Se apagó la voz de mis noches

Millán Gómez

El jueves conocimos la noticia de que el periodista Carlos Llamas, conductor del programa “Hora 25” en la Cadena SER, fallecía tras una larga lucha contra el cáncer. Con su muerte desaparece uno de los motivos por los que un servidor, desde muy pequeñito, quiso ser periodista y nunca se planteó opciones alternativas. Escuchar su programa, su forma de desmenuzar cada noche la actualidad, su posicionamiento crítico y responsable sin por ello perder en ningún momento ni una de sus convicciones, me inspiró y me inspirará siempre en mi ilusión como potencial periodista y comunicador.

Carlos Llamas presentaba desde hacía 15 años un programa donde resumía las noticias más destacadas del día. Se podía equivocar y, como es lógico, cometía errores y emitía en ocasiones juicios de valor que debería omitir, pero siempre fue un periodista que sabía cómo transmitir información desde la honestidad y el escrupuloso respeto a la realidad de los hechos.

Llevo escuchando “Hora 25” desde mucho antes de tener uso de razón. Recuerdo cómo mis padres me decían que no escuchase la radio por la noche cuando tenía clase al día siguiente porque tenía que dormir y yo escondía la radio debajo de la almohada y la escuchaba con los cascos. Carlos Llamas con su “Hora 25” y otros programas de la SER llevan muchos años siendo mis compañeros diarios porque con ellos, sin que lo sepan, he compartido momentos preciosos y muy especiales. Poner por la noche la SER es mi rito laico de cada día.

En momentos donde uno lo estaba pasando mal, Carlos Llamas fue la voz que le alegraba el día y le permitía entender un poquito más cada día la sociedad en la que vivimos. Si algún día consigo ser un profesional del periodismo es gracias a profesionales de la talla de Carlos Llamas. 

Cuando me fui a estudiar a Madrid, gracias al tesón y la apuesta decidida de mis padres por el bien de mi futuro, pasé muchos momentos solo y una de mis primeras ilusiones fue ir a presenciar en directo “Hora 25” en los estudios de Gran Vía, 32. Un viernes de 2004 fui a ver el programa. Llegué a la SER y subí hasta el estudio donde cada día se emite el programa. Una empleada de la SER me presentó a Carlos Llamas y le dijo que venía expresamente a verlo. Llamas, con una gran humildad y absolutamente sorprendido de que alguien lo admirase, me saludó y me enseñó cómo se hace cada día el programa. Me sentó alrededor de la misma mesa donde presenta “Hora 25”, con los cascos puestos para que escuchase los comentarios internos y me explicó con sumo detalle todos los entresijos e interioridades del programa. 

Aquella noche, Llamas volvió a dar una nueva lección magistral de cómo hacer radio y cómo orientar un programa de información libre e independiente. Tras el programa, me acompañó hasta la calle dándome las gracias por asistir a su programa y le demostró una gran humanidad a un estudiante de Periodismo que estaba con los ojos abiertos como un dos de oros para no perder detalle del lugar donde cada día ponen la palabra, la voz y la independencia a la realidad de cada día.

Aprender del legado de este extraordinario comunicador,  que aquella fría noche madrileña en Gran Vía, 32 me demostró una gran humildad y sensibilidad, es mi tarea constante. Porque a él le tengo que agradecer que haya compartido conmigo mi día a día, mi tristeza, mi soledad, mi alegría, mis preocupaciones y mi felicidad actual. Porque gracias a periodistas como Carlos Llamas un servidor decidió un buen día luchar por ser un periodista. Aunque tú no lo sepas, Carlos.

3 comentarios en “Se apagó la voz de mis noches

  1. Lo mejor de la Radio es que siempre es nuestra fiel compañera y Carlos LLamas era la voz de nuestra conciencia.

    Carlos Llamas: Para finalizar voy a aportarles a ustedes unas declaraciones que ha hecho el responsable de política internacional del Partido Popular, Gustavo de Arístegui ha asegurado esta noche que los que están queriendo contaminar las informaciones sobre la autoría de la masacre de Madrid son Otegi y su panda, así ha dicho que Otegi en su valoración del atentado ya sabía o creía saber que podría salir alguna prueba autoinculpatoria justamente para un grupo radical islámico, creo, ha dicho Arístegui, que una pregunta legítima que nos debemos hacer los demócratas es ¿porqué dice Otegi que son árabes antes de que se encuentre la famosa furgoneta, no será ETA a lo mejor cometió eso, se les fue de las manos y han plantado evidencias ahí para ver si engañaban a alguien con pruebas falsas?. Declaraciones de Gustavo de Aristegui.

    Son las dos menos 24 minutos, la 1 menos 24 en Canarias, punto y seguido, la SER continúa acompañándoles, hasta luego señores.

  2. Precioso artículo el que escribe Millán en recuerdo de Carlos LLamas. Leí ayer muchas de las cosas que se escribieron sobre este periodista, pero lo que escribe Millán es lo que más me ha conmovido. Es una pena que Carlos Llamas no pueda leerlo.

    Porque no creo que haya nada que pueda provocar más satisfacción a un profesional que enterarse de que su trabajo y su forma de ejercerlo han servido para que un chaval, oyendo su voz a escondidas de sus padres por la noche en la cama, haya decidido seguir su senda. Que tu ejemplo le cree una vocación a un chaval es imcomparable a nada.

    Es también conmovedora la anécdota del crío Millán recién llegado a Madrid acercándose a la Gran Vía a conocer a su ídolo. Y, sobre todo, es conmovedora la atención que le prestó su ídolo. Eso dice mucho más que cualquier otra cosa de su calidad humana.

    Esta anécdota me recuerda otra parecida que contó José María Calleja en la presentación de su libro el jueves. Nos contó que cuando era un jovencísimo aspirante a periodista se le ocurrió acudir a Antonio Saura a hacerle una entrevista. Y que el artista, a pesar de que Calleja, según él contó, llevaba un pelo a lo Jimmy Hendrix y una barba que le llegaba a la cintura, le concedió la entrevista sin ningún problema. E incluso hizo ademán de dibujarle y dedicarle un boceto, lo que lamentablemente fue impedido por su marchante. También Antonio Saura demostró, yo creo, con esta actitud, una gran calidad humana.

    Yo también he oído a Carlos LLamas miles de noches en la cama, con la luz apagada. Tiene algo especial oír la radio de noche y en la cama y sin luz. La voz del locutor te llega muy adentro y la echas mucho de menos cuando falta.

  3. Gracias por el artículo, Millán Gómez. Es muy conmovedor y dice mucho de la persona que lo ha escrito, así como de Carlos Llamas. Yo no tenía Carlos Llamas como un referente, pero sí que formaba parte de mi «familia». Y me explico. Cuando vi la noticia en la página web del Ser, rápidamente llamé a mi pareja. Tenía que decírselo. Muchas noches nos dormíamos escuchando Hora 25 y formaba parte de nosotros. Los dos nos quedamos chafados, como si se hubiese muerto un conocido.

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