No va a quedar ni el apuntador

Senyor_J

Sería muy saludable que esa moda recientemente instaurada perviviera. Me refiero a la de que cada lunes se produzcan dimisiones: un lunes dimite Alfredo, al siguiente Juan Carlos I… Candidatos adecuados no faltan y algunas resultan verdaderamente necesarias, pero suele fallar la voluntad. De hecho, las renuncias mencionadas no han sido causadas por “la voluntad de” sino por “la necesidad de”, tras los huracanes en los que nos hallamos inmersos desde hace bastantes meses, que, como tales, primero se forman y luego cogen fuerza.

Los destrozos más visibles de los mismos se produjeron sin duda en la noche del 25M. No parece necesario recordar las cifras del golpe a los equilibrios bipartidistas, pero lo haré porque tengo serias dudas de que se hayan asimilado debidamente: 5 millones de votos menos. Y es que asimilar bien las cosas es importante, ya que tenemos una enorme propensión al autoengaño, lo que puede decantar a muchos a asumir lecturas del tipo “esto es circunstancial”, “las Europeas son propicias a esto” y blablablá. Obviamente lo mismo ocurre también en el otro lado: “Nos vamos a comer el mundo porque Podemos” tampoco es una afirmación ponderada y tiene ecos de ese pensamiento mágico que tantas veces flota igualmente sobre parte del soberanismo catalán, según el cual “si volem, podrem” (“si queremos, podremos”). Pues no, querer no es poder, aunque también es cierto que si no quieres, difícilmente puedes. Tampoco está de más recordar que querer que todo cambie no implica que vaya a cambiar nada; ni olvidar, que el que quiere cambiarlo todo, es probable que acabe no cambiando nada.

Dejando de lado las frases hechas, centrémonos en lo que sí que está cambiando. Entre otras cosas, algo muy importante: las mentalidades. Lo de dar por bueno lo que hay cotiza a la baja en la sociedad española. La mentalidad de padres y abuelos, según la cual, gobernase quien gobernase, vivíamos inmersos en la mejorar permanente de la calidad de vida, facilitando la formación de mayorías amplias alrededor de los partidos de gobierno, deja paso a la de los hijos y nietos que vivieron primero el mileurismo y ahora ni siquiera eso, incluso aunque les salgan los títulos de las orejas. Se trata de aquellos que forman la primera generación con peores condiciones de vida que sus padres y tienen una conciencia creciente de ello. Ese retroceso en las condiciones materiales es parte de la base de un cambio de mentalidad que está modificando las actitudes hacia la participación política, lo que se expresa, entre otras cosas, en la exigencia de más canales de participación, pero no porque la gente experimente una súbita vocación electoral, sino porque se ha perdido la confianza en los representantes. ¿Y en qué se concreta eso? En preocupación por su inclinación hacia el latrocinio, en escepticismo respecto a su voluntad de hacer mejor la vida de la gente y en la determinación de ejercer un control más directo sobre las decisiones que se toman.

Dichos cambios en las formas de pensar sustentan en buena medida el reciente seísmo electoral, ese mediante el cual una fuerza surgida de la nada pero con un buen referente televisivo, buenos conocimientos sociológicos y mucha habilidad para insertarse en las redes sociales, ha sido capaz de aglutinar tras de sí esas nuevas mentalidades y traducirlas en votos. Se habla mucho, por cierto, de que si el secreto de su éxito son las redes (ámbito que ahora nadie discute ya que es crucial, como ya comentábamos en su día) o es la tele, discusión que se parece un poco a aquello de los galgos y los podencos. No hace falta darle tantas vueltas, puesto que todos esos espacios se refuerzan mutuamente. La notoriedad social de gente como Pablo Iglesias y, en menor medida, de Alberto Garzón se forja en primera instancia en la calle y en las redes, lo que facilita que después den el salto a la tele y que ese triple espacio (calle, tele, redes) entre en una secuencia de círculo virtuoso que propicia que la candidatura de Podemos alcance una dimensión electoral que supere todas las previsiones. Y lo que es más importante: que lo haga con un enorme número de votos. Para que eso pase con esa intensidad, es necesario que sean muchas las cosas de fondo las que hayan cambiado: expansión de nuevas formas de pensar la política, poder creciente de las redes sociales (muy beneficiosas para quienes saben utilizarlas, por cierto), apertura de los contenidos televisivos, mayor pluralidad de la oferta comunicativa en general (no solo tele: muy especialmente prensa on line) y menos reparos y más disposición a la movilización. Todo ello en el contexto de una crisis que acelera todas esas tendencias.

