Ariamsita
“Tengo una sola misión, más allá de cálculos políticos y de mi propio destino: (…) hacer que la economía francesa vuelva a ser una economía fuerte”. Desde su llegada a Matignon, residencia oficial del primer ministro francés, el 31 de marzo de 2014 Valls lo ha tenido claro: Francia no puede permitirse seguir parada, sumida en el estancamiento económico y con una cifra de paro que no deja de subir. No es momento de debates ideológicos, no hay tiempo para ello. Es el momento de la acción, de llevar a cabo las reformas que otros países como Alemania ya han hecho y que Francia ha tratado de posponer. Valls es consciente de que dichas reformas necesitan tiempo para dar resultados, y de que es precisamente el tiempo lo que corre en contra del Partido Socialista de cara a las elecciones presidenciales de 2017. Sin embargo, repite una y otra vez que son la única manera de que el país galo salga adelante y recupere su puesto de potencia en la economía mundial.
Hollande llegó al poder en 2012 gracias a un discurso y a unas ideas que dieron esperanza a los partidos de izquierda en toda Europa. Otra manera de salir de la crisis era posible: sin austeridad, sin recortes, sin tocar sanidad y educación. Los votantes confiaron en su palabra, Hollande llegó al Elíseo, y… nada. La realidad fue más grande que las promesas emitidas, y a medida que el mandato avanzaba, los franceses comprobaron decepcionados que la reducción del déficit no podía posponerse, que los recortes no habían terminado, que el crecimiento del PIB se estancaba y que la tasa de paro seguía subiendo (ver gráficos). Los datos de la economía francesa, pese a ser cercanos a la media de la Zona Euro, y mucho mejores que los de países como España, no son suficientemente buenos para contentar al electorado, que envidia el crecimiento y dinamismo de sus vecinos alemanes. De las recetas mágicas prometidas por Hollande, el famoso subir impuestos a los ricos sirvió más para llenar titulares que para hacer lo propio con las arcas del Estado, y a medida que los meses avanzan, la popularidad del presidente no deja de caer en picado. Tras el batacazo de las Europeas el pasado mes de mayo, con el auge de la ultraderecha del Frente Popular, y el Partido Socialista relegado a ser la tercera fuerza del país, Hollande comprendió que la situación no era sostenible. Así, y tras la dimisión del gobierno de Jean-Marc Ayrault, Hollande decidió dar un giro a su mandato poniendo al mando del gobierno a Manuel Valls, hasta entonces ministro del interior, conocido dentro del Partido Socialista por sus marcadas tendencias liberales.
Desde su nombramiento, Manuel Valls ha tenido dos objetivos claros: la reducción del déficit y el descenso de la tasa de desempleo. Para ello, la clave está en la puesta en marcha del llamado Pacto de Responsabilidad, un conjunto de medidas de apoyo a la empresa (abaratamiento del coste de contrataciones, simplificación de trámites, cambios en la fiscalidad…) con el fin de incentivar la competitividad; así como en el ajuste del gasto público a través de una reforma territorial que reduce el número de regiones y departamentos; la congelación de las ayudas sociales y el recorte en la partida de sanidad. Este conjunto de medidas ha causado recelo especialmente en los sectores más a la izquierda del PS, incluyendo a un amplio número de diputados de la Asamblea Nacional, descontentos con el trato preferencial a la empresa y con el hecho de que la congelación de las ayudas sociales se aplique al conjunto de sus beneficiarios y no de forma progresiva con respecto a la renta. Sin embargo, Valls no tiene intención de dar su brazo a torcer, y así lo ha demostrado. Las salidas de tono de Arnaud Montebourg, el ya ex ministro de economía, abogando por el cambio de la línea económica del gobierno, y pidiendo la ralentización de la reducción del déficit y el impulso del crecimiento de la demanda, declarando que era su obligación como ministro no callarse y proponer soluciones alternativas, y que la promesa de 2012 de poner de nuevo en funcionamiento la economía no estaba funcionando ha provocado la expulsión (maquillada de dimisión) del mismo y de quienes lo apoyaron del gobierno.
La inclusión de Montebourg, de conocidas ideas neoproteccionistas, y con un discurso cargado de tintes contra mercados y empresas, en el primer gobierno de Valls había respondido a la voluntad de Hollande de conciliar la mayor cantidad posible de puntos de vista dentro del propio ejecutivo, y evitar así la existencia voces disidentes en el parlamento (situación que veremos con toda probabilidad a partir de ahora). Sin embargo, las declaraciones de Montebourg, así como de Benoît Hamon (hasta el lunes ministro de educación) significaron para Valls el cruce de líneas amarillas que no estaba dispuesto a tolerar, y así se lo hizo saber a François Hollande: “o Montebourg o yo”. La bomba había estallado. El lunes 24 por la mañana se anunciaba la dimisión del ya conocido como «gobierno Valls I» y el mismo martes conocíamos la composición del nuevo ejecutivo, con Emmanuel Macron, un joven de 36 años, como principal sorpresa al hacerse con la cartera de economía.
