Julio Embid
Si yo fuera de extrema derecha estaría encantado con las protestas violentas que ha habido en Barcelona y Madrid con motivo, presuntamente, del encarcelamiento de Pablo Hasél. Si yo fuera accionista de Securitas Direct o de alguna otra empresa de seguridad, también. La ausencia de seguridad hace que sintamos miedo y como dijo un sabio jedi una vez: “el miedo siempre lleva al lado oscuro”. Los antiguos peperos votan a Vox, los de centro se hacen de derechas, y los de izquierdas se hacen de centro. Digan lo que digan los teóricos del marxismo, además del proletariado al que desahucian y no tiene para comer o encender la luz, que existe, y de los capitalistas que viven en mansiones de lujo, que también existen, hay una muy numerosa clase media-alta en Europa, con vivienda pagada en la ciudad y apartamento en la playa o en el pueblo, que veranea todos los años y que lleva a sus hijos al dentista y a las extraescolares y que si se acojona, prefiere voluntariamente renunciar a su libertad para tener más seguridad y los domingos poder salir con la bici.
Esta semana fui al cine a ver “Nuevo Orden”, la nueva película del director mexicano Michel Franco, recién estrenada esta semana en las salas. Y sin entrar en spoilers, podríamos decir que es la versión salvaje, ultraviolenta y brutal de “Parásitos”. Si eres de izquierdas, al acabar la película piensas en la importancia que es pagar impuestos, especialmente los de Sucesiones, Sociedades y Patrimonio y que la clase trabajadora tenga una sanidad universal y unas pensiones dignas para evitar que las guillotinas vuelvan a las plazas. Si eres de derechas, al acabar la película, te compras una ametralladora, dos pistolas del 0.45 y pones doble valla electrificada en tu casa. Securitas Direct patrocina esta película. Desde luego, no te deja indiferente.
La semana pasada también hubo una polémica porque una joven rubia, autodefinida como “Hija del Procés”, con cierto parecido a la protagonista de “Nuevo Orden”, salió en TV3 justificando la violencia en las protestas porque la juventud está harta. Nunca me ha parecido más falsa la categoría la juventud, cuando por compartir edad o compartir horóscopo no se tiene nada en común salvo la casualidad. Puedo entender que las clases sociales o los grupos étnicos o geográficos tengan intereses compartidos. Yo comparto situaciones y circunstancias con los politólogos, los colchoneros, con los jugadores de rol y con los aragoneses, pero tengo poco que ver con una persona nacida en septiembre del 83 que vive en Edimburgo, es electricista, protestante y del Celtic de Glasgow. Eso sí, ambos compartimos generación y somos Virgo.
Juliana Canet, la chica que justificaba la violencia contra la policía, los contenedores y el estado policial en TV3, decía que “los jóvenes ya no tienen nada que perder”, mientras cobra 1.500 euros por intervención por programa, no se parece en nada a los manifestantes de la película “Nuevo Orden”. Desde luego, habrá pocos “antisistema” más protegidos por los medios y las instituciones que los nacionalistas catalanes en Cataluña y que los nacionalistas españoles en Madrid.
Hay gente que quiere acabar con la democracia y los demócratas tenemos que defendernos. En los años 30 del siglo XX, en Europa Occidental la democracia cayó gracias al miedo (al comunismo) que le entró a la clase media y a la que no le importó que se fusilase a decenas de miles de compatriotas que pensaban diferente. En el siglo XXI no podemos permitir eso. Por eso es vital, que los excesos policiales sean descubiertos y castigados judicialmente y se sea tan contundente con la extrema derecha violenta como ya se es con la extrema izquierda violenta. Y sí, Pablo Hasél es imbécil, pero ser imbécil no puede ser delito en una democracia liberal. Lo que sí son delito son: las amenazas, agresiones y el enaltecimiento del terrorismo. Yo no hubiera metido a la cárcel a Hasél por las canciones. Pero es que no ha entrado en la cárcel por eso sino por sus numerosos antecedentes penales. Y desde luego, creo que en la gran mayoría de ocasiones es preferible, para todos, la multa económica antes que la prisión.
La lucha contra la desigualdad es la mejor herramienta contra la violencia, porque el que tiene para comer, para salir a cenar fuera, para comprarse una bici, para irse una semana a la playa en verano y otra a la montaña en invierno tiene menos ganas de matar que al que realmente no tiene nada que perder. Eso sí, si tienes una empresa de seguridad privada (o un partido de extrema derecha), si no hay miedo, por muchas cuñas de radio matutinas que hagas para meter miedo, te quedas sin faena. En el Viejo Orden o en el Nuevo Orden nunca todos van a salir ganando. Y asumir eso es fundamental para encontrar una solución óptima democrática para la mayoría que quiere vivir en paz.
No tenía ni idea que Securitas Direct patrocinaba pelis…
Desde luego, insuflar miedo y polarizar es una técnica muy efectiva. Y peligrosísima. Y por supuesto que la lucha contra la desigualdad – la de oportunidades y la extrema en cuanto a resultados – es la mejor manera de evitar grupos completamente marginados que no tienen nada que perder. Aparte de algo muy justo en si. Soy de los convencidos de que sin la gran recesión de 2008-10 no habríamos tenido ni Trump, ni Brexit, ni Vox…