Guridi
Rajoy ha ido a una de esas entrevistas que de verdad le gustan: con una Gloria Lomana obsequiosa, con preguntas masaje, mohines de interés y pose de periodista intrépida para cosas que Mariano ya traía aprendidas de casa.
Lo más relevante de lo que ha dicho Rajoy es que convocará las elecciones el 20 de diciembre. Está muy bien, se lo ha dicho a Lomana antes que al Rey, al Congreso y seguramente antes que a la mayor parte de sus ministros.
No es la primera vez que Rajoy da esas muestras de desprecio a lo que deben ser las normas de una democracia. Ha gobernado como un reyezuelo, a base de decretos, y ha abusado de su mayoría absoluta, imponiendo la voluntad de un tercio de los votantes a los otros dos tercios de los españoles.
Ha consentido, amparado y normalizado la corrupción. Se ha llamado “liberal”, pero ha legislado a favor de oligopolios, intermediarios, notarios, registradores de la propiedad y abogados del Estado sospechosamente pluriempleados.
Ha elaborado leyes que recortan derechos fundamentales en una democracia, demostrando así también el desprecio que tiene hacia las normas de una democracia “normal”, como le gusta a él decir.
Ha concedido sustanciosas sumas del Estado a constructoras, televisiones y grupos mediáticos amigos. Ha pervertido (más) al Poder Judicial, ha abusado del poder Ejecutivo y ha ninguneado al poder legislativo.
No ha querido negociar políticamente, sino modificar leyes para amenazar con “la brigada Aranzadi” a todos los que se interpusieran en su camino.
No ha protegido a los más débiles, sino que ha debilitado a todos los demás, para encanallar, desesperanzar y deprimir más al país.
Ha despreciado la diversidad ideológica y cultural. Considerando a todos los que no sean como él como anomalías que hay que prohibir o esconder.
Ha mentido, siendo consciente de que lo hacía, tratando a todos como si fuésemos idiotas.
Se ha abstenido de defender a sus ciudadanos ante otros o ante la adversidad, mirando hacia otro lado cuando ha ocurrido alguna catástrofe.
Ha estirado innecesariamente la legislatura, aprobando unos Presupuestos absurdos, inaplicables, insostenibles y por los que Bruselas nos pasará una dura factura.
Ha preferido fingir ser idiota antes que adoptar su papel de Presidente del Gobierno cuando se le necesitaba.
Ha normalizado el abuso, la ñapa, la defraudación, la explotación y la injusticia que viven a diario los ciudadanos el país que él gobierna.
Ha hipotecado el futuro de nuestros hijos, condenado a generaciones enteras a la pobreza y a la ignorancia y centrifugado al talento de nuestro país. España es un país que exporta científicos e importa jornaleros y futbolistas.
Ha dado a muchos españoles razones de sobra para no querer serlo.
Y el 20 de diciembre quiere que revalidemos su gestión. ¿Lo vamos a hacer?
Con independencia de la broma, pero visto que se repite mucho. ¿Qué teoría de la democracia hay detrás de decir que se quiere dejar de ser nacional de un país si no le gusta el gobierno que sus conciudadanos han elegido? Pareciera que democracia es el regimen por el que llegan al gobierno aquellos que están de acuerdo con uno.
Desde luego, quien comparta esta descripción que expone Guridi no creo que revalide la gestión de Rajoy. El problema, creo yo, es que esa descripción dificilmente puede ser compartida por demasiada gente. Entre las obviedades y las críticas razonables hay varios y notables excesos. Por poner un ejemplo, no conozco a nadie que sospeche siquiera que Rajoy sea el responsable de haber «condenado a generaciones enteras a la pobreza y a la ignorancia». Y no entiendo eso de que «ha dado a muchos españoles razones de sobra para no querer serlo». En fin, un poco disparatado.
Ese exceso es disculpable cuando se trata de una visión particular, muy respetable. Puede ser un desahogo. Peor es cuando sobre la base de esa visión deformada, exagerada, se construye el mensaje político que se presenta como alternativa al gobierno actual. Creo que eso es lo que viene haciendo la izquierda con ese discurso que ve recortes «brutales» en cada medida que adopta el gobierno. Que confunde restricciones presupuestarias con «desmantelamiento del estado del bienestar» y unas limitaciones mas o menos criticables- del derecho de manifestación con «estados de excepción» o «vuelta al franquismo». Que se pone equidistante entre quien defiende la ley y quien anuncia su voluntad de secesión violentándola porque cree que lo importante es denunciar lo muy malo que es el gobierno del PP.
