Muy buenos días a todos

Ceferina

 

Me dijo don Alguien que si quería escribir algo porque no tenía ningún artículo para hoy. Pues aquí estoy para desearles a ustedes que lo pasen muy bien estas fiestas, con la familia supongo, porque eso es lo que se hace sobre todo en estos días, estar con la familia, que por un lado gusta pero por otro se hace también a veces un poco pesado porque en las familias, en todas, hay siempre líos y unos que se llevan mejor y otros que se llevan peor, y cuando todos se juntan por obligación, pues esos líos a veces salen a relucir. Además, no sé qué tienen estas fiestas que parece como que le revuelven a uno un poco por dentro, será porque se acuerda uno de los que ya no están y hay como una mezcla de alegría y de tristeza.

 

Yo hago en mi casa la cena de Nochebuena, con toda la familia, hermanos míos y hermanas, y cuñadas y cuñados, y los hijos, y los sobrinos y las sobrinas, y las parejas de los sobrinos y las sobrinas, y algún niño pequeño que ya hay por ahí…. total, que nos juntamos 24. Y cocino yo para todos porque me gusta mucho y porque ya es una tradición, desde hace muchos años lo hacemos así. Y nos gusta mucho reunirnos y divertirnos juntos.

 

Lo que a mí no me gusta nada, no sé a ustedes, es esa otra noche de fiesta, la del 31, Nochevieja. Ahí si que parece que es una obligación estar contento. Y yo, ya desde moza, esa noche me pongo triste, no sé por qué, y no me gusta nada ni hacer fiesta ni reunión familiar ni nada. Así que, en cuanto pude decidir yo misma sin que me influyeran otros familiares, La Nochevieja la paso tranquilamente en mi casa con mi marido y cenamos unos huevos fritos con patatas fritas, que a mí me parece que no hay manjar mejor en el mundo, y nos metemos en la cama cuando nos apetece, qué más da que acabe un año y que empiece otro, lo importante es que el tiempo pasa, y eso pasa todos los días del año, no sólo esa noche.

 

Estas fiestas no sé si van a ser como todas las demás por eso de la crisis. A mí me da un poco de vergüenza decirlo porque como todo el mundo habla de la crisis en todas partes sin parar, pues seguro que la hay, pero yo no la noto mucho de momento, suerte de tener un marido que no se ha quedado en el paro. Pero es que, además, el otro día estuve en el Parque de Atracciones de Madrid llevando a un sobrinito y aquello estaba abarrotado, con colas enormes para subirse en las atracciones, y no era gente rica no, había muchos inmigrantes, y muchas gente así como yo y las atracciones cuestan un dineral, que no hay derecho, me parece a mí, que cuesten tanto, pero había colas y más colas. Y el sábado pasado me llevó mi marido al Carrefur a comprar unos regalos para la Nochebuena y la cola de coches que había para poder aparcar era gigantesca, nos pasamos casi una hora hasta conseguir aparcar, y yo cada vez que veo esto me pregunto que en qué se notará eso de la crisis porque yo no la noto.

 

Yo no entiendo nada pero por lo que oigo, me parece que esta crisis es una cosa que han armado los bancos y  los ricos y los que construyen casas, que es que no había derecho a los dinerales que ganaban algunos y a los precios que tenían las casas que ningún joven podía comprarse una. Ojalá se arregle pronto pero solo por la pobre gente que está perdiendo su trabajo porque esos que se hicieron tan ricos en estos años pasados y que ahora se ve que eran estafadores, ojalá sigan en crisis mucho tiempo. Yo no sé si las medidas esas de las que se habla tanto servirán para arreglar las cosas, pero espero que sí, porque don José Luis Rodríguez Zapatero ya saben ustedes que a mí me da confianza.

 

Les deseo felices fiestas a todos y sobre todo a don Amistad Cívica, que es tan cariñoso conmigo y se acuerda tanto de mí, pero quiero decirle que a mi marido le gustan las jotas pero solo un poco, no vaya usted a creer que está todo el día oyéndolas, cualquiera le aguantaría. Ahora, hasta lee a vece un poco de Debate Callejero, pero le parece que están ustedes todos un poco locos, es que para poder entenderles hay que estar acostumbrado a leerles e irles conociendo poco a poco.

