Catalunya, un país conservador ¿Cuál es quién?

Pratxanda

Catalunya es un país profundamente conservador. Como en el pasado artículo justifiqué lo contrario en base a argumentos sociológicos y electorales, en el presente tendré que hacerlo en base a razones antropológicas y filosóficas.

 

Empeñarse en conservar una lengua a la que la intelectualidad española lleva tiempo dando por muerta sería un primer ejemplo de conservadurismo costumbrista, así como ponerse el anillo matrimonial en la mano opuesta al resto del estado. Nada de nuevas modas germánicas, el anillo a la romana. Del mismo modo, el país tiene especial afición a las instituciones de orígen medieval, tales como la Generalitat o la Vegueria. Sólo los británicos y su manía a circular al revés y su aversión al sistema métrico nos superan en este tipo de conservadurismo.

 

Ejemplo también de sociedad tradicional es el respeto a los ancianos y el culto a los muertos. Así, no sólo Pujol ha gobernado 23 años seguidos, Quim Nadal o Ciurana llevaban un camino igual en Girona y Lleida de no haber sido llamados a consellers. Hay más casos: Francesc Baltasar en el Prat de Llobregat. Otros alcaldes como Primitivo Forastero lo han sido con el Movimiento, la UCD y CiU. El terror al cambio lleva a que no haya habido alternancia política en las alcaldías de muchos pueblos y ciudades en 30 años. Barcelona, Girona, Badalona, Hospitalet, son un ejemplo. Por otra parte en el nomenclátor de las calles abundan los Companys, Macià, Carrasco, Taradellas, Ferrer i Guàrdia, etc. Ejemplo de culto a los muertos, más si son mártires. No en vano Catalunya tiene la primera ley del Estado para reabrir fosas comunes de la Guerra Civil. Ni los amerindios con sus cementerios alcanzan este nivel de sacralización. 

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