Arthur Mulligan
I – Procusto era un personaje de la mitología griega que ofrecía posada a los viajeros, a quienes obligaba a acostarse en una cama de hierro, donde, si eran más largos que la cama, les cortaba la parte sobrante de las piernas, y si eran más pequeños, los estiraba, descoyuntándolos.
Las personas que padecen este síndrome desprecian a quien sobresale y en las organizaciones no ayudan a optimizar los equipos de trabajo rebajando sus resultados, ya que, entre otras cosas, no dejan realizar las tareas a quienes las hacen mejor que ellos.
La izquierda española es así, ha terminado así, patológicamente con una autoestima muy baja.
Víctima de una masiva transferencia de sacralidad olvida que su misión, si misión tiene, es gobernar para todos desde las instituciones comunes y no trasformar un mundo que le queda muy grande o muy complejo desde teorías fracasadas – en el peor de los casos – o sin pagar los tributos necesarios al principio de realidad mediante la formación en saberes especializados. Sigue leyendo