Lluis Camprubí
En muchas otras ocasiones se han analizado en este foro los elementos políticos de todo aquello relacionado con el “procés” independentista catalán. Esta vez quisiera sin embargo apuntar algunos aspectos de lo relacionado con la dimensión judicial /penal de los líderes del movimiento encarcelados y/o procesados. Al abordar esta dimensión judicial, a su vez es necesario distinguir los elementos jurídicos de los emocionales/subjetivos, que los hay.
- Es importante recalcar esta distinción entre las dimensiones política y judicial del tema ya que no son lo mismo, y por lo tanto una no puede esconder la otra, en ningún sentido de la relación. Ni diciendo que ya que de fondo hay un problema político ignoremos los ilícitos penales que hayan podido cometer los líderes independentistas; ni tampoco afirmando que todo se arregla depurando las responsabilidades penales de los encausados. Sin embargo, vaya por delante que creo que una de las claves del desempantanar la situación será la gestión de los tiempos en la inter-relación entre ambas dimensiones
- A mi modesto y no especializado entender, la dirigencia (institucional y política) del movimiento en sus actuaciones presenta bastantes indicios de haber cometido ilícitos penales. Parecen razonables los procesamientos por malversación, desobediencia y sedición (en su momento ya se verán las sentencias). Y en cambio parece desproporcionada la aplicación del tipo de rebelión, así como el exceso en el uso de la prisión preventiva.
- Seguramente falta en el código penal un tipo más ajustado que encaje en lo que en el fondo ha protagonizado la dirigencia de este movimiento: Una intentona institucional de petarse ilegítimamente el Estatut y la Constitución. Intentona poniendo para tal fin toda la maquinaria administrativa disponible, y que ha sido neutralizada finalmente, con diverso grado de finura, contención y acierto, por los distintos poderes del Estado. El revisionismo de calificarlo todo como simbólico y/o resaltar las incapacidades efectivas propias es una legítima estrategia de defensa pero no concuerda con lo hecho, lo aprobado, y lo ignorado por el Govern y el Parlament.
- Parece lógica (y necesaria) la inhabilitación para cualquier responsabilidad pública a aquellas personas que han usado así las instituciones. Y es posible que en las sentencias haya penas privativas de libertad. En ese caso, a posteriori, debería ser modulable y revisable, desde la discrecionalidad del poder ejecutivo central, atendiendo al contexto y a la normalización de la situación política.
- Llevar al terreno de lo emocional/emotivo la cuestión de los presos y procesados parece una estrategia miope por parte de sus partidarios, aunque les blinde la trinchera y les cargue de indignación. De igual manera lo parece situarlo en un supuesto combate sobre grandilocuentes principios. Quizás sería inteligente por su parte -si lo que se quiere es contribuir a mejorar la situación individual de los procesados- ir abandonando los relatos de su sufrimiento individual como presos y del carácter de supuestos represaliados de conciencia, y sustituyéndolo por un planteamiento más consonante con los principios resolutivos de un cierto compasionismo humanista y pragmatismo.
- Si se enfoca como una cuestión emocional/emotiva alrededor del trance vivencial de cada uno de los afectados y sus entornos, todas las emociones (las de todos los ciudadanos que se acostumbran a guardar en la esfera íntima) aparecen en escena. Todas son igual de válidas y comprensibles, ya que también responden a la distinta vivencia personal de todo el proceso y a la subjetiva opinión política. Y no tiene que haber superioridad moral por defecto en ninguna de ellas. De hecho podríamos imaginar un continuo en un hipotético eje emocional al respecto de la situación de los encarcelados: “rabia-indignación-malestar-pena-indiferencia con el tema-cansancio con el tema-alivio–alegría”. Y en cualquier categoría encontraríamos segmentos significativos de la sociedad catalana, aunque desconozco si en una distribución normalizada. En mi caso, aunque no tenga mayor importancia, me auto-ubicaría en la zona media, en una empatía cero con los encausados, y con incapacidad por sentir ni pena ni bienestar. Empatía cero en lo personal (han intentado pasar por encima de los derechos de todos los catalanes e imponer ilegítimamente a la mayoría a su proyecto) y en lo político (la degradación y situación en la que han dejado Catalunya en todas sus esferas). Polarizar pues sentimentalmente la cuestión encona, crispa y dificulta su cauce.
