Marino y la persecución a la Iglesia

Carlos Hidalgo

El Defensor del Pueblo ha hecho público su informe sobre los abusos sexuales en la Iglesia. Lo que cuenta no deja en buen lugar a los pastores de hombres en nuestro país. Uno de los datos más llamativos es que, según una encuesta encargada por GAD3, la famosa empresa demoscópica de Narciso Michavila, más de 440.000 personas habrían sido víctimas de abusos a manos de miembros de la Iglesia, sobre todo en instituciones educativas.

Pero el informe no se basa solo en esa encuesta, sino que recoge datos recopilados por las diferentes órdenes y diócesis, además de todo lo recopilado en la enorme labor de investigación llevada a cabo por el diario El País, que ha ido recogiendo cientos de casos de abusos por parte de religiosos y de laicos empleados por la iglesia y exponiendo todos aquellos en los que había reunido suficientes pruebas y cuyos testimonios podía publicar.

Uno de esos casos lo conozco yo. Por desgracia. El llamado “hermano Marino”, que estuvo vagando de un colegio de Los Maristas a otro, según surgía un escándalo, hasta que salía el siguiente. Marino era conocido por todos los alumnos, que te advertían sobre él en secreto. Y su tendencia al sobo y al abuso no se disimulaban casi, lo cual no es algo que carezca de importancia. Marino se sabía y se sabe impune. Y su historial de abusos abarca más de 40 años por colegios de toda España. Los Maristas no solo ocultaban esto, sino que abandonaban a las víctimas, las amenazaban y ponían más empeño en ocultar el escándalo que en solucionar una situación que ha arruinado numerosas vidas.

Aunque yo no fui víctima de Marino, sí que he conocido a personas que lo han sido. Y dados mis lazos de amistad con algunos periodistas de El País, ayudé a recopilar información y testimonios de su asquerosa carrera como docente y “psicólogo”. Aunque hubo un caso que me impresionó, en el que una de las víctimas no solo se negó a colaborar, sino que me acusó de formar parte de una cacería contra la Iglesia, motivada por mi resentimiento contra la orden marista por mis malas experiencias en uno de sus colegios. Esta víctima abogaba por seguir ocultando los casos y mantener la impunidad de Marino como una manera de “perdonar” y de “pasar página”.

Lo cierto es que el argumento de que esto pueda ser una persecución a la iglesia católica me impresionó y me dio que pensar. Desde mi punto de vista, lo que se persigue es identificar y llevar a la justicia a delincuentes sexuales, que es uno de los tipos de criminal más asqueroso en los que se pueda pensar. Y más cuando hablamos de abuso de menores.

¿Persecución a la Iglesia? No lo tengo tan claro. No se persigue a la iglesia por ser iglesia, se le exige responsabilidad a una institución a la que todavía hoy se le encomienda el cuidado y la educación de niños y niñas. Y como institución benéfica que se supone que es, debería haberse preocupado más por el bienestar de las personas desvalidas a su cargo que de ocultar bajo la alfombra comportamientos asquerosos y delictivos. Así que no se trata de una persecución religiosa, sino de una exigencia de responsabilidades imprescindible en un estado de derecho. Y que además va acorde a lo dictado por la cabeza de esa misma iglesia: el Papa Francisco.

Y lo cierto es que, como también indica el informe del Defensor del Pueblo, la responsabilidad no acaba ahí: también afecta al Estado, pues es el Estado quien ha cedido sus competencias a la iglesia y a sus órdenes, quien tiene el deber de inspeccionar a los colegios y a los hospitales y es el Estado quien, en última instancia, tiene el deber de reparar el daño hecho, de impartir justicia y de asistir a las víctimas de abusos.

Me frustra y me irrita que parte de la Iglesia haya salido estos días a desacreditar el informe, sobre todo después de que muchas de sus diócesis se hayan negado a colaborar. Me enfada que disfracen de persecución religiosa esta exigencia de responsabilidades, porque solo indica que quieren escurrir el bulto y negar una realidad que es dolorosamente evidente a estas alturas.

Sí, soy consciente de que la mayor parte de abusos a menores se producen dentro del entorno familiar. Pero en ese caso no hay una institución milenaria y poderosa que se encargue de tapar los delitos y de proteger a los delincuentes de la acción de la justicia.

Marino, por cierto, sigue tan tranquilo hoy en día, en una residencia que los Maristas tienen en El Escorial, sin que se le haya llamado a declarar y todavía buscando pretextos para quedarse a solas con los visitantes más jóvenes. Una feliz vejez de un asqueroso pederasta que no está, ni mucho menos, perseguido por sus creencias.

8 comentarios en “Marino y la persecución a la Iglesia

  1. Gracias a un impecable Defensor del Pueblo,tenemos un informe que nos pone los pelos de punta.
    Tanta crueldad pone en evidencia que La Iglesia con el papel que le ha dado a la derecha y ultra derecha española a través de sus medios de comunicación ,los convierten en un tribunal de Inquisición.

  2. Es acojonante que la Iglesia como tal no se implique a fondo en el esclarecimiento del asunto y el acompañamiento de las víctimas. Una cosa es el perdón y otra bien distinta la asunción de responsabilidades, pecuniarias también, que es parte del arrepentimiento y la contricción, conceptos tan católicos ellos. Pero nada: perdón por alguna fruta podrida que haya podido molestar por ahí…

  3. Muy de acuerdo con el párrafo 7 : el estado no puede en ningún caso hacer dejación de su responsabilidad de inspección y persecución del delito .
    Gabilondo en su etapa de frailón no se enteró de nada, aunque testigos de la época coinciden en que daba buenas hostias ganándose el apodo de Cromagnon , algo muy frecuente en esa época ( yo mismo fui víctima del arte sádico en lo PP.JJ. de Bilbao de golpearte la punta de los dedos con una regla , pellizcarte las patillas con dos dedos , o directamente un sopapo sonoro ; las caricias se reservaban para el confesionario ) .La mención a Gabilondo nada tiene que ver con su militancia posterior en el PSOE , aunque , es verdad que se hace difícil creer que no supiera nada , no viera nada , no oyera nada cuando fue requerido para una información en el Confidencial .
    Ahora bien , si todos lo sabían , también lo sabían los padres y se hace difícil pensar en que un padre envíe a sus hijos a un picadero , que colabore en generar traumas inducidos por terceros.
    Sin embargo , el principal pecado y delito , también asociado al terror psicológico , fue la transmisión del dogma , el reproche intensivo de la líbido y la confesión posterior para recibir más hostias y un férreo marcaje.
    Respecto a Gabilondo , no me ha parecido ni antes ni ahora el mejor candidato para llevar una investigación tan importante .
    No hubo en la clerecia con carácter general , ni amor por los menores ni la caridad que pregonaban . La vida del espíritu sufrió entre sus manos una agresión severa y aún hoy en día , aunque atenuada , consideran que pueden someter a los tiernos infantes a prédicas abusivas aprovechando la humilde capacidad de su sistema intelectual defensivo .
    Por extensión , y como característica del franquismo , pero no solo , los abusos también se dieron y se dan en cualquier lugar en donde aparezca vulnerable la figura de los niños y de las niñas. Entrenadores y monitores deportivos , animadores sociales , juventudes políticas y campamentos o la Federación Española de Fútbol o Natación Sincronizada .
    Hay un detalle en las noticias inquietante y es la , a mi modo de ver , muy flexible manera de extrapolar los números que sostengan con eficacia una demanda exitosa.
    Pero es una buena noticia , y es una noticia que puede reforzar junto a a otras la protección y libertad sexual de la juventud.

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