Pensando en positivo

LBNL

Hay un video circulando por ahí de una irresponsable que le da las gracias con voz melosa al corona virus por todo lo que nos ha hecho redescubrir de nosotros mismos y de los demás. A los que ya tienen familiares fallecidos y enfermos graves les tiene que hacer una ilusión tremenda. Ilusión tremenda encontrarse a la interfecta y darle un sopapo por imbécil. La pandemia no tiene nada positivo. Nada de nada. Pero otra forma de pensar en positivo, mucho menos ilusionante pero mucho más realista, es poner el foco en todo lo que NO hemos perdido o vamos a perder en vez de todo lo ya perdido o por perder. La cifra de muertos e ingresados en cuidados intensivos van a seguir subiendo pero también la de curados y a medida que aquellas se moderen y luego empiecen a descender, la cifra de no infectados e inmunizados, subirá. Y es de suponer que para el año que viene ya dispongamos de una vacuna que nos blinde de morir intubados en hospitales atestados, también a los mayores y a los que gozan de una salud pre-existente más frágil. Y sigo porque hay motivos.

La recesión va a ser de aúpa pero las inyecciones europeas de liquidez en vena y los masivos paquetes de ayudas a empresas y autónomos van a permitir sobrevivir a quienes se están viendo ya privados de todos o gran parte de sus ingresos ordinarios. A diferencia de 2008, los fondos no pueden huir de un mercado al otro “castigando” a los más “pródigos”. Eso queda, si acaso, para cuando empiece la recuperación en alguna parte, lo cual queda bastante lejos en el tiempo.

Los niños y estudiantes están sin clases pero disponen de una cantidad inimaginable de recursos online, en un país con una de las redes más desarrolladas de fibra óptica, que de momento está resistiendo perfectamente el shock del incremento masivo de tráfico. Nada comparable a lo que han vivido los niños sirios durante prácticamente toda la última década, o a lo que vivieron los europeos durante la última guerra mundial.

El confinamiento es duro, especialmente para los que comparten pocos metros entre bastantes, no siempre bien avenidos. Pero no hay riesgo de que caiga un bombazo desde el cielo, la calefacción funciona, el suministro eléctrico no está en duda y la comida está garantizada, incluido suministro público para quien lo necesite. Y estamos hiper comunicados con los seres queridos, con los compañeros de trabajo y con los medios de comunicación.

Tras décadas de bonanza y estabilidad a los más les parecía impensable hace solo unos pocos días que llegáramos a este punto. Pero no lo era. Nunca lo fue. Como tampoco es impensable caer de nuevo en un conflicto civil interno o que la guerra reaparezca en Europa. Por eso la Unión Europea o la OTAN son tan importantes. Nunca dejaron de serlo. Como tampoco el ejército y la inversión en defensa, siempre desdeñada por la mayoría como superflua o incluso indeseable. Afortunadamente no hay riesgo de guerra en el horizonte y las fuerzas del orden están perfectamente capacitadas para controlar los brotes de insurrección que puedan surgir a medida que el confinamiento vaya haciendo mella en sectores rebeldes o particularmente castigados. Piensen en cuán peor sería la perspectiva si hubiera riesgo real de motines populares aquí y allá por insatisfacción o necesidad.

Por no hablar del resto del mundo. Estamos confinados en Europa, bendita Europa desarrollada y próspera. Nuestros sistemas de salud están al límite y nuestros servidores públicos lo estarán pronto también. Pero son potentes y resistirán. En la mayor parte del mundo ni siquiera cuentan con lo más mínimo para hacer frente a la pandemia. En la querida América Latina los sistemas de salud son infinitamente más frágiles y por eso han dictado confinamiento con cifras de infectados y muertos ínfimas desde la perspectiva española. En gran parte de Asia los países no pueden decretar confinamiento porque moriría todavía más gente de hambre encerrados en sus casas a falta de ningún ingreso que nadie puede aliviar. Y en África el Estado prácticamente no existe. Me encantaría equivocarme pero en pocos meses probablemente las cifras de fallecidos a escala global – hoy unos 12 mil – se cuenten por millones. De los que una muy ínfima parte se habrán registrado en España y en el resto de Europa. Magro consuelo para los afectados y sus familiares y amigos pero reconfortante para el conjunto de nuestra sociedad.

No tengo ni idea de cuándo alcanzaremos el pico de la infección, de cuándo serán menos los nuevos infectados que los curados cada día, dejando camas libres en los hospitales y relajando la presión para poder seguir atendiendo a los millones de personas que padecen otras afecciones. Cuando más rígido sea el confinamiento y mayor nuestra disciplina social, antes llegaremos ahí, eso seguro. Lo que si tengo clarísimo es que tenemos muchísimas razones para dar gracias porque la pandemia nos ataque siendo ciudadanos de un país como España, socio de la Unión Europea, lo que va a mitigar enormemente su impacto.