- Así mismo, recurrir a altos principios legitimadores y a la caracterización como “freedom fighters“ o como “presos políticos”, aparte de una ofensiva banalización respecto a los que sí lo fueron, limita la transversalidad y amortiza cualquier movilización. Y aleja a algunos sectores- con capacidad de decantación y que no comparten alineamiento con sus objetivos políticos- de un razonable acompañamiento en distintos aspectos a su favor: el cuestionamiento del celo en el uso de la prisión preventiva, la reclamación de un acercamiento a centros próximos a su domicilio, el decaimiento de “rebelión”, o un horizonte post-juicio de indultos políticos y/o beneficios penitenciarios, y/o revisiones judiciales.
- Es posible, sin embargo, que en este sentido el tiempo juegue a favor de la desemocionalización de la cuestión, destotalizando la cuestión, decayendo agravios y rebajando irredentismo por una banda y justicialismo por la otra. Lo que podría facilitar algún tipo de arreglo.
- El orden de los factores es relevante en relación a la normalización política y la cuestión de los presos. Parte del independentismo fantasea en plantear que para la normalización de la situación política debe primero haber algún tipo de tabula rasa para la cuestión de los encarcelados. Lo que desplaza indefinidamente en el tiempo la resolución de ambas. Pienso modestamente que primero debe venir la normalización política para dibujar escenarios más favorables a los intereses de los procesados. Al revés no será.
- La normalización como pre-requisito implica la elección de un govern catalán efectivo que acepte el marco estatutario y constitucional, sus mecanismos para ser cambiado y que tenga la voluntad de poner las instituciones al servicio de todos. El retorno a la institucionalidad normalizada elimina viabilidad de reiteraciones y disminuye justificaciones para la preventiva. Pero lo que es más importante para la normalización política es que la dirigencia del movimiento asuma sus errores y mala práctica política para avanzar en el camino de la normalización convivencial. Para desescalar, en primer lugar deberían unilateralmente y sin esperar automáticamente nada a cambio, pedir disculpas políticas a la mayoría de la población catalana por intentarle pasar por encima con su proyecto de parte y degradar de la manera que lo han hecho las instituciones del autogobierno. Creo que sería un gesto muy bien recibido y positivo, al menos en los sectores de la sociedad catalana que se han sentido agraviados. Todos estos factores pueden dibujar un escenario facilitador para que el ejecutivo central en un futuro post-sentencias politizara discrecionalmente la justicia de forma positiva a los interesados, en caso que hubiera penas de cárcel.
- Para esta normalización es también necesario facilitar la tolerancia social y la aceptabilidad entre partes en una sociedad plural como la catalana. Sería deseable en este sentido -de forma progresiva, es lógico que no pueda ser de inmediato- que el nacionalismo vaya rebajando la irritante superioridad moral que gasta, y quizás que al menos para sus adentros asuma que lo que protagoniza no deja de ser un repliegue identitario corriente con polarización nacionalista. Que como todos, con sus especificidades, se cree especial.
El “procés” independentista catalán
Es muy ducho a la hora de imponernos conceptos sacados de su magnánima manga.
Que es eso llamado «Gobierno Efectivo»…?
Una butade.Una gran butade.
Y ante una gran butade como esta,solo me queda mirarme al espejo y reírme de Mi Mismo.
Ni teniendo que ver,ni estableciendo más paralelismos que los evidentes, si forma parte del mismo contexto. No solo esto, pero esto también, es la España de 2020.
https://elpais.com/elpais/2018/04/17/opinion/1523955485_680138.html?rel=mas
Excelente artículo. Coincido con todos los puntos.
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Bienvenido al club, Baltasar. Una pena que no te plantearas todas esas cuestiones cuando eras juez. El cierre de Egin en la memoria. Entre otros «errores».
Mientras Rull, en el Supremo: «No estaríamos aquí juzgados si no hubiéramos ganado las elecciones»
Torrent sigue adelante con la ley para investir a Puigdemont a distancia
Y Mi Yo,Yo Mismo y Mis Dos Neuronas Una y Otra estamos gratamente asombrados al leer que El Tribunal Supremo pone Negro sobre Blanco nuestras propias conclusiones .
