Los padres del extrarradio con piscina

Julio Embid

En 2016, hace cinco años, publiqué el libro “Hijos del Hormigón. ¿Cómo vivimos en la periferia sur de Madrid?” con la editorial catalana Els Llums. En este libro que escribí durante los años 2013-2014, en plena crisis económica, cuando vivía yo entonces en Carabanchel (Madrid), trataba sobre las personas que viven en los barrios de mayoría de clase trabajadora en la periferia sur de Madrid y sus condiciones de vida. Cuando lo terminé, Joaquín Estefanía (al que se lo agradeceré toda la vida) me escribió el prólogo y mis amigos me dijeron que debía escribir una segunda parte titulada “Hijos del PAU, ¿cómo se vive en las urbanizaciones del extrarradio con piscina y monovolumen?”.  Les dije que para más adelante, que estaba saturado de casas de empeño y casas de apuestas. Ahora pienso que no hace falta porque Jorge Dioni López ha escrito el maravilloso ensayo “La España de las Piscinas” (Arpa Editorial) que ya va por su 4ª edición y ya les digo que es francamente muy bueno.

El libro de López comienza con los planes de urbanismo de la dictadura franquista y su “Mejor un país de propietarios que un país de proletarios” y continúa con el “boom de la construcción” de los años 90 y 2000 donde estableció un modelo de ciudades más americano con grandes avenidas, rotondas y circunvalaciones con vivienda nueva en urbanización con piscina, ya sea en bloques bajos o adosados, con plaza de garaje y trastero y sin locales comerciales en sus bajos, que son muy molestos. Un nuevo modelo de barrio similar en el extrarradio de todas las capitales españolas pensado para las familias de clase media, donde el coche es imprescindible y la apertura de un nuevo Mercadona o Bon Área se celebra como un triunfo de la comunidad.

Me resulta muy interesante ese “pensamiento de frontera” de los «pauers» donde todo se ha tenido que construir y ahora está mucho mejor que antes. «En 2002 cuando yo me vine aquí todo era campo, por ahí pasaban las ovejas y no teníamos ni estanco ni colegio ni panaderías, y todos vivíamos con una escopeta bajo la cama o con una alarma de seguridad, porque claro, era la frontera». Estos barrios que pudieron convertirse en un cinturón naranja, políticamente son muy promiscuos. En muchos de ellos, en 2015 ganó Podemos, en 2017 arrasó Ciudadanos y en 2019 desapareció Ciudadanos y ganó Vox. ¿Por qué? Porque lo que le piden a la política es que se forme un gobierno que no robe, que no le suban los impuestos, y que con esos impuestos le paguen una escuela concertada donde no vayan los hijos de los “Hijos del Hormigón”.

Siempre digo que el fin de Podemos comenzó con dos actos simbólicos. Al crear un partido cargado de simbología (tomar el cielo por asalto), todo se fue a la mierda en tan solo dos instantes: la noticia de que Pablo Echenique, cobrando 5.000 euros como eurodiputado le pagaba en negro a la asistenta y no pensaba dimitir como diputado autonómico, y la compra del chalet de Galapagar por Pablo Iglesias e Irene Montero y el posterior referéndum revocatorio a la militancia para consolidarse. El primero permitió al Gobierno de Aragón de la anterior legislatura echar a andar porque los altaneros y orgullosos diputados podemitas tuvieron que bajar la cabeza y admitir que eran otro partido más, que encima premiaba a Echenique con una portavocía en Madrid (la famosa patada hacia arriba). El segundo no hubiese tenido la menor importancia, si el líder de Podemos no le hubiese dicho en horario matinal a Ana Rosa en Telecinco: “Cuando sea Presidente de España seguiré viviendo en Vallecas. En este piso que era de mi abuela”. Porque al final, si tienes dinero, te haces mayor y te va bien, cualquiera prefiere vivir en una zona sin ruidos, con ascensor y plaza de garaje, con más habitaciones y con piscina. Tras esos dos acontecimientos siento decir que Podemos se convirtió en Izquierda Unida 2.0 con otro logo.

Hoy servidor de ustedes tampoco vive en Carabanchel. La vida me ha ido bastante bien y vivo en otra ciudad, en un PAU de nueva construcción y con una pequeña piscina de esas que se hinchan y se llenan con una manguera. Tengo que coger el tranvía para cualquier compra menor y a la gente le da pereza venir a mi casa por lo lejos que queda. Afortunadamente yo nunca dije que nunca me iría del barrio. Y desde luego el “voto de pobreza” que las personas de derechas exigen a las personas de izquierdas, quizá deberían exigírselo a los Franciscanos que fueron quienes lo formularon.

Sin embargo algunos creemos que la mejor política social es aquella que mejora las condiciones de vida de las personas que nacieron con peores circunstancias. El aumento del Impuesto de Sucesiones, de la Renta y del Patrimonio es vital para que los que más tenemos colaboremos con los que menos tienen a través de una educación y una sanidad públicas y de calidad. Y mientras a nadie le importe coger el coche una hora para ir a trabajar los pueblos se vaciarán y las ciudades crecerán. No sólo eso, cuánto mejores sean las carreteras y mejores sean las conexiones por transporte público, menos gente vivirá en los pueblos porque dará menos pereza conducir cada mañana. No tiene tanto que ver con los servicios públicos en el mundo rural que sí, son mucho mejores que hace décadas. Pero están llenos de funcionarios jóvenes que van y vienen cada día, desde la ciudad, haciendo ruedas, en muchas ocasiones desde casas del extrarradio con piscina. Por eso, ignorar que las ciudades son seres vivos en crecimiento es lo peor que cualquier ciudadano ilustrado puede realizar.

Un comentario en «Los padres del extrarradio con piscina»

  1. Lo del país de propietarios del franquismo no me cuadra con la experiencia familiar y del área metropolitana de Barcelona. Primero tuvo que dar vivienda para sacar a muchas familias del chabolismo, quedaron remanentes hasta casi las olimpiadas. Mis abuelos por las 2 partes vivían de alquiler. Por parte de mi madre en los Bloques Onésimo Redondo (ahora Florida), que eran de alquiler y de la obra sindical y esas cosas. De hecho fue ya con los gobiernos democráticos cuando fueron vendidos a los inquilinos, con Pujol en la Generalitat y Felipe González en la Moncloa. Me parece que esa forma de ver la vivienda es del neoliberalismo que aquí nos trajo el PSOE de Felipe y CiU de Pujol. Ahí vienen muchos problemas, que toda la vivienda pública de alquiler de las diferentes administraciones o las de las Cajas de ahorro se privatizaron y lo que se fue haciendo era de propiedad. Y para recuperar algo así puede ser medio siglo… O …. O…. O .. qué alternativas?

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