Carlos Hidalgo

El sábado pasado se celebraron las primarias del Partido Socialista de Madrid, el PSOE-M. Tras la pésima campaña y la humillante derrota sufrida el pasado 4 de mayo, la gestión del anterior secretario general, José Manuel Franco, se hizo insostenible y, tras media reunión telemática de la Ejecutiva Regional, que se cortó vía botón, Franco dimitió por sorpresa (tras insistir el día anterior en que no era lo conveniente) y el candidato a la presidencia de la Comunidad de Madrid, Ángel Gabilondo, dimitió antes de recoger su acta de diputado regional.

Una gestora tomó entonces el relevo y gestionó el partido hasta que pasara el Congreso Federal, que fue como la seda y dejó a Pedro Sánchez como el protagonista de un congreso de unidad, donde el PSOE remendaba las heridas del pasado. Mientras queda por remendar el PSOE-M.

A estas primarias llegaron finalmente dos candidatos, el alcalde de Fuenlabrada, Francisco Javier Ayala y el exalcalde de Soto del Real (y ahora diputado regional), Juan Lobato. Ambos perfiles solventes y veteranos del partido. Ayala, el sucesor de otros alcaldes que han gobernado Fuenlabrada desde la vuelta de la democracia, y Lobato, que consiguió a fuerza de tesón ser alcalde de una plaza tan difícil como Soto del Real y que ya se había presentado presentó como candidato de la renovación, perdiendo en ese momento contra José Manuel Franco, que tenía las bendiciones de Ferraz.

Ayala hizo campaña diciendo que había que reforzar el carácter izquierdista del PSOE-M y recuperar el terreno perdido ante Más Madrid. Lobato, argumentando que el PSOE-M debía jugar a atraer el voto moderado ante una Isabel Díaz Ayuso cada día más radical.

Aunque el problema, desde mi punto de vista, no está ni en una cosa ni en la otra. Las declaraciones de primarias son difíciles de interpretar porque de cara al exterior no se puede hablar a las claras y de cara al interior, es difícil difundir un mensaje que tiene que leerse en clave de organización interna del PSOE-M. Y el PSOE-M tiene varios problemas que le lastran desde hace mucho tiempo. Uno de ellos es el desmesurado poder que tienen determinadas personas, que llevan muchísimo tiempo en política, pero que no hacen -o no saben hacer- nada, más allá de controlar determinadas cuotas de poder internas. Esto hace que la organización no funcione para mucho más que sus procedimientos administrativos y ni eso.

Os voy a poner un ejemplo. La desastrosa campaña de las autonómicas del 4 de mayo fue ideada y ejecutada por Iván Redondo, aunque este lo niegue ahora. Pero es que en las reuniones de campaña y en el día a día, los responsables autonómicos ni estaban, ni se les esperaba. Aunque se hubiera nombrado un comité de campaña, por supuesto, lleno de los mismos nombres de siempre.

Y estas personas eternas, que nada hacen, ni nada dejan hacer, temieron seriamente por sus puestos en el momento en el que se pierden las elecciones y Franco dimite. Pero los meses que ha dejado pasar la Gestora han valido para que todos vuelvan a hacer pie. El Grupo Municipal del PSOE en el Ayuntamiento de Madrid ya se ha estabilizado y repartido poder tras la dimisión de Pepu Hernández. El único senador autonómico que le corresponde al PSOE ya ha sido nombrado. Los que fueron elegidos diputados autonómicos ya han tomado posesión de sus escaños. Y quien ha podido, se ha recolocado en el gobierno central merced a la última reforma del Consejo de Ministros.

Ahora nadie les podrá mover. Ni Lobato, ni Ayala. En este caso, Lobato, que ha ganado las primarias y será el nuevo secretario general madrileño, tiene mucho por hacer para intentar reconstruir un edificio que está medio en ruinas, pero mucho me temo que tenga que contar para ello con las mismas personas que se encargaron de arruinarlo y que a alguna de ellas la veremos en su ejecutiva, cuando la forme en el congreso que los socialistas madrileños celebrarán en noviembre.

Hay mucho por hacer. Muchísimo. Pero va a ser difícil que se haga. Porque quien no hace, ni deja y además expulsó a quienes lo querían hacer, siguen donde siempre: mandando.