¿De verdad lo entienden?

Verónica Ugarte

La hija de Gisèle Pelicot es una víctima más. No tiene pruebas de que su padre la haya violado, de que haya corrido la misma suerte que su madre. Solo existen fotos de ella, dormida, en su cama, en ropa interior. La sensación de indefensión, la duda, el dolor, la confianza y amor rotos. El dolor de su madre es enorme, pero no es menos el de su hija. Perdió a un padre y descubrió a un monstruo.

¿Cuántas mujeres han sido y son víctimas de este tipo de violencia? Ya se han descubierto grupos en las redes sociales, de seres innombrables que dan pistas de dónde y cómo obtener la medicación necesaria para sedar a una mujer y violar no solo su cuerpo, sino también su mente. Porque una violación deja secuelas psíquicas que requieren ayuda, trabajo, supervivencia.

En este mundo donde tanto de habla de respeto, igualdad, empatía, desde hace años me asalta la pregunta: ¿verdaderamente se entiende el infierno por el que pasan algunas mujeres? ¿Se entiende el día a día de muchas, demasiadas, que están en manos de uno o varios hombres, y por varias razones, no pueden alzar la voz y pedir ayuda? Sigue leyendo

Descubre un territorio de régimen especial oculto en España

Marc Alloza

Como ponen en los títulos gancho de los artículos de las webs de contenidos, ven a descubrir este lugar oculto de España bien comunicado y próximo a una gran ciudad que te dejará con la boca abierta. En la Unión Europea hay una serie de territorios especiales que se clasifican en dos grandes grupos: Territorios que forman parte de la UE y los que no forman o en los que no se aplican los tratados.

Los que forman parte de la UE se subdividen en otros dos: las Regiones autónomas especiales (por ej. Melilla y Ceuta) y las Regiones ultra periféricas (por ej. Canarias). Los que no forman parte de la UE se  diferencian en 3 grupos: Países y territorios de ultramar (por ej. Nueva Caledonia), Casos especiales (Chipre del Norte) y Otros (por ej. Andorra). Pues bien, nuestro misterioso territorio en dónde no se recauda IVA en alguna de sus actividades económicas, no se encuentra en esta clasificación.

Nuestro territorio oculto cuenta con 0,7 Km2 y una población en 2024 de 10.714 habitantes. Lo que implica una nada despreciable densidad de población es de 14.727 habs/Km2, lo que vendría a ser casi como la de Manila, Filipinas (14.800 habs/Km2), más que la de Lagos, Nigeria (13.300), pero, atención, menos que la de Barcelona (16.637 habs/Km2).

La especialidad del territorio subyace principalmente en la posibilidad de abastecerse de droga de cualquier tipo libre de impuestos en múltiples puntos. En esta zona franca de estupefacientes se ubica una comisaría de policía que dentro de sus principales cometidos está el que las actividades declaradas ilícitas fuera del enclave (que no del todo en su interior) no traspasen sus límites. Sigue leyendo

Durum mixto con picante

Julio Embid

El pasado domingo no tenía nada en la nevera y estaba solo en casa y decidí bajar al kebab que hay en mi barrio. No habrá ni diez minutos y mientras cruzaba un parque donde cuarentones de clase media sacaban a sus perros a mear, soltándoles la correa para que fueran libres durante cinco minutos, pensé como de vez en cuando a los humanos nos sueltan la correa fugazmente. Jugaba el Barsa contra el Madrí y los bares con televisión estaban llenos, pero como hacía frío y era tarde, las 21.30h, no se veía ningún niño. Tampoco es que en España y en Zaragoza haya tantos niños. España tiene una de las tasas de fecundidad más bajas del mundo (1,3 de hijos por mujer) y la edad media de las mujeres en el nacimiento del primer hijo es de las más altas del planeta (30,9 años). En el fondo no considero que esto sea un problema porque cada vez soy más nihilista y porque, a nivel individual, no contribuyo en absoluto a la pervivencia del homo sapiens sapiens. En 2125 todos calvos y bajo tierra.

