Tenemos solución

Diego de Ojeda

Nuestra situación económica es dramática y las perspectivas de futuro son poco halagüeñas. La espiral de recortes que desde mayo de 2010 pretende aplacar la presión de los mercados financieros, sólo ha generado más paro, más deuda pública y una nueva recesión que se prevé insoportablemente duradera. Cada vez son más los ciudadanos afectados directamente, con el consiguiente incremento de la tensión social, que viene acompañada de un peligroso desencanto y escepticismo ante una clase política que no consigue formular alternativas para romper el círculo vicioso.

Debería haber sido evidente desde el principio de la crisis que la disciplina presupuestaria y la racionalización del gasto público no conseguirían equilibrar los presupuestos sin una revitalización paralela de los ingresos públicos, en caída libre desde el estallido de la burbuja inmobiliaria. En los últimos tres años, los paupérrimos resultados cosechados por la austeridad extrema abrazada voluntariamente por Gran Bretaña, Lituania, Letonia y Estonia, y todavía más claramente por el corsé impuesto a Grecia, Irlanda y Portugal dentro de la Eurozona, han convencido hasta a sus más fervientes guardianes de la insuficiencia de las recetas neoliberales.

Sin embargo, el Estado carece de los recursos para abordar una intervención keynesiana clásica. Incluso si los mercados se avinieran a prestárselos, el estímulo no conseguiría el efecto deseado al diluirse en la inevitable reducción de una deuda pública que en nuestro país se va acercando inexorablemente al 100% del PIB.

Así las cosas, parecería que no hay alternativa; no cabría sino resignarnos a largos años de empobrecimiento, desmantelamiento del Estado de bienestar y convulsión social. Es una conclusión errada. Pese al elevado endeudamiento y el desempleo masivo, los grandes logros políticos, económicos y sociales que hemos alcanzado en los últimos treinta años no son un espejismo. Un país con una riqueza nacional de más de un billón de euros, moderno, formado, abierto, bien dotado en infraestructuras, con capacidad para el emprendimiento y el trabajo duro, dispone de los activos necesarios para recuperar la confianza, mantener el control de su destino y levantarse sin necesidad de ayudas externas y las imposiciones de sacrificios adicionales que las acompañarían.

España es un gran país, en extensión y en proyección global. En Latinoamérica por historia, cultura y presencia empresarial; en el resto del mundo por su capacidad cultural, éxitos deportivos y cuestiones menos tangibles como su gastronomía, nuestro modelo de vida y la excelencia turística, que mantienen desde hace años a España en el segundo o tercer puesto en el ranking de países más visitados del mundo. Pero precisamente por ello, los problemas que afrontamos tienen mayor visibilidad.

Hace sólo un lustro, la prensa internacional reflejaba que España creaba unos dos tercios de todos los empleos que se generaban en Europa, en gran medida porque se construían tantas casas como Alemania, Gran Bretaña, Francia e Italia juntas. Y resaltaba la ausencia de incidentes que acompañaba el aumento de población extranjera del 3 al 14% en sólo una década, o la paulatina desaparición de la banda terrorista ETA.

Con el estallido de la crisis, la atención mediática viró hacia los serios problemas subyacentes, como los muchos casos de corrupción con ramificaciones políticas, el despilfarro en infraestructuras no rentables y las nefastas consecuencias de la colonización partidista de las administraciones e instituciones públicas. La quiebra de la mayoría de las cajas de ahorros, gobernadas por representantes políticos escogidos en función de su adscripción antes que por su cualificación, ha sido ampliamente publicitada. Como también los bloqueos políticos para renovar instituciones tan trascendentes como el Tribunal Constitucional o el Consejo General del Poder Judicial, cuyo Presidente se vio forzado a dimitir por un sonado escándalo de viajes de lujo a costa del erario público.

También hemos sido protagonistas negativos a escala mundial por la inhabilitación del juez Garzón, mayoritariamente percibida como represalia por haber osado investigar los crímenes de la guerra civil, o el accidente del Rey durante un viaje privado semi clandestino. La Puerta del Sol tomada durante semanas por el 15-M llegó incluso a ser comparada con la Plaza Tahrir de El Cairo, como si la primavera árabe pudiera extenderse también a la Al Andalus melancólica de Al Qaeda.

En las últimas semanas las imágenes de la represión de las manifestaciones frente al Congreso de los Diputados y de la masiva manifestación soberanista de la Diada y su reverberación política han coincidido con los rumores constantes sobre la probable petición de rescate financiero.

Es evidente que la clase política debería abordar con urgencia reformas de calado para mejorar la calidad de nuestra democracia, incluida una reforma de la ley electoral que ponga fin al progresivo y peligroso distanciamiento ciudadano de las instituciones democráticas y sus representantes políticos.

