Lobisón
La conferencia de Bolonia en la que se han reunido Renzi, Valls y el nuevo secretario general del PSOE, Pedro Sánchez, parece de entrada una buena idea. Se trata de dar una imagen de renovación generacional que permita a la socialdemocracia del sur de Europa despegarse de los desastres de años anteriores para hacer posible una nueva credibilidad. Pero aunque sea una buena idea, no parece que pueda tener un gran éxito, entre otras razones por lo que para gran parte de la opinión pública representa Valls.
A perro flaco todo son pulgas, pero prescindamos ahora del desgaste personal del presidente Hollande y de sus precariedades sentimentales. El problema analítico es que Valls es visto por gran parte de la prensa y de la opinión pública como líder de un giro hacia el neoliberalismo en el socialismo francés, habiéndose ganado ya muchas críticas con su muy discutible gestión anterior de la inmigración irregular en Francia. En este sentido todo apunta en contra de que Manuel Valls pueda contribuir positivamente a un cambio generacional de imagen de la socialdemocracia.
Así están las cosas, y no es fácil que cambien. Sin embargo se podría discutir bastante sobre el fondo de la cuestión. Si se analizan los cambios que persigue Valls se pueden apreciar notables diferencias con lo que haría un gobierno de derecha pura y dura (véase el post de Ariamsita en este blog), por ejemplo en lo referente a la educación, terreno en el que Valls pretende invertir y contratar. Supongo que no es necesario recordar lo que ha sucedido y sucede en España. Y ofrecer incentivos a los empresarios para que inviertan e innoven no parece una mala idea, aunque subleve a los anticapitalistas franceses.
Una de las claves de la desastrosa situación demoscópica del gobierno francés es que la opinión pública francesa incluye un amplio espectro de nacionalismo y de rechazo del capitalismo, especialmente el globalizado. Hollande coqueteó con estos sectores a la vez que nombraba a Valls primer ministro —por ejemplo designando a Arnaud Montebourg como ministro de economía—, lo que no sólo no podía acabar bien sino que ahora ha aumentado la frustración de los electores nacionalistas y anticapitalistas, que podrían llevar a Le Pen a la presidencia.
Por su parte, no faltan quienes sienten, como Paul Krugman, que la situación económica de Francia es mucho menos mala de lo que nos presentan los medios y los economistas ortodoxos, y que Hollande (y Valls) han sucumbido frente a una presión ideológica injustificada. El problema es que los electores comparten la sensación de fracaso que transmiten los medios, y el gobierno está intentado a la desesperada romper esa imagen con unas reformas impopulares, con el PS muy dividido —lo que ciertamente no es nuevo— y acosado también por la opinión pública más anticapitalista de Europa occidental. Por lo menos habría que desearle mucha suerte a Valls.
Como dice Lobisón, hay una distancia considerable entre el actual programa de ciertos recortes de Valls y lo que haría un gobierno de derechas. Zarkosy cobardemente no hizo los recortes de la derecha pensando en no perder ningún voto y, ahora, los recortes de Valls a la izquierda anticapitalista francesa le resulta de derechas. La situación de italia no resulta tan distinta: Monti hizo muchas promesas de recortes y austeridad, pero fue todo ello un fuego de artificios. Es al actual socialista Renzi al que le esta tocando enderezar la economía italiana. Creo,por tanto, que los 3 líderes socialdemócratas si pueden protagonizar un cambio generacional del sur de europa. Obviamente, hay que olvidarse de los Syrizas y Podemos y Mounteburgianos franceses que siempre van a querer volver al socialismo del estado omnipotente que tan mal casa con la globalización de la economía que no tiene vuelta atrás.
Muy interesante el artículo. Creo que el discurso de la austeridad llevada a cabo por la derecha, recortando en muchas ocasiones sin mucho orden ni concierto, sin proporcionalidad, e importando poco el Estado del Bienestar ha calado mucho; lo que hace que a día de hoy cualquier recorte asuste, y ya no entendamos tampoco la diferencia entre reformar y recortar sin ton ni son.
Ojalá esta nueva socialdemocracia sea capaz de llevar a cabo las reformas tan necesarias que hacen falta para reactivar las economías europeas (aunque como bien citas a Krugmann, y yo hice un par de gráficos que estásn en mi artículo, la situación de Francia diste de ser dramática), y ojalá algunos sectores de la izquierda empiecen a entender que se puede reformar con los pies en el suelo, los datos macro económicos en la mano y la voluntad de un Estado del Bienestar fuerte.
Gracias por el artículo Lobisón, aunque me gustaría añadir que los socialistas franceses que votaron a Hollande por la política que decía iba a seguir en su programa, y por eso ganó, se sienten igual de estafados que los antisistema.
Saludos!
Botella no se presenta a las elecciones a alcaldesa. Con lo divertido que habría sido un debate entre ella y Monedero!!