«Un gobierno claro en sus líneas, composición y mayoría», es el objetivo perseguido por Hollande y Valls en esta nueva etapa. El marcado corte liberal que llega de la mano de Macron, uno de los padres del pacto de responsabilidad, no impide el guiño a la izquierda que supone la continuidad de Christiane Taubira como ministra de justicia pese a su conocida cercanía a Montebourg, o la presencia de tres miembros del Parti Radical de Gauche (Partido Radical de Izquierda). Un gobierno joven (no solo por Macron, Vallaud-Belkacem, primera mujer titular de educación tiene también 36 años), y paritario (compuesto por 8 mujeres y 8 hombres), con la ejecución de las reformas como principal objetivo.
Ante las críticas que hablan de un giro a la derecha, Valls se defiende y afirma que no hay austeridad en sus medidas: los impuestos han bajado, las ayudas a empresas ayudarán a crear empleo, y la inversión en educación no ha dejado de crecer. Entrevistado tras el anuncio de la composición del gobierno «Valls 2» , se muestra serio,e insiste en la necesidad de mantener los pies sobre la Tierra. No podemos jugar a no reducir el déficit, ni coquetear con la salida del euro.
La resurrección del PS no pasa por continuar lanzando promesas al aire, sino por devolver a Francia a la senda de la competitividad. Por delante, algo más de dos años para ejecutar las reformas que el primer ministro considera la única solución posible. Frente a él, los datos de paro y crecimiento, el gran momento que vive el Frente Popular, y ahora también la voz disidente de algunos de sus propios diputados en la Asamblea Nacional. Sólo el tiempo podrá decirnos si estas medidas son las que devolverán a Francia su estatus de potencia económica. En cualquier caso, Valls lo tiene claro: es ahora o nunca.
http://s1.lemde.fr/image/2006/05/02/600×300/767409_3_e87a_une-du-quotidien-francais-l-humanite-le-4.jpg
A les urnes ciutadans
Formeu els batallons
Votem, votem
Que els impurs
perdin els seus escons
Ariamsita, muchas gracias por el artículo sobre el PS francés. Bonito nombresito, por cierto……. 🙂
Cuando dices “Un gobierno claro en sus líneas, composición y mayoría”, es el objetivo perseguido por Hollande y Valls en esta nueva etapa. Mi pregunta es: ¿en base a qué ideología? No sé, digo yo que habrá un límite donde de querer ser tan liberal, se deja de ser socialista.
He visto que no has escrito nada sobre los bancos. Es más, la palabra ‘banco’ no sale en el texto ni una sola vez (igual me equivoco), como si en Francia no sólo no fueran culpables de nada, sino como si ni siquiera existieran………. y eso??
Saludos!
Poco convencido quedo con el análisis y aun menos con la simpatía que desprende hacia un personaje tan escabroso como Valls, al que solo un cantamañanas como Hollande podría haber elegido como 1r ministro.
Me llamó más la atención «La caida de Francia», de Krugman, publicado el pasado domingo:
http://economia.elpais.com/economia/2014/08/29/actualidad/1409332969_214331.html
No va a salir de mi ni un elogio a Valls ni a Hollande (bueno, al menos a sus politicas, sus corbatas pueden encantarme).
Me parecen dos gilipollas integrales.
Lamento que no hayan aparecido esta mañana los gráficos a que se hace referencia en el artículo. Ya está subsanado el error.
Sarah, gracias por tu comentario 🙂 lo que has entrecomillado fue precisamente lo que pidió Hollande a Valls a la hora de crear el nuevo gobierno… y este último no para de decir que no tenemos tiempo para preocuparnos por ideologías, sino que hay que ponerse las pilas y reformar….Creo que ahora mismo Valls tiene como prioridad el crecimiento de Francia, y que llegar a este de un modo más socialista o más liberal es lo de menos. Algunos te diríamos que las medidas tienen un corte socio-liberal, pero eso ya es opinión.