Que tengan un buen año y queden con Dios

 

14 comentarios en “Muy buenos días a todos

  1. Pues sí, estas fiestas parecen revolver a todo el mundo un poco. Afortunadamente mi panorama es mucho mejor que el del año pasado por estas fechas: una niña sana y riquísima frente a un contratiempo natural que sólo contemplándolo desde hoy parece nimio. Y eso pese a que tengo a los suegros en casa, que no deja de ser una incomodidad pero echan todas las manos que hacen falta para afrontar el descontrol de la llegada de la bebita.
    Nosotros también cenamos en multitud y también es un gran follón. Afortunadamente hace ya años que no hay peleas absurdas entre los que se reúnen porque se quieren y pese a que somos absolutamente laicos es de agradecer que la Santa Madre Iglesia nos preste una excusa para reunirnos todos.
    Coincido en el desinterés por la nochevieja. Muy atrás quedan los años en los que me veía «obligado» a transitar con el coche de fiesta en fiesta, pasando más horas en atascos que disfrutando con los amigos. Eso sí, me temo que la presencia de mis suegros va a requerir algo especial este año. Veremos.
    Coincido también en lo de que no se nota tanto la crisis. Claro que se nota, al menos uno se va encontrando gente que la padece en carne propia. Pero las calles de Madrid están, como todos los años en Navidades, absolutamente saturadas de coches y ayer por la tarde era muy difícil encontrar plaza para aparcar en las Rozas Village. Claro que puede ser que las tiendas caras de Serrano estuvieran vacías porque todo el mundo se había ido a comprar en los outlets. Quién sabe, pero por la mañana en el mercado me dí de bruces con el precio de las trufas blancas, 10.900 euros el kilo, y me aseguraron que había clientes que compraban. Así que los ricos ricos deben haber perdido mucho con la crisis pero siguen siendo mucho más ricos que el resto.
    En fin, comamos y bebamos lo que corresponde y disfrutemos de lo bueno de las fiestas tratando de dejar de lado lo menos atractivo de las mismas, que para eso están las oportunidades de pasarlo bien!

  2. LLegar a casa ,despues de una noche de lujuria musical viendo como las chicas se desmelenan y lo dejan a uno con tres palmos de narices y un dolor de hue….uy…perdon…en fin…..como les iba diciendo,llegar a casa y encontrarse un «Buenos dias a todos» de Ceferina,le devuelven a uno la cordura con una sensacion de paz y libertad que muchos quisieran tener todos los dias.

    Es una lastima que Nerva se haya ido para siempre ¿? …deberia leer a Ceferina para aceptar de una vez por todas que tambien se encuentra la PAZ leyendo los articulos de Debate Callejero….jeje.

    Un millon de gracias ,Ceferina,sin ti los domingos no son domingos…y que me perdonen todos aquellos articulistas que han escrito en el dia del Señor ,nuestro Dios,en Debate Callejero…uy …perdonen …es que ya empiezo a levitar y se me cruzan los pensamientos religiosos con los laicos…jeje.

    He venido ,como siempre escuchando La Coppe en el coche .
    Es increible la mala leche que tienen «el tonto de los cojones» que empieza su sermon matinal intentando despellejar a Zapatero de una manera inmisericorde que de tan sarcastica se convierte en esperpento vomitivo.

    Yo ya les he puesto nombre «Los Sermones de la Bilis Arsenical».

    Yo no les entiendo…por favor ¡¡¡Que venga Dios y lo vea!!!

    Menos mal que Ceferina me ha devuelto la Fe en el hombre.

    Gracias un millon de gracias ,Ceferina.

    Un abrazo y un beso ,con mis respetos a su marido.

    Pep.
    ¡¡Felices Fiestas!!

  3. Muy buenas, Doña Ceferina. Un placer saludarla. A mí me pasa lo mismo que a usted, que me encanta la cena de nochebuena y no tanto la de nochevieja. A mí las Navidades me recuerdan siempre a Navidades del pasado, en las que estábamos todos. Desde que no está mi abuelo, siempre sobra media cabeza del cordero navideño; siempre me acuerdo de él mientras, sólo por tradición, me como la otra media. Ya ve, las tonterías de la nostalgia.

