Trump is here to stay

LNBL

Perdonen la pedantería del título pero en español es más largo. Sería algo así como Trump ya ha llegado y está aquí para quedarse. Ciertamente. Por cuatro largos años que, esperemos, no tengan tanto impacto sobre el mundo entero como la Presidencia de Reagan (NB: no incluyo el muy positivo desmoronamiento de la URSS que, a diferencia de otros, no considero haya sido mérito principal de Reagan sino, sobre todo, la caída de una fruta más que madura). Trump llegó el pasado miércoles, cuando se constató que los latinos, negros y liberales de los principales centros urbanos de Michigan, Ohio, Wisconsin, Florida, Arizona y Pensilvania, entre otros, no habían votado tan en masa por Clinton como hubiera sido necesario. Hillary ganó el voto popular por poco (creo que es sólo la sexta vez que el más votado no gana el “Colegio Electoral”) pero se quedó muy corta respecto a lo que predecían las encuestas. Tan corta como Trump, que ganó en varios de los Estados citados por unas pocas decenas de miles de votos, unos cien mil en total. Pero distribuidos muy eficazmente.

Ya lo había avisado Michael Moore, que desde julio venía alertando del peligro real de que Trump ganara, precisamente por la crisis en el mid-West. También venía avisando de que las encuestas no eran realistas y citaba algunos ejemplo tangibles: Clinton perdió las primarias de Michigan pese a que las encuestas le daban un cómodo márgen de victoria. Y que habían sido más los que habían votado a Trump que los que optaron por Clinton en las primarias de varios Estados que se daban como probables victorias “demócratas”. Nadie escuchó a Moore, particularmente sus recomendaciones para evitar el desastre, así que aquí estamos.

No tiene demasiada utilidad práctica debatir si Bernie Sanders habría ganado a Trump o no. Moore está convencido de ello en vista de la voluntad de ruptura manifestada por una gran parte del electorado. Yo coincido en que el factor principal es el alienamiento económico de millones de personas que ven cómo su vida se degrada y sus esperanzas de poder llegar a vivir mejor se desvanecen mientras los más ricos siguen como si nada, disfrutando de las ventajas de una economía globalizada que importa mano de obra barata sin protección social. Pero también hay que tener en cuenta los apoyos centristas que habría perdido Sanders, aunque quizás, dado el oponente, no habrían sido tan cuantiosos. Seguramente Sanders no habría movilizado a muchos más negros o latinos, pero es posible que hubiera contrarrestado la sangría de votos demócratas registrada desde la primera elección de Obama. Es decir, un poco como en España. Trump habría ganado principalmente por haber conseguido mantener el suelo republicano, con la ayuda combinada del FBI (sorpresiva reapertura de último minuto de la investigación a Clinton por su almacenamiento de correos electrónicos oficiales en un servidor privado), el KGB (robo y filtración de los correos electrónicos del Partido Demócrata) y el KKK (varios líderes del Klan apoyaron a Trump en diversos Estados, sin que la campaña se distanciara de ellos; pero esa es otra historia: dejémoslo solamente en «dime con quién andas y te diré quién eres»).

La esperanza es que los famosos “checks and balances” de la democracia estadounidense sean todo lo firmes que se dice que son y que, pese a la mayoría republicana en el Congreso (ambas Cámaras), Estados Unidos no retroceda varias décadas en cuanto a derechos civiles y protección social. Es de esperar que Trump, que no es tonto, sea un Berlusconi neoyorquino antes que un verdadero irresponsable al estilo del fiscal filipino que ganó la Presidencia hace poco con una campaña populista que se está quedando corta frente a sus graves desatinos ya en el ejercicio del poder.

Es, a mi juicio, evidente que Trump no va a reducir la desigualdad social que ha venido denunciando. No creo que tenga verdadero interés en hacerlo pero, además, lo poco que ha esbozado de sus recetas para hacerlo indican que serían completamente contraproducentes: las bajadas de impuestos a los más ricos sólo acrecentarán la brecha. Salvo que consideremos que la expulsión de más de una decena de residentes ilegales cuente a base de eliminar a los que menos ingresan. Pero incluso eso, afortunadamente, está por ver: las repatriaciones resultan muy caras.

