Europa nuclear

Aitor Riveiro

El País abría ayer su portada y la sección de Internacional con un titular clarividente: «Bruselas apoya la energía nuclear ante el cambio climático y el desafío ruso». En páginas interiores se habla de «rehabilitar» el uso de la energía nuclear y se relaciona la noticia con las informaciones que hablan de una nueva ‘guerra del gas’, esta vez entre Rusia y Bielorrusia. Parece que nos encontramos, de nuevo, ante un cambio de signo como aquél que nos llevó del ‘OTAN, de entrada no’ al chantaje de Felipe González, que amenazó con dimitir si España no apoyaba la plena integración del país en la organización transatlántica.

Una de las promesas electorales del PSOE ante las elecciones del 14-M era cerrar las centrales nucleares de forma progresiva y sustituir su aportación energética por “energías más limpias, más seguras y menos costosas�, como reza su programa electoral a las Elecciones Generales de 2004 y el Acuerdo Programático PSOE-Los Verdes. Ya casi desde que Zapatero accedió a La Moncloa se vio un cambio de signo, utilizando los mecanismos habituales en estos casos: los medios de comunicación más afines o declaraciones de personas próximas al partido, como las del secretario general de UGT, Cándido Méndez hace aproximadamente un mes.

El cambio de línea editorial del periódico que dirige Javier Moreno es evidente. Mucho más el del PSOE, que ha hecho bandera en multitud de ocasiones de ser más bien antinuclear. El País indica hoy que la Comisión va a presentar una comunicación en la que aboga por sustituir las fuentes energéticas que, según los estudios, provocan el efecto invernadero, por un aumento de las energías renovables (un 50% hasta 2040) y, esta es la novedad, un aumento de la producción de energía que genera la fisión nuclear (el artículo del periódico no indica el porcentaje de este aumento, quizá porque la Comisión trabaja aún en borrador; quizá porque han querido omitir el dato).

No tengo ni la más remota idea de si es urgente y necesario ampliar o no la producción de energía nuclear. Personalmente, no me apetece nada que se construyan nuevas centrales; tengo aprensión (irracional quizá) hacia ellas y no puedo evitar pensar en lo tremendamente caro y peligroso que es el tratamiento de los residuos que generan. Pero, por otro lado, entiendo que es impepinable terminar con las centrales de gasoil, de carbón e incluso de gas; entiendo que debemos cumplir los compromisos del protocolo de Kioto y que el futuro del planeta está en juego.

Sin embargo, no entiendo el cambio de postura de tapadillo del Gobierno y del PSOE en apenas dos años. Creo que deben explicar a la ciudadanía porqué se ha producido este cambio, cuáles son los riesgos de la energía nuclear, porqué no se abre un amplio debate en el que participen organismos independientes y, sobre todo, qué vamos a hacer con las cientos de toneladas de residuos radioactivos cuya pérfida vida es de miles de años.

El debate no está en la calle; y debería. No vale hacer como Italia, que cerró todas sus centrales, pero que es el mayor importador de energía del mundo, un 10% de ella procedente de las plantas nucleares francesas. Pero tampoco vale lanzarnos a una carrera nuclear sin tener un plan a 10, 20 y 100 años vista.

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