    Llevo mucho días esperando que llegue hoy, que es cuando vuelvo a España, pero ocurre que la ciudad se ha llenado de nieve, y dicen que es posible que cierren el aeropuerto. Perderme la cena de nochebuena es como perderme un año entero. Ya sé que hay otras muchas noches, pero cada vez es más difícil juntar a toda la familia. A nosotros sí que la crisis nos ha tocado de cerca, aunque tenemos la suerte de que, de momento, no nos falta nada esencial. No quiero ni pensar en que podamos volver al 93. Entonces no sabía lo que era la deuda pública, la inflación o el déficit exterior, pero me tocó aprender lo que era el paro a bote pronto. Aunque a mí también me da buena espina Zapatero. Ya sé que no tiene una varita mágica, pero confío en que hará lo que tenga que hacer.

    ¡Felices fiestas!

  4. Buenos días Doña Ceferina y muchas gracias.

    No es que no me guste la Navidad. Por todas partes se ven rostros sonrientes, alegres y presurosos –menos dónde no se ven-. Las noches centellean con las luces de las bombillas de Fernando, y las otras, sin que Sebastián termine de remitirlas al domicilio de cada españolit. Más de dos semanas de ocio o descanso nunca vienen mal para aquellos que aún disfrutan del placer del diario laboro…Las familias se reúnen y se desean lo mejor para el futuro…paz, amor, prosperidad, amistad….y dos huevos duros.

    Si bien, y puestos a elegir, y probablemente por esta irrefrenable pulsión precristiana que me agita, más me hubiera satisfecho la celebración de las Saturnales. Esa fiesta romana en la que, entre el 17 y el 23 de Diciembre, se invertían, siquiera como breve ficción, los modelos sociales: El esclavo se convertía en señor aunque el señor seguía siendo señor si bien actuaba como esclavo, lo prohibido era permitido, lo que antes era coacción restrictiva devenía en exceso y derroche…El regreso al caos, siquiera simulado, por unas pocas noches….

    En fín…que no se puede dar gusto a todos

    Felices Saturnales a todos.

  5. Buenos días a todos, empezando por doña Ceferina. Y siguiendo por MimoTitos, ultimamente desaparecido en los combates, supongo, de la paternidad ansiosa; por el incombustible Amistad Cívica (¿pero en estas fechas aún hay por esa isla «noches de lujuria musical» con desmelenes incluidos?…¡mira que me han ofrecido irme allí a trabajar, lo mismo me lo pienso!); y por Antesala, al que finalmente no pude conocer en NYC e imagino pendiente del aeropuerto… Vaya, casi me ha salido una postal navideña.

    Yo pertenezco a es grupo -por lo visto, nada desdeñable-, de quienes no sienten un especial aprecio por las fiestas navideñas. Y menos aún desde que se adelantaron al calendario lógico y los grandes alamacenes y los ayuntamientos nos empezaran a meternos en navidad vida ya desde finales de noviembre o casi.

    Para cuando llega la nochebuena, estoy hasta el moño de los villancicos -¡¡por Dios, que dejen de beber y beber y volver a beber en el río esos peces de los cojones!!-, y de las luces que «engalanan» nuestras calles, aunque en este último aspecto es de agradecer que, al menos en Bilbao, la crisis haya impuesto cierta sobriedad. También, me parece, en Madrid: ahí ha sido por la crisis y ¡¡por el malvado plan de Gallaradón de «descristianizar» la ciudad, según denuncian en Libertad Digital!!(lo dicho, están tronados). Y esta semana que entra me tocará aborrecer una vez más esa falsa-costumbre local del «Olentzero» (alternativa nacionalista a los reyes magos), muñeco horrendo que representa a un sucio y borracho carbonero,…¡ni el más obseso antipatriota podría haber imaginado mejor manera de denigrar a una comunidad!

