Aitor Riveiro

Como si del guión de una de esas series estadounidenses que han devuelto a la televisión a su edad dorada se tratara, el final de la ‘temporada’ política se ha convertido en un carrusel de acontecimientos e informaciones que, lejos de resolver el puzzle final, sólo logra enredarnos más en la trama y contar los días que faltan para que comience la segunda temporada: el golpe final es digno de JJ Abrams, creador, entre otras, de Perdidos, una de las mejores ficciones televisivas de la historia que, gracias a los programadores de TVE, en España sólo hemos podido disfrutar a través de la FOX, de pago, o de Internet, también de pago.

La primera parte del último capítulo de la temporada nos trajo un barómetro del CIS bien jugoso que ha valido para que todos y cada uno hagan su propia e interesada interpretación, como no podía ser de otra manera. Con todo, la encuesta aporta una serie de datos objetivos que son, en sí mismos, no sólo noticiosos sino bien interesantes.

En primer lugar, el PP se sitúa por delante del PSOE en intención de voto, algo que no ocurría desde antes de las elecciones de 2004 en las que los populares perdieron el gobierno. En concreto, los datos cocinados por el CIS dan al partido de Mariano Rajoy una estimación de voto del 40,2%, mientras el partido del presidente Zapatero se quedaría con el 39%.

El dato es algo tramposo, como ocurre con todas las encuestas, por mor del error que las mismas siempre reconocen: en este caso, se trata de un margen del +-2%, es decir, que la situación podría ser la que es, la opuesta o una mucho más escandalosa. En cualquier caso, el hecho es que el siempre conservador CIS da como ganador al PP, que culmina así una ascensión que inició allá por abril de 2008, después de que Rajoy perdiera sus segundas elecciones… una ascensión, todo hay que decirlo, bastante suave: el PP apenas ha aumentado un 2,6% en intención de voto desde entonces y apenas un punto si lo comparamos con el barómetro de hace 12 meses.

¿Qué ha pasado entonces? Que es el PSOE quien se desangra mes a mes y, desde ese abril de 2008, ha perdido casi 4,6 puntos, según el CIS. Es decir que, una vez más en este país, la oposición no gana por mérito propio, sino por demérito del contrincante. La prueba está en la valoraciones de los líderes políticos: el presidente del Gobierno sigue arrasando con Rajoy quien, ni siquiera en la situación actual, es capaz de recuperar niveles de, por ejemplo, octubre de 2008.

Así que ambos partidos deberían estar muy preocupados. El PSOE por lo evidente: pierde base social y sus ministros son vapuleados por la opinión pública. No sólo no aprueba ninguno, sino que algunos que contaron con notas superiores al 6 (Moratinos o Sebatián, por ejemplo) hoy luchan por conseguir un 4 raspado. Además, el propio Zapatero pierde crédito personal y ya no es el líder capaz de echarse el Gobierno a la espalda y sacar adelante las iniciativas o los proyectos con su única presencia: el último ejemplo, el diálogo social, por mucho que los empresarios hayan ido de chulos por la vida, la realidad es que al Zapatero de hace un par de años Díaz Ferrán no se le hubiera escapado vivo. Y ya veremos en qué queda la ley del aborto.

En la otra orilla la cosa no está mejor por mucho que ciertos titulares inviten al optimismo o incluso a a la euforia. La realidad es que con el paro desbocado, la paz social lejos de pactarse y un Gobierno inoperante el PP es incapaz de ganar votos y su líder es menospreciado incluso por sus fieles. La formación de Rajoy no se puede plantear ni de lejos ganar unas elecciones generales si estas sucedieran mañana: el voto oculto (en este caso, del PSOE) acabaría resurgiendo ante la posibilidad de un gobierno de derechas. El mal menor siempre vence.

Además, y entramos en el segundo giro de la trama de nuestra interesantísima serie patria, en Génova no pueden olvidarse de los problemas judiciales que le asolan y que minan sus posibilidades ante el electorado.

El mismo día que se publicó el CIS, una jueza de Madrid decidió imputar a tres guardias civiles a las órdenes de Francisco Granados, secretario general del PP regional y hombre fuerte en el Gobierno de Esperana Aguirre, por los supuestos casos de espionaje revelados por El País en los últimos meses.

Además, Aguirre se enfrenta también a serias acusaciones a cuenta de Fundescam, una fundación del partido que podría haber recibido donaciones de empresarios que luego consiguieron jugosas concesiones por parte de la Comunidad de Madrid.

El último frente es el del ‘caso Gürtel’, que ayer mismo nos deparó el último golpe de guión tras la dimisión “temporal” del tesorero nacional del PP y senador por Cantabria, Luis Bárcenas, a quien el Tribunal Supremo ha llamado a declarar como imputado provisional y que no ha querido esperar a que el alto tribunal envíe a la Cámara Alta el suplicatorio para imputarlo definitivamente por un delito de cohecho y otro contra la hacienda pública.

En estas mismas están también la administración regional de Madrid y otro de los caladeros de votos del PP, Valencia, con Camps y demás a punto de ser juzgados por cohecho impropio… de momento.

A la vuelta de las vacaciones de verano, la segunda temporada de la serie promete momentos intrigantes, fabulosos, con revelaciones insospechadas y piruetas argumentales sorprendentes.

Feliz verano, debateros.