Senyor_J
A lo largo de esta semana, el denominado cuarto Beatle, Ringo Starr, realizará una minigira de conciertos por España que lo llevará a Barcelona, Madrid, la Coruña y Bilbao. A diferencia de Paul McCartney, cuyas visitas a nuestro país se han producido cada cierto tiempo, hay que remontarse a la gira de The Beatles por España para encontrar el único precedente de Ringo visitando nuestro país. Y eso fue en 1965.
Pero precisamente en esa fecha tan lejana de 1965 pocos hubieran sido capaces de imaginar que la llegada de Ringo a España sería un elemento noticiable en 2018, como tampoco lo debió ser la separación de The Beatles en 1970, el asesinato de Lennon en 1980, la publicación del Oratorio de Liverpool en 1991 por parte de Paul, las exitosas giras de McCartney en la primera y segunda década del milenio o, en definitiva, que Ringo Starr todavía tuviera una carrera musical viva 53 años después.
1965 era un año además en que todavía no se tenía claro que se podía ser demasiado viejo para el rock and roll y agotar rápidamente la esperanza de vida a base de intensidad en el uso de sustancias de elevada toxicidad. El éxito acariciaba todavía a los que pocos años después sucumbirían víctimas de sus excesos, como Hendrix y Morrison. Tampoco se podía imaginar en aquel entonces que Ringo Starr iba a ser un buen exponente de esos excesos, especialmente por su intensivo consumo de drogas y alcohol, si bien fue justo en 1965 cuando el cuarteto empezó a conocer los estupefacientes, para convertirse en consumidores regulares un par de años después y componer bajo sus efectos su obra más recordada, el Sgt. Peppers.
A pesar de todo esto y mucho más, Ringo está de vuelta en España y se vuelve a hablar de él. Seguramente sus actuaciones congreguen a unos cuantos miles de fans sedientos de encontrarse por primera y seguramente única vez con uno de los mitos musicales vivientes del pasado siglo. Sonarán las viejas canciones de The Beatles (With a Little Help of My Friends y Yellos Submarine de forma imprescindible), sus grandes éxitos de los 70 (It Don’t Come Easy, Back to Bogaloo…) y sus olvidables canciones recientes, así como varias piezas intermedias, ya que ha publicado casi una veintena de discos a lo largo de su carrera. Y en base a todo ese bagaje acumulado y al fenómeno fan, conseguirá sin duda una asistencia digna, que congregará gente de diversas generaciones.
Una posible reflexión que se impone frente a todo esto es sobre la perdurabilidad. El consumo intensivo de fenómenos de todo tipo propicia un rápido relevo de nuestros puntos de interés pero incluso cuando damos por muerto o superado un referente, este puede reaparecer en cualquier momento. El caso más paradigmático vivido recientemente en un ámbito muy distinto, el de la política, es el de Josep Borrell, aquel hombre que en la primera mitad de los noventa se ponía al frente del Ministerio de Obras Públicas, para ser engullido años más tarde por la maquinaria socialista postfelipista, reaparecer como presidente del Parlamento Europeo y ahora, más de diez años después, ser proclamado Ministro de Exteriores.
El Borrell de 1991 y el de 2018 no son tan diferentes, al menos para muchos de los ojos que los miran. En Cataluña fue considerado un buen representante del jacobinismo socialista, esto es, de los partidarios de frenar el despliegue de las competencias autonómicas y muy especialmente de combatir las reivindicaciones nacionales en el sí de la Península Ibérica, con el agravio además de ser de origen catalán. Su compromiso en ese sentido sigue siendo claro, como evidencia su periodo de lucha contra el cálculo de las balanzas fiscales llevado a cabo en los últimos años y que libró de forma tan intensa como de costumbre, o su compromiso antisoberanista de los últimos meses.
Josep no ha defraudado a los que sospechaban que algo podía andar buscando cuando se puso al frente del antisusanismo y se decantó activamente a favor de Pedro, pero seguramente tan solo era la expresión de ese gen inmortal que nos atrapa a todos, aquel que nos impide bajarnos de la ola mientras quede algo de movimiento sobre la misma. Un sabio dijo que el caos es una escalera, que muchos intentan subirla y fracasan, que el fracaso les destruye. Josep fue víctima de un gran fracaso a finales de los noventa pero supo sobreponerse, supo aferrarse a la escalera y volver a subirla.
Ringo, en cambio, nunca necesitó hacer grandes esfuerzos para mantenerse en ella. En su caso al adhesión venía de fábrica. Es lo que tiene ser un Beatle.
Senyor J, me sorprende lo mucho que conoce la figura de Ringo Starr y como glosa la trayectoria beetle durante 4 décadas, y en contraposición, el trazo grueso, diría yo que desde una perspectiva muy peculiar y personal,–algo burdo, en mi opinión, mis disculpas- que hace de Borrell.
Para empezar, el juicio de intenciones que le endosa cuando se puso de Psanchez, no contra Susana, q tb, sino sobre todo cuando aquellos Idus de marzo tan raros. Borrell es un hombre formado y lúcido, pero de ahi a otorgarle la capacidad de leer el futuro..pues hombre. Sin miedo a equivocarme digo que si Borrel ya sabia entonces lo que iba a pasar, y se vió de esa en un ministeri,…pues hombre… debía ser el único de España, o del mundo.