¿Pero por qué aglutina Podemos y no otros? Hipotéticamente otros también podrían hacerlo (y sospecho que en claves completamente distinta). Sin embargo, no hay de momento nadie más con el talento necesario. Sea como sea, más allá de sus competencias para difundirse por todo tipo de medios, lo que diferencia al caso de Podemos es que, como otras manifestaciones post15M, suena distinto: dicho de otro modo, su discurso, su mensaje, conecta muchísimo mejor en esas nuevas mentalidades que el bipartidismo clásico. De entrada señala con el dedo a los responsables y grandes beneficiados de la crisis, esos poderes económicos y financieros, siempre ausentes del discurso del bipartidismo, lo que agradecen enormemente miles de personas seriamente perjudicadas en sus ingresos. También su imagen y el tono de sus mensajes se encuentran perfectamente adaptados a los tiempos, pero es en su invitación a una participación amplia y sin límites donde tienen su mejor baza, porque al fin y al cabo todas esas tendencias que mencionaba evocan esencialmente una mayor voluntad de participar, en muchos sentidos y de diferentes maneras.

El efecto Podemos es otra alerta de que las viejas reglas ya no valen y van a tener que cambiarse. De ahí que las tentativas de generar una sucesión burocrática en la Corona de España entren en colisión con dichas mentalidades y desencadenen importantes manifestaciones en la calle el mismo día de saberse la noticia. La demanda de referéndum para decidir sobre la sucesión es una cuestión lógica e irrenunciable para unos sectores de la sociedad hastiados de las funestas consecuencias de los dedazos y del enchufismo por sistema. O de que el rey sea un tipo que se puede codear con cualquier magnate español y  cazar junto a él, pero al que ningún ciudadano de a pie puede acceder, ni saber en qué consiste exactamente su actividad real. Esos ciudadanos, además, no participan en absoluto de la metafísica monárquica, según la cual el  jefe del Estado no debe elegirse por los votos sino por los genes, una noción propia de mentalidades anacrónicas y oscuras que explican otras rarezas como el Concordato y que son fenómenos que tienen raíces históricas, pero resultan absolutamente inaceptables en pleno siglo XXI. De hecho hace décadas que se rechazan, lo que ocurre es que es ahora cuando la gente se está empezando a dar cuenta de ello a gran escala, porque por fin comienzan a ser conscientes del coste que eso tiene en sus vidas.

Entretanto no son pocos los políticos del mundillo que no se dan por enterados y que piensan en continuar como si tal cosa. Seguirán considerando que todo es coyuntural, cuando lo que se está produciendo es un cambio estructural. Los bipartidistas miran el escenario con mentalidades de la década de 1990 (bueno, parte del PP sin duda con mentalidades bastante anteriores). Creen que vuelve a tocar tirar de cosmética o gatopardismo, en la línea de ese largo proceso que ha convertido a la socialdemocracia en una suerte de caballero de la triste figura, pero en una parte importante y creciente de la sociedad eso no va a colar. La sensación dominante es que no existe en el entorno de dicha socialdemocracia una masa crítica adecuada que abrace las nuevas mentalidades, proceda con la imprescindible reforma integral que ese espacio debe acometer para intentar ser un referente de izquierdas y asuma las consecuencias discursivas y programáticas correspondientes (cuestión esta última que supone un auténtico reto: casos como el supuesto republicanismo del PSOE muestran a todos que las incoherencias entre lo que se dice ser y lo que se es realmente son marca de la casa ). En el contexto español, todos sabemos cómo evoluciona el relevo al frente del  PSOE, a quien solo le faltan un par de elecciones para dilucidar si se está al borde del precipicio o se encuentra ya cayendo en el abismo.

