lado lo de la financiación que yo, creo, a día de hoy seguirá podrida en el PP, como viene estando desde el principio de la democracia.

  8. Con respecto al artículo, de acuerdo con Laertes y con Ren. Colau y Carmena harán cosas mal y dejarán de hacer otras que deberían hacer pero quitar placas franquistas me parece muy bien además de estar prescrito por la ley, como ya se ha recordado. Y en todo caso, prefiero a cualquiera de las dos y a sus políticas cien mil veces antes que a sus y a las de sus dos predecesores. Es tan obvio…

  9. Y por cierto, me encanta que Carmena tenga los guevos de llamar valientes a los saltadores de la valla, porque lo son y nadie se atreve a decirlo. No se puede quitar la valla y dejar entrar a todo el mundo pero yo no puedo dejar de alegrarme de que algunos seres humanos, después de atravesar el desierto, haber pagado a las mafias transportistas, haber sido robados por los bandidos del camino, haber sido despreciados en Marruecos y maltratado por la policia marroquí en parte a petición nuestra, hayan conseguido llegar al dorado

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