LBNL
La primera: no fue una guerra de oportunidad (war of choice) como la de Iraq sino la respuesta, inevitable, al ataque de Al Qaeda sobre las Torres Gemelas. La segunda: no ha sido completamente inútil. Al Qaeda está derrotada y durante veinte años la mayoría de los afganos han disfrutado de una calidad de vida bastante superior a la anterior y, muy probablemente, a la que les espera. Y la tercera: se cometieron muchos errores, casi desde el principio durante estas dos décadas y, claramente, al final. No es una sobrada a toro pasado: muchos los señalamos durante años, sin apenas impacto, y casi todos vimos lo que se venía encima cuando Trump decidió “negociar” su salida unilateralmente con los talibanes. Lo extraño es que nadie denunciara con claridad la magnitud del desastre, probablemente (al menos en mi caso) porque le damos más valor a los cálculos norteamericanos del que realmente tienen.
Empecemos con la primera precisión. Bin Laden le declaró la guerra a EE.UU. en 1998 tras oponerse a la presencia de soldados americanos, infieles, en el territorio “santo” de Arabia Saudí, a petición de este último para defenderle de la invasión de Saddam a Kuwait. Tanto es así que EE.UU. trasladó la mayoría de ellos a una macro base en Qatar, la misma a la que han sido transportados ahora miles de evacuados de Afganistán.
EE.UU. es malo de toda malignidad, en particular su política exterior, eso ya lo sabemos, pero Bin Laden es peor. Aparte de mesiánico (busquen en Google el video donde comenta la caída de las Torres Gemelas haciendo un paralelismo con no se qué episodio del Corán), mamó de los pechos del Tío Sam sin cuyas entregas de armas no habría podido formar a su milicia en la guerra afgana contra Rusia. El caso es que primero puso una bomba en el destructor Cole, luego montó dos atentados gordos en embajadas yankees en África y finalmente tumbó el World Trade Centre. EE.UU. no tenía otra opción que responder al asesinato de unas 3.500 personas en su territorio. Y así lo entendió la OTAN que activó, por primera vez en su historia, su famoso artículo 5 por el cual todos los aliados deben acudir en defensa de quién haya sido atacado.
Bin Laden y el grueso de Al Qaeda estaban en Afganistán, cobijados por los talibanes, y EE.UU. tomó el país. Algunos aliados participaron de la misión ofensiva y otros, como España, se limitaron a participar en la misión menos agresiva de la OTAN, que incluía los llamados PRTs (Provincial Reconstruction Teams). De forma que a la par que militares, desplazamos a Afganistán ingenieros y cooperantes para gestionar los ingentes fondos en ayuda al desarrollo que “Occidente” destinó para el Afganistán post taliban-Al Qaeda.
Ya he entrado de lleno en la segunda precisión. En parte gracias a la ayuda al desarrollo occidental, la mayoría de la población afgana – las mujeres particularmente – pudo disfrutar de una calidad de vida en todos los sentidos – empleo, educación, sanidad, libertad… – inimaginable bajo el gobierno talibán. Estaría bien preguntarle a un afgano de 21 años hoy si considera que la intervención internacional valió la pena… O a sus padres.
Otra cosa es que el ingente esfuerzo militar, político y económico, nos haya salido rentable en vista de su abrupto final. Hete aquí la tercera precisión. Ya en 2006 recuerdo escribir que una vez Al Qaeda había sido neutralizada en Afganistán, “Occidente” debía recordar que no había intervenido para desalojar a los talibanes. Resulta que los talibanes son el principal vehículo político de la minoría pashtun, la principal del país. Hace un par de meses me entrevisté – por videoconferencia – con un pasthún dirigente del partido social-demócrata, que ojalá siga vivo pese a lo palizas que resultó. Así que hay pashtunes no talibanes – y también talibanes no pashtunes – pero lamentablemente son muy pocos. El destinatario de mi escrito me contestó que tenía toda la razón del mundo pero que, sintiéndolo mucho, eso era algo que no se podía decir en ese momento.
Le pareció muy bien, en cambio, mi énfasis en la necesidad de limitar al máximo las denominadas “bajas colaterales”. Porque si para “neutralizar” a un Al Qaedeño o talibán de pro aprovechas una boda y matas a medio pueblo, aparte de salvajada no progresas demasiado hacia el objetivo de ganar los corazones y cabezas (hearts and minds) de la población local, cuyo apoyo a la insurgencia se enardece. Pero tuvimos cero impacto: las fuerzas de combate occidentales – también había británicos, canadienses y australianos, entre otros – siguieron regando de sangre inocente Afganistán en pos de la ansiada eliminación de los talibanes. No va bien la cosa cuando el remedio es peor que la enfermedad y para los pashtunes de las zonas rurales donde los talibanes seguían campando por sus respetos, las cosas habían empeorado.
