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¿De qué escribir con tanto que pasa? El juramento de la Princesa fue bonito, elegante, institucional, y augura estabilidad. Y sin embargo, soy y seguiré siendo republicano convencido. De otra parte, el acuerdo sobre la futura ley de amnistía con ERC y la foto con Puchi, que permitirán la investidura de un nuevo gobierno progresista la semana que viene, algo muy bienvenido pero que augura más campaña de acoso y derribo de la derecha, siempre esperanzada con que los pactos de la izquierda revienten para volver al poder que les pertenece porque son los únicos que saben qué le conviene a España-aña-aña. Pero su patriotismo hipócrita – nunca arriman el hombro desde la oposición cuando vienen mal dadas (COVID, crisis financiera, ETA…) – no esconde que el pacto con los indepes puede salir mal si se revelan más irredentos que domesticables, por mucho que confíe en lo segundo y no solo por voluntad sino fijándome en el efecto de los indultos. Y finalmente, por si fuera poco, Israel invade Gaza por tierra intensificando su bombardeo, que mata a civiles a mansalva, día tras día, haciéndonos olvidar rápidamente – lamentablemente lo pronostiqué aquí a los pocos días del atroz ataque de Hamás – la barbarie de la que fue objeto y el antisemitismo latente en muchos barrios – no solo de la izquierda – y el odio abierto a Israel en gran parte del mundo árabe. Lo que propicia que cuando me manifiesto en contra de la barbarie israelí no me guste la mayoría de la gente que me acompaña, de la misma forma que cuando denuncio el terrorismo de Hamás, tampoco coincido – ni de lejos – con la derecha facha y mesiánica que gobierna Israel. Por lo cual, me acusan de todo desde ambos bandos y me doy con un canto en los dientes cuando la crítica es solo por equidistancia.

El juramento. Todo bien. El protocolo, la coreografía, la escenificación, el traje de la Princesa, los discursos. De hecho mucho más que bien: ¡excelente! Como debería ser normal. Pero no lo es porque la derecha encumbra a la Corona cuando el Rey hace lo que considera que tiene que hacer y cuando no, lo vitupera. Así que, que la derecha se comporte mientras Sánchez ejerce de Presidente en funciones en un acto como el de ayer, me sorprende positivamente.

En cuanto a mis convicciones republicanas, pues habrá que dejarlas en el cajón, al menos hasta que la madurez democrática de nuestro país evolucione hasta un punto en el que quepa admirar a figuras de mérito que se mantengan al margen de la lucha partidista fratricida. Me refiero, por ejemplo, a Felipe, que podría ser un gran Presidente pero que se ha pasado de un bando al otro ya sea por la pela, por las mujeres o simplemente por su ego desmedido. Tengamos paciencia porque hasta en Italia son capaces de nombrar Presidentes del gobierno tecnócratas y Presidentes de la República que provienen de partidos políticos pero saben comportarse como hombres de Estado. Igual la clave sea apostar a las mujeres…

La amnistía. Supongo que hoy mismo empezarán a filtrarse los detalles de la ley que será presentada al Congreso. ¿La presentará Sumar o lo hará el PSOE? ¿Se admitirán enmiendas durante el trámite como supuestamente defendió el PSOE o será un trágala como querían los indepes? ¿Despenalizará solo los delitos relacionados con el Procés o también a la condenada por trocear contratos? Veremos. Pero creo que ya está claro que no hay pago por adelantado – como los indepes reclamaban durante el verano – es decir, que van a votar la investidura antes de que la ley esté aprobada. En este caso, a mí el orden de los productos me parece relevante, aunque sea simbólico: “me invistes y luego yo te libro de polvo y paja”. Tiene menos tufo de “hago lo que quieras a cambio de que invistas”. Y como me fio poco de esta gente, prefiero seguir teniendo la sartén por el mango.

No me preocupa demasiado la inestabilidad precaria del nuevo Gobierno. El PSOE ha demostrado – ya lo hizo con Zapatero – saber fajarse en el Congreso con los diferentes grupos, cediendo pero también pactando con otros cuando las peticiones de unos son demasiado maximalistas. Y si no se pueden pactar los Presupuestos, pues se prorrogan, como hizo Rajoy hasta ¿tres? veces. No es un buen ejemplo pero vamos, que España no se vino abajo por la incapacidad de sus representantes políticos. Y no se vendrá abajo ahora incluso si Puchi sale al balcón en la Plaza de Cataluña bramando que no se arrepiente y lo volverá a hacer. Será cuanto tenga oportunidad y no la va a tener. Y si por lo que fuera, él u otro lo vuelve a hacer, volveremos a la casilla de salida y tendremos otra crisis institucional grave, o todavía más grave porque el PSOE en el Gobierno no podrá contar con el apoyo del PP en la oposición. Pero no pasará porque en el fondo, muy en el fondo, saben que la cagaron y que la volverían a cagar. Y el PSOE en el Gobierno ya se ocupará de que la ecuación de incentivos y desincentivos les salga favorable a no volver a subirse al monte. Al tiempo.

Israel-Palestina. Ya lo he dicho todo. Trabajé allí varios años, con los palestinos y con los israelíes. Y como amigo de los palestinos, siento en el alma su sufrimiento. ¿Genocidio? Pues vale. ¿Terrorismo de Estado israelí? Pues vale. Mientras no se mente al Holocausto, que supera de largo cualquier horror conocido, no me voy a enfrentar a cualquier calificación negativa de lo que está haciendo Israel. Pero como amigo de los israelíes, lo que más me preocupa es que Israel la está volviendo a cagar, enfangándose de nuevo hasta las trancas en una guerra que no va a poder ganar. Ganar de verdad. Va a matar a muchos hamaseños y a muchos civiles palestinos, sin duda, pero va a sufrir bajas importantes y, todavía más grave, su supervivencia a medio y largo plazo quedará todavía más en precario. Y desde luego como nación democrática y desarrollada, condición que ya estaba en duda – como venía denunciando más de la mitad de la población israelí durante el año precedente – con el gobierno autoritario, populista y xenófobo que finalmente se alzó con el poder tras un ciclo de repeticiones electorales casi eterno.

Algunos citan la guerra del Yom Kippur y la firma de la paz con Egipto poco después como precedente que avalaría la posibilidad de utilizar este estallido mortífero para dar un golpe sobre la mesa y resolver el conflicto político subyacente cual es la necesidad de encontrar un acomodo a la nación palestina. Ojalá. Yo no lo veo pero nada me gustaría más, por bien de mis amigos palestinos, israelíes y la estabilidad internacional, que la veo cada vez más tocada…