Estos son nuestros argumentos:
MANUEL MARRACO Madrid
17 ABR. 2018 15:18
La Sala del Tribunal Supremo que revisa las decisiones del juez Pablo Llarena sobre el 1-O ha dictado un auto en el que ratifica la existencia deindicios de delito de rebelión y critica al tribunal alemán encargado de laeuroorden contra Carles Puigdemont. Los magistrados consideran que los jueces alemanes no han actuado de forma «razonable», sino más bien con «falta de rigor». Entre otras cosas, no ven creíble su afirmación de que en Alemania los hechos se habrían saldado con «una condena meramente simbólica».
Pese a que el objeto estricto de la resolución es rechazar el recurso de Jordi Sànchez contra la negativa a que asistiera al Pleno de su investidura, el Supremo aprovecha la ocasión para cuestionar al tribunal regional de Schleswig-Holstein. Las críticas surgen en dos frentes: los ejemplos empleados por los jueces alemanes para llegar a sus conclusiones y su afirmación de que el 1-O no hubo violencia suficiente para sostener la rebelión.
En primer lugar, no considera procedente comparar el proceso secesionista dentro de un país de la Unión Europea con unas revueltas contra la ampliación del aeropuerto de Fráncfort, como hace el tribunal regional alemán en la decisión que rechaza entregar al ex president por rebelión. «Parece contradecir los parámetros propios de lo razonable», afirma el Supremo.
«En nuestro caso no se trataba de ampliar o no una de las pistas del aeropuerto de El Prat de Llobregat, y que ello generara la protesta de miles de manifestantes para impedirlo. Lo que aquí realmente sucedía era que después de más de dos años dedicados a laminar el ordenamiento jurídico estatal y autonómico, y de oponerse frontalmente al cumplimiento de sentencias básicas del Tribunal Constitucional, se culminaba el proceso secesionista dentro de un país de la Unión Europea, con una democracia asentada, poniendo las masas en la calle para que votaran en un referéndum inconstitucional oponiéndose a la fuerza legítima del Estado que protegía unos supuestos colegios electorales», añaden los magistrados Miguel Colmenero, Francisco Monterde y Alberto Jorge Barreiro.
«No se precisa realizar un complejo análisis jurídico para colegir que se trata de dos supuestos fácticos que nada tienen que ver el uno con el otro, y que el ejemplo de la ampliación de la pista de un aeropuerto, al margen de resultar inidóneo por su evidente falta de similitud con un grave proceso secesionista, resulta carente de rigor para fundamentar una resolución judicial como la adoptada».
La Sala ve llamativo que el tribunal alemán empiece usando «un ejemplo hipotético muy adecuado al caso de Cataluña», como es preguntarse qué sucedería en Alemania si el presidente de un Land actuara como Puigdemont. Y sin embargo, subrayan los magistrados españoles, «a las pocas líneas abandona ese discurso sin profundizar en él y se desliza repentinamente hacia el supuesto fáctico de la pista del aeropuerto, huyendo así del pantanoso ejemplo comparativo que tan adecuado y pertinente resultaba».
«El supuesto hipotético del presidente del Land daba mucho de sí, pero muy probablemente en el caso de que se siguieran en su análisis argumental las reglas propias del discurso de la racionalidad comunicativa, su desenlace acabaría en la concesión de la euroorden», dice el auto. Y cuestiona la conclusión a la que llega el tribunal alemán: «Si los hechos que se han venido cometiendo en España se hubieran perpetrado en un Land de Alemania con los mismos factores de evolución, tiempo y resultado, no parece muy factible que todo ello se saldara con una sentencia condenatoria meramente simbólica como se dice en la resolución del tribunal regional».
El Supremo aborda también la afirmación del tribunal alemán de que no hubo violencia suficiente para doblegar al Estado, lo que a su juicio conlleva la negativa a entregar a Puigdemont por rebelión. Explica que pese a todas las advertencias de los tribunales y de las autoridades gubernativas, «los protagonistas del procés prosiguieron con su hoja de ruta e indujeron a unos dos millones de personas a que salieran a la calle para votar ilegalmente». El resultado fue que, como era «totalmente previsible e inevitable», hubo violencia y más de cien enfrentamientos físicos entre personas que fueron a votar y la Policía.