Tampoco ayudó que en grandes partes del país, “Occidente” se aliara con antiguos señores de la guerra responsables de todo tipo de crímenes durante la guerra civil anterior a que los talibanes tomaran el poder. No tanto por sus crímenes anteriores sino porque su conducta seguía siendo bastante parecida a la de los talibanes en términos de respeto a los derechos humanos. Y créanme, “nuestros hijos de puta” en Kandahar no eran mucho más liberales que los talibanes respecto a las mujeres que en vez de burka usaban niqab (solo ojos descubiertos). Y encima algunos generales del ejército afgano tenían niños esclavos sexuales con ellos en lo que, parece, es una semi tradición local que algunos norteamericanos denunciaron asqueados, sin apenas ningún impacto…
Biden, cuando era vice-presidente, ya decía que una vez derrotada Al Qaeda, había que salir de Afganistán. O quedarse haciendo las cosas bien, como en Corea del Sur donde EE.UU. lleva un porrón de décadas. Pero me decía un allegado hace algunas semanas que dado el retraso social, educativo y económico de Afganistán (su mayor exportación sigue siendo la heroína), es posible que incluso haciendo las cosas bien hubieran salido mal. Es muy probable que así sea pero todo es relativo y no se trataba de conseguir una nueva Samsung en Kabul.
Pero para ello habría que haber perseverado en la vía inicial. Es posible que recuerden que, al principio, se montó una Loya Yirga en Bonn. Yo no tenía ni idea de qué era eso pero resultó ser un cónclave de próceres étnicos, regionales y económicos que, en asamblea, eligieron a Hamid Karzai como nuevo líder. Fenomenal. Lo malo es que rápidamente les exigimos que celebraran elecciones y les ayudamos a hacerlo. Varias veces y en todos y cada uno de los casos solo se presentaron próceres y acabamos con los dos más votados negociando un reparto de poder como en una Loya Yirga. Y así hemos ido tirando con la salvedad de que, a mitad del camino, nos deshicimos de Hamid Karzai porque… precisamente insistía en la necesidad de llegar a un acuerdo con los talibanes.
Quizás las cosas habrían ido mejor, o menos mal, si tres años después de invadir Afganistán, la administración neo-con de Bush junior no hubiera invadido Irak. Porque le dio la gana, diferencia importante. Y a sangre y fuego, desmovilizando el ejército nacional vencido y el partido Baaz, con lo cual se cargó de un plumazo la administración – sólida, a diferencia de la afgana, inexistente – y marginó completamente a los suníes, hasta entonces dominadores del país. Afganistán se contaminó de ese absurdo espíritu simplista norteamericano por el que una vez eliminados los tiranos, la población local iba a abrazar la libertad y la democracia formal occidental con euforia. Semejante estupidez es sencillamente imposible; véase lo que está pasando en Libia donde mandan, y seguirán mandando por muchos años, las tribus.
Lo del final, no tiene pase ninguno. Trump quería irse – es lo único bueno que hizo: no empezar ninguna guerra – y como los talibanes se negaron a una negociación a tres bandas con el gobierno “títere” afgano, no se lo ocurrió nada mejor que negociar bilateralmente. A los aliados se lo comunicó y también gran parte de los acuerdos alcanzados aunque no en su totalidad. Sabiendo que los americanos si irían, si o si, naturalmente los talibanes no tuvieron ningún interés en negociar nada más con el gobierno “títere”. Y llegó Biden y le puso fecha a la retirada que, en principio, iba a basarse en el cumplimiento de una serie de condiciones, como un acuerdo de paz inter-afgano. Los aliados de la OTAN se vieron obligados a aceptar retirarse al mismo tiempo porque no tenían capacidad de aguantar por sí solos. Y así llegamos a agosto cuando los americanos retiraron los casi quince mil contratistas civiles que aseguraban el mantenimiento de los aviones y demás artefactos bélicos del ejército afgano. Y sin ellos no fueron capaces de aguantar nada. Pero no por falta de ganas o arrojo para luchar – de lo que les acusó Biden indignamente – sino por falta de medios. Y llegó el caos de Kabul, sorprendente porque según los análisis de inteligencia occidentales, la capital iba a resistir al menos de tres a seis meses. En fin…
Y así, como quien no quiere la cosa, he ampliado mi tercera precisión. En conclusión, fue una intervención necesaria, no ha sido completamente inútil y para que hubiera salido bien – o acabado menos mal – habría sido necesario evitar bastantes errores graves. ¿Aprenderemos las lecciones aprendidas? Sería altamente deseable, sobre todo para el Sahel, Libia, Iraq…
No tengo una lectura tan positiva como la de LBNL, pero si que tengo toda la impresión de que una intervencion militar de 20 años es excesiva. Para mí, es que es muy natural estar harto de tirar dinero y arriesgar vidas .
Si fue necesaria, bueno , a mi lo que me digan. Creo que ya lo comentabamos aqui por los años 2005 0 2006 (a lo mejor es después) pero se puede hasta encontrar quizás el post.
«Que no ha sido inutil» bueno… Esta si que es la parte donde la cosa se pone completamente macabra. ¿Cuanto dineo han enterrado ahi los americanos_ sobre todos- para sustanciar un estado y un ejercito que se ha hundido en 36 horas? . En 20 años y cientos de miles de millones de euros ahi metidos logras algo que dura 36 horas?¿En serio? Dejándoles a los talibanes unos arsenales forrados de armamento de infanteria ahi de lo mas moderno.
Naturalmente si, en Kabul y alrededores han vivido una especie de burbuja de civilización. Felicidades. creo, no obstante que hay que evaluar un poco más en profundidad. Desde luego, lo que a mi mas me gusta es no tener que arreglar esos desastres.
Desde luego si que estoy de acuerdo con la ultima frase «Para que hubiera salido bien hubiera sido necesario evitar bastante errores graves». Pues si