    Alguna vez hasta me he imaginado a mí mismo, exagerando un poco, como ese Mr. Scrooge del cuento navideño de Dickens. Año tras año -si exceptúo, claro está, los de mi infancia (ahí sí que guardo un grato recuerdo de las fiestas aunque también recuerdo lo triste que le ponía la navidad a mi madre, será genética esta aversión)-, he soñado con pasar estas fiestas lejos de aquí, en algún lugar sin referencias navideñas, tipo caribe, áfrica austral, polinesia o extremo oriente…pero nada que hacer. La frustración va por etapas: primero son los padres, que se están haciendo mayores y no se les puede dejar sólos; luego son los hijos que quieren disfrutar del momento navideño, del árbol, el belén y los reyes; luego, cuando los hijos son autónomos empiezan a echar de menos la reunión familiar en estas fechas así que nada de desaparecer (en esta fase me encuentro); luego, llegarán, ay, los nietos y, claro, cómo van a perderse lo del montar el árbol o el belén con el abuelo cebolleta. Y cuando ya no haya coartadas en forma de padres, ni de hijos, ni de nietos, tampoco, me temo, podré ser libre para huir en estas «entrañables» fechas porque la artrosis y demás acompañantes de la senilidad incipiente me retendrán junto al calor hogareño. Y me dará yu-yu viajar lejos. Y, lo que es peor -visto desde hoy-, seguro que me asaltará la nostalgia de las celebraciones navideñas de las que casi nunca disfruté. En fin, que me estoy haciendo a la idea de que seguiré compartiendo mis diciembres con las navidades de El Corte Inglés. ¡Qué se le va a hacer!

    En fin, que les vaya bien a todos y sobrevivan a estas fiestas.

  6. Queridos amigos y amigas, buenos días. Especial y afectuoso saludo a Doña Ceferina. Ciertamente que coincido con usted en que, consideraciones teológicas al margen, si algo hay entrañable en estas Fiestas es ese reunirse la familia en casa con motivo de la Nochebuena. En mi caso, los recuerdos de la infancia son más que positivos: éramos un total de trece nietos reunidos junto con sus progenitores (cuatro parejas) y con los abuelos, en mi caso los maternos, ejerciendo de patriarcas. O sea, veititantas personas, como en su casa, Doña Ceferina. Después del fallecimiento de mi abuelo, fue mi abuela la que ejerció de matriarca para congregar en torno a sí a toda su descendencia, que ya en su últma Navidad contaba también con un biznieto. Son recuerdos entrañables, que invitan a la tristeza, a la nostalgia, pero también a la evocación alegre. Tras el fallecimiento de mi abuela, la cosa se descompuso, al no existir ese nexo que constituían los abuelos y surgir otros problemas y lamentables situaciones (que no viene al caso comentar) que nos ha distanciado a unos y otros. Desde hace años nos reunimos en casa mis padres y su descendencia. Cómo ya hay nietecillos, ahora le toca a Trigo Limpio y Señora ejercer el papel de sus mayores. Es ley de vida, y la alegría ha vuelto al hogar. Como curiosidad, recuerdo con especial cariño la Misa del Gallo, a las doce de la noche, entrando en día de Navidad, en mis años de adolescente. No por el fervor religioso de uno ni mucho menos, sino porque acudir a ella era la excusa propiciatoria para que a un quinceañero Jon Salaberria y a sus primos nos dearan los papis salir a la calle, bien embozados contra el frío, en busca de nuestra peñ de añigos y nuestros primeros ligues. Más adelante, por motivos obvios, uno mostraba preferencia por la Nochevieja por lo del marchón maximus de esa noche, pero ya no está uno para esas, con un chaval. Y encima, este año, por segunda ocasión consecutiva, paso la Nochevieja trabajando de guardia en Urgencias.

    Para Mimo Titos, seguro de que para él y los suyos ésta sera más que especial, le traigo un texto de Coral Bravo en «El Plural» que explica estupendamente que estas Fiestas, en origen, no son precisamente gentileza de la Santa, Católica y Apostólica Iglesia de Roma, sino que se pierden sus orígenes en la oscuridad de los tiempos:

    **Desde tiempos inmemoriales, la llegada de los solsticios del Sol se ha festejado por distintas civilizaciones y culturas como un motivo de celebración. El solsticio de verano –coincidente con el cénit solar sobre el Trópico de Cáncer en el Hemisferio Norte del planeta- se celebraba concurriendo con el final del calor y la recogida de las cosechas. El solsticio de invierno –que coincide con el cénit solar sobre el Trópico de Capricornio, lo cual ocurre el día 21 de diciembre- se ha festejado milenariamente como el final de la oscuridad otoñal y el inicio de los días paulatinamente más bañados por la luz del sol, simbolizando el final de «las tinieblas» y el triunfo del Sol y la luz.**