No obstante, el escenario también obliga a tomar decisiones en otros ámbitos. Para que el ciudadano que grita “No nos representan” o “Si se puede” encuentre representación sólida y suficiente en fuerzas más afines, la fragmentación del espacio izquierdista supone una gran amenaza y será misión de las fuerzas políticas nuevas y menos nuevas el aportar soluciones al respecto si quieren estar a la altura de su discurso y de sus proyectos. En lo que se refiere a Izquierda Unida y las organizaciones que la engloban, es evidente que ha llegado el momento de perseguir una confluencia adecuada para no ser otra de las organizaciones superada por las nuevas mentalidades, lo que implica cambios de personas, organizativos y estratégicos a llevar a cabo a muy corto plazo. De lo contrario, bien podría ser que la izquierda más unida la formen otros y que IU se desdibuje. Por lo demás, defenestrar el pensamiento mágico y poner sobre la mesa y con todo el rigor el “programa, programa” es también una necesidad imperiosa para todo este espacio a la izquierda del bipartidismo.

Y acabo señalando que si se tiene en cuenta todo lo anterior, igual es más fácil entender a esos catalanes díscolos y desafiadores, porque todo sigue el mismo esquema. Las mentalidades han mutado profundamente en Cataluña en pocos años, de forma parecida y distinta a la vez. En ese caso, no se culpa a un régimen bipartidista, sino a España como concepto, y la respuesta ha sido un viraje fuerte hacia posiciones soberanistas. Las actitudes del bipartidismo español hacia la cuestión también son aquí las de siempre. En Cataluña existe todavía una disonancia, que se relaciona con el peso que una fuerza como CiU tiene aun en todo el proceso, pero su papel  declina inexorablemente a favor de ERC, partido mejor conectado con las nuevas mentalidades. Las tendencias son las mismas, pero se expresan de manera distinta excepto en un aspecto: el creciente descalabro electoral de CiU, en tanto que viejo partido del sistema.

La crisis española ha hecho envejecer aceleradamente a las formas de hacer política generadas tras la Transición, el rechazo de la misma crece entre la población y réplicas significativas empiezan a emerger. Así está la cosa y bueno sería ir tomando conciencia de ello, porque de lo contrario, al final, “aquí no va a quedar ni el apuntador”. Fin de la cita.

10 comentarios en “No va a quedar ni el apuntador

  1. Me gusta y comparto el análisis sobre el circulo virtuoso (calle, tele, redes) explicando ascenso de Alberto Garzón y Pablemos, como algo más complejo que fuerza de la tele por sí. Es importante tener algo que decir y saber decirlo, cuando hay quien piensa que con un twitter y un facebook ya se tira para adelante.
    Destacable la caída de votos a PP-PSOE, pero ojo, mucho movimiento pero el PP puede seguir gobernando mucho tiempo por más que Podemos sacase 60 diputados, pq no parece conformarse un programa alternativo que tuviese más diputados que los del PP. Hablamos de pasokizacion, pero deberíamos mirar que Nueva Democracia sigue por ahí, y que dentro del malestar creciente hay quienes no apuntan hacía los de arriba sino hacía los de abajo.

    Un pero pondría, en eso de ser generaciones con peor vida que nuestros padres… la vida de mis padres diría que ha sido más dura que la mía, no sé como será la comparación el día de la jubilación, pero a día de hoy gano. Es verdad que la tendencia suya fue siempre hacía arriba y desde muy abajo.

    IU tendrá que espabilar sí, pero Pablemos también se verá en los bretes de los que se quejan de PPOE pero luego te piden que pactes con PSOE para luego acusarte de venderte por un cargo, será interesante ver como lo resuelven.