Entré en el local y Ahmed tenía la tele apagada (no paga los derechos de emitir fútbol porque no le llega aunque le gustaría) pero estaba trabajando a tope. Había una pila de durums envueltos en papel de plata en bolsas blancas de plástico dispuestos para ser recogidos, transportados y engullidos. Ahmed, al cual un día le pregunté su edad, tiene 41 años. Los mismos que servidor de usted. Y encima nació el mismo mes que yo, así que podría decirse que somos de la misma generación. Pertenecemos ambos a la Generación Y o millenials, y aparte de eso, los cromosomas XY y nuestro horóscopo (tanto occidental como chino), no tenemos nada en común. Ahmed está casado, tiene tres hijos, no pudo estudiar, vive de alquiler en un país que no es el suyo y trabaja día y noche siete días a la semana. Yo no. Por eso me suelo burlar de aquellos que en sociología o en medios de comunicación hablan de manera genérica de las generaciones y de los problemas generacionales. El principal clivaje no es entre boomers, millenials o zoomers. Lo que nos divide esencialmente es la clase social. Ya no tanto entre capitalistas y proletarios sino entre arrendadores y arrendatarios. Eso sí que influye en el comportamiento y en los intereses. Sigue leyendo

De las redes que nos atrapan

Juanjo Cáceres

Desde que Jesucristo pronunciase las célebres palabras dirigidas a Pedro, en las que le proponía dejar de ser pescador de peces, para convertirse en pescador de hombres, somos víctimas de los creadores de redes y tratados, en general, como vulgares pescados. Hace ya algunos años que Manel Castells, en su célebre trilogía «La Sociedad de la Información», hizo un despliegue teórico sobre el funcionamiento de las redes y sus efectos sobre la estructura social, para mostrar como las nuevas redes de la comunicación habían empezado a tener un impacto significativo sobre la realidad. Así pues, puede que desde Pedro, el primer padre de una iglesia que fundó un tipo de religión, cuya estructura en red se desplegaría sobre el mundo antiguo primero y sobre el mundo medieval después, arrasando a todas las creencias anteriores a ella, pero sobre todo desde Castells, resulta difícil o imposible negar el poder e incidencia de las redes.

Hoy en días las redes se consideran problemáticas y son vistas con suspicacia desde múltiples perspectivas. No solamente por las «fake news», sino también por lo fácilmente que ponen en peligro la privacidad de las personas, los derechos esenciales de los menores y también por la combinación que forman con otro poderoso elemento: los smartphones. De hecho, la problemática de las pantallas en nuestra sociedad es indisociable del uso de las redes sociales, ya que, junto con los juegos, es el principal mecanismo de incitación continua al uso del dispositivo. Sigue leyendo

Sobre la supervivencia

Juanjo Cáceres

Las perspectivas sobre la supervivencia son múltiples y variadas. Durante nuestras primeras etapas de entendimiento nos encontramos con algo llamado “la ley del más fuerte”, que sugería que fortaleza, poder y supervivencia iban de la mano. Con el paso de los años, en cambio, otros conceptos se fueron abriendo camino: en particular, la resiliencia, entendida como la capacidad de adaptarse a las circunstancias en condiciones de adversidad. Entre ambas existe un elemento en común y una diferencia sustancial. El elemento en común es el hecho de que una cualidad específica, ya sea la fortaleza o adaptabilidad, adquiera potencia explicativa para explicar la evolución de las personas de forma individualizada. La diferencia, en cambio, es que, si la primera pone el énfasis en la capacidad de imponer nuestras decisiones a terceros, la segunda apela a la capacidad de evolucionar adaptándonos a circunstancias diferentes. No se trata, pues, de dos maneras distintas de decir lo mismo, ni admiten una clara integración. Pese a que pueden establecerse relaciones entre ambas, el poder explicativo de por qué se han producido unos logros queda claramente focalizado en una de ellas.

Haciendo un símil con el mundo del fútbol, podríamos considerar que Messi o Yamaal son singularmente fuertes entre los futbolistas, pero también es verdad que en ambos casos se detectan condiciones de resiliencia, ya que su necesidad de adaptarse a condiciones adversas es bien conocida en las biografías de ambos. Pero justamente esas situaciones nos hablan de variables coincidentes, no interdependientes, ya que el talento singular es lo que crea las condiciones para convertir, potencialmente, a un deportista en una estrella. Es más tarde cuando tanto su resiliencia como su fortaleza mental incidirán en las posibilidades y límites de lo que puedan o no alcanzar. Sigue leyendo

Algo va mal

Arthur Mulligan

Así se titula en español el importante y valiente manifiesto del historiador Tony Judt en defensa de la socialdemocracia europea y su contribución a la creación de esa extraordinaria forma de vida colectiva cuya sostenibilidad según algunos de sus partidarios solo puede ser cuestionada por sus críticos mediante una dosis de mala fe.

