Carlos Hidalgo

Disney es uno de los nombres más reconocidos y poderosos del mundo del entretenimiento. Y en Florida, su influencia es aún más palpable. Desde su primer parque temático en ese estado, Walt Disney World, hasta la compra de tierras y propiedades a su alrededor, Disney tiene una presencia significativa en la economía y la cultura de Florida. Y el gobernador, Ron De Santis, les ha declarado una absurda guerra, debido a que Disney no apoya la política “Don’t Say Gay” de De Santis, que prohíbe mencionar la homosexualidad en las escuelas. Y es una guerra absurda y que De Santis no puede ganar.

En primer lugar, es importante señalar que Walt Disney World es el destino turístico más grande de Florida y uno de los más grandes del mundo. El parque recibe a millones de visitantes cada año, lo que lo convierte en una importante fuente de ingresos para el estado. Además, el parque temático emplea a miles de personas, lo que lo convierte en el mayor empleador de la región, tal cual.

Además de ser un importante destino turístico y empleador, Disney también ha tenido una influencia significativa en la política y la economía de Florida. Durante años, la empresa ha utilizado su poder para influir en las decisiones políticas del estado. En 2018, Disney gastó más de 3 millones de dólares en campañas políticas en Florida. La empresa también ha sido un importante contribuyente a los políticos y partidos políticos de la región, lo que ha ayudado a asegurar su influencia en la política local. Y De Santis sabe que necesita su dinero si se quiere lanzar a la carrera presidencial.

Otro aspecto del poder de Disney en Florida es la cantidad de tierra y propiedades que ha comprado en la región. A lo largo de los años, la empresa ha adquirido miles de acres de tierra alrededor de Walt Disney World y otras propiedades en la región. Esta acumulación de tierras ha llevado a la especulación de que Disney podría estar planeando expandir aún más sus operaciones en la región, lo que podría tener un impacto significativo en la economía y la cultura local. De hecho, tiene una provincia (un condado) entera, donde no vive nadie, sino que sólo hay instalaciones corporativas de Disney, lo que hace que muchos estadounidenses digan de manera irónica que eso lo convierte en el mejor lugar de Florida.

Esa provincia, condado, llamado Reedy Creek, estaba hasta ahora regida por un consejo local donde los ejecutivos de Disney tenían mayoría. Pero ahora De Santis ha modificado por ley esa composición. Lo cual no vale de nada porque ahora ha descubierto que el consejo tiene cero capacidad para legislar nada sobre la zona. Y ahora, el frustrado gobernador amenaza con usar los terrenos adyacentes a las tierras de Disney para construir una cárcel o un parque temático de la competencia, lo cual ha provocado el equivalente corporativo a un encogimiento de hombros en la empresa del ratón Mickey.

Además, diga lo que diga De Santis, es muy difícil que pueda hacer nada en realidad. Porque Disney tiene ejércitos de abogados que son capaces de sumir al Estado de Florida en la parálisis más absoluta. Si son capaces de que el Ratón Mickey siga teniendo copyright cuando sus derechos deberían estar más que caducados, también lo son de parar los pies a un gobernador que luego se define como adalid de la libre empresa y los valores familiares. Básicamente todo lo que Disney representa.

Y si bien es cierto que Disney se beneficia desde hace décadas de unos regímenes especiales en el Estado, no es menos cierto que su competencia también lo hace, como Universal Studios, Sea World y Busch Gardens.

El tema es tan surrealista que hasta Donald Trump lo usa para reírse de De Santis, no porque esté en desacuerdo con él, sino porque no tiene ninguna posibilidad de ganar.