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La siempre díscola y populista derecha social-cristiana de Baviera, que afronta el reto de las elecciones del länder en Octubre, se la está jugando a Angela Merkel desde hace semanas. Tradicional aliada confederada de la cristiano-demócrata CDU – al modo del PSC con el PSOE salvando las distancias – la CSU amenaza por boca de su hombre en Berlín, el Ministro del Interior Seehofer, con imponer controles unilaterales en las fronteras de Baviera saltándose a la torera el régimen europeo de Schengen. Todo para limitar al máximo la llegada de más demandantes de asilo e inmigrantes. De momento Merkel resiste, con la ayuda de algunos socios europeos como Macron, Pedro Sánchez y hasta Tsipras. Pero son muchos los que en Europa, particularmente en centro-europa, conspiran contra Merkel, incluido el tan jóven como engominado Canciller austríaco Sebastian Kurtz, que hace un par de semanas se reunió con Seehofer y anunció la creación de un eje contra la inmigración también junto a la Italia dominada por el líder de la Lega Norte y Ministro de Interior Salvini. A Merkel cabe hacerle muchos reproches pero sin ella Europa habría saltado por los aires en al menos un par de ocasiones durante el último lustro. Fue ella la que en última instancia decidió que Grecia podía quedarse en el euro y la que calmó la espiral bélica en el este de Ucrania con el acuerdo de Minsk. Y también la que ante la tragedia que vive Siria, reafirmó que los que huían del horror encontrarían refugio en Alemania, como dicta el derecho internacional. No se lo perdonan. Afortunadamente parece que Merkel va a ganar el pulso baviero. Esperemos porque en caso contrario la Unión Europea puede facilmente saltar por los aires.
A última hora de ayer corrió el rumor de que Seehofer dimitía, al parecer también de sus cargos al frente de la CSU. De confirmarse, podría suponer la aceptación de su derrota: el partido habría dado por buenos los compromisos obtenidos por Merkel en el Consejo Europeo de finales de la semana pasada. Ahora bien, también podría suponer todo lo contrario: la rúptura de la alianza con la CDU. En tal caso, Merkel tendría que ampliar la coalición de gobierno con los social-demócratas bien a los verdes o bien a los liberales, un poquito demasiado euro-escépticos estos últimos, al menos durante la última campaña electoral. De no conseguirlo tendría que acudir de nuevo a las urnas, lo cual comportaría un riesgo elevado de que la ultra derecha de la AfD mejorara sus noventa y pico diputados.
En Austria Kurz gobierna con la derecha xenófoba, en Hungría Orban ha reeditado su mayoría absoluta abogando por la democracia a-liberal, en Polonia sigue gobernando la derecha catolicona, casposa y escasamente respetuosa de los usos democráticos más básicos y en Chequia y Eslovaquia la situación no es mucho mejor. Me comentaba un amigo checo el otro día que la situación en su país ha llegado a un límite tal que la mayoría de sus compatriotas preferirían abandonar la Unión Europea antes que aceptar la llegada de más terroristas del ISIS, porque como tales perciben a cualquier refugiado árabe, con independencia de que la llegada de nuevos refugiados se ha contenido sensiblemente y la ausencia casi total de vínculos entre los refugiados y el ISIS.
Por supuesto la barbarie del ISIS o de Al Qaeda no ayuda a una percepción positiva de los árabes y musulmanes pero la xenofobia que se extiende por Centro-europa tiene mucho que ver con la manipulación maniquea de líderes políticos sin escrúpulos ni principios democráticos sólidos.
Merkel ha demostrado que tiene ambos y que no le tiembla el pulso para defenderlos, aunque le cueste perder plumas. Pedro Sánchez y Tsipras, en principio en sus antípodas políticas, han entendido bien que Merkel necesita ayuda o, mejor dicho, que ayudar a Merkel a resistir frente al populismo xenófobo es ayudar a preservar una Unión Europea que políticamente merezca la pena. Como también entiende Macron, que acepta postergar y graduar el progreso hacia una verdadera unión económica y fiscal para evitarle más quebraderos de cabeza a la dirigente que más ha hecho en los últimos años para mantener los logros socio-políticos alcanzados por la Unión Europea en las últimas décadas.
Quien pueda tener la tentación de alegrarse ante los problemas de Merkel que se lo piense un par de veces, porque el remedio sería mucho peor que la enfermedad. Tenganlo por seguro. Estamos en un momento crucial en el que la noción de asedio no es exagerada. Asedio interno por la xenofobia populista combinado con el externo liderado por Trump con la ayuda inestimable de Putin y el aplauso desde la barrera del sultán turco Erdogan. Todos ellos desearían poder reeditar sus relaciones de dominio con los diminutos países europeos lidiando con ellos de uno en uno. Lo increíble es que varios de ellos se presten inconscientemente a hacer de caballo de Troya.
Tengo yo -como suele suceder- una opìnión al respecto de los dos temas principales del artículo de hoy.
Uno es si esta instalación permamente en el discurso y la dinámica de la «Pax merkeliana» es lo que mas conviene al futuro de Europa.Creo que gran parte de los parabienes que se lleva corresponden en realidad al equipo del BCE que es el que consiguió que la moneda única no estallase.De lo de que es mérito de Alemania que Grecia no saliera del euro creo que no es una diagnosis que reparta adecuadamente los costes y beneficios que afrontó cada uno cuando se actuó con Grecia como se decidió actuar. Añado que es muy posible que si ese análisis se repite delante de un súbdito griego, hay un grave riesgo de que a uno le mienten a la madre, como poco.
Alemania -y varios países del centro-norte-deben asumir que una unión económica y monetaria les exige cosas que a sus «demos» no les gustan. Habíamos quedado en que cuando hay que tomar medidas impopulares por el bien común y no se hace , eso es que un gobierno era populista ¿no?
Contra el discurso basado en el temor a la inmigración hay que hacer más cosas aparte de llamar de todo a los q caen seducidos por él. Si hay que ir a convencer casa por casa a los temerosos, sea. Si hay que organizar convivencias , talleres, etc sea. Si hay que decirles a los miembros de ciertas etnias que ellos también recorran su trozo de kilometro, sea. Creo que la parte asistencial desde las entidades locales y muy pegada al terreno es imprescindible.
Juro que no había leído la columna de Lluis Bassets de la semana pasada https://elpais.com/internacional/2018/06/22/actualidad/1529686123_302948.html. Aunque me da vergüenza escribir algo que ya había escrito un maestro mejor que yo, también me enorgullece coincidir 🙂