Ignacio Sánchez-Cuenca
Uno de los aspectos más chocantes del proceso de paz consiste en el desajuste entre los hechos reales, constatables, y los argumentos e interpretaciones dominantes en los medios de comunicación. Parece como si la mitad del paÃs se hubiera vuelto loca y no fuera capaz de reconocer lo que está sucediendo. Hay gente que defiende sin rubor que ETA está más fuerte que nunca, que hoy se vive peor que nunca en el PaÃs Vasco, que el Estado se ha rendido ante ETA, que ETA ya ha ganado Navarra, que ETA no ha abandonado la violencia, que el proceso de paz ha fracasado, que el Estado de Derecho no se aplica, etcétera.
Por supuesto que hay mala fe por parte de periodistas reaccionarios que se niegan a que este Gobierno pueda hacer avances en el proceso de paz. Sencillamente, no quieren que el fin de ETA se produzca de este modo y con estos protagonistas. Pero aparte de la mala fe, hay otras causas. Entre ellas, una nueva especie de corrección polÃtica que distingue a los buenos de los malos, a los Ãntegros de los pragmáticos, a los enterados de los necios. Quien se desvÃa un milÃmetro del guión preestablecido por los guardianes de la ortodoxia, es condenado inmediatamente al infierno de los progres / nacionalistas que le hacen el juego a ETA y sus secuaces. En ese guión, en esta nueva forma de corrección polÃtica, no hay lugar para el proceso de paz, un invento de un Presidente del Gobierno cuya osadÃa es proporcional a su ignorancia. El proceso de paz no tiene hueco en esta atrabiliaria ideologÃa polÃtica. No sé si los enemigos del proceso querrán o no que haya muertos, pero es evidente que quieren que el proceso fracase como sea.
Veamos en qué consiste esta nueva forma de corrección polÃtica:
· No se puede hablar de proceso de paz. Hay que decir “el mal llamado proceso de pazâ€?. O entrecomillar siempre “proceso de pazâ€?. O decir “proceso de erradicación de la violenciaâ€?. Todo esto es tan absurdo como llamar al recreo “segmento de ocioâ€?, por poner un ejemplo muy querido por uno de los lÃderes de este movimiento de corrección polÃtica. Pero digámoslo claro: estamos en un proceso y el fin de este proceso es conseguir la paz, es decir, la ausencia de violencia. Es un proceso porque requiere un diálogo a lo largo del tiempo que culmine con la reconversión de las armas en votos, con la integración de los terroristas y sus seguidores en el sistema.
· El problema no es la paz, es la libertad. Quien hable de paz es un blando, alguien que no tiene claro los principios. Lo que nos estamos jugando es, ni más ni menos, la libertad. SÃ, LA LIBERTAD. La paz sin libertad no vale la pena, eso son migajas. ¿Pero qué quiere decir esto exactamente? ¿En qué sentido está la libertad en cuestión? ¿Quién plantea ceder ante los terroristas y renunciar a la democracia en el PaÃs Vasco? Esta muletilla sobre la libertad sirve para sacar pecho, pero no ayuda demasiado a tomar decisiones o establecer criterios sobre lo que debe hacerse en el proceso. ¡Pero si nadie ha pensado nunca en sacrificar la libertad!
· El caso de ETA no admite comparación con ningún otro caso del mundo. ¡Ay del pobre que se atreva a mencionar Irlanda del Norte, o Colombia, o Sri Lanka, o Palestina! Los que tratan de situar el problema en perspectiva son unos frÃvolos, o unos desinformados. Sólo los españoles (en realidad, los vascos) entendemos lo que es ETA y cómo hay que resolver el problema del terrorismo. Que no nos vengan los extranjeros a decirnos lo que hay que hacer.
· La mesa de partidos es una traición a los principios democráticos más básicos. Da igual que lo que se acuerde en esa mesa tenga que ir primero al Parlamento de Vitoria y luego al de Madrid. Si se cede en la mesa de partidos, estamos acabados, por más que la mesa sea solamente un procedimiento para resolver conflictos y no un resultado sustantivo.
· Los no nacionalistas en el PaÃs Vasco están como los judÃos en Alemania en los años treinta. ETA no se puede comparar con nada, pero resulta que se utiliza constantemente la comparación entre las vÃctimas potenciales de ETA y los judÃos sojuzgados y exterminados por los nazis. Hombre, la situación de los amenazados es horrible, y hay que hacer todo lo que sea legÃtimo y razonable por impedir que esa amenaza exista, pero tampoco hay que sacar las cosas de quicio. Es horrible que Rosa DÃez o Fernando Savater tengan que ir con escoltas, pero como los judÃos alemanes…
Y asà podrÃamos seguir un buen rato. Ya está bien de argumentar con muletillas tan endebles como estas. Hay que quitarse de encima todos estos prejuicios de la corrección polÃtica y abordar el asunto con franqueza, sin tantos juicios de intenciones al discrepante, sin dar tantas lecciones de moralidad a los demás.