    Es una obviedad histórica, pero el periplo en burra de la Sagrada Familia se produjo con motivo no sólo de la persecución de Herodes, sino para censrse, labor que Roma efectuaba en provincis y protectorados de clima maditerráneo aprovechando la cosecha del cereal (trigo, especialmente), cuando los braceros se acercaban a contratar sus servicios a las poblaciones principales. Luego el nacimiento de Jesús se produciría en fechas veraniegas, no en pleno invierno. Lo que sí es una novedad (para mí que soy creyente y que es precísamente en ésto en lo que creo) del cristianismo, es el mensaje de amor, solidaridad y tolerancia a raiz de estos acontecimientos. Mensaje evangélico prostituido por las jerarquías desde que la Iglesia perdió su carácter asambleario y democrático de sus orígenes, los de la persecución y la ilegalidad. Gracias a Constantino.

    Feliz domingo a todos, como anticipo de las Fiestas, y un beso grande para nuestra Doña Ceferina.

  7. Gracias, Ceferina, por su artículo.

    Suprimamos la noche del 31 de diciembre. Pero hay algo que da mucha más caspa: los programas que siguen a la adjudicación de los premios de la Lotería, esa estafa organizada cada semana impunemente por el Estado, que el 22 de diciembre adquiere dimensiones trágicas. Las imágenes de gente duchándose con sidra achampanada; los intrépidos e inquisitivos reporteros haciendo preguntas inteligentes («Â¿Está usted contento? ¿A qué va a dedicar el premio?»); las respuestas originales, demostración inmarcesible del ingenio de la raza («Para tapar huecos… para la hipoteca»)… A uno le entra urgencia por subirse a un avión y largarse a las antípodas.

    Sin embargo, como bien dijo el sabio: «En las antípodas todo es idéntico, idéntico a lo autóctono…». http://www.youtube.com/watch?v=wW-yXovlJEo. Éste es mi regalo navideño.

    Abrazos para todos.

  8. Muchas gracias, doña Ceferina, por su artículo y por hablarnos de las Navidades. Lo mismo que el otro día DC se dedicó a la ópera por idea de Sicilia, parece que hoy le toca a las Navidades. Está bien dejar la política un poco a un lado de vez en cuando.
    Lo primero que quiero es desearle a Antesala que pueda coger su avión. Y decirle a Barañain que es difícil escribir mejor sobre las Navidades. Y sobre cualquier cosa. Yo soy de los que, como Amistad, admiro profundamente a Barañain y creo que este blog no sería lo que es si no estuviera Barañain en él.
    YO comparto con Ceferina y se ve que con alguno más, la aversión por la Noche Vieja. Y odio ese «ya es Navidad en el Corte Inglés» que nos martillea los oídos casi cuando llegamos del veraneo, lo mismo que nos martillea el «ya es primavera» casi cuando acabamos de tomar las uvas.
    Mis recuerdos de las Navidades de la infancia no pueden ser mejores. Cena multitudinaria y pantagruélica en casa de mis abuelos la Nochebuena, con todos los tíos y primos, con los niños cantando villancicos que por la tarde ensayábamos con una hermana de mi madre. Y eso con abuelos republicanos y anticlericales a más no poder, y padres y tíos igual. No había el menor espíritu religioso, pero se cantaban villancicos y se celebraba por todo lo alto. Y se comían maravillas en cantidades gigantescas, hechas por mi abuela que era una gran cocinera. Y el día de Año Nuevo se repetía la fiesta, esta vez comida, porque además de la llegada del nuevo año, se celebraba el santo de mi abuelo. Y luego el día de Reyes, con visita matutina casa por casa de los familiares para ir recogiendo los regalos. En fin, recuerdos inmejorables.
    Luego la familia se fue desmembrando, los abuelos desaparecieron, y los hermanos empezamos a estudiar fuera y no volvíamos a casa por Navidad, como Antesala. Pero siempre tratamos de conservar la tradición.
    Y hoy es una nueva multitud, también cenando juntos y tratando de que los más pequeños canten villancicos.
    Una curiosidad, Teoura (por cierto, gracias por la canción de Krahe), ¿te dan permiso en la gasolinera las dos noches de fiesta, solo una o ninguna?
    Que lo pasen bien.

