Carlos Hidalgo
Creo que alguna vez os he comentado que me gustan bastante los libros de James Bond, escritos por Ian Fleming. Y después, las películas. En una de ellas, que no suele ser considerada la mejor, Octopussy, hay un general soviético desquiciado llamado Orlov, que apuesta por hacer una invasión convencional de los países de la OTAN, haciendo que todos sus tanques se lancen contra Occidente. Cuando el resto del Politburó se escandaliza por ello y le reprochan que se arriesga a iniciar un conflicto nuclear, Orlov se ríe (los malos siempre se ríen). Y suelta un discurso en el que dice que Occidente está dividido, que es débil, que las democracias son regímenes hipócritas y cobardes. Y, claro, es el típico discurso de malo desquiciado de una peli de espías de los 80. Pero es el que vivimos hoy en día.
Alguna vez, refiriéndome a los millonarios descontrolados, he dicho que vivimos en un mundo donde los malos de James Bond existen, pero no tenemos a un James Bond que les frene.
Lo peor es que hay gente que compra ese discurso de malo desquiciado. Y que los elementos de ese discurso, las pequeñas minas en los cimientos de la democracia agarran muy bien.
Alguna vez he hablado de ello. Poco a poco se ha colado el hecho de no dialogar como una virtud. Que la “coherencia” es no ceder en nada y vaciar de contenido los parlamentos porque, qué demonios vas a hablar con el diferente, si el mero hecho de considerarle tu igual es sospechoso.
También está el de meterse una y otra vez con los medios de comunicación, como hacía (y hace) Trump, lo que hace que confundamos con manipulación toda noticia que no nos gusta, nos hace más proclives a tragarnos bulos, y es que la prensa también es una institución democrática. Y, como tal, perfeccionable. Pero estaríamos mucho peor sin ella. No tener prensa y quedarte solo con YouTube, Facebook y el resto de redes, es mucho peor.
El caso es que estos ataques a la democracia, no sólo se hacen por parte de la extrema derecha, sino también por parte de cierta izquierda.
Hay una extrema derecha que dice defender a España y a la Constitución cuando, en realidad, les sobra la mitad de ambas cosas y estarían más que dispuestos a prescindir de ellas.
Y hay una extrema izquierda que, a fuerza de buscar cosas contra las que rebelarse, ya confunden el sentido común con la opresión. Y las libertades de una democracia, con la represión de una dictadura que muchos nunca vivieron.
Unos y otros siempre verán lo peor del contrario, negarán a los demás hasta su nombre, usando motes. No echarán en cara hechos, sino bulos. Y no buscarán un camino para entenderse, sino que estarán muy ocupados imaginando conspiraciones y malas intenciones.
Como el discurso desquiciado del malo de una peli de los ochenta, vaya.
Bien , muy bien traída esa consideración de que una cierta izquierda también ataca a la democracia y resulta que es ni más ni menos ¡ la extrema izquierda ! .
Gran descubrimiento : los extremos se tocan .
Ahora ¿ en dónde se acantona esa izquierda rebelde ? ¡ En el gobierno , señores , en el gobierno ! No solo en el Ayuntamiento de Cádiz desde el que los Clinton del Sur , altavoz en mano , jalean a manifestantes airados ; no solo en la Generalitat , en donde el honorable President se revuelve una y otra vez contra la enseñanza de esa lengua mítica mas propia, a decir verdad , de bestias que se relacionan .
También en el mismísimo Gobierno de España , ese en el que los ministros se denuncian entre sí y todos miran a su amo por un mendrugo de afecto.
A su lado , el infantil Bond , James Bond y sus predecibles y disparatadas piruetas en Moonraker, ni de lejos llegan a nuestros Mortadelo y Filemón de la Moncloa .
Qué se le va a hacer . En donde hay un cómic , después no habrá un libro , sino otro cómic .
Ultimas noticias .
Cacicada de Pedro Sanchez : el Presidente destituye a la Directora del CNI.
El asunto que aquí se dirime es en qué medida el Partido Socialista cede a los supremacistas del catalanismo y sediciosos en potencia sin que parezca que actúa por mero sometimiento a los peores enemigos del Estado. La vigilancia discreta planteada por el CNI estaba -y está- plenamente justificada, además de convenientemente respaldada por la Ley.
La cuestión es que, para sacrificar a las piezas que el independentismo reclama, había que buscar una excusa más apropiada en la mera incompetencia y, por esta razón, Bolaños ha tratado de desacreditar tanto a la ministra como a su subordinada revelando a deshora los hechos y desviando responsabilidades propias en el espionaje al gobierno. A los sanchistas, ahora contraría que Robles no se deje humillar, que sea leal a su gente y que defienda la dignidad y operatividad del Estado frente a los independentistas.
Espadas está muy contento con la contribución a la precampaña de Elecciones a la Junta de Andalucía.