El valor que tuvo al escribir este texto político, expresión concentrada de las preocupaciones de toda una vida en medio de las condiciones dramáticas que le imponía su enfermedad, merece nuestro respeto y admiración por su coraje cívico sin que ningún tipo de condescendencia por los estragos que la esclerosis lateral amiotrófica, «una suerte de condena sin redención posible» en sus propias palabras, afectara a la alta calidad de una narrativa alrededor del Estado de bienestar.

No obstante, como en toda obra humana, por mucho que se admire ésta, las ideas tienen que pasar por el tamiz de la crítica una vez que la biografía de su autor y nuestras simpatías tomen acomodo en la sombra. No hay contradicción en ello.

Y lo primero que destacaría en este libro singular es un poderoso sentimiento de nostalgia que refrenda, en mi opinión, alguno de los títulos de los seis capítulos en que se divide la obra: El mundo que hemos perdido; La insoportable levedad de la política; ¿Adiós a todo esto?; ¿Qué nos reserva el porvenir?

Existe una disonancia primigenia entre los valores predicados en su momento dulce, aquel en que se hace realidad por primera vez el Estado de bienestar surgido en Europa después de la II Guerra Mundial basado en un ideal de vida austera, honestidad, pedagogía del esfuerzo, meritocracia o el trabajo bien hecho, y la evolución real del Estado de bienestar. Sigue leyendo

Mi primera juventud… sin redes sociales

Outis

Hago el ejercicio de reflexión. Pienso en mi vida escolar durante finales de los 80 y comienzos de los 90. Fueron buenos tiempos.

Correr para llegar a tiempo y hacer un quiebro de cadera para poder entrar antes que el profe al aula. Llevar encima diez libretas más los pertinentes libros si eras un friki (culpable) y estabas decidido a sacar las mejores notas, aunque tu espalda muriese en el intento.

Correr al kiosco para comprar a tiempo el diario y estar informado cada día. Ir a la biblioteca suplicando en voz baja que no se hubieran llevado el último libro acerca del que el profe había pedido un trabajo, y maldecirlo en voz alta por ponerte las cosas difíciles. ¿Recordáis lo que costaban los libros en inglés, si los encontrabas?

Quedar con los colegas a las cinco de la tarde para ver una peli. Y una vez más, plantado como un árbol porque te llegaban tarde echándole la culpa al metro y no a su falta de seriedad. Te callabas y les dejabas pagarte la entrada más las palomitas. Todo pecado tenía un precio. Sigue leyendo

Algunos hombres huecos

Alfons Salmerón

Soy de combustión y procesamiento lentos. Empecé a pensar en este artículo justo cuando estallaba el caso Errejón, y cuando ya casi todo estaba dicho y me había podido crear una opinión propia al respecto, ocurrió la tragedia de la DANA en la Comunidad Valenciana. Sigo en estado de shock con todo lo que ha ocurrido, veo las imágenes y no me lo acabo de creer, siento tristeza, rabia e impotencia y no puedo dejar de pensar en el dolor de todas esas personas que han perdido a sus seres queridos, su casa o su negocio y pienso en el sentimiento de abandono que deben experimentar en mitad de todo ese terrible caos. Mientras tanto, siguen vertiendo opiniones perfectamente claras al respecto, opinadores por doquier que tienen perfectamente claro lo que ha ocurrido y señalan sin ambages a los culpables. Yo sigo estupefacto, incapaz apenas de reaccionar cuando se cierra el escrutinio en Estados Unidos con la contundente victoria de Donald Trump y el mayor fracaso demócrata en 35 años con Michael Dukakis. Pienso, medio aturdido, que mi mundo se derrumba y no consigo salir de mi estupor.

No, éste no va a ser un artículo con demasiadas respuestas. Ocurre que mi andamiaje ético y moral, se resiente ante demasiadas situaciones que lo violentan. Mi gestión de las expectativas es nefasta porque he sido programado para esperar una respuesta determinada y lo que sucede es justamente lo contrario.