  9. Buenos dias:

    Dicen la astrologia que por lo visto a los Tauro nos gusta comer y beber bien. No puedo estar mas de acuerdo con ese rasgo. Por eso me encantan las navidades. En mi casa cenamos juntos Nochebuena, Nochevieja y Reyes, y me gusta mucho. El resto de asunto me fastidia mas, sobre todo las aglomeraciones de gente. Me pasa como a algun bloguista que la Nochevieja ya me va dando cada vez mas por saco, sobre todo el hecho de tener que salir a las doce y pico o una de la noche a cargar las bodegas de alcohol, pero el caso es que si no lo hago..todavia me da el noseque de que no estoy sacandole partido.

    Esperemos que la crisis se note lo menos posible aunque seguro que hay mas de una casa donde la cosa no es como fue en años pasados, que pase pronto.

    En cuanto a lo demas, aprovecho yo tambien ya para desearos unas felices fiestas, que lo paseis bien, que no os dejeis amargar por la gente mala y que el año que viene nos haga un poco mejores a todos.

    Doña Cefereina, tiene usted que escribir más, que lo sepa. Siga con nosotros.

    Un abrazo

  10. No sabía ese rasgo de los Tauro, Sicilia: el de que nos gusta comer y beber bien. Soy Tauro y lo confirmo.

  11. Interesante artículo del diputado del PP Lassalle en El País: un canto a la moderación política, con citas y todo. Parece mentira, vistas las gentes con las que se junta este muchacho.

    (Yo, PTQNQ, soy un trabajador comprometido con los objetivos de la empresa, así que estoy de guardia las dos noches.)

  12. Doña Ceferina nos manda una felicitación navideña muy cálida y otros recuerdan las fiestas navideñas de su infancia. Al mismo tiempo, doña Ceferina señala la particularidad de las de este año: la recesión económica, la mayor desde la gran depresión. Aunque encontremos los grandes almacenes repletos, habrá muchísimas familias que estarán midiendo gastos, sacrificando algo o, de lo contrario, las cifras de personas en paro serían falsas.
    Me ha hecho mucha gracia lo que nos cuenta Barañaín sobre que, aunque nunca ha sentido un especial aprecio por las fiestas navideñas, se ve fatalmente obligado a festejarlas hasta que sea el abuelo cebolleta. Barañain se olvida de que en esos sitios del Caribe u Oceanía a donde le gustaría huir en Navidades, tampoco se librará de las fiestas navideñas, puesto que los servicios de animación del hotel correspondiente se encargarán de festejar el 24 y 25 de diciembre en cuanto baje al comedor. Teoura nos advierte, con la canción de Krahe, de que en las Antípodas todo es igual.
    Yo siempre he disfrutado de las fiestas navideñas. Obviamente de pequeño, lo del niño Jesus refugiado en un pesebre me emocionaba bastante. El burro y el buey le daban calor, el ángel despertaba a los pastores en medio de la noche, etc.. Yo y mis hermanos, cantábamos villancicos alemanes, que la niñera alemana de mi hermano menor nos enseñó. Eran un poco melancólicos, pero todo ello era muy emocionante. Montar el belén y el árbol de navidad era muy divertido y, en contradicción con el espíritu de unión, mi hermano mayor y yo nos peleábamos mucho, colocar aquí o allí una figura o una bola del árbol era el motivo. Él acudía al principio de autoridad y yo no lo aceptaba, acudíamos al juez (mi madre) y la cosa solía acabar con mi hermano marchándose al no conseguir del juez toda la razón.
    Que las fiestas navideñas desde tiempos inmemoriales son la compensación por los días tan cortos y frios del hemisferio Norte es obvio. Me parece fundamental que las ciudades se llenen de luces, árboles y nacimientos. No hay que ahorrar energía en ello. Los que sí pueden hacerlo son los habitantes del hemisferio Sur o los cercanos al Ecuador de ambos hemisferios, que se ven obligados a celebrar la fiesta con mucha luz y calor, pero fue el hemisferio Norte el que conquistó al hemisferio Sur imponiéndole su cultura. Cualquiera que fuese la época del año en que nació el niño Jesus, la Iglesia muy sabiamente lo hizo coincidir con el solsticio de invierno. En efecto, el niño vino a salvar a los humanos y les vino a salvar del pecado original. Por culpa de éste, la humanidad fue arrojada al frío, al hambre, a la enfermedad. Es, por tanto, una celebración idéntica a la de culturas anteriores pidiendo a los dioses la vuelta de mejores tiempos.