Ese discurso inverosímil tiene una clientela limitada y ese es el problema de la izquierda. En realidad, no es necesario dibujar al adversario como un monstruo para intentar derrotarle, pero parece que en nuestro país no se concibe la alternancia si no es vendiendo emociones fuertes.
Hombre Javier, podremos poner más o menos en cuestión si el lenguaje drámatico es aplicable a todo o a parte de la gestión rajoyana. Pero eso, a todo, o a parte, porque basta ver lo que han hecho con RTVE o los sainetes judiciales, o los bailes de jueces a conveniencia, o las sustituciones de directores de periodicos, que han caído como en «Diez negritos»..
En fin que, francamente, el quedarse de estuco no es excepción, sino norma.
Ah, y desde luego, al que le guste el enfoque de politica económica adoptado en España y en Europa, en su derecho está, pero ni era el único posible, ni ha sido el mas eficaz.
Ni una sola pregunta ayer sobre Rato o la corrupcion en el PP. Esta Gloria Lomana debe ser la Mónica Terribas de Rajoy. Temerá que se le dispare el ojo a don Mariano. El presidente ya está en campaña, lleva tiempo, y tiene toda la pinta de que va a convertir las generales en un plebiscito: o él o el caos. Normal que intente polarizar la cuestión con el tema catalán.Las derechas en España se parecen muchísimo. Contará con una izquierda divida y debilitada y un Ciudadanos que le dará su apoyo cuando lo necesite. Lo tenemos complicado para echarle, y urge hacerlo. Solo la escasa higiene democrática de este país hace posible que Rajoy siga ahí sin haber respondido, judicial y políticamente, por la corrupcion de su partido, que le incluye. Una corrupcion de años. Su nefasta reforma del sistema financiero, el aumento de la desigualdad y el destrozo en la educación pública, donde entre otras lindezas se ha cargado las humanidades, llevará años corregirlo. Si es que se puede corregir. Ahora nos dicen los analistas que Aznar le elogió porque ya sabia de los negocios de Rato. Como si Aznar, Rato o Rajoy fueran diferentes. Una pena que la izquierda no esté cuando más falta hace,
Yo si.
Ante el comentario tan escueto de Fernando «Yo si»…creo que tenemos que leer lo que dice entre lineas.
Por eso me atrevo a interpretar sus dos palabras…ejem…
Con permiso de la autoridad competente….jeje.
Bueno ,bueno ..pareciera que los terrícolas españoles tienen el convencimiento que la democracia no resuelve los problemas.
Como si las reglas del juego de la democracia fueran un corsé para los demócratas.
Un aspecto importante y de la función del diálogo en la democracia se refiere al necesario equilibrio que debe existir entre la mayoría y las minorías. Esto es relevante si consideramos que en la democracia la mayoría representa el consenso del mayor número. El principio de la mayoría, que se fundamenta en el ejercicio del sufragio universal, se contrapone a la regla de la unanimidad, típica de los regímenes no democráticos. El principio de la mayoría es uno de los elementos fundantes del orden democrático. La regla de la mayoría desarrolla su función en una sociedad en la cual la voluntad colectiva es el resultado de la suma de las diversas partes que la integran. A través del diálogo dichas partes, que pueden ser individuos o grupos, forman una voluntad colectiva por medio de recíprocas concesiones, fundamentadas en el principio de «dar para recibir» como una de las modalidades para la solución de los conflictos.
Debemos recordar que una de las características básicas del régimen democrático es la libre elección del ciudadano entre consenso y disenso, es decir, entre mayoría y minorías. Por lo tanto, para que el ciudadano sea libre de consentir o de disentir «es necesario que ni el consenso ni el disenso sean impedidos».19 En esta perspectiva, la democracia puede ser concebida como un complejo de instituciones y de técnicas de gobierno que reconoce el principio decisional de carácter mayoritario, protegiendo en cualquier caso a las minorías. Este equilibrio entre mayoría y minorías resulta vital si tomamos en cuenta que en las sociedades complejas la gobernabilidad resulta más frágil en virtud de la pluralidad de intereses que allí se expresan. La confrontación democrática asegura el establecimiento de acuerdos entre los diferentes actores, evita la exclusión o la nulificación de alguno de los contendientes y garantiza la gobernabilidad. De lo que se trata es de hacer lícito y de institucionalizar el disenso. En esta lógica, ninguna decisión tomada por la mayoría debe limitar los derechos de las minorías, particularmente su derecho a convertirse en mayoría. La regla de la mayoría debe aplicarse haciendo prevalecer el principio de reciprocidad y de equidad entre los ciudadanos. Cuando en el discurso democrático se hace mención al problema de la equidad se habla, sobre todo, de la igualdad de derechos, una de las ideas centrales de la tradición liberal.