Los 6.000 agentes enviados resultaron «ostensiblemente superados» por dos millones de votantes, y prueba de ello es «que la consulta acabó realizándose (sin las mínimas garantías, eso sí)» y que los investigados siguieron adelante con la hoja de ruta secesionista y acabaron declarando la independencia de Cataluña. Añade que «si hubieran intervenido un número bastante mayor de policías es muy probable que todo acabara en una masacre y entonces sí sería muy factible que el resultado de la euroorden fuera muy distinto».
La Sala de Recursos precisa que no se trató de una «rebelión de una muchedumbre de personas», sino de «sujetos que ocupaban oficial y legítimamente los poderes constitucional y legalmente establecidos en una comunidad autónoma».Por ello, «en lugar de valerse de la violencia para tomar el poder central del Estado, trataban de desconectar o desgajar del Estado español las instituciones autonómicas cuyos poderes ejercían». Los magistrados lo describen como «una rebelión jurídica».
«En un contexto de esa índole, es claro que la violencia física pasaba a un segundo lugar, pues sólo era preciso utilizarla en algún cruce o tránsito puntual de la línea de ruta que se habían marcado. Especialmente para realizar el referéndum de independencia, ya que se trataba de un peldaño imprescindible en su andadura para el objetivo de la secesión, y al tenerlo que materializar masivamente y en centros públicos se iban a encontrar con la oposición de la fuerza legítima del Estado».
En cualquier caso, la Sala recuerda que las querellas de la Fiscalía dejaban abierta la posibilidad de que, si no se detectaba violencia, se considerara lo sucedido como un delito de sedición. Un delito que, también recuerdan, lleva aparejadas penas muy elevadas (hasta 15 años). Aun así los magistrados ven más acertada la calificación de rebelión que protege los ataques contra el sistema constitucional, frente a la sedición, que lo que busca es proteger el orden público.
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Ejem….y luego nos llaman prevaricadores…
…JAJAJA….que nervios.
A mí también me ha parecido excelente el artículo de LLuis Camprubí.
Y este otro publicado en EL País de hoy:
https://elpais.com/elpais/2018/04/11/opinion/1523472888_698788.html
Bueno , parece ser un dìa de recapitulaciones , de asentar los hechos , de discernir entre los hechos políticos -sometidos al imperio de la ley – y los judiciales, que por definición afectan a su esencia. Y todo ello en un entorno emocional inevitable por la naturaleza de los hechos políticos que han dado lugar a la “ dimensión judicial del tema “ , tal y como lo expresa el articulista. Aunque coincido en las valoraciones genéricas de causas y efectos y en el grado de empatía hacia los protagonistas ( en mi caso cercano al cero absoluto ) algunos « ismos » resultan equívocos , especialmente el justicialismo , porque tiene dueño y pertenece a la historia universal de la infamia. Aún con todo , me parece bien traído su análisis y su voluntad de enfriar las pasiones desde la razón y la aceptación de los abusos cometidos por los secesionistas.
Otra cosa son las muy singulares lecturas que nos ofrecen Laertes , con un Garzón olímpico y júpiterino – a quien pierde su resentimiento y soberbia y que afortunadamente se encuentra amortizado , y Amistad , quien nos ofrece un refrescante ejercicio de lógica aplicada por la sala de revisión del TS en un auto que explica , en este caso , a los zorocotrocos y congelados jueces provincianos alemanes , en un ejercicio de derecho y razón , por qué no han entendido nada de los folios que acompañaban a la euroorden y que viene a ser en realidad una reivindicación de la antigüedad de la U. de Salamanca ( 1218 ) frente a Heildeberg ( 1386 ). El poso del tiempo.
Sin embargo y acorde con los tiempos que corren en este blog en donde aparecen artículos y lecturas excelentes de los más variados medios – como si se tratara de un tablón de anuncios – cada vez con más frecuencia , aquí va mi contribución de El Liberal de Bilbao , quien en un lenguaje llano y pertinente , nos ilustra sobre cosas que en cien años no veríamos en la Sexta.
«El “Todo es ETA” siempre lo usaron quienes negaban que ETA fuera algo. Los simpatizantes, familiares o amigos de etarras concretos. O los tontos útiles.