  2. Sigo sin enterarme de cuál es la “nueva mentalidad” que – según Senyor_J -, está aflorando en España y que explicaría el auge del populismo, del que Podemos es su última expresión, no demasiado original en sus planteamientos aunque sí en la rapidez del reclutamiento de sus fieles, gracias a su exitosa gestión de las nuevas redes de comunicación. Para el articulista, “su imagen y el tono de sus mensajes se encuentran perfectamente adaptados a los tiempos, pero es en su invitación a una participación amplia y sin límites donde tienen su mejor baza”. Ya, pero lo que suele ocurrir es que agotado el gesto (la explosiva demostración colectiva de hartazgo) la carencia de alternativas reales hace que la expectativa generada se diluya, aunque sea con un ritmo más lento del que la ha hecho crecer. Reunir a sus fieles en asambleas a proclamar lo que no les gusta de lo que hay está bien, pero lo que importa -y lo que se echará en falta cada vez más, a medida que tengan que asumir alguna responsabilidad-, es saber en qué acción política se concreta ese desahogo. Era un clásico de la escuela (y de la universidad) que el profesor perezoso trate de vez en cuando de esconder su vagancia o nulidad invitando a que el alumnado se entretenga dando rienda suelta a sus ocurrencias (“vamos a hacer hoy una clase participativa”) para pasar el tiempo sin que se note que no se ha preparado la lección o que no tiene nada que decir.

    Dejo para otro momento esas asombrosas apreciaciones sobre las “tentativas de generar una sucesión burocrática en la Corona”, que de burocrática no tiene nada pues es expresión, simple y llanamente, de la legalidad democrática o que “la demanda de referéndum … es una cuestión lógica e irrenunciable” (¡?) o que sean sólo “mentalidades anacrónicas y oscuras” las que explican la pervivencia de la institución monárquica (entre otros lugares en algunos países que encarnan el más alto grado de desarrollo, libertad y progreso social).

    La mayor contradicción es la de ver en la situación actual “cambio estructural” y creer que la primera víctima del mismo es el bipartidismo. En realidad, a lo que aspira el populismo es a sustituir el actual bipartidismo por otro en el que ellos ocupen uno de los polos. Eso es todo. De ahí que el articulista vea –y seguramente con agrado-, que la socialdemocracia esté a punto de desaparecer por el precipicio y, a continuación (¿o será antes?) advierta de que la izquierda alternativa (IU) deberá sumarse a “una confluencia adecuada para no ser otra de las organizaciones superada por las nuevas mentalidades”. ¡Vaya con las nuevas mentalidades! Así que el futuro luminoso que nos espera es el de una gran fuerza popular que se enfrente al PP: ¿no se llamará a eso bipartidismo? Y eso en el mejor de los casos, porque los peores populismos han pretendido englobar en su proyecto totalitario a ambos polos, dejando fuera de juego cualquier discrepancia. Que el régimen venezolano sea lo que más emociona a nuestros nuevos Savonarolas quizá no sea una premonición pero debería alejarnos de la ingenuidad analítica. Que aquí no va a quedar ni el apuntador, según advierte el articulista.

    Y resulta que esa “nueva mentalidad” es también lo que explica el auge del soberanismo, precisamente en las comunidades más ricas del país. Si ahora “es más fácil entender a esos catalanes díscolos y desafiadores, porque todo sigue el mismo esquema” ya que “las mentalidades han mutado profundamente en Cataluña en pocos años, de forma parecida y distinta a la vez” y resulta que allí “no se culpa a un régimen bipartidista, sino a España como concepto”, deberíamos concluir que lo fundamental es poder identificar ante las masas airadas a un enemigo concreto contra el que proyectar su frustración.

    Escribe hoy –magníficamente, como siempre-, José Alvarez Junco en El País (“El temor al Maligno”) llamando la atención sobre la continuidad histórica de la mentalidad de los populismos y la similitud de sus esquemas más allá de discrepancias sobre la figura que en cada caso encarna el mal: “(…) Los populismos han repetido y repiten el mismo esquema. Tanto el UKIP británico de Nigel Farage como el Frente Nacional de Le Pen en Francia, el PPV del holandés Geert Wilders, el Partido Popular Danés o los Verdaderos Finlandeses, coinciden en cultivar el miedo a los inmigrantes como amenaza para “nuestra forma de ser”. … Esperemos que la gente nueva de Podemos no caiga en la tentación de cultivar esta veta discursiva, ahora que han bautizado al gran malvado como “la Casta”. No seré tan ingenuo como para pedir que el discurso político sea racional. Pero, al menos, que sea un poco menos infantil”. Amén.
    (http://elpais.com/elpais/2014/06/05/opinion/1401961892_180463.html )

