Un año de la invasión rusa

LBNL

Los combates continúan en el Este ucraniano pero, contra lo que suele pasar, los medios de comunicación siguen informando tanto de las novedades en el frente – últimamente pocas – como de las intensas maniobras diplomáticas, que no cesan pero que, de momento, no apuntan hacia la paz sino todo lo contrario. Me fascina escuchar los llamamientos a una solución diplomática de algunos de nuestros destacados convecinos, en España y otros lares. Dejando de lado su adscripción ideológica – generalmente tanto de izquierda profunda como de derecha extrema – no parecen reparar en que Putin y sus adláteres niegan completamente cualquier “solución diplomática” que no incluya la anexión rusa de al menos cuatro regiones ucranianas. ¿A santo de qué? Porque son suyas, lo han sido siempre y deben seguir siéndolo, con independencia de que más de la mitad de sus pobladores – ruso-parlantes la inmensa mayoría – no quiera pasar a formar parte de Rusia y esté dispuesta a combatir para impedirlo. Ucrania se mantiene también en una posición maximalista: nada que negociar hasta que no recupere todo su territorio. Pero es obviamente injusto, además de falaz, equiparar al que quiere arrebatar territorio por la fuerza con el que se resiste a que se lo quiten. La equidistancia se explica en gran medida, a mi entender, por prejuicios de partida. Para los izquierdistas “profundos” Rusia viene a ser la heredera de la Unión Soviética, que ayudó a la República, y sus los países vecinos siempre han sido parte de su imperio o zona de influencia por lo que la invasión no es en realidad tal. La derecha extrema es mucho más aguda y tiene claro que Putin es la encarnación de los valores morales más rancios – homofobia, religiosidad mezclada con el poder, autoritarismo, represión de todo lo que molesta a las “personas de bien” – y encima ayuda activamente a sus compañeros ideológicos allende sus fronteras. Lamento que sea así, pero en esto me parece mucho más coherente Abascal que Iglesias, por ejemplo.

También son sorprendentes las continuas alusiones a la OTAN. No me refiero tanto a las referencias a la expansión de la OTAN durante las últimas décadas como causa de la invasión rusa porque es cierto que la expansión de la Alianza hacia el Este supone una amenaza para Rusia. Pero Ucrania no es parte de la OTAN y por mucho que la Alianza esté dispuesta a admitirla, su adhesión no había ningún plan para llevarla a cabo en el futuro previsible. Pero en todo caso la mayor amenaza para Rusia justificaría un posicionamiento militar ruso más activo, pero defensivo, porque la OTAN es una alianza defensiva, es decir, no va a atacar a Rusia primero jamás. Porque su papel es disuasorio y por la cuenta que nos trae a todos.

De nuevo los prejuicios ideológicos entran en escena: los que no querían que España entrara en la OTAN son los primeros que denuncian el papel de la Alianza en esta guerra, de la que sin embargo no forma parte lo diga quién lo diga y se repita cuántas veces se repita. Porque eso sí que es verdaderamente sorprendente: la cantidad de gente que cree que la OTAN es parte de la guerra. Lo puedo afirmar con conocimiento de causa: la OTAN hace verdaderos esfuerzos por mantenerse al margen. Ha incrementado su capacidad defensiva pero la OTAN como tal no envía armas ni mucho menos soldados a Ucrania. Y no lo va a hacer.

Quienes ayudan militarmente a Ucrania son la mayoría de los países que forman parte de la OTAN, pero lo hacen al margen de la Alianza. Quien coordina las sanciones a Rusia es el G-7 y dentro de él sobre todo EE.UU. y la Comisión Europea. Quien coordina la mayor parte de los envíos de armamento a Ucrania es EE.UU. con una participación importante también de la UE. Cuando Polonia le compra armamento a Corea del Sur para enviarlo a Ucrania, la OTAN no interviene en absoluto; y a veces se entera a posteriori…