Como decía al principio, ninguna razón para la alegría o la complacencia. Al contrario. Lo más duro acecha a la vuelta de la esquina y a saber cuándo podremos recobrar algo parecido a lo que hace unos días sentíamos como lo más normal del mundo. Ahora bien, para el 90% de la población mundial va a ser infinitamente peor, en mortandad y en sufrimiento económico. Y no me vengan con lo que “mal de muchos, consuelo de tontos” porque lo que trato de decir es que nuestro mal va a ser mucho más llevadero que el mal de la mayoría de los otros.

Así que lloremos y angustiémonos todo lo que sea necesario pero pensemos de vez en cuando en la suerte que supone poder consolarse con Netflix, libros online y bromitas de whatsapp mientras estamos tirados calentitos en el sofá del salón.

10 comentarios en “Pensando en positivo

  1. Muy certero LBNL
    Gracias por esta reflexión. Yo también he pensado lo privilegiados que somos en Europa, a pesar de esta situación de confinamiento. Y, muy especialmente, he pensado como tu, la enorme suerte de pertenecer a Europa. En otras partes del mundo lo van a pasar mucho peor.
    Hoy he leído un artículo de un escritor sraelí que se apellida Harari, que dice esencialmente que la información es la mejor arma contra la pandemia. Y que la mejor estrategia de combate contra el virus radica en compartir esa información.
    Donde está el G-7?, se pregunta Harari. La planificación a escala mundial de la estrategia de combate hasta ahora está ausente y Harari lo denuncia.
    Pero es verdad que Europa sí está reaccionando y que en eso debemos todos sentirnos reconfortados.

  2. Se agradece el intento de optimismo del articulista pero yo soy mucho más pesimista. Esto no es un paréntesis que hay que pasar ( calentitos en el sofá ) como quien espera que pase una tormenta. La crisis de 2008 se cargó a los de siempre y dejó una enorme brecha social que ahí sigue. Me temo que vamos camino de lo mismo. Y me temo que seguimos haciendo un discurso de privilegiados para privilegiados. Por supuesto es mejor pasar esta pandemia en España que en Bolivia pero el sufrimiento, a diferencia de las letras de cambio, no es endosable. El clima político, tanto en Europa como en España, tampoco parece que ayude. Si con cientos de muertos por el coronavirus los partidos están tirándose los tratos a la cabeza imaginen en cuanto la pandemia remita. Envolverse, como se envuelven algunos políticos, en ese “España es un gran país”, me resulta tan vacío como ridiculo. Lamento el bajón pero es lo que pienso.

  3. Cualquier intento argumentado de pensar en positivo debe ser bien recibido en unos momentos propicios al desaliento , cuando se anuncia que ni siquiera estamos en el final del principio.
    La actuación de la dirección política de la UE ha sido mas bien caótica , no así la rectificación de las primeras apreciaciones de Lagarde ; la imagen de largas filas de camiones provocando una suerte de arteriosclerosis en las fronteras , dolorosa ; decisiones de Sánchez , Johnson , Macron y Merkel , muy discutibles ; las noticias sobre la distribución de material sanitario , angustiosas y dramáticas; los números estadísticos , pobremente elaborados; la repatriación de ciudadanos comunitarios ,muy deficiente..
    Tenía razón Pedro Sánchez : no estábamos preparados ( porque carecíamos de preparadores ) .
    Pero , en fin , a trancas y barrancas parece que se rectifican primeras disposiciones y se adopta el buen sentido de la unidad tras el gobierno y autoridades , que tendría mejores resultados aún , si a la moderación de los focos de indignación ( que no de rebeldía ) se uniese la renuncia franca a construir un relato de propaganda mediante la selección de canales informativos , censura indirecta e indefinición tóxica del carrusel de portavoces.

    Yo veo un cierto orgullo de pais por el comportamiento ampliamente mayoritario de los españoles , el rechazo del radicalismo , la amplitud de la libertad personal en medio de limitaciones necesarias y el redescubrimiento de un estado capaz de funcionar y perfeccionarse.
    Lamento el bajón de Polonio pero intuyo que quien más y quien menos ha teñido momentos sombríos en esta crisis.
    Respecto a los millones de muertos que augura el articulista para los países que disponen de sistemas sanitarios frágiles creo que a la vez son poblaciones más jóvenes y las cifras conocidas ayer sobre la distribución de edad en los fallecidos , atemperará su dramático destino.
    Cuídense .