  3. Justo leo ahora mismo, que Zaplana y Bono están dispuestos a estudiar y presentar propuestas sobre regeneración democrática, financiación autonómica o cualquier otra cuestión que pueda ayudar a mejorar el consenso en el Estado en estos momentos de crisis y desafección hacia los políticos jjjjjjjjjjjjjjjjjj……JJJJJJJJJJJJ Fundación España Constitucional JAJAJAJAAJAJAJAJAJAJAAJAJa

    Impulsada por el socialista José Bono y el popular Eduardo Zaplana, esta fundación cuenta con el apoyo de Ángel Acebes por parte del PP; Elena Salgado, Cristina Garmendia o Carlos Solchaga por parte del PSOE; y de Marcelino Oreja y Rodolfo Martín Villa, de la UCD.

    No es una broma: http://www.elperiodico.com/es/noticias/politica/cuarentena-exministros-presentan-valencia-fundacion-defensa-constitucion-3292884

    Con defensores así, la Consti no necesita enemigos.

  4. » …… La crisis española ha hecho envejecer aceleradamente a las formas de hacer política generadas tras la Transición, …… »

    El problema es que no se han alterado las formas de generar puestos de trabajo y el paro sigue siendo el primer problema del pais, por lo que las cosas siguen y seguirán siendo como son a pesar de Podemos, partido político que a mi entender no va a tener más influncia que facilitar una nueva mayoría absoluta al PP. …… al tiempo.

  5. #Barañain, no tengo claro que quiere decir con populismo, sí tengo claro que es la extremaderecha… que es lo ejemplos que pone. Para mi tanto populismo como demagogia es proponer hacer cosas a sabiendas de que no se podrán hacer por ejemplo lo del millón de empleos de FG o lo de no vamos a subir los impuestos del PP por no seguir con un montón más de propuestas, hace como que te importan las clases populares y luego indultar a banqueros condenados… todo esto es populismo. Habrá que ver si Pablemos se cree lo que dice o no…. habrá que verlo como resuelve las fuerzas que pueda acumular contra las fuerzas que reaccionarán contra ellos.

  6. Parece que tampoco en legazpi tenína claro lo d ela nueva mentalidad. Ahora parece que Podemos afronta una semana que se preveía importante pàra su consolidación como organziacion en un «ambiente interno irrespirable». El gran Juan Carlos Monedero acaba de descubrir -y revelar- que las asambleas no son el no va más de la democracia:
    http://politica.elpais.com/politica/2014/06/09/actualidad/1402295920_514605.html
    ¿No nos recuerda esto a lo ocurrido al poco de nacer UPyD? Por más que algunos se engañen, no hay casi nada nuevo bajo el sol.

  7. Buen día, gracias por los comentarios aportados por el momento. Por razones de tiempo no puedo detenerme a comentarlos con detalle, pero haría un par de precisiones.

    Sr Barañain, constato por sus aportaciones precedentes y la de hoy que la interpretación que hacemos de Podemos como fenómeno está a años luz de distancia, por lo que no aspiro a hallar puntos de encuentro con su tesis populista. Tres comentarios, sin embargo. El primero, que me atribuye argumentos que yo no he expresado. El segundo, que más allá de la legalidad, está la legitimidad y los criterios democráticos que necesariamente han de guiar la elección de cargos, entre ellos la jefatura del Estado. Así lo entienden, además, una mayoría de españoles de acuerdo con las encuestas dadas a conocer el fin de semana, respecto a si debe votarse la jefatura del Estado (http://elpais.com/politica/2014/06/07/actualidad/1402155659_902924.html). Y el tercero, que lo de las nuevas mentalidades y las nuevas actitudes políticas está perfectamente explicado y justificado y cualquier explicación adicional que yo le diera ahora, sería peor que la que ya aparece expuesta.

