Merecerse la suerte que se tiene

Guridi 

Llevamos una semana de sentencias varias. Una serie de ellas me llama la atención, por encima de las demás, que es la de las “tarjetas black”. En general, todo lo relacionado con la antigua Caja Madrid me llama bastante la atención porque todo es increíblemente exagerado. Si a nivel personal ya nos cuesta pensar en un millón de euros como algo que no sea un concepto abstracto, las decenas de miles de millones que han desaparecido en el caso de Bankia simplemente se escapan a mi entendimiento.

En Bankia se dieron con pasmosa facilidad chapuzas y el coger cosas que estaban ahí porque por qué no. Los implicados cogieron todo lo que no estaba clavado al suelo y jugaron a genios de las finanzas, provocando una de las mayores crisis de nuestra historia a base de deshonestidad, creerse más listos de lo que eran y esa especie de ingenuidad que decía que cruzado el umbral de la entidad, todo era gratis.

Y el caso es que con Ignacio Granados al frente la cosa podía haber sido peor aún, por lo que habría que dar las gracias.

Los autodenominados “liberales” dicen que todo el caso de corrupción e incompetencia relacionado con las cajas de ahorro se deben a que eran entidades controladas por políticos. Pero eso es una simplificación un tanto idiota. El hecho de que hubiera políticos al frente sólo ha conseguido que sea más fácil pedir responsabilidades a los causantes del desastre, mientras que es mucho más difícil exigírselas a gente como los Botín o Francisco González.

El caso es que las élites de este país (y los bancos y cajas estaban dirigidos por un amplio abanico de estas élites) vienen demostrando sobradamente que no se merecen tanto ese calificativo. Pareciera que tenemos una facilidad especial para ascender a altos cargos a gente que no demuestre más capacidad que su agenda de contactos y una ilimitada confianza en sí mismos. Porque podemos hablar de Ramón Espinar (padre) o de Arturo Fernández, ese “modelo de empresario” que apenas tiene formación, que se dejaba estafar por el Pequeño Nicolás y cuyas lecturas pueden contarse con los dedos de una mano. Fernández irá acumulando condenas judiciales por sus respectivos pufos mientras se repite a sí mismo que él sólo hacía “lo de siempre” y las cosas normales, aquello a lo que se acostumbra en su gremio, el de la hostelería.

Cuando uno trata con algunas de estas élites, especialmente las élites empresariales y financieras de España, lo que asombra de ellos no suele ser su capacidad o su inteligencia, sino precisamente la clamorosa ausencia de ellas en muchísimos casos, lo cual hace que uno no deje de preguntarse cómo de bien nos iría si determinadas entidades tuvieran a gente realmente inteligente y honrada al frente.

Documentos como el “Informe PISA” nos dicen que en España tenemos un problema con la formación de las clases altas, no tanto con el de las personas humildes.

Y es que con los altos directivos, herederos de grandes fortunas y empleados hereditarios de entidades financieras, uno se da cuenta de que creen de sí mismos que se han merecido estar ahí, que han trabajado más que los demás, que realmente son más listos, cuando es una sensación tan engañosa como la que podemos tener cuando nos toca la lotería: que es algo que nos merecemos, cuando se debe más a al azar que a nuestros méritos. 

Y es que cuando tenemos un golpe de suerte tenemos que demostrar que somos dignos de él, no pensar que somos mejores que los demás. Hay demasiada gente encantada de conocerse pero, al menos, en el caso de los políticos, somos capaces de poder juzgarles mediante nuestros votos.

 

4 comentarios en “Merecerse la suerte que se tiene

  1. Es un buen melón el que abre Guridi en este articulo. Alguno le podría decir que eso de «la casta» es de populistas y tal…pero bueno, bromas aparte las elites españolas tampoco han estado muy inspiradas ultimanente.

    Creo que en este foro ya se habló de «La desfachatez intelectual» estupendo libro de Ignacio Sanchez Cuenca, anterior bloguero de esta casa que trata este asunto, eso sí desde el punto de vista de los intelectuales. Efectivamente ha habido mas gente cuyo papel es discutible. Uno de ellos, por ejemplo, es el del anterior Gobernador del Banco de España Miguel Angel Fernandez Ordoñez, siempre listo para la pontificación en cualquier aspecto de la vida económica española, o más, pero que tomó decisiones aparentemente muy cuestionables durante su gestión de organismo regulador. Ahora está lo que antes se conocia como imputado por la salida a Bolsa de Bankia, y ahi, hay tela que cortar.

    Como poder transparentar o someter a examen a «las elites» , fuera de los caso de delito, deberia ser cosa de la prensa (jajaja) o de mecanismos como las comisiones de investigación en los parlamentos nacionales y autonómicos, por ejemplo. No obstante que nadie espere nada asi del PP y de Rajoy, que, habiendo escapado politicamente vivo y con la presidencia en la mano, promete seguir convirtiendo esto en el patio de su casa.

  2. Describe Guridi de manera sucinta una parte de la gran crisis bancaria aún por terminar a propósito del caso de las rarjetas Black en Bankia.
    Hubo un actor que Guridi no menciona y que merece atención : la codicia del pueblo , ese gran depredador.
    Había en el periodo de referencia decenas de miles de personas especulando con pisos que compraron sobre plano gracias a dinero abundante y barato. Se vendía en los mercados , en las cafeterías y portales hasta el punto de formar cooperativas para edificar en lugares insospechados. Cada semana aumentaban su valor y al paisaje urbano de grúas se unió el destrozo del campo con sus feos adosados.
    Mileuristas jugaron a vivir como matrimonios alentados por unos padres insensatos a los que movía una fe indestructible en el valor creciente y uniformemente acelerado de los precios , fueron los primeros en caer.
    En esta fiebre fatal ,no fue el control de Bankia por los políticos el origen de la quiebra sino su ausencia.
    Las cajas jugaron un papel extraordinario en la crisis bancaria de mediados de los ochenta y también ayudaron al desarrollo de las regiones de origen.
    La compra de votos mediante regalos a los consejeros- como en Bankia – permitió el control a los dos grandes partidos en sus respectivos feudos , con el complemento de una banca menos competitiva en el sector inmobiliario pero que se benefició del rescate y sus estrategias.
    Las mentira de Rato y Blesa, por acción y omisión, merecen castigo.
    También los escándalos de Botín ( con su famosa doctrina ) Sáez ( indultado) y el
    hecho de que sus bancos sean los mayores acreedores de los partidos políticos dotan de sentido a una urgente reforma de los mecanismos de intervención en el mercado bancario y merece figurar entre los objetivos ineludibles de un programa económico que mañana presentará el PSOE.

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