MCEC
La entrevista de la ETA en Gara el otro dÃa admite varias lecturas. La más obvia supone concluir que dado el lenguaje empleado y las condiciones impuestas para continuar el proceso de paz, ETA no está, nunca estuvo y nunca estará dispuesta a cesar en su actividad criminal a menos que reciba a cambio las consabidas territorialidad y autodeterminación vascas. Es decir, que no está madura para aceptar el fin dialogado de la violencia en los términos y con los lÃmites constitucionales que ofreció el Congreso. La reconstitución del Complejo Donosti durante el “alto el fuego permanente��? vendrÃa a confirmar la falta de voluntad o sinceridad etarra.
De lo anterior se deducirÃa que Zapatero se ha quemado jugando con el fuego de su proceso de paz, tan personalÃsimamente diseñado y dirigido. El escorpión etarra no habrÃa podido por menos que morder a la rana zapateril aún sabiendo, como sabemos todos, que llegar al acuerdo propuesto serÃa su mejor baza para tratar de procurarse una salida que podrÃan vender como “digna��? tras tanto desmán polÃticamente inútil.
A raÃz de esta lectura la derecha y los escépticos reivindican, en mayor o menor medida, lo acertado de sus anteriores admoniciones sobre la insaciabilidad de los terroristas, la imposición siempre en ETA de los duros sobre los moderados, la percepción etarra de cualquier flexibilidad del Estado como debilidad, etc. Y por supuesto, los más derechistas no olvidan volver a reprochar, además de la falta de resultados del proceso, la ilegitimidad inicial sobre la que se fundaba semejante apaciguamiento del terror a expensas de la dignidad de sus vÃctimas.
Pero cabe también otra lectura del comunicado de ETA: la ETA que conocemos desde hace décadas ha desaparecido, ya no existe. Entiéndaseme bien. Sigue habiendo etarras dispuestos a matar y con capacidad para hacerlo, por lo que es perfectamente posible que vuelvan a hacerlo. Pero es posible que la organización como tal, como siempre la habÃamos conocido, haya dejado de existir.
De siempre ETA ha venido manteniendo una estructura organizada de triple faz, polÃtica, militar y logÃstica, con lugartenientes prestos a reemplazar a los jefes de los “aparatos��? cuando eran detenidos, con varios comandos estables y algunos itinerantes, con un departamento de extorsión eficaz y con un departamento de relaciones internacionales que mantenÃa contactos fluidos en Europa y Latinoamérica para procurarse armas. El mundo abertzale mantenÃa una organización igualmente sofisticada y disciplinada, con partido polÃtico, sindicato, movimiento juvenil, de mujeres, medios de comunicación, apoyo a los presos, etc. Y qué decir de los presos, siempre prestos a seguir las consignas que el departamento jurÃdico del cotarro trasladaba eficazmente pese a la dispersión.
Todo esto ha desaparecido en gran medida. Sin embargo, nos fijamos más en que Batasuna no es capaz de sacudirse el yugo de ETA que en el caos y desorden en el que está sucumbiendo el entramado etarra. La huelga de hambre de De Juana fue una buena muestra pero recordemos la carta de Pakito y cia. y también, episodio menos conocido, la sanción impuesta a Txeroki por la dirección por indisciplina poco antes de que el rosario de detenciones le auparan a la jefatura militar. Hemos leÃdo lo indecible sobre sus supuestos tira y afloja con Ternera pero apenas nada sobre lo patético que resulta que Ternera promocione a su hijo en la organización, y aparentemente también a la novia de éste. Sà sabemos del cada vez más escaso adoctrinamiento ideológico y menos sofisticado entrenamiento que reciben las nuevas hornadas del terror. Por no hablar de los crecientemente paupérrimos medios con los que cuentan, para entrar en España, para reconstituir comandos, armas, etc.