    Senyor G., sobre padre e hijos, el ascensor social falla, la emancipación es una odisea, inestabilidad laboral, desempleo juvenil galopante. Llámelo como quiera.

    Senyor Fernando, Podemos será lo que los electores y sus miembros quieran que sea. Y en cuanto a mayorías absolutas del PP, no lo creo en este ciclo electoral.

    Y tres anotaciones más:

    – Ni soy ni simpatizo especialmente con Podemos. Queda mucho por ver sobre como evoluciona Podemos, quienes acaban siendo sus cabezas visibles, en que clase de organización se convierte y si sigue capitalizando el voto del modo que lo ha hecho ahora. Pero evolucione como evolucione, lo que no va a desaparecer es ese elector dispuesto a votar otros mensajes y otras propuestas.
    – El texto no es un pronóstico sobre lo que va a suceder en las próximas generales. Para eso ya tenemos las geniales encuestas, como las dadas a conocer ayer.
    – Un agradecimiento final a Josep Antoni Duran i Lleida, por seguir profundizando en las dinámicas dimisionarias semanales.

  8. Los populistas –dice la Wikipedia-, se presentan a sí mismos como una representatividad diferente a la clásica: la democracia estaría encarnada en un movimiento político que demuestre representar aquellos intereses de las clases populares en términos de redistribución pública, sin las limitaciones clásicas de la democracia liberal, vistas como una imposición oligárquica de una minoría económica a la clase política. Los discursos oficiales de estos regímenes y movimientos deben ser digeribles y del buen agrado de la población en general (para darle seguridad y satisfacción) por lo que no apelan a ideologías definidas e incluso pueden tener tintes más o menos conservadores y hasta reaccionarios, pero siempre carismáticos. Se diferencia de la demagogia porque se refiere no sólo a discursos, sino también a acciones. El populismo no aboga por ideologías precisas o por la concientización y el debate o consenso de tesis políticas o económicas claras sino que aboga por los sentimientos de aceptación masiva de un grupo en el poder y de una ideologización superficial pero intensiva.

    En palabras del ideólogo de Podemos Juan Carlos Monedero el populismo es una “herramienta política para consumar un proceso destituyente de las ruinas políticas y para comenzar otro proceso, constituyente, de construcción de un modelo político nuevo”.

  9. ¡Ay,estos terrícolas españoles,como son !.
    A mi el termino populista,no refleja en realidad lo que está pasando en este país con los nuevos partidos emergentes.
    Prefiero el termino HYPE .Se le llama hype (del inglés hyperbole) a un producto mediático —como una banda musical, una película , un artista o líder de un partido de nueva cuña—, que ha tenido una sobrecobertura por parte de la prensa o una excesiva publicidad tanto mediatica como «webera»(redes sociales que tocan los web-os…jeje), obteniendo de esta manera una popularidad altísima independiente de la calidad del producto. En términos de moda, un hype es el producto que aspira a tener cualquier empresa, el hecho de crear tendencia generando la necesidad en los clientes.
    La reina de la familia Hype sigue siendo Rosa Hype líder upeydorra,el príncipe desnudo Albert Rivera hypekiano catalán y el vagabundo Pablo Iglesias una mezcla entre Jesuscristo Super Star y,Hair ,es de cir un Hype boliviariano de la vieja escuela como mandan los canones hispano-americanos…..¡si Jimi Hendrix levantara la cabeza!
    Esta revolución Hype no tiene antídoto es una epidemia virulenta que esta cambiando el cortex parietal donde la realidad no tiene sentido sino tienes a un líder que dicte tus deseos mas intimos…..no crean ,aquí lo primero es la gallina ,no el huevo.
    Dada esta realidad ,no logro entender como no os habéis dado cuenta de que teneis que vacunaros contra esta nueva forma de pensar ,y la mejor vacuna es no tenerles miedo,sus propias conductas enseñaran sus plumeros,,que haberlos ¡ay!..los.muy hypeanos.

    ¡La Superdemocracia se cura!…..JAJAJA….que nervios..

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