No le pongo mucha fe a la posibilidad de un “impeachment” durante la Presidencia pese a que, de seguro, Trump acumula muchos esqueletos en su armario – por ejemplo, sus tratos con la mafia que controla la construcción en Nueva York – y aunque posiblemente su desdén para con la ley que impera sobre los mortales – él claramente se siente por encima – le pueda causar algún problema. Nixon dimitió justo antes de que un Congreso republicano le fuera a cesar, pero eran otros tiempos. Lo peor de las últimas primarias republicanas fue que Trump era posiblemente el menos “facha” de todos los que se presentaban, al menos en términos de moral conservadora. Su esposa posó desnuda en Europa cuando era modelo y él lo justificó como algo normal, y hace algunos años defendía el aborto y fue donante demócrata. Lo que pretendo expresar es que el Partido Republicano actual se ha convertido en un magma neoconservador y/o libertario que dificilmente mantendría una posición objetiva en un eventual proceso de impeachment por una violación de la ley por parte de Trump.

Así que muy probablemente tendremos que resignarnos a contemplar desde la distancia cómo la nueva administración nombra a auténticos mentecatos – es alarmante que se mencione a Gingrich o a Giuliani como posibles Secretarios de Estado -, recorta la autonomía de instituciones independientes como la Reserva Federal y nomina a jueces muy conservadores para el Tribunal Supremo, con posibles recortes sustanciales en libertades civiles. Es lo que tiene la democracia: ajo y agua cuando pierdes, especialmente cuando pierdes por los errores de los “tuyos”, como también nos pasa aquí.

Más impredecible será el impacto internacional de la administración Trump. Para empezar, el tratado de libre comercio con Asia-Pacífico ha quedado en suspenso y, todavía más, es razonable predecir, quedarán arrumbadas las negociaciones para el equivalente con la Unión Europea, el denominado y también controvertido TTIP.

Cuando Cristina Kirchner alaba a Trump por su posición frente al libre comercio, todas mis dudas y críticas sobre la globalización tienden a empañarse, entre otras cosas por los nefastos resultados, corrupción incluida, del régimen de los Kirchner. Pero es cierto que, siendo objetivamente inapelable la bondad de la globalización en abstracto, esta globalización que vivimos, en la que no se imponen condiciones sociales o medioambientales mínimas como ticket de entrada para la libre circulación de mercancias o capitales y, en cambio, no hay ni asomo de libre circulación de trabajadores, ha tenido unos resultados específicos con vencedores y vencidos muy claramente delimitados en las sociedades occidentales.

Se nos pretende convencer de que no hay otro modelo posible a partir de que el proteccionismo comercial es intrínsecamente nocivo, pero es una falacia. El proteccionismo entre iguales o equivalentes es muy negativo, pero entre completamente desiguales lleva al mínimo común denominador, lo que implica que mientras cientos de millones de chinos y otros salen de la pobreza absoluta, nuestros trabajadores menos cualificados se quedan en la calle y/o aceptan una devaluación interna masiva. Podría ser aceptable si el coste estuviera repartido en nuestras sociedades, pero no es así. Al contrario, los tenedores de capital (ejecutivos, accionistas) ganan lo mismo o más al poder deslocalizar sus negocios, con lo que nuestra desigualdad social (la brecha entre quiénes más y menos ganan) crece. Esa ha sido siempre la causa de las revoluciones y parece seguir siéndolo.

Afortunadamente, de momento, antes que en guillotinas, la revolución se está plasmando en votos a las opciones “populistas”, de derecha o izquierda. He escrito muchas veces que, a mi juicio, la izquierda carga con gran parte de la culpa por no ser capaz de articular una alternativa creíble. Yo quiero más libre comercio con Canadá o EE.UU., pero con garantías. Por lo que sé, tanto el CETA como el incipiente TTIP, las ofrecen. El problema es la falta de credibilidad de sus patrocinadores. Son legión, a ambos lados del Atlántico, los que, en vista de por lo que han pasado y lo que tienen enfrente, ya no se creen una sola palabra de quiénes les garantizaban hace sólo unos años que todo iba bien y cada vez iba a ir mejor.

