Regularizar para ampliar derechos

Millán Gómez

La industria de la prostitución mueve anualmente en España ingentes sumas de dinero. La prostitución se caracteriza por la falta de derechos sociales y laborales que tienen todos aquellos hombres y mujeres que se dedican a esta profesión. La regularización de la prostitución y el trabajo sexual evitaría los abusos contra los Derechos Humanos, especialmente contra las mujeres inmigrantes que llegan a nuestro país para labrarse un futuro mejor para sí misma y para su familia. Una sociedad moderna y progresista debe siempre arriar como bandera política la ampliación de derechos de sus ciudadanos. Hay mucha violencia y dolor en el sector de la prostitución y es extremadamente urgente y necesario defender los Derechos Humanos, especialmente los derechos de los inmigrantes y de los extranjeros.

La solución para la prostitución es reconocer los derechos de las prostitutas y legalizar el trabajo sexual. La regularización de la prostitución evitaría los abusos y la falta de control sobre el trabajo y la vida de las prostitutas. La legislación restrictiva en inmigración y las políticas contrarias a la prostitución deben ser identificadas como factores que contribuyen a la violación de los derechos de los inmigrantes.

Existe también una problemática en la negociación de espacios públicos para la prostitución. Las administraciones públicas deben defender la dignidad de las personas que trabajan en la calle.

En vez de sancionar la prostitución, los Estados podrían penalizar a los proxenetas que explotan a las prostitutas y apoyar el desarrollo de medidas que garantizasen la sanidad y seguridad de las mujeres que están en la industria del sexo. En vez de beneficiarse de los impuestos recaudados de esta industria, los gobiernos podrían embargar los bienes de los explotadores de mujeres que campan a sus anchas e invertirlos en el futuro de esas mujeres que están en la prostitución proporcionando recursos económicos y alternativas reales para que estas prostitutas pudieran realizar su trabajo con la misma dignidad y asistencia social que cualquier otro empleo.

Puesto que es importante saber de otros procesos para encontrar mejor nuestro camino, me gustaría resaltar un simple ejemplo: en Holanda, el negocio del sexo legalizado ofrece grandes réditos al Estado y supone el 5 % del Producto Interior Bruto (PIB).

La Unión Europea debe reconocer a los profesionales del sexo los derechos de asociación y sindicación, el derecho a la movilidad (incluso el uso de vía pública) y el derecho a trabajar por cuenta propia de forma regulada, así como el deber de abonar los impuestos derivados.

La prostitución debería ser reconocida como oficio digno de un reconocimiento y regulación como cualquier otro puesto que el derecho a la libre elección de trabajo y el derecho a trabajar son Derechos Humanos fundamentales. Las prostitutas deben ser reconocidas como trabajadoras y tener los mismos derechos y asistencia social que el resto de trabajadores. Todas las sociedades deberían dar a esta profesión el mismo trato y respeto que a las demás.

Cualquier trabajo que se haga de manera forzada es una aberración, pero si se ejerce por propia iniciativa, no entiendo qué hay de malo en ello. No creo que la prostitución sea esclavismo por definición, al menos no más que cualquier otro trabajo remunerado. Es cierto que hay mujeres que no tienen otra salida, pero también las hay que trabajan en este oficio porque así lo desean y porque el beneficio económico es mayor que en otros sectores laborales.

En España, tenemos el ejemplo de Catalunya donde el gobierno de la Generalitat emprendió el camino para regular la prostitución. En una iniciativa pionera en España, el gobierno catalán aprobó un decreto en el que fija las condiciones que deben reunir todos los locales donde se ejerce la prostitución. Esta norma afecta básicamente a las instalaciones, medidas de seguridad y horarios de las trabajadoras.

El gobierno catalán se comprometió a dar reconocimiento jurídico y profesional a las personas que se dedican a la prostitución para que éstas puedan disponer de una cobertura social adecuada, ya sea trabajando como autónomas o por cuenta ajena.

Hay, por supuesto, voces que consideran que esta profesión debe ser prohibida pero la prostitución existe y no debemos taparnos los ojos ante el problema. Mientras exista es preferible que todos aquellos que se dediquen a la industria del sexo tengan unos derechos y unas condiciones dignas. Como cantaba el genial cantante de Los Secretos, Enrique Urquijo, en una maravillosa canción que lleva por título “Por el túnel�: “tu oficio no es peor que los demás�.

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