La verdad, no me pareció relevante mencionar a los bancos a la hora de analizar el gobierno de Valls, pero toda aportación es bienvenida 🙂
Hay que decirlo más…
Vive Leon Blum!!
http://es.wikipedia.org/wiki/L%C3%A9on_Blum
Ariamsita…. pues habrá que decir en alto que si no tenemos tiempo para ideologías ¿para qué votamos? ¿Y para qué existe el Partido Socialista siendo mentira que van a seguir políticas económicas de izquierdas? Porque se está justificando que pase lo que pase se van a seguir las políticas económicas liberales… Demasiada jeta y demasiado jeta. La excusa de que ‘la realidad era más grande que las promesas emitidas’ debería ser corregida, de lo contrario demuestra que vaya político/s de m…… que no ven más alla de sus narices. A mí me parece más apropiado decir que es un mentiroso, igual que Rajoy.
Es mucho más realista el contenido del artículo de Krugman, cuyo link ha puesto senyor_j.
No te voy aportar nada de los bancos porque es tu artículo… yo ya sé que son unos ‘golfos’ 🙂
Saludos!
A mí lo que menos me gusta de Valls es esa facilidad que demostró tener para expulsar gitanos. Si además no es capaz de reactivar la economía, que le den, con ideología o sin ella.
La ideología está muy bien pero siempre que vaya de la mano de la eficacia. Ya sé que no es suficiente con crecer pero si no creces hay menos a repartir. Hay que crecer y distribuir bien, sin duda, pero el problema en Francia es que no parece haber nadie capaz de generar crecimiento, al menos no sin la ayuda activa del BCE
LBNL, no puedo creer lo que leen mis oídos, que ‘la ideología está muy bien siempre que vaya acompañada de la mano de la eficacia’ Mandeeeee…??
La ideología liberal es la que nos ha llevado a la crisis, y la ideología liberal es la que nos impide salir de la crisis. Todo el mundo está al corriente de lo eficaz que fue, es y será. Aún así, los partidos socialistas la utilizan y la justifican……….. va a ser que los que carecen de ideología son ellos!!
Lo que capta muy bien el tono del artículo es la línea claramente Guerrista que sigue al confundir Frente Popular y Frente Nacional.
La eficacia de unas medidas se tiene que medir en función de los objetivos, no lo olvidemos… objetivo es sanidad, educación, etc… o crecimiento económico de unos a costa de otros?
No he podido leer hasta ahora el post y no tengo tiempo para extenderme, pero quería dejar constancia de mi acuerdo con el articulista. Creo que Hollande paga su error al creer que podía actuar contra la línea Merkel con sus solas fuerzas (las de la estancada Francia).
Manuel Valls representa lo poco de interesante que ofrece hoy la izquierda europea y tiene toda mi simpatía (y bastante más que Hollande). Espero que consiga al menos enderezar el rumbo, aunque es posible que no tenga tiempo para que los resultados de sus reformas estimulen al electorado. Me temo que una buena parte de la izquierda francesa seguirá en la inopia porque lo que de verdad aprecia es estar en la oposición, incluso cuando ocupa el gobierno.
Y eso del ministro Montebourg que dice que no puede callarse, y fuerza el numerito en vez de dimitir si no podía estar de acuerdo con su jefe,…en fin, muy ilustrativo.
El problema que veo yo, Sarah, es que de poco sirve ondear unos cuantos eslóganes bonitos de la izquierda de siempre si cuando llegamos al gobierno no es factible llevar a cabo lo que nos gustaría por circunstancias más grandes que nosotros. Quiero decir, Francia debe reducir su déficit, y no hacerlo sería una locura. En mi opinión, el modo utilizado por Valls, llevando a cabo por fin reformas necesarias como la territorial, congelando ayudas pero sin eliminar, o no tocando educación, me parece el más sensato. Además, se ha combinado este recorte del presupuesto con ayudas para acabar cuanto antes con el paro, y para devolver a Francia al crecimiento. Desgraciadamente, si decidimos seguir endeudándonos y viviendo de un modo no asumible, de poco servirá pedir a gritos que se redistribuyan unos recursos que ya no tendremos. Creo de verdad que la única manera de consolidar un Estado del Bienestar fuerte es hacer que la economía del país sea competitiva para mantenerlo, y ojalá las medidas adoptadas por Francia ayuden a ello.
Senyor G, lo del Frente Popular es una errata, la verdad es que pese a haberlo releído unas cuantas veces no me di cuenta, pero no es una confusión, me refiero en efecto al Frente Nacional.
Barañain, muy de acuerdo con lo que dices 🙂
Sobre el tema de Montebourg y su pataleta, escribí esto la semana pasada, por si alguien quiere echarle un ojo http://www.ariamsita.com/2014/08/notas-rapidas-sobre-montebourg-valls-y.html