Ucrania se va a merendar a los invasores rusos

LBNL

Llevo bastante tiempo en este “negocio” como para no saber que es fundamental no creerse la propaganda propia. Pero por más que filtro, todo lo que leo y observo tiende a confirmar mi impresión de que en cuanto los ucranianos lancen su esperada contraofensiva, el frente ruso va a desmoronarse como un castillo de naipes. Mucho ruso en Rusia, ya lo decía Eugenio. Pero Rusia es sobre todo un país fracasado. En todo. No podemos arriesgarnos a comprobar que sus misiles nucleares también son un bluf, que seguramente lo son también, pero sobre todo lo demás, verificamos su fracaso diariamente. ¿Cuándo ha sido la última vez que, no ya que hayan comprado sino que hayan sabido de algo que alguien haya comprado que provenga de Rusia? En mi caso, en los años ochenta mi abuelo compró un Lada para la nieve en la montaña de León. Nadie compra nada ruso que no sean materias primas, principalmente gas y petróleo, porque treinta años después de la caída del muro y la desintegración de la Unión Soviética, no han sido capaces de producir nada que valga la pena. ¿Recuerdan sus vacunas contra el COVID que ni los rusos se atrevían a ponerse y que en gloria estén?

El ejército ruso es una expresión fiel del Estado ruso y su complejo industrial-militar otra. La doctrina militar rusa es antediluviana, de la segunda guerra mundial: acumulación de hombres y artillería. Funcionó contra Hitler, funcionará ahora… Pero no. Y la industria es incapaz de reponer el ingente material bélico destrozado, malgastado, por la pésima logística militar rusa. Los aviones, los barcos, los cañones… todos destruidos o alejados del frente para preservarlos. Ni siquiera misiles le quedan. Bombardea utilizando misiles aéreos (SAM) que carecen de precisión alguna contra objetivos terrestres. Y Ucrania ha conseguido cargarse hace unos días uno de sus cacareados misiles supersónicos (que vuelan y cambian de trayectoria tan rápido que supuestamente son inmunes a las defensas antiaéreas). Es lo que tiene un contexto tan intrínsecamente corrupto, más todavía que el ucraniano que tiene la fortuna de ser abastecido, entrenado y ayudado por los países de la OTAN: armamento estándar OTAN, formación, inteligencia, logística…

Los ucranianos se quejan de que la ayuda occidental llega lentamente, cuantitativa y cualitativamente: si nos hubieran dado antes lo que nos dan ahora, no habría caído Mariupol, espetó una diputada ucraniana al panel en el que me encontraba anteayer. Y si no nos dan lo que necesitamos ahora, quizás nuestra contraofensiva no triunfe, concluyó no sin antes darnos las gracias por nuestra ayuda.

Hoy compartí mesa con un general ucraniano que no soltó prenda sobre cuándo y cómo llegará la contraofensiva. Fue muy sincero: no tengo ni idea, solo lo saben unos pocos generales en Kiev. Afortunadamente, porque la sorpresa es un elemento esencial, como lo fue en Jarkiv. Engañaron a los rusos haciéndoles pensar que iban a atacar Jersón y cuando vieron (con ayuda de nuestros satélites e inteligencia) que habían concentrado sus defensas allí, reconquistaron miles de kilómetros cuadrados sin oposición, porque los pocos soldados rusos que se encontraron salieron corriendo o se rindieron, los más encantados por ser liberados del sacrificio que supone ser enviado al frente sin formación militar, equipamiento o directrices claras, por no hablar de su falta de motivación para invadir un país supuestamente hermano.

Llevo semanas esperando la contraofensiva pero la frustración de que no acabe de llegar se compensa con la sensación de que será todavía mejor cuanto más se dilate. El barro que sucede al deshielo no se ha consolidado todavía. El entrenamiento de las tropas ucranianas en el manejo del armamento OTAN no se ha acabado de completar. Y los suministros de dicho equipamiento, y municiones, sigue su curso.

A principios de febrero del año pasado vaticinamos muchas cosas que se han cumplido, por absurdamente irracionales que parecieran en aquel momento. No ha cambiado mucho la cosa. Rusia fracasó estrepitosamente en su intento de tomar Ucrania en un finde y pese al ingente daño que ha conseguido causar – a Ucrania, a Europa, al mundo entero… – sigue cavando su fosa a marchas forzadas. Llevan meses intentando sin éxito tomar la ignota población vecinal de Bajmut, que tiene un cierto valor logístico pero desde luego no conmensurable a las cuantiosas pérdidas sufridas, especialmente dado que no han conseguido tomarla. Dato asombroso: Rusia ha tenido más bajas en Bajmut que en todos los conflictos desde la segunda guerra mundial, Afganistán y Chechenia incluidos. Sin ningún rédito.

Podríamos seguir porque la lista es larga. Su flota del Mar Negro, o lo que le queda de ella, está varada en Sevastopol porque no son capaces de proteger sus supuestamente insignes buques de guerra. Todo lo más sirven para lanzar misiles de (im)precisión que les llegan con cuentagotas de sus fábricas militares acogotadas por las sanciones occidentales: no es lo mismo un misil con un chip “top” que con uno fagocitado de una nevera alemana…

¿Dónde están los chechenos que Kadyrov publicitaba en TikTok iban a comerse Ucrania? ¿Qué ha pasado con los drones iraníes que tanto horror causaron mientras duraba el suministro de unos pocos cientos que Irán no es capaz de reponer? ¿Y qué fue de aquellos suministros norcoreanos que iban a llegar por tren? ¿O de las armas que China iba a suministrarle? Por cierto, dime con quién andas y te diré quién eres…

Lo cierto es que Occidente anda hecho unos zorros tratando de suministrar a Ucrania todo lo que necesita para resistir la invasión rusa. Pero si Occidente está en bragas, Rusia está desnuda. En pelota picada y sin Amazon que lo remedie.

De ahí el título. Y no se equivoquen: antes de la invasión yo temía, con supuesto conocimiento de causa, que Ucrania no sería capaz de resistir hasta el segundo asalto. Afortunadamente estaba equivocado. No creo que lo esté ahora. Se los van a comer con patatas. Fritas. No hay más que ver el terror (fundado) que destilan las redes sociales nacionalistas rusas ante cualquier ataque ucraniano. Está al caer. En cuanto el barro se consolide, las fuerzas rusas en Ucrania se derretirán. ¡Inshalah!

Y ya si eso luego hablamos de paz, cuando el invasor esté con el rabo entre las piernas, no vaya a ser que vuelva por sus fueros como tantas otras veces. A este respecto me parece interesante traer a colación esta reflexión marxista, no de Groucho sino de Karl, sobre la necesidad de parar a Rusia, en esta ocasión, 1867 ante la Internacional Socialista, a propósito de la necesidad de preservar la independencia de Polonia pero valga la analogía.

2 comentarios en “Ucrania se va a merendar a los invasores rusos

  1. Pregunta, lo de Wagner de la munición, en Bajmut, lo del vídeo. ¿Eso es descomposición pura de Rusia o pronunciamiento para golpe?

  2. A mi juicio es Progozin, el jefe de Wagner, intentanto echar la culpa de su fracaso al Ministro de Defensa. Golpe? Bastante tiene con que no se lo carguen, que lleva tiempo bordeando el precipicio.

Deja una respuesta