Lo usaban como broma, y por tanto como instrumento político.
Quienes durante esos años abordaron la costosa tarea de plantar frente a los hechos y al relato de la izquierda abertzale no decían que todo fuera ETA. Decían, por ejemplo, que ETA contó con un brazo político. Los integrantes de ese brazo político, Batasuna, reconocieron en 2016 que eran parte de la banda terrorista. Antes, en 2012, el Tribunal Supremo desestimó los recursos contra una sentencia de la Audiencia Nacional de 2011 que condenaba a Arnaldo Otegi y a Rafa Díez, que había sido secretario general del sindicato LAB, por integración en banda terrorista. Sí rebajó el grado de esa participación, y pasaron de ser considerados dirigentes a integrantes. En la misma sentencia se condenó también a Arkaitz Rodríguez, hoy secretario general de Sortu, Miren Zabaleta y Sonia Jacinto, también integradas en Sortu.
Decir que Otegi o Rafa Díez “eran ETA” es una construcción un tanto extraña. Otegi y Rafa Díez fueron integrantes del brazo político de ETA, Batasuna. Organización que reconoció, a través de sus integrantes, ser efectivamente parte de ETA.
Otegi fue también integrante de ETA en su rama estrictamente terrorista, en los años 80. Fue condenado a seis años de cárcel por haber secuestrado al empresario Luis Abaitua.
No viene mal recordar que el Parlamento Vasco aprobó en octubre de 2013 una iniciativa que pedía al Gobierno la “inmediata liberación” de los condenados en el caso Bateragune porque sólo hacían política y sus intenciones eran buenas. Se aprobó con los votos de EH Bildu y PNV.
O que en 2014, en una entrevista en Euskadi Irratia, Idoia Mendia se preguntaba si mantener a Otegi en prisión iba “a ayudar en algo”, mostrando una pintoresca concepción de las sentencias judiciales. También decía que en su momento la sociedad “no entendió muy bien” el caso.
Seguimos.
Gonzalo Boye, abogado y colaborador en medios como eldiario.es y La Sexta, tampoco “era ETA”. Ni siquiera fue integrante de ETA. Fue condenado por colaborar con ETA en el secuestro de Emiliano Revilla. Ésos son los hechos, y eso es lo que se puede decir. Lo que produzca el conocimiento de esos hechos depende de la factura moral de cada uno de nosotros.
Las herriko tabernas, los bares en los que se reunían los simpatizantes de la izquierda abertzale, no eran sólo bares en los que se enaltecía el terrorismo. Eran bares que servían para financiar las actividades de la organización terrorista ETA. Quien acudía a tomar unos vinos a alguno de los más de 100 locales que se recogían en la sentencia ratificada por el Tribunal Supremo en 2015 sabía qué se defendía en esos locales, y a lo mejor sabía también para qué servía el dinero que dejaba allí.
Así que las herriko tabernas sirvieron para financiar las actividades de una organización terrorista, y quienes las gestionaban eran integrantes de una organización terrorista. ETA.
¿Todo era ETA? Sólo quienes negaban que ETA fuera algo usaban esa expresión. Los demás decían que Batasuna era una rama de ETA, que Otegi fue parte de ETA, o que las herriko tabernas financiaban a ETA. Y quedó demostrado que tenían razón. Si algunos decían en tono de broma que “todo es ETA” era precisamente porque gente concreta era parte de ETA, y por alguna razón podía no estar muy bien visto haber formado parte de una organización terrorista. No pretendían rebatir la idea de que todo era ETA, porque ninguna persona seria la defendía.
De la misma manera, quienes hoy dicen en tono de broma que “todo es terrorismo” y que no hay que banalizar el terrorismo se dirigen a una idea que no existe. Lo dicen en referencia al caso de Alsasua y a “los raperos y tuiteros” condenados recientemente.
Nadie ha dicho que los raperos o tuiteros condenados sean terroristas. Y no han sido condenados por terrorismo. Han sido condenados por enaltecimiento del terrorismo. Se podrá discutir si la ley es adecuada. Lo que no se puede discutir es algo que nadie dice.
