Pandemia y concentración de la riqueza

David Rodriguez

Ya disponemos de los datos sobre la evolución de las grandes fortunas mundiales durante el año 2020. Tal como suele suceder en época de crisis, no debería extrañarnos demasiado que la riqueza de las 20 personas que encabezan el ránking haya aumentado un 24% respecto al 2019, sumando un patrimonio conjunto de 1.44 billones de euros. A quiénes se les escape del entendimiento una cifra semejante, diré nada más que el PIB español de 2020 se ha quedado en 1.12 millones de euros. En el primer puesto de los grandes multimillonarios se encuentra Jeff Bezos, el dueño de Amazon, empresa que no se distingue precisamente por su amabilidad con los trabajadores, pero que se ha enriquecido a lo grande durante la pandemia. El patrimonio de este señor alcanza la cifra récord de 157.6 millones de euros.

En España, continúa a la cabeza Amancio Ortega, que sin embargo ve mermado su patrimonio, debido a que Inditex sí se ha visto perjudicada por la acumulación de confinamientos en todo el mundo. Así, su fortuna personal desciende un 10% y se ha de conformar con 55.500 millones de dólares, cuantía que equivale al 5% del PIB de toda España. Cuando veo la loable campaña de Atresmedia para aumentar la inversión en ciencia del 1.24% al 2% del PIB, no puedo evitar pensar que este incremento equivale a menos de la sexta parte del patrimonio de la persona más acaudalada del Reino.

Pero tenemos más cifras llamativas. Enmedio del sempiterno debate sobre la sostenibilidad de las pensiones futuras en España, los once principales consejeros de la gran banca ostentan la friolera de 150 millones de euros acumulados en sus planes privados. Lidera esta tabla Ana Patricia Botín, que alcanza los 49.4 millones. Para que nos hagamos una idea, esta cifra equivale aproximadamente a lo que costaría instalar filtros HEPA en todas las escuelas catalanas, a las que acuden cada día un millón y medio de alumnos.

La otra cara de la moneda la constituye, por ejemplo, la cifra de 4 millones de personas paradas que acabamos de alcanzar en el conjunto del Estado. Es el reverso inevitable de la concentración de la riqueza en pocas manos. No es de extrañar que sean las PIME’s de ciertos sectores económicos las que más padecen los efectos de las insuficientes medidas emprendidas contra la covid. De hecho, una parte de la población carga con todo el peso de los sacrificios, mientras los más ricos disfrutan de sus cada vez mayores ganancias.

Por si fuera poco, nos hemos de topar con el discurso oficial de que España no puede conceder tantas ayudas directas como Alemania, porque disponemos de menos recursos. Sobre el término redistribución, por supuesto, no escuchamos palabra alguna. Pero es que además es completamente falso que vivamos en un país pobre. Es cierto que Alemania tiene un PIB per cápita de 46.563 dólares, bastante por encima de los 29.961 de España. Pero es que Corea del Sur está en 31.430, China en 10.098 y Vietnam en 2.740, y todo parece indicar que en estas naciones la estrategia de erradicación del virus ha tenido bastante éxito. No he citado Nueva Zelanda porque siempre hay alguien que contesta que se trata de una isla (como si en pleno siglo XXI no se pudieran controlar fronteras en los continentes), y he incluido Corea del Sur para que nadie tenga la extraña tentación de decir que en las dictaduras pueden ser más contundentes contra la pandemia (Australia no sé qué opinará).

He hablado de distribución de la riqueza, pero siempre que escribo sobre la pandemia no puedo evitar pensar en las víctimas mortales que han sido provocadas por el terrible equívoco de confrontar economía y salud, cuando los países que acabo de mencionar demuestran lo contrario. Un estudio recientemente publicado por varios científicos españoles, y dirigido por Álex Arenas, estima que confinar siete días antes habría salvado unas 23.000 vidas durante la primera ola en España. La cifra es estremecedora, teniendo presente que fallecieron 28.000 personas. Eso sí, de confinar una semana más tarde los decesos hubieran llegado a los 120.000. Es lo que tiene el efecto exponencial de algunas cifras asociadas al virus, y nos demuestra la enorme trascendencia de tomar a tiempo las necesarias medidas preventivas. Algún día conoceremos las pérdidas económicas derivadas de la operación ‘salvemos el verano’ y las muertes adicionales provocadas por el mantra de ‘celebremos las Navidades’. Tal como he comentado, si economía y salud no van de la mano, tengamos la honestidad de cambiar el término ‘economía’ por el de ‘intereses económicos de unos pocos’, y lancemos dichos intereses al estercolero de la historia…

2 comentarios en “Pandemia y concentración de la riqueza

  1. Me ha gustado. Aunque mezcla un par de cosas. La reapertura o desescalada – acelerada, prematura, descontrolada – no benefició precisamente a los más ricos sino que permitió sobrevivir también a las PIME’s. Pero es tremendo que una crisis tan grave implique mayor concentración de riqueza antes que lo contrario. Por qué cuando van bien las cosas los más ricos ganan todavía más que los menos ricos y cuando van mal los más ricos también ganan más – o pierden menos? No tengo clara la solución pero algo falla: el capitalismo en principio debería hacer que en tiempos de vacas flacas los más ricos perdieran mucho más…

  2. A modo de comparación le expongo la situación de dos paises soberanos en donde la distribución de la pobreza y de la represión corren parejas durante la pandemia con gran eficacia :

    « Si el salario mínimo cubano es paupérrimo, el venezolano es mucho peor. El crecimiento del dólar paralelo en los últimos días ha devaluado la cotización del bolívar soberano y con ello su poder adquisitivo. Con el salario mínimo de 40.000 bolívares sólo se consiguen hoy cuatro dólares (3,5) en el mercado paralelo y 4,86 en las mesas oficiales de cambio. Otro terremoto, uno más, para la economía doméstica de los venezolanos en un país donde la dolarización de facto avanza por todos sus rincones.

    «Las revoluciones confían en la empresa estatal para controlar la economía, pero son sumamente ineficientes y terminan limitando las posibilidades de aumentos reales. Pueden subirlos nominalmente por decreto pero la inflación se los come porque no hay producción desde las empresas estatales», subraya Vidal. La comparación con los dos países más pobres del continente constata el fracaso económico revolucionario: en Haití el sueldo mínimo son 61 y en Honduras, 340.

    El colapso eléctrico venezolano de marzo persiste hoy con apagones repartidos por el país, de los que tampoco se libra Caracas, aunque la zona cero se sitúa en los estados fronterizos con Colombia, donde apenas disfrutan de más horas de luz que de oscuridad mientras hacen colas para conseguir la gasolina racionada. En Cuba, el Gobierno ha reconocido esta semana que los apagones cada vez más frecuentes se deben «a un grupo de averías en centrales termoeléctricas», sin copiar en esta ocasión las fantasiosas justificaciones de Maduro, quien atribuyó a ataques cibernéticos y bombardeos desde naves desconocidas las múltiples fallas de un sistema eléctrico abandonado y horadado por la corrupción.

    «Veo una simbiosis muy importante entre ambos regímenes con un solo objetivo: perpetuarse en el poder. El régimen cubano tiene los conocimientos y tácticas para lidiar con situaciones muy adversas desde el punto de vista socioeconómico y ha transferido esas estrategias al régimen de Maduro. Para Cuba, aunque ya no en la misma escala, la continuación de Maduro sigue siendo una fuente importante de ingresos y petróleo gratis», sentencia el internacionalista Mariano de Alba desde Washington.»

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