En otras palabras, el contrato social se ha roto para millones de personas y, por tanto, no es de extrañar que se abracen a la primera farola que se les aparezca prometiendo poner fin a este estado de cosas tan desastroso para ellos. Incluso el argumento de que van a salir todavía más perjudicados cae en saco roto para aquellos que ya sienten que no tienen nada que perder y que, en cambio, abrigan algo más de esperanza de poder rascar algo destrozando el tinglado.

(NB: Dejemos para otro día la relación futura de EE.UU. con Rusia y la OTAN y sus implicaciones para Europa)

4 comentarios en “Trump is here to stay

  1. Buenos dias LBNL, caballeros callejeros y cabelleras al viento sin coletas y a lo loco:
    Gracias por el articulo, evita que tenga que ptensar por mi mismo cuales son las consecuencias del triunfo de Donald Fucking Trump.
    Pero una idea revolotea a mis Dos Neuronas, y estas incapaces de atraparla me dejan en libre albedrío, stand by.
    No creo que al nuevo presidente de los EEUUuyuyuy le dejen convertirse en un dictador por muy fascistas que consideremos sus declaraciones politicas.
    Entienden por que mis Dos neuronas son incapaces de atrspar esta idea que les revolotea?…ejem.
    En España, vemos como salen a la calle mas de 80.000 en Barcelona con clara insumision judicial al estado.
    La democracia , que es la democracia?….?.
    Glups!!.

  2. Cuando las desigualdades se abren más de lo razonable, el tema explota por algún lado.

    Poco más puedo aportar

  3. ¿Existe un modelo ? No lo creo , pero pudiera ser. En todo caso alguien con capacidad suficiente (y no es nuestro alguien) debería haberlo podido diseñar. Esta enorme y desnortada revolución se parece más a un concepto que describe fenómenos de la Física , la entropía para la ocasión, en donde todo tiende al desorden de la expansión primordial.
    No es algo diseñado ni querido. La globalización es la más importante transformación sobrevenida en el mundo después de la caída del comunismo y , como consecuencia directa , la vieja división izquierda/ derecha no funciona. Y no porque no existan los campos que las definen sino porque más que nunca la vida en cada país se gobierna por un estado general deslocalizado del mundo y entonces , la contradicción principal opone a los que aceptan la nueva situación y los que se resisten a esta perspectiva.
    Salir de la insignificancia hacia la que nos lleva la propaganda de masa ( Trump, Podemos, Grillo , Le Pen , ..) y una tecnología sin alma para poder luchar en esta nueva situación , debería formar parte de los papeles de izquierda amable que representa un PSOE revitalizado.

  4. Muy buen articulo de LBNL del que destacaría el párrafo siguiente:
    «El proteccionismo entre iguales o equivalentes es muy negativo, pero entre completamente desiguales lleva al mínimo común denominador, lo que implica que mientras cientos de millones de chinos y otros salen de la pobreza absoluta, nuestros trabajadores menos cualificados se quedan en la calle y/o aceptan una devaluación interna masiva. Podría ser aceptable si el coste estuviera repartido en nuestras sociedades, pero no es así. Al contrario, los tenedores de capital (ejecutivos, accionistas) ganan lo mismo o más al poder deslocalizar sus negocios, con lo que nuestra desigualdad social (la brecha entre quiénes más y menos ganan) crece. Esa ha sido siempre la causa de las revoluciones y parece seguir siéndolo.»
    A este párrafo añado el comentario de Mulligan que también me parece muy bueno: «La globalización es la más importante transformación sobrevenida en el mundo después de la caída del comunismo y , como consecuencia directa , la vieja división izquierda/ derecha no funciona. Y no porque no existan los campos que las definen sino porque más que nunca la vida en cada país se gobierna por un estado general deslocalizado del mundo y entonces , la contradicción principal opone a los que aceptan la nueva situación y los que se resisten a esta perspectiva.»
    Es muy difícil que un partido de derecha moderada o izquierda moderada pueda buscar en justo medio de esta situación.

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