Carlos Hidalgo
Hace mucho tiempo que la Comunidad de Madrid no es protagonista para bien en las noticias. Demasiado. En parte es por tener al frente de la Comunidad a una Torra castiza, Isabel Díaz Ayuso (IDA) que, como Torra, cree tener una misión cuasi divina. Y, como Torra, se creen enviados de Dios, cuando realmente son algo más parecido al asesino de la motosierra.
Pero la responsabilidad aquí no es sólo del Partido Popular, el partido que colocó a IDA pensando que no iba a gobernar y que se le había acabado la racha. IDA gobierna merced a un pacto con la ultraderecha de Vox y los autodenominados centristas de Ciudadanos, liderados por Ignacio Aguado.
Tan mal están las cosas en Madrid que en el PP se plantean abiertamente maneras de sustituir a Díaz Ayuso sin hacerse daño a sí mismos y la prensa recuerda que sólo hacen falta los votos de tres diputados de Ciudadanos para que triunfe una moción de censura y haya un cambio de Gobierno regional.
Ahora bien, me parece a mí que es poco posible que eso pase. Lo primero de todo es que Aguado no es el “bueno” de un gobierno enloquecido. Aguado sabía a lo que jugaba. Y es tan insensible al desgobierno y a la pandemia como la propia presidenta. Recordemos que corrió a hacerse una foto inaugurando un dispensador de gel hidroalcohólico en el Metro de Madrid. En una red saturada, sin conductores, que no va a pagar horas extra, que no tiene personal que controle que se sigan las normas sanitarias y siete meses después del comienzo de la pandemia. Los dispensadores ya están fuera de servicio, por cierto.
Los representantes de Ciudadanos en el Gobierno de la Comunidad de Madrid son en su mayoría personas que sienten un profundo resentimiento y un abierto desprecio a las personas en general y a la izquierda en particular, por moderada que ésta sea. La mayoría de este equipo se veía en la Moncloa en 2018, porque las encuestas y la mayor parte de la prensa aclamaba a Rivera como el nuevo mesías centrista y la solución al tancredismo de Rajoy y a la desunión de la izquierda. Hasta que llegó la moción de censura. Y todos esos arrogantes políticos centristas vieron cómo les robaban la piruleta del Gobierno en sus narices y, a partir de ahí, se acabó el centrismo. O al menos un centrismo que pueda incluir a la izquierda, si es que tal cosa existe.
Ayudar al PP a hacerse con Andalucía, Castilla y León, Madrid y Murcia, pese a pactar abiertamente también con la extrema derecha, les pareció una justa venganza. Y se justificaron diciendo que el PSOE pactaba con la extrema izquierda, lo cual pueden tener derecho a pensar, pero que como argumento centrista deja bastante que desear.
Así que creo que Aguado, como dice un amigo mío, va a ordeñar la vaca hasta que sangre. Y su jefa de partido, Inés Arrimadas, no le va a decir nada. Ni aunque Ayuso azote a ancianos en la Puerta del Sol con Aguado (por supuesto) aplaudiendo, porque Arrimadas tiene el poder orgánico, pero quien gobierna es Aguado. Así que mejor no meterse en problemas. Porque un pulso de esas características puede acabar en escisión y, desde mi punto de vista, con más de la mitad de Ciudadanos Madrid pasándose a las filas del PP, igual que en su día se pasaron de UPyD al partido naranja.
¿Cuál es la alternativa? En el PP creen que unas elecciones ahora no les convienen. Y en el PSOE… tengo la impresión de que el actual secretario general de los socialistas de Madrid, José Manuel Franco, siente una mezcla entre vértigo y pereza ante la perspectiva de llegar al Gobierno regional y ponerse a gestionar la pandemia mientras trata de arreglar los rotos de Ayuso. Y Franco, hoy por hoy, es quien tiene el botón de encendido del pobre Gabilondo.
¿Es posible que aún así haya tres diputados de ciudadanos dispuestos a apoyar una moción de censura? Es más que posible, sí. Pero tienen que pasar muchas cosas y además todos los naranjas se vigilan celosamente entre ellos. Porque están quienes están espantados de todo esto pero guardan silencio y quienes se regodean en las redes de que si, en Madrid nos estamos muriendo pero, ¿y lo que rabian los rojos?
Brutal…
Pensar que los de Podemos son rojos o que lo sean los partidarios de Maduro o las pijas del soviet de la complu , exhibe pocas lecturas ; decir que “ en Madrid nos estamos muriendo ” pues puede tener su sentido de deseo ( nos estamos muriendo de deseo por gobernar porque no tocamos bola desde hace ya tantos años ) y por eso buscamos traidores en la figura de un chulapo de organillo , de alguien que pretende ser algo , del administrador de flotadores cuando se hunde el Titanic. Incluso insultar a quien no lo hace posible , un Franco , un don nadie , alguien menor ; nadie le ha oído decir algo inteligente , algo que le afiance como líder ; ni a él , ni a Sánchez .
Desde luego la campaña incendiaria contra el gobierno de Madrid , aliada contumaz del virus y de la pandemia ( con una incidencia similar a Navarra o a La Rioja ) desde quienes tienen todo el poder , nunca los datos y jamás de los jamases coherencia , nos aburre ( sí, también somos reyes de la sinecdoque ) .
Si, el relato periodístico de hoy va en paralelo a una teoría cada vez mas generalmente aceptada en el escenario politico mundial de la ultima década: las identidades politicas se construyen en negativo , por descarte, por rechazo. Esto es lo que explica Madrid desde hace un par de decadas (diria yo, o, mejor dicho , he dicho aqui en varias ocasiones)
No veo necesario explicar la linea politica de C´s, ni la linea argumental de sus simpatizantes. Ya le hemos visto de manera suficiente, y se describe perfectamente ella sola.
No me voy a quedar, esos si, con el regustito de citar a Aguado hace, apenas un mes «Belén Esteban tiene razón».
Pues eso.