Un año después estamos así

Juanjo Cáceres

El pasado 16 de marzo el CIS dio a conocer el Barómetro de marzo de 2021. El 94% de los encuestados se declaraban muy o bastante preocupados por la crisis del coronavirus. El 23,6% declaraba que le preocupaban más sus efectos sobre la economía y el empleo, mientras que un 35,6% señalaba que los efectos sobre la salud y la economía le preocupaban por igual. Asimismo, un 48,9% consideraba que había que tomar medidas más exigentes de control y aislamiento, por un 29,6% que preferiría seguir como estamos.

Los españoles y españolas parecen estar todavía muy concienciados de que sufrimos una pandemia, de su impacto social y de la importancia de aplicar medidas restrictivas, pese a la cierta fractura que puede existir en este sentido respecto a la intensidad que estas deben tener. Ello sucede sin que se pongan en cuestión el conjunto de decisiones tomadas, pese a que la mayoría no han vivido la pandemia en sus propias carnes: más del 73% indican que no han contactado con los servicios sanitarios por tener síntomas relacionados con el coronavirus y más del 77% que tampoco lo han hecho sus convivientes. Además, el 82,5% dicen estar dispuestos a vacunarse, por solo un 5,4% que no, y un 5,1% dice haberse vacunado ya.

Bien parece que ese estudio nos ofrece la radiografía de una sociedad responsable, consciente de la situación que atravesamos. La encuesta refleja la opinión que cada entrevistado tiene sobre sí mismo, es decir, el autoconcepto, pero también la forma como ve a los demás. El CIS nos revela que un 32,8% de personas consideran que los ciudadanos estamos siendo poco cívicos e indisciplinados, frente a un más amplio 59,1% que subraya que sí que están reaccionando con civismo y solidaridad. También hay un 90% de personas que considera que la situación económica general de España es mala o muy mala, si bien un 60% apunta que la suya es buena o muy buena: «solo» un 22% piensa que la propia es mala o muy mala.

Igualmente nos muestra que los impactos percibidos más directamente tienen una dimensión psicológica y relacional. El 60% revela haberse visto afectado mucho o bastante en su vida personal y el 75% mucho o bastante en su vida social y relaciones. Alrededor de esto, el distanciamiento de seres queridos y la restricción de movimiento son los impactos más citados sobre la vida personal (casi en el 40% de los casos de personas que se declaran afectadas en alguna medida). La distancia respecto a los amigos, el confinamiento y aislamiento y el distanciamiento de la familia, son los aspectos que más afectarían a la vida social. De hecho, la reducción del contacto social y familiar es la medida de control individual más citada frente a la pandemia (38,5%).

En definitiva, un año después, la pandemia no ha tenido consecuencias sobre la salud de una gran mayoría de personas, de las cuales una parte importante tampoco hace una valoración negativa de su propia situación económica. A pesar de eso, reconocen que están asumiendo favorablemente unas restricciones que perjudican claramente a su vida personal y social y que están dispuestos a vacunarse para acabar con el coronavirus. Son datos para la esperanza, para creer que la solidaridad y la corresponsabilidad son dominantes en las actitudes ciudadanas, frente a otros comportamientos menos altruistas que a menudo achacamos a terceros y que también esta encuesta recoge.

Lástima que esa sociedad concienciada y responsable no encuentre en las instituciones el eco que merece. En unas pocas semanas de dolor se han sucedido varias operaciones y golpes de efecto para poner patas arriba los equilibrios de poder entre partidos en diferentes regiones, con Madrid como madre de todas las guerras. Desestabilización que coincide con el desanclaje en los ritmos de vacunación nuestro país y el resto de la Unión Europea, con Estados Unidos. Mientras en España ni tan solo el 5% de la población ha recibido la dosis completa, el porcentaje en Estados Unidos llega ya al 12%, pese a disponer de un volumen de vacunas equiparables.

Hemos tenido mucha prisa en volver a las pugnas partidistas, con las elecciones catalanas con entremés obligatorio por ley y ahora con varias mociones de censura y las elecciones de la Comunidad de Madrid como plato principal, que responden únicamente a la voluntad de los partidos. Hoy, como hace un año, se espera que nuestras instituciones estén a la altura, que haya planes de vacunación eficaces que permitan abandonar lo antes posibles las medidas restrictivas y reactivar la economía, sobre todo en los sectores más afectados. Pero no parece que eso sea lo más importante para todo el mundo, especialmente esa parte que más aficionada a los golpes de efecto.

Hace unos días un periodista señalaba que el próximo 15M que vivamos en nuestro país ya no tendrá una dimensión políticamente propositiva, sino de otro tipo. Jugaremos con fuego hasta que la ciudadanía se canse y las cosas ardan en serio. Los contenedores barceloneses que han vuelto a arder en los últimos meses en medio de las calles así nos lo recuerda, pero ya sabemos que nos gusta vivir peligrosamente.

Un comentario en «Un año después estamos así»

  1. Lo de Cataluña y sus llamas es una cuestión de fe en las fuerzas de seguridad del Estado , de la que forman parte los Mossos .

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