  4. (Versión revisada)

    ¿Una muerte dulce?

    No nos atronará el sonido silbante y aterrador de las bombas arrojadas por los aviones, ni nuestros cuerpos quedarán sepultados bajo los escombros.
    No habrá torturas.
    No te fusilarán al alba en una cuneta, ni te obligarán a subir a un camión para darte el habitual “paseo. Tampoco te dispararán, después, frente a una tapia.
    No son las tropas de Franco ni los aviones alemanes o italianos, ensayando sus bombas en nuestros pueblos del Maestrazgo.
    No seremos aquellos niños que se quedaron huérfanos y que vieron cómo se llevaban a su padre —a quien le disparaban un tiro en su presencia— y, después, a su madre, a quien, si tenía suerte, la paseaban pelona por el pueblo y, después, la confinaban en una cárcel muchos años.
    Tampoco van a rociar tu casa con gasolina los falangistas, como hicieron en la de mi abuelo.
    No habrá monjas fascistas. Aquellas que apaleaban a las presas por ser rojas y las separaban de sus bebés en la cárcel.
    No vendrán a por ti los militares. No te quemarán los libros.
    No fusilarán a los maestros.
    Esa no es nuestra batalla ahora.
    Aquella furia aterradora de los fascistas la habíamos vencido, por fin, con nuestra democracia.

    Tu casa, hoy, es un refugio inviolable.
    Hay leyes que nos protegen.
    Frente a aquella crueldad, la policía y los militares nos están socorriendo, nos arropan.
    No estás solo, dicen. El estado está contigo.
    Y tienen razón.
    Pero parece que eso no basta para sortear este peligro.
    Y, además,
    SÍ te separarán de tus hijos y tus padres, y tu pareja, antes de que te llegue la hora.

  5. Aunque simpatizo con su intención , Melinda , la furia aterradora de los fascistas nunca la vencimos , no fue así , de ningún modo.
    Cabe el consuelo justiciero de Walter Benjamín y el señalamiento de la responsabilidad última de nuestra desgraciada guerra civil en los responsables que atentaron contra la República Española.
    Lo esencial , la verdadera victoria que usted anima , se fraguó entre gentes provenientes de las entrañas del régimen nacido en el 36, para mí auténticos héroes que no se conformaron con ser los “ golden boys “ de la situación , sino que junto a los restos de los abanderados de la derrota iniciaron en el seno de las propias reformas del régimen, un moviento cuyo fruto fue la adaptación de la sociedad española a el cambio del 78 , no sin lucha ni sacrificios .

  6. Uno de esos representantes fue Javier Pradera , Luis Martín Santos , los hermanos Goytisolo , …y tantos y tantos otros.

  7. ¡Animo, Polonio! Es cuestión de tiempo, pero vamos a salir de esta. Seguro.

  8. Me ha hecho usted reír, Fernando. Y eso se agradece en momentos como este.

  9. Los que mas van a sufrir esta pandemia son los millones de refugiados de la brutal guerra civil siria. Están hacinados en campamentos sin medios de higiene, sometidos al frio y la lluvia bien en la isla de Lesbos y adyacentes, bien tirados o refugiaos en las calles y ruinas de Idlib, la última provincia que resiste el avance de las tropas sirias y los bombardeos de los aviones rusos. Hay también miles en campos de refugiados en Turquía, pero quizás sean mas habitables. Ellos han sufrido una guerra de 8 años, abandonando sus casas y medios de vida habituales para convertirse en sucios refugiados, y ahora les toca el coronavirus. Para qué decirles que tienen que confinarse ni que se laven las manos si viven pegados y tienen que hacer largas colas para alimentarse. En Madrid se ha decidido dar cobijo a los sin techo para que puedan salvarse del covid-19. No es por razones humanitarias sino para evitar que la pandemia no se enquiste en muchos rincones de la ciudad y permanezca activa. Pero, ¿que organismo mundial va a ocuparse de esta gente? No me olvido de los birmanos musulmanes expulsados por la mayoría budista de Myamar que también viven en campamentos en Bangla Desh. Tampoco de los miles de centroamericanos que aguardan para entrar en EE UU.
    Pues ellos van a ser los kamikases del covid-19, impidiendo que la pandemia sea neutralizada hasta que se arregle su situación. En estas circumstancias, no me siento nada aliviado porque los europeos lo vamos a pasar menos mal que una gran mayoría de paises del resto del mundo y, que a su vez, estos se sientan aliviados frente a los millones de refugiados que habitan entre fronteras.

Deja una respuesta