Eso no quita para que hoy la Presidenta de la Comisión Europea esté en Estonia junto al Secretario General de la OTAN para recordar que un año después nuestra resolución frente a la agresión no provocada permanece incólume y se va a mantener todo el tiempo que sea necesario. Putin reafirmó hace un par de días que Rusia va a seguir en sus trece y que es invencible. Dime de qué presumes y te diré de lo que careces, me vino a la mente, porque Rusia lo tiene negro muy negro. Tiene hombres que sacrificar en el frente pero no tiene el equipamiento militar necesario para avanzar y derrotar a Ucrania, cuyo armamento es cada vez más moderno y eficaz. Sus cañones llegan más lejos y por tanto los rusos tienen que retroceder. Sus defensas anti aéreas cada vez son más precisas y por tanto los aviones rusos tienen que disparar desde mayor distancia. Y los famosos tanques Leopard I y Leopard II están en camino…

Por no hablar de los miles de generadores eléctricos que Occidente le ha hecho llegar, con lo que los cortes de suministro provocados por los bombardeos rusos contra infraestructuras civiles cada vez son menos dañinos. Y a Rusia se le está secando su más preciada fuente de ingresos: el petróleo. Dejó de vender gas a Europa por voluntad propia y las perdidas han sido cuantiosas pero para Gazprom, no para el Estado ruso porque su presupuesto se financia principalmente con las exportaciones de petróleo y por efecto de las sanciones el Ural se cotiza ahora sobre 40 dólares en vez de los 80 a los que se vende el Brent, mientras que hace unos meses estaban prácticamente a la par. Y sus fábricas producen con grandes dificultades porque ya no llegan chips sofisticados y los que canibalizan de neveras y electrodomésticos obviamente dan un resultado peor cuando se instalan en misiles y demás equipamiento militar.

Inciso nacional: la compra de gas licuado ruso es perfectamente legal y legítima para la UE. Sería mejor que España hubiera comprado menos LNG ruso pero la UE lo dejó expresamente fuera de las sanciones dada la escasez de suministro internacional y el alza de los precios. Si España hubiera comprado menos, otros países europeos habrían tenido que comprar su cuota para hacer frente al objetivo de almacenamiento fijado por la Comisión Europea. Ergo, Feijoo no se entera.

Volviendo al tema, decía que Rusia lo tiene muy negro pero no me atrevo a afirmar que Putin sea consciente de ello porque es fácil caer víctima de la propaganda propia, sobre todo cuando todo el mundo tiene miedo de la reacción del déspota frente a quien porte malas noticias. Hitler también fue de los últimos en darse cuenta de que todo estaba perdido…

En fin, cada uno es libre de tener la opinión que quiera, por supuesto, y de considerar lo que estime oportuno sobre la OTAN, EE.UU., la UE y el suministro de armas a Ucrania. Pero hay hechos incontrovertibles. Rusia atacó a Ucrania sin mediar provocación. El derecho internacional prohíbe invadir otros países. Los ucranianos no quieren formar parte de Rusia. Y muy importante: la conciliación con Rusia no implica la paz. Recuerden que cuando Rusia invadió parte de Georgia en 2008, el alto el fuego al que se llegó con intermediación de Sarkozy, no se transformó en paz (Osetia del Sur sigue ocupada por Rusia) ni sirvió para que Rusia se calmara. En 2014 volvió a las andadas y se anexionó Crimea y promovió una rebelión armada en el Donbás ucraniano. Hollande y Merkel lograron parar los combates con los Acuerdos de Minsk pero tampoco se alcanzó la paz. Y en 2022 Putin dio otro zarpazo.

Yo quiero la paz tanto como el que más y no quiero que mueran más rusos, ni por supuesto ucranianos. Pero con este hombre las soluciones diplomáticas no llevan a la paz. La historia reciente lo demuestra. Afortunadamente la inmensa mayoría somos perfectamente conscientes de ello y vamos a asegurarnos de que su última agresión le resulte muy costosa.

 

 

3 comentarios en “Un año de la invasión rusa

  1. Interesante topografía izquierda / derecha : a extrema derecha se corresponde con izquierda profunda ¿ qué es izquierda profunda ? Lo que no es izquierda superficial , esto es , la que flota . Dícese también de la izquierda gubernamental. En fin , un lío .

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