Desde mi perspectiva la conclusión más importante de la última entrevista en GARA y de la génesis de la enésima reconstitución del Complejo Donosti es que la ETA que conocÃamos ha desaparecido. Estamos ahora frente a un grupo terrorista en avanzada y rápida descomposición, al que la clandestinidad no permite coordinar sus acciones y en el que cada portavoz que se considera autorizado imparte doctrina según le parece. AsÃ, mientras Txeroki manda un sicario a Guipúzcoa con instrucciones concretas de hacer o no hacer según y cómo, los de Ternera siguen predicando su mantra polÃtico desde GARA, casi suplicando que consideremos la T4 como un Canary Wharf cualquiera, que ayudó a desbloquear el ahora exitoso proceso irlandés.
Ya tenÃamos noción de que los éxitos policiales y judiciales, el terrorismo islamista y la realidad polÃtica vasca habÃan erosionado considerablemente la capacidad logÃstica y de maniobra polÃtica etarra. Pero la abrumadora mayorÃa de los informes que leemos y de los análisis que se hacen sobre ETA asumen que mantiene la capacidad de actuar coherentemente, de la que yo cada vez dudo más.
Lo cual es una buena noticia porque la descoordinación provoca errores, polÃticos y materiales, que acentúan las contradicciones y permiten éxitos policiales. Y también porque uno de los principales atractivos de ETA a ojos de la juventud vasca era precisamente esa capacidad de mantener el pulso al Estado, de sobreponerse a las redadas y regenerarse tras cada golpe, manteniendo una estructura incólume y un discurso trabado. Lo que también contribuirÃa a acelerar la materialización del tan anhelado divorcio Batasuna-ETA, cuando aquélla aprecie con mayor nitidez el caos imperante en ésta y su consiguiente pérdida de poder.
Pero la descomposición de ETA serÃa también una mala noticia para todos los que hemos apoyado el proceso de paz con vistas a alcanzar un fin dialogado de la violencia. Porque si ETA ya es casi GRAPO ya no cabrÃa un cierre de actividades ordenado, por el que todos los etarras a una aceptaran cesar en su actividad a cambio de recortes de condena y otras medidas penitenciarias similares, con la coartada de que en paralelo se abrirÃa un proceso de diálogo polÃtico sin más lÃmites que los que el consenso democrático impusiese. Y dado que ETA mantiene parte de su capacidad mortÃfera, me gustarÃa equivocarme pero creo que la descomposición organizativa que detecto nos acerca a la vuelta del escenario sangriento dada la incapacidad de la organización de mantener la conclusión de que la violencia era contraproducente para la consecución de sus fines polÃticos.
En todo caso, la senda a seguir por el Gobierno en los próximos meses es, a mi juicio, diáfana: mantener la firmeza policial y judicial contra el entramado etarra dentro de las condiciones legales y polÃticas establecidas por la Ley de Partidos y la resolución del Congreso de 2005.
Pese a la amenaza etarra de retomar la violencia “de verdad��? si la izquierda abertzale no puede presentarse a las elecciones, la concurrencia electoral de ésta debe depender exclusivamente de si las agrupaciones electorales que someterá a la Junta Electoral cumplen los criterios establecidos por la Ley de Partidos. Si hacen los deberes correctamente, algo que está en su mano, no deberÃa impedÃrseles competir forzando la legalidad. Y seguramente serÃa lo mejor, tanto polÃticamente, para medir fuerzas, como en términos humanos, porque contribuirÃa a deslegitimar el discurso de ausencia de democracia en la CAPV que ETA necesita para proseguir con su entramado mafioso.
Pero si por torpeza jurÃdica o por bravuconerÃa polÃtica vuelven a intentar soslayar la legalidad no deberÃa haber concesiones polÃticas, aún a sabiendas de que los más locos dentro de ETA tienen ya “permiso��? de los menos locos para retomar la sangrÃa, si les es posible durante la campaña misma.
No deberÃa haber concesiones “polÃticas��? por varias razones: porque la ley está para cumplirse y porque serÃa un suicidio polÃtico frente al PP. Pero también porque aunque cada dÃa que pasa haga más difÃcil la vuelta al pasado y sea necesario que el Gobierno esté dispuesto a arriesgar en ocasiones toma decisiones polÃticamente difÃciles, las concesiones serÃan ahora inútiles dado que Batasuna no tendrÃa ya capacidad de arrastrar al campo de la razón a una ETA desorganizada, caótica e incoherente.