Tampoco los acusados de agredir y lesionar a dos agentes de la Guardia Civil y sus parejas en Alsasua son terroristas. Ni siquiera son culpables de las agresiones. Lo único que hay es una acusación que se tendrá que demostrar en un proceso judicial. Y será difícil demostrar no sólo que esos actos puedan ser considerados delitos terroristas, sino incluso que fueran los acusados quienes cometieron esos actos. Así es como funcionan y deben funcionar los procesos judiciales. Dentro, no fuera de las salas.
La presión de familiares, amigos y opinadores parte de otra idea que no existe, la de que esas personas han sido condenadas por terrorismo. No se puede pedir justicia para los acusados en el momento en el que está a punto de producirse precisamente eso. Y no se puede decir que fue sólo una pelea de bar, del mismo modo que no se puede decir que fue terrorismo.
Tampoco se puede decir que Otegi, Batasuna o las herriko tabernas no fueran parte de ETA, o que lo que hacían quienes dejaban cartas amenazantes contra ediles de partidos no nacionalistas o quienes quemaban autobuses no fuera un tipo de terrorismo. No se puede porque, para que tenga algún valor, lo que se dice debe coincidir con los hechos.
En el caso de Alsasua, aún no ha quedado probado cuáles fueron esos hechos. Cuando se produzca la sentencia, entonces sí, se podrá decir algo fundamentado.
Mientras tanto, como es de esperar, seguirán las bromas y los hombres de paja.»
Bueno,de las tragedias pasemos al esperpento…..ejem
Por lo visto hoy Mi Yo,Yo Mismo y Mis Dos Neuronas,Una y Otra estamos gratamente convencidos que hay una corriente de pensamiento que pasa inexorablemente por nosotros.
Si no vieron la entrevista del Fantasma que recorre Europa ,aquí les dejo el momento más hilarante del procés. …
Gracias Ferran lo has bordao ..
Puigdemont hace sufrir a Sanchis
Ferran Monegal
Martes, 17/04/2018
Esta vez ha sufrido. Ha habido momentos de una aflicción muy injusta. No se lo merecía. Ha ido a Berlín con toda la ilusión del mundo, con ganas de agradar, con espíritu de servicio a la causa, y ha cosechado momentos de gran angustia. Estoy hablando, naturalmente, de la entrevista del director de TV-3, Vicent Sanchis, a Carles Puigdemont, en algún lugar cercano a la Puerta de Brandeburgo.
El instante más cruel para Sanchis fue cuando, hablando de la necesidad de que se constituya Govern en Catalunya, Puigdemont dijo que sí, pero inmediatamente se reafirmó en la idea de crear paralelamente el ‘Consell de la República’ en algún lugar del exilio.
cabará habiendo una Generalitat dual, un ‘Govern’ en Catalunya y una ‘instancia’ fuera que ustedes llaman ‘Consell de la República’. ¿Qué será eso del ‘Consell de la República’? (…) ¿No chocará este ‘Consell’ con el Govern? ¡Eso es marear a la gente! ¿Quién formará este ‘Consell’? Comín, Puig, Serret, usted mismo…. ¡Solo son cuatro! ¿Habrá alguien más? Concrete un poco».
¡Ahh! Puigdemont le lanzó entonces una mirada de aquellas que fulminan y, visiblemente airado, le respondió: «¡Usted da por hecho cosas que no son verdad!», añadiendo que, sobre el ‘Consell’, no le iba a concretar nada en absoluto. Y el bueno de Sanchis, afligido, le decía: «¡Solo se lo pregunto, ‘president’, solo se lo pregunto!». Y un dolor muy grande le invadía.
Hombre, yo creo que en algún momento de la entrevista, Sanchis se merecía de Puigdemont alguna frase, algún gesto, en reconocimiento a su labor en TV-3. En un tiempo récord ha transformado las instalaciones de Sant Joan Despí en el gran templo de las misas ‘procesistas’. Ha conseguido que ya no haya televidentes, sino fieles devotos que comulgan. El fervoroso seguimiento que le ha dedicado a los exiliados, o al ‘procés’ en general, ha sido colosalmente efectivo. Francamente, en su piadoso viaje a Berlín, Sanchis se merecía un calorcillo. No un sufrir…..
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Ahora que venga un independentista y me explique eso de «Gobierno Efectivo»……JAJAJA….que nervios.