So pena de una ingratitud social

Senyor G

En cualquier otro español o transeúnte que andase por el país con problemas judiciales o fiscales nos sería difícil sustraernos al “algo habrá hecho”, pero que nos digan que el rey (emérito), Juan Carlos I, pagó 678.393 euros a Hacienda para evitar una causa judicial, y que los que hace unos meses se tomaron un rato en agosto para defenderlo en nombre de los servicios pasados y de la presunción de inocencia, no se hayan tomado la molestia de comentar ahora alguna cosa, me hace confirmar que nos toman por imbéciles “a los ciudadanos españoles de todo origen, ideología o condición”.

Sí, esos que están a todo, que no fallan, como un Afonso Guerra, un Rodolfo Martín Villa, una Esperanza Aguirre, un Celestino Corbacho, un Jaime Ignacio del Burgo, un Juan Pablo Fusi, una Carmen Iglesias, un Emilio Lamo de Espinosa, un Jaime Mayor Oreja y su primo Marcelino Oreja, una Ana Pastor, un Josep Piqué, un Eduardo Serra, un Francisco Wert, un Francisco Vázquez, un José Rodríguez de la Borbolla y, como no, un Juan Carlos Rodríguez Ibarra, que hicieron un manifiesto para defender la tarea del rey durante todos estos años y que, si algo había hecho, lo deberían dilucidar los jueces: “Las numerosas informaciones que aparecen estos días sobre determinadas actividades del Rey Juan Carlos I han excitado una proliferación de condenas sin el debido respeto a la presunción de inocencia. Si sus acciones pudieran ser merecedoras de reprobación lo decidirán los tribunales de justicia”.

En la misma noticia de El País, la ministra de Defensa, Margarita Robles, ha acusado también este martes en una entrevista con Europa Press a los que ya están haciendo “juicios de culpabilidad” del rey emérito y no respetan la presunción de inocencia de cuestionar los “pilares básicos del Estado de Derecho y de “cualquier Estado democrático”. Eso estaría muy bien, pero yo también tengo que un pilar del Estado de Derecho es que todos, desde ciudadanos a mandatarios, estamos sometidos a la ley, y tenemos claro que no es así, y que si finalmente el rey JCI es juzgado, lo será solo desde su abdicación, y parece que como en otros casos históricos, sólo por temas fiscales colaterales.

Si alguno se está arrepintiendo o quiere expresarnos alguna ligera duda respecto al buen hacer del rey, o incluso desea pedirnos perdón, no duden en hacer otro manifiesto colectivo o hacerlo de uno en uno aunque les sea más costoso. Pero lo dudo, porque en el manifiesto hay las mentiras habituales, incluída la flagrante de “La aprobación por referéndum de la Constitución de 1978, después de unas elecciones libres a las que concurrieron todos los partidos políticos, […]”. Los partidos como ERC, como opción república clara, no se pudieron presentar y si el PCE no hubiese hecho la renuncia en el mismo sentido, tampoco, sin contar con la censura de algunos espacios electorales por ejemplo, pero ellos siguen con la matraca. Y otras que podríamos discutir de “[…] la popularidad que Juan Carlos I alcanzó durante su reinado y la muy amplia aceptación que la Monarquía suscitó en el pueblo español […]”.

¿Cómo no iba a gozar de popularidad si nos han mentido y ocultado muchas informaciones sobre el rey? Y los principales responsables los pueden encontrar en los mandatarios de los grandes medios y entre los firmantes del manifiesto. Su defensa del rey Juan Carlos I es una defensa de ellos mismos. Y si no rectifican, doblarán la apuesta y nos dirán que la ley es una pero que a veces hay que doblarla y que el fondo los negocios del rey, sobre todo los de fuera, eran negocios de todos y nos beneficiaban a todos. Por lo menos en la inversión, no en el beneficio, como con su abuelo en aquel Marruecos nuestro.

“Pero nunca se podrá borrar la labor del Rey Juan Carlos en beneficio de la democracia y de la Nación”. Quizás sí, pero en cualquier caso ser una vez bueno o durante un tiempo, no nos da derecho a ser malos después y para siempre. De hecho, precisamente en el cristianismo, supuesta religión que profesa con fervor y como abanderado nuestro rey en versión católica, lo importante es ser bueno y arrepentido justo al final.

Ya he acabado, pero si hay llegado hasta aquí, les hago un regalo de Reyes, y no es que está vez fuese a venir de oriente un rey, mago de las finanzas. No, no ha sido así. Hoy toca un regalo de verdad, así que desde ayer la película EL REY pasará a ser de dominio público, porque a pesar de todo avanzamos, que no lo olvide nadie.

Epílogo

Alguien debería analizar sentencias como “so pena de una ingratitud social que nada bueno presagiaría del conjunto de la sociedad española” y otras frases y poses dignas de auténticos marcianos.

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