De Ringo Starr se poco. No soy beetlemaniaco, a pesar de que en mi 20 se vivió un revival cuando sacaron los álbumes Rojo y Azul y los conozco. Sé más de Josep Borrell. En la facultad varias generaciones de economistas hemos aprendido los rudimentos de álgebra y optimización con sus libros, muy transparentes especialmente los de problemas. Borrell fue también protagonista en los primero debates políticos que vi en la tele, era un tremendo adversario de argumentación sólida que se fundía a los políticos o periodistas adversarios como un soplete a la mantequilla.
Todo ello con una argumentación jacobina -seguro, aunque también se puede ser jacobino ¿eh?, igual que soberanista o independentista, siempre que se respete a los demás y se respeten los cauces legales- , pero sobre todo socialdemocrata, o de izquierdas, como se quiera decir. Borrell, antes que todo esto, o por encima de sus posiciones sobre «lo catalán» es un defensor acérrimo y de altísima calidad argumental de los impuestos, las transferencias, las inversiones públicas, la sanidad y el sistema educativo. A mí lo que más me gusta de él es que no tiene ningún problema en reivindicarlo, no se ve atrapado ni empantanado en «terceras vías», «socialliberalismo» y toda esta incómoda parafernalia que ha atrapado a gran parte de la socialdemocracia eruopea en los ochenta, noventa y primeros dos miles. Fue de los primeros en reivindicar que determinadas políticas «de mejora» o de «colaboración público privada» eran en realidad voladuras controladas de los servicios públicos -donde tanto en Cataluña como en Madrid, por cierto lo hemos podido comprobar pero bien-. Personalmente me encantó en su momento verlo defender con convicción que druanten su etapa en la secretaría de estado de hacienda, en los ochenta “subimos la presión fiscal diez puntos de PIB, casi un punto por año” sin esconderse, ni decirlo en voz baja, sino siendo consciente de lo importante que esos recursos públicos fueron -son- para tener un país que merezca la pena. Borrel también ha sido de las pocas figuras de importancia que han criticado abiertamente el enfoque económico de la actuación de las autoridades Europeas durante la crisis. Borrell sigue en forma, lúcido y conectado con su tiempo. Eso sí, efectivamente no tiene una actitud acomodaticia en los temas identitarios catalanes, defiende su posición con un argumentario, hay que reconocerle que muy limpio. Ojala los debates fueran todos en esa clave, con datos contrastables. No es el problema de Borrell que mucha argumentación económica esgrimida por el independentismo catalán fuera directamente falsa –y esto no es un punto de vista, es que lo era- . No obstante, encuentre el Senyor J cierto consuelo –si quiere- en que igual que me suscita meneos de cabeza conmiserativos el antiborrrelismo en la izuierda catalana ( que pena que el vórtice identitario succione tantas cosas), más me carcajeo con la postura del españolismo de derechas, de C´s al PP, que piensan que Borrell les respalda en algo.
Artículo realmente original y que rezuma nostalgia por la calidad de los argumentos políticos de otros tiempos conectados en las figuras de Ringo y Borrell.
La inteligencia y el talento siempre producen respeto.
La extensión de un exigente Laertes , abruma.
Enhorabuena a ambos. De verdad.
Senyor_J…..ejem….menos mal que Laertes ha sido capaz de escribir parte de lo que pasaba por mi cabeza,cuando leía tu articulo.
Tan solo añadir un comentario final:
iiYa te vale,tío!!
Que mosca ta picao?.
Cuando existo,creo que este articulo ha sido una extraña abducción comunicativa de PuigDevil que ha controlado el teclado mental de nuestro apreciado articulista,Senyor_J.
No en vano todos sabemos que PuigDevil es el «séptimo» Bitelchus.
Ante mi doy fe.
AC/DC.
Firmado…
Ob-La-Di, Ob-La-Da….que nervios.
Un corta y pega jacobino para caldear…uy…aclarar el ambiente….jeje.
Pedro Sánchez ha dicho e Berlín y delante de la canciller Merkel que «España tiene mucho que aprender del federalismo alemán» y ha respondido al presidente catalán, Quim Torra, que «podemos hablar de muchísimas cosas». El presidente español ha señalado que «es necesario seguir normalizando las relaciones entre el gobierno y los gobiernos autonómicos» y en este sentido ha ofrecido al presidente de la Generalitat un diálogo generoso y distendido, aunque dejando claro que «lo que representó el referéndum del 1 de octubre creo que es una página que hay que pasar. También por parte del independentismo. También por parte de quien es el presidente de todos los catalanes y catalanas y a partir de ahí tener un tono constructivo».
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No han tardado en replicarle…
«Suponemos que no está pidiendo que dos millones de personas olviden que votaron, la violencia, o que los catalanes deben abandonar el derecho a la autodeterminación», ha dicho Artadi. Sin embargo, la portavoz del Govern no ha querido ir más allá, a la espera de que el próximo 9 de julio Sánchez y el presidente de la Generalitat, Quim Torra, mantengan su primer encuentro oficial.
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Fluyan mis las lágrimas,dijo el policía….JAJAJA….que nervios.