Pero, a más corto plazo, nuestros representantes democráticos tienen el deber de tratar de superar la situación límite que afrontamos, consensuando una estrategia de salida de la crisis que sea al tiempo eficaz y justa, con participación activa de todas las fuerzas políticas y sociales.

Para que ello sea posible, alguien tendría que esbozar alguna propuesta innovadora con vocación de factible que nos permita albergar la esperanza de esquivar el fracaso colectivo y la renuncia de soberanía económica que implicaría recurrir al mal denominado rescate exterior.

El Gobierno argumenta que, pese a que había prometido lo contrario, no tiene otra opción que seguir recortando ad infinitum, mal que le pese, con la esperanza de que, en algún momento, que las instituciones internacionales se empeñan en postergar, se revierta el actual círculo vicioso económico, si es posible antes de que el país haya acabado de hundirse en la miseria más completa.

El Partido socialista critica con razón el incumplimiento de las promesas electorales del Gobierno pero esquiva la obviedad de que, desde mayo de 2010, el Gobierno socialista hizo lo propio y, sobre todo, no ofrece ninguna alternativa concreta más allá de fórmulas generales como reformar el sistema impositivo y crear un impuesto a las grandes fortunas.

¿Es factible generar una perspectiva creíble de reactivación del crecimiento económico que disipe las dudas sobre la solvencia de España teniendo en cuenta nuestro alto déficit público, nuestras dificultades de financiación en los mercados internacionales y la estricta condicionalidad que nos impone la UE que deprime aún más la situación?

Afortunadamente, hay quien está trabajando para promover soluciones justas y eficaces que generen un incremento de los recursos públicos y la regeneración de la confianza, el consumo y la inversión.

Antonio Quero, funcionario de la Comisión Europea y militante socialista que promovió el movimiento Bases en Red con el objetivo de democratizar y renovar el PSOE con vistas a su último Congreso, acaba de publicar un plan titulado Bases para un acuerdo nacional para la salida de la crisis y la defensa de la soberanía económica. Según su promotor, el plan permitiría evitar recortes presupuestarios o subidas de impuestos adicionales, con independencia de la conveniencia de seguir mejorando la eficiencia del gasto público y la equidad del reparto de las cargas fiscales.

El plan consta de cuatro ejes, explicados sucintamente en las primeras páginas de un largo, sesudo y bien razonado documento:

–        Creación de 3 millones de empleos y de 2,5 millones de formaciones para jóvenes en los próximos tres años a través de la anticipación de contrataciones, rotaciones-sustituciones, la creación de un banco público de inversiones para la creación y expansión de empresas y medidas orientadas a la eficiencia energética y el empleo juvenil.

–        Rebaja de las cuotas hipotecarias y los alquileres que afrontan los hogares de renta más limitada (hasta 3.000€ mensuales) a un máximo del 20% de sus ingresos durante los próximos tres años. La rebaja sería asumida por las entidades financieras beneficiadas por la creación del “banco malo” y liberaría 50.000 millones de euros de renta disponible que supondrían un fuerte estímulo a la demanda interna.

–        Generación de 20.000 millones de euros anuales de recursos públicos adicionales a través de una reforma del modelo bancario que separe la captación de depósitos de la concesión de crédito, lo que además estabilizaría el sistema financiero y reactivaría el crédito a empresas y particulares.

–        Blindar la inversión en educación e innovación.

Estoy absolutamente convencido de que el plan de Antonio Quero es perfectible. Tras leerlo atentamente, a mí me asaltan muchas dudas, especialmente por lo ambicioso que resulta y lo poco ortodoxo –al menos aparentemente- que algunas de las propuestas parecen. Ahora bien, dada la emergencia en la que nos encontramos y la sequía de opciones que nos permitan siquiera vislumbrar el fin de la debacle, considero que, como mínimo, estas propuestas deben ser tenidas en cuenta y, en su caso, rebatidas convincentemente.

No es aceptable que la sociedad española, partidos políticos y ciudadanos, nos instalemos en la pereza intelectual y nos resignemos a un presente negro seguido de un futuro aún más sombrío. Son ideas constructivas y, al parecer, lo suficientemente contrastadas como para que sean, cuando menos, debatidas y, en caso de ser desechadas, reemplazadas por otras mejores, eso sí, por alternativas que al menos pretendan sacarnos del abismo antes que prescribir que seguimos hundiéndonos en el mismo.

8 comentarios en “Tenemos solución

  1. Gracias, Diego, este es uno de esos artículo que insufla esperanza. Hay por ahí gente pensando dispuesta a romper la ortodoxia. Las propuestas suenan interesantísimas, habrá que leerlas con detalle. Lo más difícil me parece lo de los bancos. Pero el plan de salvamento de los hipotecados es fundamental. Es una vergüenza que en el Gobierno de ZP no hubiera gente trabajando en esa línea. Mientras el Estado continúa endeudándonse para sanear los bancos, los bancos siguen inflexibles deshauciando a miles de personas. La situación es intolerable. Ojalá lleguen al centro del debate las propuestas de Quero.