El diálogo fundamenta, como hemos insistido, la coexistencia cooperativa entre los diversos grupos sociales. Tal coexistencia favorece un intercambio democrático, permite el establecimiento de pactos y la solución pacífica de las disputas. En este sentido, el diálogo tiende a reducir los niveles de conflicto. Por otro lado las reglas del juego, que en la democracia representan un conjunto de procedimientos para la adopción de las decisiones políticas, resultan impensables al margen del diálogo en la medida que establecen el modo a través del cual se deben tomar dichas decisiones. En efecto, las reglas de procedimiento de carácter democrático prescriben las modalidades del diálogo, o dicho de otra manera, cómo es que se debe decidir. Un cómo siempre incluyente y apegado a la ley. Por su parte, los aspectos que se refieren al contenido de las decisiones son materia primordial de los acuerdos que derivan del mismo diálogo democrático. En otras palabras, el qué cosa decidir es un ámbito específico que debe ser pactado mediante el diálogo entre los ciudadanos o entre sus representantes. En todo ello resulta necesario reivindicar los valores de la tolerancia, la razón crítica y el pensamiento laico como principios rectores del diálogo en la democracia.
Ante mi doy fe.
AC/DC
firmado….JAJAJA….que nervios.
La alcaldesa de Madrid, Manuela Carmena, ha anunciado hoy que el Ayuntamiento está «intentando poner en marcha un servicio social de trabajo universitario» para que los jóvenes «ayuden a barrer» la ciudad. «Queremos que haya personas que durante un determinado tiempo ayuden a barrer Madrid», ha declarado en la inauguración de la XIII jornada de medioambiente y desarrollo sostenible en el periodismo loca, organizadas por Madrid Diario.
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Los barrenderos profesionales ven peligrar sus puestos de trabajo…jeje
Coincido totalmente con Javier y transcribo de su post lo siguiente:Entre las obviedades y las críticas razonables hay varios y notables excesos. Por poner un ejemplo, no conozco a nadie que sospeche siquiera que Rajoy sea el responsable de haber “condenado a generaciones enteras a la pobreza y a la ignorancia”. Y no entiendo eso de que “ha dado a muchos españoles razones de sobra para no querer serlo”. En fin, un poco disparatado.
Con un poco de retintin, lo admito ex-ante, hago votos porque cuando se mencione a «Pablemos» haya luego una preocupación homologable por lo posiblmente exagerados que pudieran ser algunos comentarios. ¿Eh?. O no…
Respetando la libertad de expresión y todo eso, me ha dado por pensar en el papel de fumar. ¿Será por los puros de Rajoy?
» Ha mentido, siendo consciente de que lo hacía, tratando a todos como si fuésemos idiotas »
»
Ha consentido, amparado y normalizado la corrupción. Se ha llamado “liberal”, pero ha legislado a favor de oligopolios, intermediarios, notarios, registradores de la propiedad y abogados del Estado sospechosamente pluriempleados.»
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Yo asumo estas y otras apreciaciones para justificar el cambio por sí mismo.
Rajoy y sus plasmas ; su dialéctica parlamentaria mostrenca e inútil ; su literal devastación de los medios públicos de información ; sus amigos del partido ; su revisionismo de leyes bien orientadas y que contaban con el consenso amplio ; la simple y llana estupidez de Cospedal ; el matón Wert que no creía sus propuestas; un Montoro de pura soberbia ….
El PP ha deteriorado de tal modo la vida política ; ha renunciado a la didáctica de un sano parlamentarismo, que cualquier exceso verbal en su descripción palidece ante la brutalidad de esa mayoría del PP engolfada en escándalos que van más allá de las inevitables restricciones.
Estoy con Guridi en su afán regeneracionista , y al fin y al cabo , esto es un debate callejero. Sánchez se ha ganado una oportunidad de liderar un cambio, y es secundario si se debe a sus méritos o no.
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El español tiene más alma de súbdito que de ciudadano. Cosas de su Historia. Muchos siguen sin entender que el poder es culpable mientras no se demuestre lo contrario. Buen artículo de Guridi.
Buen artículo, sí señor.
Lo prioritario es echar a Rajoy y su gente del gobierno.
¿Se percatan ustedes de que podía haber sido aun peor? ¿Que podíamos haber tenido de presidente del gobierno a Rodrigo Rato?