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Los militantes del PSOE lo dejaron claro el sábado: el 92% – más de 100.000 votos, me rió yo de la democracia interna de Podemos o Ciudadanos – apoyó el acuerdo de gobierno con Podemos. La vieja guardia encabezada por Felipe, Guerra y Rodríguez Ibarra, dirá lo que quiera pero la inmensa mayoría de los socialistas españoles prefiere una coalición con Unidas Podemos antes que una gran coalición con el PP. Está por ver que la coalición de gobierno de izquierdas sea factible pero eso es otro cantar. La preferencia es clara en línea con lo que señalaban las encuestas, también antes de la repetición de las elecciones: gobierno de izquierdas dentro de los diez puntos ya acordados con Podemos, incluido el del diálogo abierto sobre Cataluña dentro de los límites que fija la Constitución. Ahí está el quid de la cuestión porque es previsible que la mayoría de los nueve mil y pico militantes de ERC refrenden hoy mismo la condición de “establecer una mesa de negociación para abordar el conflicto político con el Estado” para no oponerse a la investidura. ¿Aceptará la dirección de ERC un foro de diálogo suficientemente ambiguo cuya constitución no suponga per se una concesión respecto a la auto-determinación? En todo caso, la mayoría del PSOE está por la labor de afrontar el riesgo.
Intentar una gran coalición con el PP sería también muy arriesgado, además de indeseable por múltiples motivos entre los que sobresalen la corrupción – si, también tras la sentencia de los EREs – o la alianza con Vox. Arriesgado porque Casado no quiere y ha dejado entrever que pondría el listón muy alto: rúptura de toda alianza local o autonómica con Podemos. Parecería como que Casado prefiriera que Sánchez sea investido con servidumbres que le faciliten a él una oposición brutal desde el minuto uno, apostándolo todo a que la irresponsabilidad de Podemos o la deslealtad de ERC aseguren una legislatura corta, tras la cual poder presentarse como el único garante del buen gobierno. No deja de ser contradictorio, sin embargo, que el adalid de la madre patria que dice ser el PP no parezca dispuesto a facilitar la investidura del partido que ha ganado dos veces las elecciones para evitar las condiciones y condiciones que el PSOE tendrá de otra manera que hacer a Podemos y ERC. Nuñez Feijoó, que no es santo de mi devoción, expresó muy claramente qué le correspondía hacer a su partido. Pero Casado pone por delante sus propios intereses.
Lo anterior es también válido para Ciudadanos. Su abstención haría innecesaria la constitución de una mesa de partidos para abordar “el conflicto catalán con el Estado”. Teniendo en cuenta su debacle y sus orígenes, ¿qué mejor servicio pueden hacerle a España y a Cataluña que impedirlo? ¿No es menor mal dar via libre a algunos ministros de Podemos? ¿Piensan acaso que si hacen lo mismo que Casado van a poder sobrevivir en Cataluña o en España?
Es cierto que Sánchez debe estar todavía dándose de cabezazos por no haber pactado con Podemos en julio cuando la abstención de ERC salía gratis. Lo mismo vale para PP y Ciudadanos: de haber facilitado la investidura entonces no habría posibilidad de mesa de partidos catalanes ahora. Especialmente en el caso de Ciudadanos porque Casado al menos incrementó sustancialmente su número de diputados. Y si tienen alguna posibilidad de sobrevivir y recuperarse mínimamente solo será desmarcándose del PP. La esperanza es lo último que se pierde pero…
En todo caso la militancia socialista ha dejado claro que no contempla otra coalición de gobierno que no sea la de izquierdas con Unidas Podemos, como seguramente también la prefería antes de la repetición de las elecciones según indicaban las encuestas cuando Sánchez prefirió mantenerse firme frente a las exigencias de Podemos.
Ahora bien, que la preferencia esté clara no quiere decir que esté exenta de riesgos. Porque sin la abstención de Ciudadanos, es imprescindible al menos la de ERC, que claramente no se contentará con negociar en el marco de la ya existente comisión bilateral Estado-Generalitat y casi seguro tampoco con la creación de un formato ad hoc en el marco del Parlament.
La mera creación de un canal adicional de diálogo al márgen de las instituciones ya es de por sí extraordinaria porque corresponde a las instituciones tratar de resolver los problemas. En eso consiste la política. De forma que el establecimiento de una mesa de partidos adicional ya supone un reconocimiento tácito de que cualquiera de las partes puede poner sobre la mesa propuestas o reivindicaciones que excedan el marco de lo que las insituciones estatutarias pueden tratar.
Durante el “proceso dialogado de fin de la violencia” de ETA que el Congreso validó ya se estableció una mesa de partidos en la que PSOE y Batasuna, además de los nacionalistas no violentos, discutieron todo tipo de cuestiones, incluida la auto-determinación o la adhesión de Navarra a la Comunidad Autónoma Vasca, suscitadas por Batasuna.
Y no pasó nada. Porque escuchar a los indepes no es equivalente a hacerles caso. Especialmente cuando la Constitución no te permite hacerlo y la inmensa mayoría de tus militantes lo rechaza de plano. Una cosa es ensanchar el Estatut, para lo que hay bastante márgen. y otra bien distinta aceptar el pretendido derecho de auto-determinación o un referéndum sobre el mismo.
JuntsXCat ya ha enunciado sus exigencias maximalistas pero su participación en la mesa que haya de constituirse no es imprescindible, como no lo es tampoco la de la CUP si prefirieran boicotearla por insuficiente, como seguramente también harían PP y Ciudadanos por el motivo contrario.
Supongo que Junqueras, Rufián y Tardá mantendrán una posición pragmática, que el PSOE pueda asumir. Así las cosas, aunque a mí personalmente no me guste nada la constitución de una mesa de diálogo político al márgen de las instituciones, no me parece el fin del mundo que PSOE, los Comunes y Esquerra monten un chiriguito de diálogo que trate de reconducir la fractura política en Cataluña. Y me parece peor opción tener que volver a repetir las elecciones o seguir instalados en la paralísis permanéntemente. Eso si, al que le parezca que la mesa es el fin del mundo que dirija sus soflamas patrióticas a Ciudadanos o al PP, que en vez de salir de nuevo en procesión con Vox como en Colón pueden perfectamente evitar su constitución.
ERC puede ser desleal , pero nunca brutal como el PP, aunque las consecuencias de ambos defectos sean incomparables.
Los chiringuitos de diálogo pueden reconducir la fractura política en Cataluña y no los aburridos Parlamentos en donde aparecen oídos indignos, brutales e impertinentes, que solo propician la confusión ¿ Qué daño hace el PSC pidiendo el reconocimiento de Cataluña como nación ? O la inmersión lingüística o la plurinacionalidad de España ( solo para días alternos ) que solo necesita un poco de esfuerzo y buena voluntad. Y ya puestos ¿ quién de buena fe puede negar el derecho a decidir ? Mejor preguntar a las bases en cuyo seno reside todo saber y prudencia. Todo mejor que repetir elecciones o la parálisis permanente.
Con las alambradas que los estatutos de Sánchez y Podemos garantizan a sus guardias pretorianas , el debate es metafísicamente imposible , el bloqueo incierto y la intriga asegurada.
Sigan votando las memeces que garantizan la nada.