  2. Estimado D. Diego, muchas gracias por su artículo! Atención pregunta: ¿La tasa Tobin no forma parte de la solución? Yo me pregunto por qué no se ha impuesto hasta ahora, y a ver cómo lo hacen…….. :

    http://www.huffingtonpost.es/2012/10/09/tasa-financiera-once-pais_n_1951733.html?utm_hp_ref=spain&ncid=edlinkusaolp00000009

    Por otro lado, ayer me enteré que mi Caixa Galicia (Caja de Ahorros, no Banco) está cobrando 0.25 por cada apunte domiciliado y que la forma de informar a los clientes (los que ponemos la pasta y pagamos los intereses) es poniéndolo en el tablón de anuncios de cada sucursal, siguiendo instrucciones del Banco de España.

    ¿Hay alguien entre ustedes que mire los tablones de anuncios de algún sitio? ¿Es eso una forma respetable de informar al personal de los gravámenes de sus propios dineros? ¿Tienen algún tipo de vergüenza?

    Otra pregunta: ¿Se puede tener la luz, la calefacción, el móvil, todas las cositas del vivir diario, se pueden tener sin domiciliar?

    Bueno D. Diego, que sí, que hay que ser optimistas, nosotros SÍ tenemos solución, los mentirosos neoliberales NO…. 🙂

    Saludos!

  3. Gracias. La tasa Tobin no está incluida en las propuestas porque ya se está poniendo en marcha, al menos para 11 países de la UE entre los que finalmente sí se encuentra España después de muchas dudas. Llevará tiempo porque seguirá la vía de las denominadas cooperaciones reforzadas de la UE (como Schengen, sólo para algunos países) pero llegará a buen término: 0,1% para las compra-ventas de acciones y 0,01% para las de derivados (opciones, etc).
    La Comisión prevé recaudar varios miles de millones de euros: se calculaba que 55.000 si se adoptaba en toda la UE.

  4. Muchas gracias, querido Diego. El otro día me anticipaste este plan. No acabo de ver cómo crear los tres millones de empleos, aparte de la consabida mala utilización que podría darse a una subvención más, como otras.
    Sobre el tema hipotecas-hipotecados, desde una posición liberal, te digo que el tema se queda corto y que lo menos que hay que hacer son las sugerencias lanzadas por Christine Lagarde desde el FMI en abril 2012 y misteriosamente escasas de eco en España: si ha bajado el valor del inmueble, que baje proporcionalmente el valor de la hipoteca del mismo… Si los bancos (y bancarios…) no asumieron su parte de responsabilidad limitando el valor de los inmuebles (tasaciones infladas, olvido de riesgos, ingresos extra garantizados por un simple papel del solicitante, operaciones coordinadas inverosímiles, etc.), ahora deberían apencar con parte de la pérdida. Y aún más si entran en el banco malo.
    El sistema educativo hay que rehacerlo , de arriba a abajo. Y ello debería llevar un asumir (aunque sea temporalmente) las íntegras competencias por parte de ese hipotético gobierno de concentración o asentado en el pacto propuesto y refundar, prácticamente, la universidad española.
    Esta última medida es lo que debería hacer la administración pública, en general, y las privadas, en particular (aunque muchas, pequeñas y medianas, sobre todo, si no lo han hecho ya, han desaparecido, sencillamente): un empleo lo debe ocupar un empleado que cumpla con su trabajo y, como parte indispensable de éste, debe contarse el cumplir al máximo con su obligación de ayudar al bien común, sin incurrir en las trabas habituales y en la dejación de funciones tan frecuente que acaba resultando en una lacra para la sociedad. Y demasiado cara. Una cosa es garantizar y supervisar, otra, muy diferente, es obstruir y, aunque no se quiera ver, torpedear. Eso obliga a una refundación de esa admnnistración desde dentro: nada de que, si hay que recortar, se recorté a todos por igual; nada de que sí hay que recortar, empecemos por los interinos; si hay que recortar, se señala a los cánceres, improductivos y los menos productivos y, por ese orden ejemplarizante, se procede a recortar esos puestos de trabajo. Y los jefes de cada departamento-negociado, deben implicarse y asumir su jerarquía al respecto.
    Y los planes de diseño de futuro deben basarse en ejemplos ya conocidos:no hay que inventar nada de nada, todo está inventado.
    Y los partidos políticos deberían proceder (¡ay, cómo…!) a la poda dentro de su tiesto: corruptos, fuera; mediocres, fuera; mentirosos compulsivos; fuera; demagogos de todo tipo, fuera; intereses espurios, fuera.
    Separación de los tres poderes YA. Reforzamiento de determinados aspectos del Código Penal: más rapidez de la Justicia, penas que se cumplan y penas por falsas acusaciones ya.
    ¿Sigo?
    Sí, claro que España tiene futuro: pero el presente es muy oscuro y hay que dejarse de tonterías, de intereses espurios, de batallitas de hacemos años.
    Un abrazo, FERNANDO