  13. Buenas tardes dominicales a todos, especialmente a Doña Ceferina, que siempre nos pone los pies en la tierra. A mi la Navidad no me parece cargante ni lo contrario, es algo a lo que me he acostumbrado con los años. Me gusta que llegue y que rompa con la rutina del otoño. Me preocupa más la pre-navidad, que últimamente empieza a agobiarme mucho más que todas las fiestas juntas. Todos esos amigos y familiares a los que toca ver en los días anteriores a la Nochebuena… No es que molesten, pero tanta cena, noche sí, noche también, me hacen llegar a la Nochebuena completamente ahíto, con kilos de más y sueño de menos.

    Cualquiera entiende las Navidades en época de crisis. Ayer contaban casos escalofriantes en la Noria de mujeres que ante la adversidad económica deciden prostituirse. Aunque en ese mismo programa salió el ex de Falete, un verdadero sinvergüenza, lo que le quita algo de credibilidad al asunto. Por otro lado, uno sale a la calle y se queda pasmado viendo todo lleno, restaurantes y comercios, la gente comprando i-phones como si fueran castañas asadas, se los llevan por docenas. Confirmo la historia de Don Ceferina sobre el parque de atracciones. A mi me pasó lo mismo con mi hija hace muy poco: casi 25 minutos de espera para conseguir montar en la montaña rusa infantil.

    Estragos navideños: no hay paridas dignas de reseñar hoy en el diario global.

  14. Queridos amigos y amigas, puestos a las evocaciones navideñas, yo os voy a traer las más recientes, la de las tres Navidades que, por motivo de trabajo, he tenido ocasión de vivir en la preciosa y acogedora localidad malagueña de Cómpeta, en la Sierra de Tejeda-Almijara. Allí existen dos costumbres navideñas, una más reciente y otra más ancestral. La más antigua es la «rondallica»: un grupo muy nutrido de vecinos de la localidad, desde la madrugada del día 25, Dia de Navidad, y luego durante toda la jornada, recorren las calles, guitarras, panderetas y botellas de anís en mano (vacías, para darles uso musical) cantando villancicos cuyas composiciones nadie recuerda en qué años se hicieron. Primero acuden a los domiclios donde existen personas convalecientes de enfermedad y que no pueden salir a la calle. Luego acuden a felicitar a los que denominan «Ã¡ngeles de la guarda», esto es, a los guardias civiles, policías locales y personal sanitario en turno de urgencia, acompañados de riquísimas matecadas, polvorones, hojaldrinas, anisados del lugar y ese riquísimo vino de postre derivado de pasas moscatel que parece caramelo liquido. Es una costumbre entrañable y a los que nos tocó trabajar en fechas tan señaladas lejos de la familia nos emocionaba especialmente. La segunda costumbre, más novedosa, es la de la Misa del Gallo. Debido a la presencia, desde hace un par de décadas, de una nutrida colonia británica en la localidad, la Misa se ha reconvertido en un acto ecuménico donde coinciden los católicos, los anglicanos e incluso acuden no pocos ciudadanos magrebíes de los que residen en el lugar por motivos laborales. Es un acto precioso donde se mezclan las canciones de Navidad corales británicas, los villancicos andaluces tradicionales en honor «der Niño Manué», y los ancestrales villancicos malagueños por verdiales.

    Una maravilla. Recomiendo a todo el que tenga ocasión, que si bien no le sea posible en estas fechas, aproveche para visitar esta localidad que es mi pueblo de adopción, ya que tras tres años destinado allí (aunque residiendo en la cercana Vélez-Málaga) me siento un competeño más. Hay pocos lugares donde disfrutar una gastronomía igual, donde se crían los mejores vinos moscatel del mundo, y donde la afabilidad y hospitalidad de sus gentes te hacen entir como si de allí fueres de nacimiento.

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