Mentiría si dijera que no me extrañaron para nada las denuncias contra Errejón. Los testimonios de las mujeres que han denunciado en redes o ante un juzgado no pueden dejarnos indiferentes. Se trata de violencia, sin eufemismos. Sus consecuencias penales las determinará un juez pero desde el punto de vista de la razón ética, como sujeto humano, y moral, al tratarse de un responsable político, su comportamiento es completamente inaceptable. Celebro su dimisión pero no es suficiente. Su carta me repugna. Es la justificación de un perverso. Detesto a su vez la cultura de la cancelación porque en mi imaginario de lo que deben ser una comunidad humana y la justicia bien administrada todo el mundo ha de tener derecho al perdón, a una segunda oportunidad. Lo que ocurre es que no puede haber perdón sin reparación. Y su carta lejos de reparar nada, y asumir como un adulto las consecuencias de sus actos, se escuda de manera torticera en una construcción intelectual. Primera decepción respecto a mis expectativas. Sigue leyendo

Las desigualdades climáticas también matan

David Rodríguez Albert

Muchos son los informes publicados en los últimos meses sobre el incremento de las desigualdades a todos los niveles. En febrero salía a la luz un estudio sobre las diferencias existentes a nivel mundial, y en mayo otro sobre la inequidad en el caso de España. Hay que agradecer a Intermón Oxfam la realización de estos trabajos, que desde mi punto de vista deberían ser centro del debate político en estos momentos. Sin embargo, como suele suceder en tiempos de crisis política y civilizatoria, la inmensa mayoría de medios de comunicación ocultan estos datos y sitúan la discusión en otros asuntos que dan alas a la ideología neoliberal e incluso a los postulados de la extrema derecha. Por fortuna, aquí podemos escribir sin estos condicionantes y tratar otros temas que deberían ser más cercanos al interés general del que tanto se habla.

Con motivo de la celebración de la COP 29 (Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático), que se va a celebrar en Bakú este mes de noviembre, Intermón Oxfam ha dado a conocer hoy un ilustrativo informe bajo el título “La desigualdad de las emisiones de carbono mata”. Uno de los titulares más llamativos que se ha abierto paso (discretamente) en algunos medios hace referencia a las emisiones de los multimillonarios a través de sus aviones privados. Por ejemplo, el aclamado Jeff Bezos genera en un año el mismo volumen de carbono que un trabajador medio de Amazon en otros 207 años. Sin embargo, este dato, siendo sangrante, puede ser llamativo pero ni mucho menos es el más significativo a nivel global, como trataremos de comentar a continuación. Sigue leyendo

Golpe a golpe

Julio Embid

El fin de semana pasado el campeón español de origen georgiano Ilia Topuria derrotó al estadounidense Max Holloway en una velada de “artes marciales mixtas” para conservar el cinturón de peso pluma de la empresa UFC. En dicho combate, que duró 1 minuto 34 segundos, los dos luchadores se dieron de lo lindo ganando Topuria por un KO por puñetazo. El programa deportivo de Onda Cero, llamado Radio Estadio, dirigido por Edu García, anunció que no daría información de los combates de Topuria porque “lo que hacen la UFC y Topuria no es deporte, porque el deporte y la violencia no casan y a la violencia gratuita no le da cobertura en su programa”. Las redes sociales se llenaron de múltiples mensajes de anónimos hombres jóvenes muy españoles y muy heterosexuales insultando al programa y a su director.

Una vez estuve en una velada de “artes marciales mixtas” hace veinte años, en 2004 y la recuerdo perfectamente. Fue en un bar de carretera en un polígono en las afueras de Zaragoza, en Cuarte de Huerva y en el típico restaurante de menú del día de primero, segundo y café o postre, a buen precio, montaron un ring con sus doce cuerdas, trajeron una ambulancia por lo que pudiera pasar, y ofrecieron una velada de seis combates. Se zurraron de lo lindo y más de uno terminó con la cara como un mapa. Al salir del baño, vi como un joven nacional con el pelo más rapado de lo necesario me chocaba la mano porque había ganado (él, no yo que nunca me he peleado con nadie) y yo me lo había perdido. El tatuaje de la 250 División Azul en su espalda me indicó que ese no era mi lugar y que ojalá no me hubiera chocado la mano. Afortunadamente en aquel entonces los móviles no llevaban cámara. Pero vamos, yo era un joven estudiante de periodismo al que le habían invitado a una locura una noche de sábado. Sigue leyendo