  5. Gracias Fernando. Mi artículo pretende sólo introducir al Plan de Antonio Quero. Por cierto, ya han arreglado el link, que desde hace algunas horas dejó de llevar al documento completo.
    El eje de creación de empleo es bastante innovador. No se trata de subvencionar empleo privado con exenciones fiscales o crear empleo público. Se trata de crear empleo privado pagado enteramente con fondos públicos. Los fondos saldrían de lo generado por la reforma bancaria, otro de los ejes del plan, en concreto por los réditos que produciría la central de depósitos.
    La clave es que al haberse perdido tantos puestos de trabajo en los últimos años, ahora mismo hay un exceso de capacidad instalada que las empresas no cubren porque no hay demanda o tienen pérdidas. A las empresas se les ofrecerían trabajadores sin coste (asumido por el Estado temporalmente). Dichos trabajadores saldrían de los que están recibiendo actualmente prestación por desempleo. De tal manera que el coste neto para el Estado de la «subvención» sería inferior al ahorrarse lo que le cuesta el trabajador en cuestión ahora mismo en concepto de seguro de paro. El trabajador pagaría también cotización social, así que la SS incrementaría sus ingresos (otro descuento sobre el valor real del subsidio). Y por supuesto, al tratarse de trabajadores poco a nada cualificados, su propensión al consumo con el exceso entre lo que ahora reciben como paro y lo que recibirían como salario, iría destinado en gran proporción al consumo, reactivando la demanda, lo que beneficia a las empresas y también al Estado vía impuestos indirectos y también a los beneficios de las empresas, etc.
    Está muy bien razonado en el documento completo.
    Sobre lo demás, bastante de acuerdo en casi todo. El problema es cómo aplicarlo. A mi juicio, una de los atractivos principales del plan de Quero es que está bastante pensado cómo podría ponerse en práctica, los costes, las transiciones, etc.

  6. Pues….. ya que el plan de Quero lo tiene pensado, yo necesitaría saber cuál es el primer paso y quién lo tiene que dar! Es para ir situándome…. 🙂

  7. El mayor obstáculo que tiene el modelo de Quero es querer ser un Acuerdo Nacional. ¿Cómo se puede conseguir que una mayoría vote a favor de un monopolio estatal de los depósitos de particulares y empresas? El mas feroz enemigo, por supuesto, sería el lobby bancario que lo tildaría de comunismo. Pero, además, los ciudadanos desconfían mucho del Estado. ¿Quién les garantiza que si hay una situación de crisis, el Estado no va a confiscar un porcentaje de los depósitos? Por mucho que la confiscación se prometiera temporal, hasta superar la crisis, el caso es que cuando alguién quisiera retirar la totalidad de su depósito por cualquier razón de necesidad, se encontraría que no puede hacerlo en su totalidad. El Corralito argentino es muy mal recuerdo.
    Sería imposible obtener una mayoría parlamentaria o de referendum. El gobierno promotor del modelo explicaría que la única razón para la monopolización pública de los depósitos es conseguir fondos para dar empleo a personas en paro y que tan noble fin justifica que se proceda asi. Dudo mucho que eso convenza a una mayoría.

    Otro escollo importante es que se supone que los nuevos asalariados van a gastar su dinero en bienes y servicios nacionales. Pero vivimos en una economía abierta y parte de sus ingresos se los vana gastar en bienes importados y vacaciones en el extranjero. Los empresarios nacionales no conseguirían vender una parte de lo que esperaban vender a los nuevos asalariados. Los empresarios saben que, además, una parte de los nuevos salarios se va ahorrar. Enfin, que aunque sea mano de obra gratis, aumentarán su producción con mucha prudencia.

  8. Veo dificil que se pudiera llevar a la practica el plan de separar depositos de prestamos en el negoco bancario.

    Dificil, pero no imposible.
    Necesimaos imperiosamente recursos que permitan tomr las medidas necesarias para salir de la crisis. Esta es la única alternativa que he visto hasta ahora al encogimiento de hombros y al decir «ni idea».
    Sabemos de sobra que por la via del recorte (mejor dicho, ya lo sabiamos, ahora lo estamos notando día a día) no se llega a ningún sitio.
    Esto es heterodoxo, mucho, pero no es una locura. Lo mas importante, sí nos proporciona lo que necesitamos. Yo estaría a favor de probar una medicina experimental antes de ver como me estoy muriendo, porque,en mi opinión, la situación real no difiere demasiado de esta metáfora.

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